Archivo abril 2011

Zooberoa

Eché a andar y me siguió.

Pasé cuatro horas y media patiperreando por los bosques de Gamere, Zihiga, Altzai y Altzürükü (Zuberoa). Dudé en un cruce, subí por una ladera y me siguió; di media vuelta para retroceder al cruce y también me siguió; caminé monte a través y me siguió. Me metí en un par de cuevas y entró conmigo. Sólo se alejó un poco para chapotear en un par de barrizales hasta las trancas. Vio seis vacas, le entró la locura y corrió a por ellas. Las vacas huyeron al galope y él volvió a mis talones, creo que satisfecho.

En esas tuvo un encuentro feliz:

 

 

 

 

 

Como vi que tenía plan, me marché. Hombre, entre amigos estas situaciones se entienden. Di una curva, lo perdí de vista, pero antes de un minuto oí su galope y lo tuve de nuevo a mi vera.

Sonaron varios truenos justo cuando salíamos a un collado raso, nos cayó un chaparrón de veinte minutos y no buscó ningún refugio. Siguió caminando un metro detrás de mí, con temple.

Más bosques, más cuevas, más despistes míos en los cruces, más idas y vueltas absurdas, y siguió conmigo. Yo paraba un minuto a comer unas onzas de chocolate, él bebía de los charcos y se tumbaba, mirándome, a la espera. Otro chaparrón de veinte minutos. Ni quejas ni renuncias.

Por fin llegamos de vuelta a Gamere. Compartimos un sándwich de queso. Al marcharme, creo que me quiso decir algo. Y serán las propiedades estupefacientes del queso Ossau-Iraty o las emanaciones del manantial cálido de Lamiñen Ziloa, pero encima creo que le entendí.

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«Eres responsable para siempre de lo que has domesticado», le dijo el zorro al Principito.

Este zorro apareció en el bosque de Issaux. Dio dos vueltas a nuestro alrededor, nos miró un poco y se marchó.

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En Santa Grazi nos miró una bruja.

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Y va el vizconde y escoge como símbolo de este territorio… un león. Hay que ser txotxolo.

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Las fotografías del zorro, el gato y la última del perro las sacó Nerea.

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Partidos a vida o muerte

En Gotaine (Zuberoa), donde el frontis es a la vez muro de cementerio, los pelotazos buenos caen del lado de la vida y los pelotazos malos entretienen a los muertos con visitas inesperadas.

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Pangea, periodismo trotero

¡Cómo viene la chavalería! Mirad, mirad: historias de muchos quilates en la revista viajera Pangea, uno de los proyectos de fin de carrera de los alumnos de Periodismo de la Universidad de Navarra. Muy buenas lecturas para estos días.

Se la mandé a Josu Iztueta, porque hace diez años nos encontrábamos en plena expedición Pangea, el viaje al fondo de los continentes, y nos ha hecho ilusión ver el nombre en una revista de estudiantes con tanta chispa viajera y reportera.

Por ahora he leído unos cuantos reportajes y aún me estoy chupando los dedos: “El camino de los mil inmigrantes”, un recorrido estremecedor desde las pateras hasta los invernaderos, de Ane Rotaeche; “¡Aúpa, Delibes!”, tras las huellas del amor, el ciclismo y la literatura, de Guillermo Rivas; “Una historia de contrabandistas”, divertida y trágica, de Leire Ariz…

Y todavía me queda mucho por leer, incluidas las entrevistas a navegantes, las colecciones de fotos espectaculares y las colaboraciones de lujo (Mikel Ayestarán sobre “el mártir que abrió la fortaleza de Gadafi”, Dani Burgui sobre la BBC persa).

El periodismo está muerto, blablablá, blablablá.

*

Otros grupos han presentado proyectos de fin de carrera que también tienen muy buena pinta. Habrá que leerlos. Los han ido presentando en La buena prensa.

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Vadeando el Brahmaputra guipuzcoano

Esta es la famosa pasarela de Mitxitxola en la que alguien pintó «Absurdité payé pour l’Europe?».

La frase ya está borrada. Si alguien va allí y se fija mucho, en el pasamanos podrá leer la palabra «Ridículo» marcada a cuchillo. Lo que se ve a la derecha es el paso que estaba allí de toda la vida, el tradicional y sencillo paso para que los humanos crucemos la alambrada y el ganado no pueda hacerlo. Pues mira: que pasen los franceses por ahí, si son tan listos. Los guipuzcoanos nos merecemos la escalinata palaciega y mucho más. Vamos a construir un superpuerto exterior en los acantilados de Jaizkibel, que se podrá ver desde esta misma pasarela, para eso vamos a saltarnos una directiva europea que protege la zona por su extraordinario valor natural y paisajístico, encima lo vamos a llamar «Ecoport», y sólo faltaba que después de echarle un par de narices para aplastar tanto remilgo ahora tuviéramos que andarnos con milongas y contorsionarnos como lagartijas para pasar una valla.

