FÚTBOL

Partiada tristea Bernabeurat (Karidade gutxiko benta)

Bideoan, musika dago. Play! Bideoaren azpian, letra egokitua, triste kantatzeko.

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Txuri urdin zeru gaina
Itsasoak eder maina
Haize ona Velarako
Denbora ona irabazteko.

Adi, nire haur xumeak
Jokalaritxo maiteak
Galtzen baduzue faltaz
Aita Eusebio maita.

Bide luze Bernabeurat
Itsasoa zabal harat
Zubirik ez pasatzeko
Erreala salbatzeko.

Elementak badarontsa
Harmailetan txistu-hotsa

Haize tenpesta bera da
Epaileak maskarada!

Hurakanaren furia!
Infernuko irudia
Bruma beltzak darabila
-Merengea nahasten abila-.

Golak non bermarik ez du
Epaileak nondik lotu
Canales da zauriturik
Han ez da salbamendurik.

Ta Benitez salbaturik
Itsasoa pasaturik
Arribatu Bernabeurat
Behar duten portutarat.

Bernabeu da mortu hotza
Eremu triste arrotza
Laboratzen ez den lurra
Realari beti egurra.

Han oihan sasi handiak
Areak ta penaltiak
Haien azalak, gogorrak
Lur agor eta idorrak.

Han otsoak eta hartzak
Ligako epaile gaitzak
Cris Ronaldoren herria
Desertu izugarria.

Captura

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Cómo invadir Inglaterra sin romper el pacto

Ante el Real Sociedad-Manchester United de esta noche, os recuerdo que en 1482 los guipuzcoanos y los ingleses firmamos un pacto para no invadirmos los unos a los otros. Por eso, si el Manchester United nos ganó 1-0 en la ida, fue porque aprovecharon una circunstancia no prevista en el siglo XV: un gol en propia puerta. Ellos cumplieron: no nos invadieron, nos derrotamos nosotros mismos. No sé a qué estrategia podríamos recurrir para ganarles esta noche sin romper el pacto: ¿valdría ganarles con goles de jugadores no guipuzcoanos, por ejemplo?

La decisión de no invadir Inglaterra la tomamos en el paraje de Usarraga, en Bidania, enfrente de las actuales naves industriales. Guipúzcoa se incorporó al reino de Castilla hacia el año 1200, pero mantuvo «una verdadera independencia en gravísimos asuntos internacionales durante los siglos XIII, XIV y XV», en palabras del historiador Echegaray. Así, en octubre de 1481, los representantes forales celebraron unas Juntas Extraordinarias en Usarraga para establecer un trato con los ingleses: en caso de «guerra y represalias» entre los reinos de Inglaterra y Castilla, los guipuzcoanos permanecerían neutrales, como un estado independiente, ajenos a las trifulcas entre los otros dos. El 9 de marzo de 1482, con el visto bueno de los Reyes Católicos, Sebastián de Olazábal y sus consortes se plantaron en Londres para firmar con los ingleses el pacto que debía «permitir el libre comercio entre las dos partes y asegurar una buena y firme alianza, abstinencias de guerras, e inteligencias amistosas, tanto por tierra como mar y aguas dulces».

El trato no prohíbe, por ejemplo, los cañonazos de un riojano desde fuera del área.

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A Europa con la cuadrilla

La revista Minuto 116 me pidió un texto sobre el regreso de la Real Sociedad a Europa, para publicarlo en el estupendo número monográfico que han dedicado al equipo txuri urdin. Lo titulé ‘A Europa con la cuadrilla’ y aquí va, unas horas antes de que la Real juegue contra el Olympique de Lyon:

«La Real Sociedad aguantó los últimos quince minutos en La Coruña con los once jugadores acorralados en el área, recibiendo tiros al larguero y balones que se paseaban de lado a lado del área pequeña, y cuando acabó aquel agobio, cuando por fin dejé de caminar y suspirar por el pasillo de casa, cuando por fin me senté de nuevo en el sofá con el pasaporte para la Champions League en la mano, pensé en varios estadios europeos: El Alcoraz, La Malata y el Municipal de Santo Domingo. Porque Huesca es Europa, Ferrol es Europa, El Ejido es Europa, en la geografía obvia de los atlas pero también en nuestra biografía futbolera reciente.

