Anderiza

La guía de Donostia-San Sebastián, en inglés y francés

Dear visitors, mesdames et messieurs les touristes, hemos publicado la versión inglesa y la versión francesa de la guía para conocer Donostia-San Sebastián caminando, pedaleando, leyendo, zampando… Las saca la editorial Sua.

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Los recorridos de la guía pretenden dos cosas. Al caminar por los paisajes y escenarios más clásicos, pretenden ir más allá de la mera contemplación, pretenden explicar cuál es su historia, cuáles fueron las apuestas de la ciudad y por qué son así esos paisajes de postal (no: el paseo de La Concha no ha existido siempre, en su lugar estuvieron a punto de convertir el perímetro de la bahía en un gran puerto mercante con muelles, almacenes y vías de tren). Y al recorrer los barrios, los parques, los montes y las riberas, también pretenden descubrir algunas pequeñas sorpresas, como algunas atalayas balleneras o restos de fuertes y batallas carlistas.

La guía incluye recorridos a pie y una vuelta en bici, caminatas por los montes y las costas, varias excursiones en coche por los alrededores, diez hayques, rutas de pintxos, fiestas, eventos culturales, planes deportivos  y una extensa guía de alojamientos, bares, restaurantes, tiendas y servicios turísticos.

Copio el final de la introducción: “De los diez recorridos a pie que propone esta guía, el más interesante será quizá un undécimo: un vagabundeo sin rumbo, guiado por la intuición y abierto al asombro. Caminar por la ciudad como por un bosque. Pero perderse en la ciudad es una destreza que requiere mucho aprendizaje. Empezamos: adelantamos un pie, luego el otro y paseamos por paisajes de postal, rincones con miga y relatos con sorpresa”.

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Gurs

Hoy es el aniversario de la liberación del campo nazi de Mauthausen. Hay un eslabón de esa cadena de exterminio a 130 km de Donostia: el campo de Gurs. Entre 1939 y 1945, allí encerraron en barracones inmundos a más de 60.000 personas -republicanos, gudaris, judíos, comunistas, putas, extranjeros en general-. Más de mil personas murieron allí de hambre, frío y enfermedades; miles de judíos fueron enviados en trenes desde Gurs hasta los campos de exterminio (3.907 a Auschwitz; otros muchos, a campos en los que se perdió su pista). El bosque de Gurs no es natural: lo plantaron después de la guerra para tapar cuanto antes el campo de concentración. La barraca es una reconstrucción reciente.

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Sorpasso

Kilómetro 1.880 del viaje y ya vamos cogiendo la forma: empezamos a adelantar a otros ciclistas.

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El octavo Plomo, con la Pulga de Torrelavega

Sacamos la octava edición de Plomo en los bolsillos, con un capítulo añadido: ‘Aquel Tour que le robaron a la Pulga de Torrelavega’. Para los lectores de las ediciones previas y para cualquiera que tenga interés, hemos colgado aquí ese texto nuevo:

La Pulga de Torrelavega – Plomo en los bolsillos by Libros del K.O.

Cuando salió la quinta edición, también colgamos el capítulo dedicado a Armstrong, reescrito tras su confesión. Aquí está:

Lance Armstrong y la nieve negra.

Foto: Vicente Trueba corona el Galibier en 1933. La imagen es del desaparecido ‘Le Miroir des Sports’.

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Leer el mundo con los pies

Las trampas de la escritura viajera, el humor, el pudor, la falsa aventura, la poca diferencia entre los muertos y los vivos -gente que recorre el mismo monte, solo que en días distintos-, y ese asunto tan peliagudo de Tommaso Masini, el hombre que saltó de un precipicio con la máquina voladora de Da Vinci.

Estas cosicas y algunas otras, en «Leer el mundo con los pies»: una lectura que ha hecho Mario Trigo del libro ‘Cansasuelos’, para la revista Altaïr, y que me ha gustado mucho.

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Merecen un nombre o no merecen un nombre

Merecen un nombre o no merecen un nombre las orquídeas, los jabalís, las bombas, los asesinados.

Publicamos un fragmento del libro Cansasuelos, en la revista Jot Down.

Cansasuelos

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Ya llega ‘Cansasuelos’

Si notáis un olor a pies en las librerías, es porque ya ha llegado ‘Cansasuelos’ (Libros del K.O.).

De la contraportada:

«Ander Izagirre cruzó los Apeninos a pie, desde Bolonia hasta Florencia. Luego escribió un libro en el que hay nazis, centauros, un hombre volador con alas de madera, doscientos mil bárbaros traicionados por un cuñado, dos señores que leen a Tito Livio y se ponen a excavar en el bosque durante dos años sin decir nada a nadie, una hostalera que esconde a Garibaldi, un hostalero que devora a sus huéspedes; hay una historia de amor, hay neurología, hay alquimia; hay una competición entre un pene de bronce y un pene de mármol. Izagirre consiguió escribir un libro en el que hay todo eso y en el que no ocurre nada. Bueno, sí: un perro llamado Rambo tropieza con una señora de 82 años llamada Anna y la tira al suelo».

