Reportajes

Libreros de Urueña con pájaros en la cabeza

Me intrigaba Urueña, un pueblo de Valladolid que se está vaciando y aun así mantiene ocho librerías. Fui a conocer las historias de Jesús Alcaraván y Tamara Crespo, dos de los libreros que se instalaron allí.

Es uno de los reportajes que publico, dos veces al mes, en Escapada Rural: «Urueña, el pueblo de los libreros con pájaros en la cabeza».
Jesús Alcaraván, el librero más antiguo de Urueña.
La Tierra de Campos, vista desde las murallas de Urueña
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Los tres mil güeros que parlan talián

He publicado este reportaje sobre Chipilo, el pueblo de los tres mil mexicanos que hablan véneto (en El Mundo).

(Foto: Andrea Mantovani)

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Viaje a las penúltimas palabras

Aquí está La batalla para salvar la lengua de los siete hablantes: mi reportaje sobre el ixcateco, sobre otros idiomas a punto de extinguirse en México y sobre las curiosas estrategias de los hablantes y los lingüistas que intentan salvarlos. En la revista Papel. 

Don Hilarino Torres Mendoza, el primer protagonista del reportaje, murió hace unas semanas. Era la única persona que tenía un teléfono móvil en Chontecomatlán, un pueblo de 400 habitantes en las montañas de Oaxaca. Se empeñó en comprarlo. No podía hablar con nadie, porque la cobertura no llega a este rincón de la sierra, pero él hablaba y hablaba sin parar con el teléfono en la mano: grababa las últimas palabras del idioma chontal.

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Cinco reportajes en la radio

El pasado 30 de julio empecé mis colaboraciones veraniegas en Onda Cero, en el programa ‘Un alto en el camino’, dirigido por Susana Pedreira. Serán cinco reportajes durante cinco domingos, siempre a las 8.30 de la mañana, minutillo arriba, minutillo abajo.

Aquí se puede oír -incluso escuchar- el primero de los cinco: Luis Ortiz Alfau, superviviente del campo de concentración de Gurs.

El domingo 6 de agosto hablaremos del campesino que ordeñó las nubes en la isla de El Hierro.

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Regreso al campo de Gurs

Aquí va el reportaje sobre Luis Ortiz Alfau y el campo de concentración de Gurs: tan cerca, tan nuestro, tan olvidado.

«Cien años y superviviente del campo de Gurs». Publicado en la revista ‘Papel’.

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Foto de Mauro Saravia.

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La orquesta que salió del vertedero

«En uno de los barrios más pobres y violentos de Oaxaca (México), los jóvenes consiguieron violas, violines, saxos y clarinetes. Algunos de ellos eran pandilleros, chicos de la calle devastados por la inhalación de disolvente: ahora, en los ensayos, pasan horas concentrados ante el pentagrama. Han montado una orquesta sinfónica y están transformando el barrio».

He publicado este reportaje en la revista Papel. Aquí está completo: La orquesta que salió del vertedero.

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Foto: Andrea Mantovani.

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El ciclista que hablaba con las moscas

Primero se preocupó un poco: pedaleaba en solitario por el desierto de Túnez, no sabía muy bien hacia dónde tirar y siguió una pista. Luego se agobió: la pista se colaba entre unas montañas áridas y se fue desvaneciendo, hasta que desapareció. Luego se asustó: se le echó la noche encima, acampó bajo las estrellas, siguió perdido por las montañas un día más, se le terminó la bebida, se le terminó la comida, se le echó encima una segunda noche, siguió arrastrando la bici un día más, se le echó encima una tercera noche de sed pedregosa. Al tercer día se emocionó: consiguió situarse por fin en el mapa, salió a un oasis y encontró a un hombre que le ofreció un té. El hombre le indicó el camino para llegar hasta una aldea. Allí Sergio Fernández Tolosa se hartó de beber, comer y dormir. La experiencia había sido terrible, así que decidió repetirla.

Y se puso a cruzar los mayores desiertos del mundo en bicicleta, siempre solo.

Sigue aquí: ‘El ciclista que disputaba la sombra a los camellos‘, en la revista Yorokobu.

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La juerga de los barbudos románicos

En San Pedro de Etxano no cuadra nada. Es la única iglesia románica conocida que, en lugar de transmitir la doctrina cristiana, refleja mensajes profanos.

Quienes saben leer los símbolos del románico se quedan pasmados: en la portada no aparecen el Cristo en majestad y los veinticuatro reyes ancianos del Apocalipsis, como dicta el canon, sino un señor de grandes barbas postizas celebrando una fiesta de carnaval con sus amigotes; y en la decoración del edificio se pueden leer las fórmulas de alquimia que se estudiaban en el siglo XII, dictadas por uno de los mayores sabios de la época, un sacerdote inglés que fue consejero del rey de Navarra y estaba mosqueado con la Iglesia. Un señor lo suficientemente sabio, rico y mosqueado como para construir este edificio burlón.

El reportaje completo, aquí: ‘Un templo románico dedicado a la parranda’ (Yorokobu).

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Los juerguistas barbudos de Etxano. Foto de Javier Intxusta.

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VIAJE AL RÍO DE LECHE LUNAR

En el subsuelo de Guipúzcoa corre un río blanco: es una rareza planetaria. Bajamos a buscarlo con espeleólogos. Charlamos con el biólogo que descifró su composición y descubrió los bichitos extraños que viven allí abajo, atrayéndolos con queso y musgo empapado en cerveza.

El reportaje completo, aquí, en la revista Papel del diario El Mundo.

Río de leche lunar. Sergio LaburuFoto de Sergio Laburu.

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Aquel Tour que le robaron a ‘la Pulga de Torrelavega’

«Los ciclistas terminaron de cenar y se fueron levantando de las mesas. Quedó uno solo: Vicente Trueba, que rebañaba los restos del plato. Cuando pasó la camarera, le pidió el postre: jamón, huevos fritos y otro filete. Y más pan, por favor.

José Bobillo, un federativo cántabro, asistió a la escena y pensó que Trueba se iba a gastar todo su dinero antes de terminar el Tour de Francia, si seguía comiendo tanto. El ciclista de Torrelavega se había ganado ya un cierto prestigio en el Tour de 1930, y consiguió que en 1932 la organización le pagara al menos una dieta para sus gastos de alojamiento, comida y reparaciones: 50 francos diarios. Trueba le mostró al periodista Ramón Torres una factura de 80 francos por la reparación de una rueda torcida, y le explicó que se apañaba con otros dos ciclistas modestos franceses para contratar a un masajista entre los tres.

Trueba corría sin equipo. Y escalaba para comer: gracias a los dos mil francos de premio por coronar primero el col d’Aubisque, podía repetir huevos fritos, jamón y filete. Y más pan, más pan».

Sigue en la revista Jot Down Smart, que se vende hoy con El País.

La Pulga de Torrelavega

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Escribo con los veinte dedos.
Kazetari alderraia naiz
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