Guardo el recuerdo bastante fresco de la batalla entre Xabi Alonso y Pavel Nedved para marcar territorio en el centro de Anoeta a base de pases y robos, en el Real Sociedad-Juventus de 2003 (0-0). Pero para mí es mucho más profunda, y más necesaria, la memoria del Real Sociedad-Castellón de 2007. Por primera vez en cuarenta años, la Real jugaba en Segunda. Perdió 0-2, quedó colista, el partido acabó con pitos, abucheos y pañolada. El siguiente visitante fue el Polideportivo Ejido, el equipo que acabaría la temporada en última posición, y también nos ganó. Real Sociedad, 0; Polideportivo Ejido, 1. Me gusta teclear el resultado porque es un verso magnífico sobre la desolación:

Real Sociedad, 0; Polideportivo Ejido, 1.

Tras la derrota contra el Castellón le envié un mensaje a Carlos Tirurí, un amigo de Bilbao, para contarle la depresión y para anunciarle, con amargura, que me había maravillado un chaval melenudo de la Real, debutante y desconocido para mí, lo único rescatable del partido, y que pronto vendría el Athletic a llevárselo. El chico era lateral derecho, se llamaba Carlos Martínez, recuerdo la furia de melenas al viento con la que galopaba arriba y abajo, como si ya ese día nefasto tuviera claro que iba a correr y a correr por la banda hasta llegar a Milán, Lyon o San Petersburgo con la camiseta blanquiazul y no con ninguna otra.

Carlos Martínez (que Alá aumente su tribu) y otros chavales como él jugaron tres años agrios en Segunda, nos subieron a Primera y en tres años más nos metieron en la Champions. Celebramos el éxito y celebramos, sobre todo, la manera: revivimos a la Real campeona de los años ochenta porque aquel equipo, como este de ahora, también era una cuadrilla de críos que habían jugado juntos en el mismo patio, en los mismos campos de tierra y muchos de ellos en la misma playa de La Concha en la que jugamos cientos de niños guipuzcoanos. Creemos que en el equipo actual tenemos a varios de la estirpe del central ‘Bixio’ Górriz, quizá no los futbolistas más deslumbrantes, pero sí de los imprescindibles, de los que lo hacen todo bien, año tras año, y siguen siendo discretos, entrañables, tirando a sosos. Otros equipos ofrecieron mucho dinero a Górriz pero él jugó siempre en la Real, se puso la camiseta txuriurdin 599 veces, ganó todos los títulos del equipo –dos Ligas, una Copa, una Supercopa, llegó a semifinales de la Copa de Europa y hasta marcó un gol en el Mundial de Italia-, y hoy en día se sienta en una tribuna modesta de Anoeta, con su bufanda de la Real siempre al cuello, y en los descansos se pone en la fila con todos nosotros para ir al baño. Con Górriz hemos levantado trofeos y hemos meado en los mismos urinarios.

Eso es lo que más nos ilusiona de esta Real que vuelve a la Copa de Europa: que hemos llegado juntos, casi todos, hasta aquí».

*

Más críos jugando en la playa de La Concha, más Bixio Górriz, más depresiones en Segunda, más goles europeos y más melenas al viento en Mi abuela y diez más.

Mi abuela

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Si cierro los ojos y pienso «estadio de Anoeta»

Hace justo veinte años se jugó el primer partido en el estadio de Anoeta. Seguimos añorando el viejo campo de Atocha y despotricando contra la frialdad de Anoeta, pero estos veinte años no han estado nada mal. Copio unos párrafos del libro Mi abuela y diez más:

«Si cierro los ojos y pienso “estadio de Anoeta”, veo una lluvia nocturna, una cortina de agua, uno de esos chaparrones que cae con la misma intensidad agotadora durante las dos horas del partido. Veo un césped brillante bajo los focos, en el que los balones largos botan rapidísimo, se escapan de las botas de los futbolistas y saltan hasta los charcos de las pistas de atletismo. Veo un inmenso anillo de gradas, batidas por un viento frío, ocupadas por espectadores encogidos en silencio. Escucho un pelotazo que golpea una valla de publicidad, el eco que se expande por el campo, un murmullo de desesperación. Imagino el contragolpe de un equipo rival modesto, vestido de naranja o granate, nuestra defensa desmontada, un extremo veloz que entra al área y clava el balón en nuestra red, fluash, se oye así, fluash, y estalla luego un chillido de euforia lejana, un grito de once acorchado en el silencio de veinte mil. Pienso, por ejemplo, en el Lleida ganando 1-3 en Anoeta.