Aventureros sí, pero con estilo.

Insisto, por tanto, con el homenaje a nuestros preclaros dirigentes de la Diputación, por su empeño en… cómo era… poner en valor espacios naturales, a nivel de, y por permitirnos atravesar toda la costa guipuzcoana caminando con tacones de aguja. En ese tenaz empeño por construir pasarelas, que ya han salvado a tantas personas de desaparecer tragadas por el barro, no han cejado al alcanzar este terrible punto: el maldito arroyo de Jaizkibel que en la época del monzón crece, se desborda y ruge en remolinos capaces de arrastrar hasta el infierno a cualquier infeliz que se arrime, ese traicionero Brahmaputra guipuzcoano:

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A mí que me coman los buitres, por favor

Según le tengo oído a Miguel Sánchez-Ostiz, la aspiración vital de Robert Louis Stevenson era dejar el claro del bosque al menos tan limpio como lo había encontrado.

Casi nada. Pero supongamos que lo consigues, que pasas por la vida dejando más o menos limpio el claro del bosque. Luego palmas, llegan tus amigos, y como saben que a ti te gustaba el claro del bosque y tal, van y levantan un cipote de hormigón para conmemorarlo. Es para salir de la tumba y darles una coz.

Veamos. Como claro de bosque nos sirve la cumbre de Mitxitxola, modesta y coqueta, a dos pasos de las ruinas de Londres y Buenos Aires, asomada a los acantilados de Jaizkibel -id a verlos antes de que los perforen y los sepulten en hormigón: es por nuestro bien, dicen-.

En estos parajes debieron de disfrutar mucho un cazador y una montañera, ya difuntos. Sus amigos decidieron plantar estos recuerdos cerca de la cumbre:

Me dejaron mal gusto. Pensé en tantas rocas y tantas cumbres plagadas de recordatorios de montañeros muertos -monolitos, placas, cruces, lauburus, estelas y cacaplastas de cemento, como el día en que descubrí a Jesucristo y Lenin en Bianditz-. Cincuenta metros ladera abajo, encontré otra escena fúnebre que, ya perdonaréis, me gustó mucho más.

A mí, cuando llegue el momento, y si no es molestia, podéis tirarme en un muladar.  Y que los buitres me dejen mondo y lirondo, que es una expresión que me gusta mucho.

*

Dos días más tarde subí con Josema al monte Larrun y vimos que hay pocas cosas más cochinas que las emperatrices: allá por donde pasan, lo dejan todo perdido.

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Por fin, un pene humano

Sigurdur Hjartarson soñaba con el día en que el cartero llamaría a su puerta para entregarle un pene humano, erecto y disecado. El director del Museo Falológico de Islandia atesoraba ya doscientos penes de cachalotes, osos polares, focas, morsas, toros, ratones, hámsters, pero le faltaba una pieza humana.

Pues bien: el día ha llegado. Según me informa una periodista que prefiere mantenerse en el aquetemato, hace unos meses murió Páll Arason, a los 95 años. Este islandés era uno de los cuatro héroes que se habían comprometido a donar su miembro después de morir. Y el museo anuncia que pronto expondrá el falo del Homo sapiens islandicus.

En el reportaje «El hombre de los doscientos penes«, quizá la cumbre de mi carrera profesional, dediqué unos párrafos al señor Arason y sus peculiares preocupaciones:

«En un punto intermedio, más cerca del hámster que del cachalote, quedan los penes humanos. Por ahora el museo no exhibe muestras reales pero sí réplicas plásticas de cuatro falos, cuyos dueños se han comprometido a donarlos cuando mueran.

El donante que parece con más posibilidades de estrenar el apartado humano es Páll Arason, un islandés de 93 años. Arason, orgulloso de sus hazañas sexuales, pensó que exhibir su pene en el museo le aseguraría una fama eterna. Pero ahora tiene dudas, según el director del centro, porque al parecer el miembro se le va encogiendo con la edad y teme que el resultado final no rinda justicia a las propiedades que durante tantos años le dieron cierto prestigio en Islandia.

De hecho, la extirpación del pene es una de las preocupaciones del director Sigurdur: debe cortarse rápidamente, en cuanto muera el propietario, y debe bombearse sangre para mantenerlo erecto, un detalle en el que los donantes han insistido mucho».

