ISLANDIA

Cuando en Islandia estaba bien visto matar vascos

La semana pasada Islandia anuló la ley que permitía matar vascos. He escrito un artículo en El País sobre la matanza de los 32 balleneros vascos en 1615, la mayor masacre de la historia de Islandia, que se prolongó varias semanas. Cuando en Islandia estaba bien visto matar vascos.

En el acto final, el capitán donostiarra Martín de Villafranca se arrodilló y habló en latín al cura Jón Grímsson para pedirle perdón y clemencia, el cura lo perdonó, y en ese momento uno de los islandeses se echó encima del vasco y le pegó un hachazo en el pecho. Villafranca echó a correr hasta la orilla, se zambulló en el mar y cumplió un prodigio: nadó. «Nadaba como una foca o una trucha». Un prodigio, porque los islandeses no sabían nadar. En ese océano helado nadie nadaba, porque nadie podría sobrevivir. Dice el cronista que Villafranca nadó mientras cantaba en una lengua extraña la canción más conmovedora que jamás habían oído los islandeses. Los hombres del jefe Magnússon saltaron a una chalupa y remaron a por Villafranca…

Ballenero

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Groenlandia cruje en papel crujiente

Os presento el primer e-book cuyas páginas se pueden arrancar, arrugar como un gurruño y meter dentro de zapatillas mojadas, se pueden subrayar con lápiz y se les puede doblar una puntica para marcar hasta dónde hemos llegado leyendo.

El librito ‘Groenlandia cruje (y tres historias islandesas)’ sale en papel. Se publicó solo en versión electrónica (se puede seguir descargando aquí por 2,99 euros) y ahora la editorial eCícero saca cuatro títulos de su catálogo en pulpa de celulosa secada y endurecida: los de Jon Lee Anderson, Alberto Salcedo Ramos, Jordi Pérez Colomé y este mío, el único sin segundo apellido del autor, por cierto, perdona, madre.

Está a la venta por 7 euros en las librerías de la cadena Elkar y en estas otras: Hontza (San Sebastián), Muga (Pamplona), Altaïr (Madrid y Barcelona-Raval), La Central (Barcelona y Madrid-Callao),  Cálamo (Zaragoza), Gil (Santander), Cervantes (Oviedo), Geli (Girona), Luces (Málaga) Oletvm (Valladolid) y Más de Libros y Anónima (Huesca).

Groenlandia cruje

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‘Groenlandia cruje’, ya a la venta

Ya está a la venta mi primer libro electrónico: Groenlandia cruje (y tres historias islandesas). Incluye cuatro crónicas: «Groenlandia cruje» (ganadora del premio Essery 2010 de literatura viajera), «Una casita en el infierno» (sobre la supervivencia testaruda de los habitantes de las islas volcánicas Vestmann), «El hombre de los doscientos penes» (sobre un coleccionista islandés de falos) y «Los consuelos del pirata» (sobre una botella con mensaje oculta en un volcán y sus consiguientes moralejas). El prólogo habla de Josu Iztueta, un amigo que obtuvo superpoderes en el interior de Groenlandia. Y la foto de la cubierta es de Daniel Burgui, otro amigo con ciertos superpoderes que guardaremos en secreto. Viajé con ambos a Islandia y Groenlandia.

El libro se puede descargar por 1,99 euros en la página de la editorial eCícero.es (en formatos ePub y Mobi para libro electrónico, y también en pdf para leerlo en el ordenador). También está a la venta en las páginas de Amazon, iBookstore de Apple, La Casa del Libro… No tiene protección anticopia: si queréis piratearlo, es muy fácil; si el libro os gusta y decidís echar una mano a nuestro trabajo por un par de eurillos, también es fácil.

La editorial eCícero («periodismo de formato largo») ha publicado por ahora una crónica de Jon Lee Anderson (Capitán Dadis) y una serie de entrevistas de José Martí Gómez (Ellas). Para los próximos meses promete más libros periodísticos muy jugosos.

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«Los inuits de Groenlandia constituyen una de las sociedades más fascinantes del mundo. Los habitantes de la costa oriental, la más remota, han saltado de la prehistoria a la globalización en un par de generaciones: estuvimos con personas de 50 años que habían nacido durante una migración por los hielos, dentro de una familia de cazadores y pescadores nómadas, y que ahora viven en asentamientos de casitas prefabricadas, con televisión de plasma, con internet y dedicados al turismo. Con los asentamientos obligatorios, muchas personas adultas vieron truncado su modo de vida tradicional, muchos jóvenes tampoco encuentran un futuro interesante en un país ártico, y este descabalgamiento produce tasas disparatadas de violencia, suicidios o alcoholismo. Sin embargo, están trabajando con eficacia para superar esos traumas, para fundar una sociedad moderna con sus propios criterios y sus propias decisiones, y dentro de pocos años crearán un Estado independiente y moderno en un mundo de hielo. Se les plantean retos apasionantes”.

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“Ander Izagirre reúne cuatro historias que son otras tantas aventuras, una por Groenlandia y las otras tres por Islandia. Reportajes repletos de información, pero con espacio para la ironía y el buen humor, que nos recuerdan aquellas piezas que publicaban los suplementos dominicales en su época dorada”. Javier Pérez de Albéniz, Vanity Fair.

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Por fin, un pene humano

Sigurdur Hjartarson soñaba con el día en que el cartero llamaría a su puerta para entregarle un pene humano, erecto y disecado. El director del Museo Falológico de Islandia atesoraba ya doscientos penes de cachalotes, osos polares, focas, morsas, toros, ratones, hámsters, pero le faltaba una pieza humana.

Pues bien: el día ha llegado. Según me informa una periodista que prefiere mantenerse en el aquetemato, hace unos meses murió Páll Arason, a los 95 años. Este islandés era uno de los cuatro héroes que se habían comprometido a donar su miembro después de morir. Y el museo anuncia que pronto expondrá el falo del Homo sapiens islandicus.

En el reportaje «El hombre de los doscientos penes«, quizá la cumbre de mi carrera profesional, dediqué unos párrafos al señor Arason y sus peculiares preocupaciones:

«En un punto intermedio, más cerca del hámster que del cachalote, quedan los penes humanos. Por ahora el museo no exhibe muestras reales pero sí réplicas plásticas de cuatro falos, cuyos dueños se han comprometido a donarlos cuando mueran.

El donante que parece con más posibilidades de estrenar el apartado humano es Páll Arason, un islandés de 93 años. Arason, orgulloso de sus hazañas sexuales, pensó que exhibir su pene en el museo le aseguraría una fama eterna. Pero ahora tiene dudas, según el director del centro, porque al parecer el miembro se le va encogiendo con la edad y teme que el resultado final no rinda justicia a las propiedades que durante tantos años le dieron cierto prestigio en Islandia.

De hecho, la extirpación del pene es una de las preocupaciones del director Sigurdur: debe cortarse rápidamente, en cuanto muera el propietario, y debe bombearse sangre para mantenerlo erecto, un detalle en el que los donantes han insistido mucho».

Leo en la noticia que el museo exhibirá el «pickled pennis»: si mis conocimientos de inglés no fallan, eso significa que en el museo podremos conocer, por fin, la famosa polla en vinagre.

Oso goian bego.

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Escribo con los veinte dedos.
Kazetari alderraia naiz
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