En los primeros años de Anoeta íbamos al campo seis o siete amigos. Enseguida nos quedamos cinco. Y luego dos. Mi último compañero sufría malos presagios permanentes. Cuando el equipo contrario iba a chutar un libre directo, él anticipaba siempre el dolor: “Ya verás, 0-1”. Su pronóstico fallaba diecinueve de cada veinte veces, pero cuando acertaba, a mí me clavaban un gol y de paso una profecía: “Lo ves, lo ves”. Poco antes de bajar a Segunda me quedé solo. Llevo ya seis o siete años yendo solo a Anoeta. Suelo llevarme un paquete de pipas para la primera parte y un libro para los descansos.

Anoeta no da para muchas épicas. Pero quizá sea un desapego mío, cosas de la edad, porque si hago memoria, hace ya veinte años que nos vinimos a este estadio y tampoco ha estado tan mal. Un día disputamos los octavos de final de la Champions League y otro día fuimos colistas de Segunda. Nos humilló el Mérida y agobiamos a la Juventus. El Barcelona nos metió seis en 45 minutos; recorrimos las gradas bailando congas tras clavarle cinco al Athletic; abucheamos a Javier Clemente cuando ocupó el banquillo rival y abucheamos a Javier Clemente cuando ocupó nuestro propio banquillo; le regalamos una salvación amañada a Osasuna; el portero del Eibar le partió de un patadón la tibia y el peroné a Díaz de Cerio y le dejó media pierna colgando; nuestro portero Bravo cruzó el campo para chutar un libre directo y metió el gol de la victoria; nuestro portero Alberto tiró fuera el undécimo penalti de una tanda copera y caímos eliminados; Savio falló el penalti del minuto 88 con el que esperábamos salvarnos del descenso; Xabi Prieto marcó el penalti que selló el ascenso, saltó una valla para celebrarlo, tropezó y acabó con el tobillo vendado y con muletas. Y un domingo fuimos a Anoeta con la posibilidad de salir noventa minutos más tarde como campeones de Liga».

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Los goles de las chicas de Yuwa

Al principio del partido creímos que las rivales del Amara Berri, más altas y más fuertes, se iban a comer a las chicas de Yuwa. Pero las indias empezaron a correr y a pelear cada balón como fieras. Y a regatear con estilazo. Dominaron el partido sin dejar apenas ni un resquicio. Marcaron dos goles y los celebraron con saltos y volteretas. ¡Oé! Las chicas de Amara Berri, estupendas, regalaron una camiseta de la Real Sociedad a la capitana de Yuwa y una bolsa de chuches a cada una de las jugadoras.

Estas fotos las sacó el amigo Fernando Martínez Sarasqueta, siempre tan artista, tan salsero y tan generoso.

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Yuwa perdió el primer partido de la Donosti Cup 3-1 contra el Wisconsin International. Después ganó 1-0 al Añorga B, ayer ganó 2-0 al Amara Berri y se clasificó para las semifinales del torneo.

Las futbolistas de Yuwa pertenecen a una asociación que lucha contra la discriminación, el analfabetismo, los matrimonios tempranos y la explotación sexual que padecen muchas niñas en la región de Jharkhand (India). Para desarrollar esa lucha, una de las estrategias más provechosas ha sido el fútbol.  Aquí lo explican muy bien.

Las chicas se empeñaron en venir al torneo Donosti Cup y organizaron una campaña para recolectar fondos, con la ayuda de un grupo de estudiantes de la Mondragon Unibertsitatea, de la propia organización de la Donosti Cup, de otras escuelas de fútbol como la de Wisconsin (sus primeras rivales en el torneo y compañeras de navegación por la bahía de La Concha) y de cientos de personas que pusieron dinero para pagar los gastos.

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Nuestra abuela y cien más

Han pasado cosas bonitas tras la publicación de Mi abuela y diez más. Algunas se pueden contar, todas son para agradecerlas mucho. Por ejemplo, he recibido mensajes de este tipo: “Después de leer el libro, me ha dado pena no ser de la Real”; coronados por este otro: “Después de leer el libro, me ha dado pena que Pepi no fuera mi abuela”.