Leo en la noticia que el museo exhibirá el «pickled pennis»: si mis conocimientos de inglés no fallan, eso significa que en el museo podremos conocer, por fin, la famosa polla en vinagre.

Oso goian bego.

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El arte de entrecomillar

Rufino Etxeberria contestó tres veces seguidas que ni él ni su formación política hablaban con ETA, que se limitaban a analizar las declaraciones públicas de la banda, y cuando el periodista de El Mundo volvió a la carga, le respondió así: «Nos guiamos por lo que dice ETA o por lo que puede decir Benedicto XVI».

El Mundo tituló la entrevista con esta frase: «Nos guiamos por lo que dice ETA«.

Siempre atento a las lecciones de los maestros, me empeñé en mejorar mi pericia como entrecomillador de titulares. En los primeros intentos conseguí este, un poco tímido todavía:

Zapatero, con ETA: «Viva Sortu»

Sigo practicando y creo que algo he mejorado. Os dejo este otro, a ver si os parece que tiene ya cierto carácter, no sé. Como lo de las comillas es un poco lío, destaco en rojo las declaraciones de Pedro J. Ramírez que cualquiera puede leer en su texto y que he llevado al titular:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La ejecución técnica de la idea, señor juez, es de Un escéptico confuso.

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Caminante, ya hay camino

Con esa combinación tan guipuzcoana entre el entusiasmo por explorar el mundo y una txukuna elegancia, nuestra Diputación persiste en su afán: adentrémonos en la naturaleza más salvaje pero sin mancharnos.

Antonio Machado no conocía el Departamento de Montes de la Diputación de Guipúzcoa. Después de trazar una autopista para caminantes en las praderas de Jaizkibel, donde antaño cualquier octogenario podía dar un tropezón y ahora en cambio se podría celebrar una competición internacional de curling, las obras del Sendero Litoral Talaia han atravesado ya el monte Ulía. Los cientos de miles de euros gastados en el empeño suponen calderilla cuando vemos resultados tan conmovedores como el de la fotografía, que muestra el desvelo de nuestros prohombres y nuestras promujeres para ahorrarnos cualquier engorro: una pasarela para salvar esos cuatro metros de camino que a veces se embarran.

¡Ahí, con decisión, sin esperar a que el barro se trague a un niño!

Ya tenemos senderos con carril de aceleración, miradores con plataforma y barandilla, escalinatas palaciegas que sobrevuelan alambradas justo al lado de los tradicionales pasos (escalinatas relucientes que han sido rápidamente profanadas, como esa de Mitxitxola en la que alguien pintó «Absurdité payé pour l’Europe?», tan babeante de pura envidia gabacha).

Pero no todo es loa, encomio y alabanza. Los diseñadores del Sendero Litoral Talaia nunca deberían olvidar que el primer hombre que dio la vuelta al globo y el creador de la alta costura mundial nacieron en el mismo pueblecillo costero guipuzcoano. Aventureros sí, pero con estilo. Por eso mismo, resulta un poco vergonzoso que la Diputación aún permita que en nuestros acantilados existan caminejos -fuera de la ruta Talaia- por los que todavía no es posible desfilar con tacones de aguja. Sirva esta foto como denuncia.

Tampoco parece razonable que los acantilados de Ulía sigan dejados de la mano foral, sin unas buenas vallas, unas escaleras con pasamanos, unas pasarelas peatonales voladizas reversibles ecológicas, un helipuerto. Vamos, lo que los expertos llaman una puesta en valor de espacios naturales. A nivel de.

Aquí unos espacios naturales sin poner en valor. Da pena verlos:

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Notablemente enfadado

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No te calientes, esquimal, que te vas p’abajo

Esta tarde (jueves 7, a las 19.30) doy una charla sobre Groenlandia en el centro cultural Amaia de Irún (euskaraz).

Groenlandia cruje: los deshielos de mayo, las grietas de la sociedad inuit…

Groenlandia, kraskatzen den lurra: «Groenlandia ekialdeko gizartea ere kraskatzen ari da. Duela ehun urte ehiztari eta arrantzale isolatuak ziren, mendebaldeko inuit kolonizatuen berririk ere ez zeukatenak. 1884an iritsi ziren esploratzaileak, eta ondoren misiolariak, merkatariak, radar estazio itzela eraiki zuten bi mila soldadu estatubatuarrak, Danimarkako ogia, etxe prefabrikatuak, Suediako altzariak, telebista, turistak, internet. Historiaurretik globalizaziora hiru belaunalditan egin dute salto ekialdeko inuitek».

Os dejo un poco de contexto histórico y social:

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Escribo con los veinte dedos.
Kazetari alderraia naiz
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