La portada:

Cansasuelos

De venta en librerías y en la web de Libros del K.O.

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Apaiz gerrillariaren ezkutalekua

Apaiz gerrillariaren ezkutalekua liburua atera dut Elkar argitaletxean, euskara ikasleentzat. Maite Mutuberriaren marrazkiak dauzka.

Aramaioko mendietan badago sarrera estuko kobazulo bat, azeriak bakarrik sartzeko modukoa. Hantxe ezkutatu zen apaiz gerrillaria, afusilatu nahi zutenengandik ihesi. Kobazuloa ezagutuko dugu, baita Euskal Herriko beste bederatzi txoko eta sekretu ere: erromatarren meatzeak, munstro ehiztarien etxeak, dinosauroak suntsitu zituen meteoritoaren errautsak, Erdi Aroko mezu harrigarriak….

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Ha muerto André Izaguirre

Un día, buscando su casa, encontré este buzón.

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Había un señor en el jardín, de unos cincuenta años, así que no podía ser él. Pero le pregunté si era André Izaguirre, por empezar a hablar. Me dijo que no. Es que yo me llamo igual, le dije. Ah, me respondió, y siguió podando un seto.

Así que solo he conocido a André Izaguirre por la película ‘La casa Emak bakia’, de Oskar Alegria. Oskar se pasó meses buscando el nombre de una casa, André pasó meses trampeando el nombre de la suya en Bidarte. Los nazis se lo llevaron al campo de concentración de Sachsenhausen. A los prisioneros les dejaban enviar cartas a casa y recibir algún paquete, pero la censura alemana eliminaba cualquier queja o cualquier referencia a la situación en el campo. André necesitaba mandar algunos mensajes: que pasaban mucha hambre, por ejemplo, que le enviaran un queso, por ejemplo.

Y pensó que en el nombre de su casa, en euskera, cabían las únicas palabras que los censores dejarían pasar sin prestarles atención. Así que envió cartas a su familia, con la dirección correcta y con el nombre de su casa alterado.

Las cartas llegaban. Aquí podéis ver dos, que André enseñó a Oskar. Se ve el sello de Adolf Hitler, el matasellos alemán, los nombres de los destinatarios (Monsieur Jean Pierre Izaguirre, Fraülein Marie Izaguirre) y la dirección: Bidart, Plateau Saint Joseph (la explanada junto a la capilla de San José), Basses-Pyrénées.

Ampliando la imagen se lee el nombre de la casa que André inventó cada vez, con los mensajes que escaparon a la censura nazi:

Maison Egorri Jatekoa («Casa Mandad Comida»).

Maison Gazna Egorri («Casa Mandad Queso»).

André Izaguirre cartas

Me cuenta Oskar que André Izaguirre ha muerto hace unos días.

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(Foto de Oskar Alegria)

Yo, que no lo conocí, lo imagino correteando por la explanada de San Josepe. Allí hay una capilla en la que encontré un panel de información turística con este texto. «El anciano André Izaguirre recuerda: ‘De niños, la explanada de la capilla era nuestra zona de juegos. Nos divertíamos corriendo detrás de las vacas'».

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Imagen de previsualización de YouTube

«Una película vanguardista de Man Ray llamada Emak Bakia, en vasco «Déjame en paz», desata la historia de una búsqueda. La casa donde se rodó en 1926 cerca de Biarritz tuvo ese peculiar nombre y Oskar Alegria decide emprender un camino a pie hacia su localización. De aquella mansión, Man Ray solo dio a conocer tres planos: la imagen de su puerta principal, dos columnas de una ventana y un trozo de costa cercana. La búsqueda a través de esas imágenes antiguas no será fácil. El nombre no figura en los archivos y nadie recuerda hoy la casa. Por eso se pedirá ayuda y colaboración a otros informantes como el azar y el viento».

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Ser emigrante tal vez era eso

Cuenta Kafka que el joven Karl Rossmann entró en el puerto de Nueva York sobre el barco, ya más lento, y que la estatua de la Libertad se le apareció en un sobresalto de luz. «Fue como si el brazo que blandía la espada se hubiera elevado instantáneamente, y el aire libre soplara alrededor de ese gran cuerpo».

Dice Georges Perec, en el libro Ellis Island:

«Ser emigrante era tal vez precisamente eso: ver una espada, allí donde el escultor creyó poner una antorcha, y no equivocarse del todo».

-‘Cientos de refugiados escapan del control policial ocultándose entre los maizales‘, por Olga Rodríguez.

El plan Margarita, de Daniel Burgui, estrategia inspirada en su abuela para que la UE acoja más refugiados.

Decenas de sirios intentan entrar en Melilla, por Roberto Ballesteros.

Lista para seguir en Twitter a periodistas que están cubriendo el éxodo de los refugiados en Europa. Recopilada por Iker Armentia.

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Escribo con los veinte dedos.
Kazetari alderraia naiz
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