Doy las gracias a quienes recuperaron la pista de uno de los pequeños héroes del libro: el chaval con síndrome de Down que se pegaba a la valla de Atocha para gritar y escupir a los rivales que se arrimaban a sacar un córner. Mikel Recalde lo reconoció y colgó una foto para explicar que tres décadas después el chico, ya el hombre, “sigue yendo a los partidos del Sanse” y que el año pasado “en el partido contra el Mirandés montó un pollo”. Otros como Oier Fano, Iván Ruiz o Carlos Ruiz también lo reconocieron y hasta pidieron que la Real Sociedad le invite algún día a hacer un saque de honor en Anoeta. Apoyo la idea.

Aún mejor: dicen que este hombre se llama ¡Chus! Como otro pequeño héroe del libro: el ídolo donostiarra de principios del siglo XX, “un muchacho rubio, hijo del cónsul alemán en Donostia: ¡Schutz!”. Los chavales coreaban su nombre al verlo pasar pedaleando por la ciudad: “¡Chus, Chus, Chus!”. Era un ciclista fino, que ganaba las carreras locales pero perdía siempre cuando competía Damour, “un odioso francesito triunfante”, que llegaba destacado a la meta sacudiéndose levemente su peto blanco, mientras Schutz aparecía mucho más tarde, derrotado y hermoso, “salpicado de barro y bajando con tristeza sus nobles ojos azules”. ¡Chus, Chus, Chus!

Ha sido muy bonito que, con el libro como trampolín, mucha gente haya saltado a zambullirse en su memoria txuri urdin. Algunos han escrito textos hermosos. Traigo algunos y pido disculpas adelantadas por los olvidos.

Por ejemplo, el reportero Mikel Ayestaran, que se define como “un alma errante que va buscando buenas conexiones de internet para seguir los partidos de la Real desde Kabul, Islamabad, Teherán o Trípoli”. Mikel sufre el estrés postraumático de los reporteros pero no se lo produjo ningún bombardeo sino… aquellos espantosos tres minutos de Mendizorrotza.

Ramón Salaverría reveló una historia fantástica: el gol de Zamora le pilló con el Orfeón Donostiarra, que ese día cantó… en el santuario de Lourdes.

Lucía Martínez Odriozola me llamó por teléfono hace unos días, cuando sabía que iba en bus a Bilbao, para que me fijara en unas flores rosas que a finales de abril nacen en las cunetas de la autopista. Ella, bilbainaza de pro, recuerda esas flores porque se fijó en ellas cuando vino a San Sebastián a finales de abril de 1981 para la juerga del recibimiento a la Real campeona. ¡Toma!

Javier Barrera tiene, como muchos de nosotros, una madre que detesta el fútbol y que quiere que gane la Real.

Mikel Iturria, un alma sensible que se disgusta con el comportamiento de algunas gentes en la grada, pidió ayuda a Jamaica para que la Real ganara al Valencia (hecho).

Sergio Fanjul  escribió una crónica de la presentación con foto graciosa y tuvo una reacción curiosa: “He recuperado, sin darme cuenta, la primera persona del plural para referirme a un equipo del que no soy socio pero que tiene algo especial cuando hablo de él”.

Jurdan Arretxe desafió mi pesimismo cometiano: sé que soy adulto y sé que nunca más veré a la Real campeona (tururú).

Xabier Iglesias cuenta que es txuri urdin por encima de la maldición familiar: su padre perdió una quiniela de catorce por un inoportuno gol de la Real al Athletic y le cogió una tirria insuperable al equipo.

Izaro Basurko tiene un primer recuerdo tremendo de Atocha. Le pusieron de niño pegado a la valla y le dieron un consejo por si había avalancha: “Apoyad los pies en el muro y haced fuerza para que no os aplasten”. Pasó el partido deseando que la Real no marcara.

También me ha parecido muy bonita una corrección de Iñaki Galdos, aunque a él le diera apuro hacérmela: antes de publicar esa corrección, me la comentó en privado casi pidiendo disculpas, y yo le estoy muy agradecido por esa precaución cariñosa y por el apunte. Galdos descubrió la palabra txapeldun con la acepción de “campeón” en textos de 1919 (a propósito de unos nadadores y de la superioridad deportiva de los guipuzcoanos sobre los vizcaínos, ejem) y de 1925 (en unos bertsos dedicados al boxeador Paulino Uzkudun). Así pues, aunque nuestro tío abuelo Patxi Alcorta popularizara la entrega de txapelas como trofeos, la costumbre no la inventó él, como digo yo en el libro. Ya tenemos cambios pendientes para la segunda edición.

Y una bola extra. Enrique Novials me envió este cortometraje suyo:  Buscando a Zamora. Habrá que ir pensando en ‘Mi abuela y diez más, la película’.

Seguro que me dejo muchas cosas. Pero quiero daros las gracias a todos los lectores. También a la Real Sociedad Fundazioa, que nos ayudó a jugar siempre en casa, en especial Andoni Iraola e Iñaki Mendoza. A Iñigo Olaizola, que siempre da unos pases magníficos al hueco para salir corriendo al ataque. En la presentación de Anoeta me emocionó la compañía y la simpatía de Bixio Górriz, Jesús Mari Zamora y Xabi Prieto: pero qué tipos más majos (cuando me pidieron que les firmara un libro, casi me mareo). Gracias a Fernando Martínez Sarasqueta, amigo generoso, siempre al quite. A quienes mandasteis estas fotos de críos; a quienes vinisteis a jugar el partidazo en la playa a pesar del chaparrón inicial, Emilio, Carla, Nagore, Jaime, Giorgio Basmatti, David Ketari; a June porque se apuntó a viajar con entusiasmo a otra galaxia para celebrar conmigo los cuatro golazos al Valencia. Mis padres Iñaki y Arantza fueron a la primera presentación en Anoeta y repitieron en la FNAC… por si en esta segunda presentación ya había poca gente y tocaba hacer relleno-; también fueron a la playa bajo el chaparrón para llevar una bandera. Mi hermano Julen, nuestro contacto con las estrellas, condujo 120 kilómetros a ultimísima hora solo para pasar las fotos de la proyección (y dejar durante medio minuto la imagen de una camiseta del Athletic que puso nervioso a algunos, je). Y el último agradecimiento especial a mi hermana Eli, con un poco de apuro, porque es la única de la familia a la que no conseguí meter en el libro, aunque a última hora, con el libro entrando en imprenta, me dijera que bueno, que ella tenía un autógrafo de Gica Craioveanu.

Gracias a todos los que nos acompañasteis en Anoeta, en La Concha, en la FNAC, en Madrid y en las redes. ¡Dos cohetes!

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¿Ponemos bote para que vengan las futbolistas indias?

Yuwa Jharkhand Donosti Cup

Hace dos años las mujeres guaraníes de Bolivia saltaron a la cancha en el torneo internacional Donosti Cup: “No venimos a hablar de miseria sino a marcar goles”, decían. Ellas habían protagonizado una revolución social a balonazos en su región del Chaco, contra la pobreza, las enfermedades, la marginación y el machismo. Y vinieron a los campos guipuzcoanos a mostrar su historia con fuerza, alegría y goles.

Este año las chicas del equipo Yuwa (India) quieren venir al torneo. Pertenecen a una asociación que lucha contra la discriminación, el analfabetismo, los matrimonios tempranos y la explotación sexual que padecen muchas niñas en la región de Jharkhand. Para desarrollar esa lucha, una de las estrategias más provechosas ha sido el fútbol.  Aquí lo explican muy bien.

Sueñan con venir a San Sebastián, participar en el torneo con equipos de otros países y luego regresar para divulgar entre otras comunidades vecinas el ejemplo de estas chicas peleonas.

La organización de la Donosti Cup ha invitado al equipo y corre con todos los gastos de su participación, estancia y alojamiento. Pero hace falta pagarles el viaje y para eso han abierto esta financiación colectiva. Se les puede echar una mano a partir de 10 euros.

Esto es más bonito y más valioso que cualquier Champions League:

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‘Mi abuela y diez más’ en San Sebastián

Real Sociedad Fundazioa y Libros del K.O. presentan Mi abuela y diez más, de Ander Izagirre, en San Sebastián.

Viernes, 26 de abril (día del Gol de Zamora)

19.15. En la explanada frente al estadio de Anoeta. Lanzamiento de dos petardos (¡gol de la Real!) en honor del tío Patxi Alcorta, inventor de este morse blanquiazul.

19.30. En el Museo de la Real Sociedad, estadio de Anoeta. Presentación del libro ‘Mi abuela y diez más’. Además del autor, participarán con el número 5 Bixio Górriz (“el peor tiro de mi vida fue el mejor pase de la historia”) y con el número 10 Xabi Prieto (que escribió el final de este libro marcándole un penalti vacilón al Barcelona). Habrá gol en el último minuto.

Sábado, 27 de abril

11.30. En La Perla (paseo de La Concha). Partidazo playero de torpes contra vagos. Convocatoria limitada: máximo de 50 futbolistas por cada equipo. ¿Alguien tiene un balón? Dicen que lloverá. Pues llevad ropa de repuesto y luego os invitamos a un café con cruasán.

El partido se disputará en la extensión de playa que dejen libres los chavales de los campeonatos escolares. Si no hay sitio, trotaremos cinco minutos como calentamiento hasta la playa de Ondarreta.

Reglamento: 1. La división de jugadores en dos equipos se hará siguiendo el tradicional sistema de pies. 2. Quienes vengan con camisetas futboleras jugarán de titulares. Los demás también. 3. No vale chutar de punterón. 4. Ley de la botella: el que la tira va a por ella.

Domingo, 28 de abril

21.00. Fin de fiesta en el estadio de Anoeta. La Real Sociedad ganará al Valencia en su camino hacia la Champions League.

Mi abuela y diez más

«En Atocha pasé una infancia solitaria, estoica y feliz. Yo ahora me explico muchas cosas, cuando recuerdo que a los nueve o diez años subía solo a las gradas de cemento de la Tribuna Este, una hora antes del partido, y me pegaba a las vallas que separaban la zona de pie de la zona de asientos. Allí, ni la gente ni las vigas de hierro me tapaban la visión del campo. Atocha olía a selva. Se mezclaba el tufo fermentado y dulzón del mercado de frutas con el aroma fresco de la hierba recién regada y el humo de los puros. Ese sahumerio tropical aún nos inquieta a muchos, como a perros de Pavlov. Un día abrieron una verja, salté al césped ondeando el trapo de cuadros blancos y azules que mi abuela Pepi me había atado a un palo, corrí al punto de penalti y disparé un trallazo imaginario a la escuadra. Acabábamos de ganar la liga”.

A la venta en librerías y en www.librosdelko.com (en papel y en e-book).

Ander Izagirre (San Sebastián, 1976) no quería escribir este libro. Como ciclista frustrado y como heredero moral de monsieur Comet –cuyo velódromo derribaron en 1913 para construir el estadio de Atocha–, Izagirre considera que debemos odiar el fútbol, incluida la Real Sociedad. Sin embargo, acude a Anoeta cada quince días y allí sufre y se alegra con una intensidad que le avergüenza un poco. Así que decidió escribirlo para intentar explicarse a partir del primer recuerdo de su vida (una explosión de gritos, saltos y abrazos en casa de sus abuelos: el gol de Zamora), para recoger las historias asombrosas de su familia que una noche de insomnio emergieron de Atocha –ese cementerio indio txuri urdin, a cuatrocientos metros de su casa– y para fingirse triste y guapo como Schutz en la derrota. En Libros del K.O. también ha publicado Plomo en los bolsillos (ciclismo: eso sí que es un deporte).

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Los ocho goles de las guaraníes

En el Chaco boliviano, en 2009, conocimos a unas mujeres corajudas: las madres futbolistas del MOMIM (Movimiento de Mujeres Indígenas del Mundo). Por encima de burlas y palizas, en rebelión contra la miseria, las enfermedades, la marginación y el machismo, se organizaron en equipos de fútbol, montaron torneos y emprendieron una revolución social a balonazos.

Dos años más tarde, en julio de 2011, gracias al empeño de Iñigo Olaizola, una selección de estas futbolistas guaraníes viajó a San Sebastián para participar en el torneo internacional Donosti Cup. “No venimos a hablar de miseria”, anunciaron, “sino a marcar goles”. Y metieron unos cuantos.

En la revista Nuestro Tiempo acabo de publicar el reportaje ‘Los ocho goles de las guaraníes’, que empieza así:

«El balón salió rechazado hacia el pico del área, justo donde llegaba Lidia Galván, la extremo derecha boliviana: “Pateé fuerte y de pronto vi la bola en la red. No me lo podía creer. Salí corriendo pero no sabía adónde ir, me sentí medio mareada”. Sus compañeras se le echaron encima, la abrazaron, saltaron, gritaron.

Galván es la mayor del equipo (39 años), la que más hijos tiene (siete) y la que más goles metió en el primer partido (dos). Cuando se separó del abrazo colectivo, se tapó la cara con las manos y volvió caminando a su posición, con la cabeza baja. Al reanudarse el juego, recibió un par de broncas del entrenador: corría despistada, había dejado marchar a la lateral contraria banda arriba, sin seguirla.

“Anoche estaba muy nerviosa, me costó dormir”, contó al final del partido, en un campo de San Sebastián, durante el torneo internacional Donosti Cup. Para Galván, como para casi todas sus compañeras, era la primera vez que salía del Chaco boliviano. “Quería meter un gol, por lo menos uno en todo el campeonato, por mi familia, por mis hijos, por mi país, por los auspiciadores que nos ayudaron a venir. Marqué y lo primero me acordé de mi familia. Hace unos días llamé por teléfono y casi no pude hablar con ellos, me entraron ganas de llorar».

A las mujeres las dirigió Xabier Azkargorta, el entrenador guipuzcoano que en 1994 llevó a Bolivia a un Mundial por única vez en su historia, un ídolo semidivino en aquel país. Después de ganar 6-0 el primer partido del torneo, en el vestuario habló así a sus chicas:

-Señoras, clasificar a Bolivia para el Campeonato del Mundo fue el mayor éxito de mi carrera como entrenador. Pero la alegría más grande que jamás me ha dado el fútbol ha sido esta victoria de ustedes.

Las mujeres lo abrazaron, lloraron y le cantaron a pleno pulmón: “¡Te queremos, Profe, te queremos!”.

Despiece del reportaje: «Para que las mujeres tengan vida«.

En estos trabajos conté con la ayuda indispensable de varios amigos. En el Chaco 2009, Elena Antúnez y Daniel Burgui (cuyas fotos ilustraron el primer reportaje). En la Donosti Cup 2011, Fernando Martínez Sarasqueta, que fotografió a las chicas del MOMIM por todos los campos (algunas de sus imágenes aparecen en el segundo reportaje), Oskar Alegría, a quien pillé a traición para que hiciera este vídeo durante un partido de las bolivianas, y Juan Andrés Muñoz, alias Allendegui, quien se empeñó para que lo emitiera CNN.

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«No venimos a hablar de miseria sino a marcar goles» (vídeo)

Montamos un pequeño vídeo sobre las mujeres guaraníes que participaron en el torneo de fútbol Donosti Cup. Las imágenes son de Oskar Alegria, a quien pillé por banda a última hora, a traición, sin los medios técnicos suficientes; y a pesar de todo se afanó y puso su habitual toque maestro a la imagen. La narración -floja, floja- es mía. Esto es lo que salió (un click en las cuatro flechas a la izquierda de las letras Vimeo y lo veréis en grande):

Gracias a Juan Andrés Muñoz, alias Allendegui, el vídeo lo emitió CNN. Gracias a Ane Rotaeche, también lo emitió la cadena Univisión. Y anda por ahí rebotando en varios canales online, que era de lo que se trataba.

A esta versión que cuelgo aquí le faltan los rótulos. Las mujeres que hablan en el vídeo son Pilar Mateo (doctora y fundadora del Momim, el Movimiento de Mujeres Indígenas del Mundo), Barbarita Saavedra (directora del equipo técnico del Momim en la Donosti Cup) y la delantera Griselda (máxima goleadora del equipo en la Donosti Cup, con cuatro tantos).

Y aquí van algunas de las apariciones de las bolivianas en otros medios, durante el torneo Donosti Cup:

Vídeo de ETB en castellano (a partir del minuto 40:20).

-Luzeago, ETBko Zu kirolari saioan, euskaraz: «Futbolean aske«.

Las madres bolivianas saltan al campo (El Diario Vasco).

Madres con luz propia (Noticias de Gipuzkoa).

Las guaraníes vuelven con el premio Unicef y vitoreadas de España (Erbol, ejem, con botas).

Ama guaranien ametsa (Berria).

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Y mi reportaje sobre la historia de las chaqueñas futbolistas: Las madres guaraníes saltan a la cancha.

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Escribo con los veinte dedos.
Kazetari alderraia naiz
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