Vale, pero sólo un pequeño tirón de orejas (es un decir): tiene un punto de simplista, paternalista y eurocentrista eso de que les cerramos el paso a quienes vienen de la miseria. Hay mil motivos para migrar. El económico es muy fuerte, claro, pero también hay gente que viene por motivos políticos, por amor, por huir de alguna amenaza (violencia machista u homofobia, por ejemplo), porque piensa que aquí podrá desarrollarse más profesionalmente, para estudiar, por sentirse atraído hacia nuestra tierra, por querer vivir una aventura, por cambiar de aires…. Mil motivos para migrar. Lo que les homogeneiza es la puta ley de extranjería. Cuando conocemos a una cuidadora boliviana ni se nos ocurre pensar que igual en su país era bióloga, profesora de instituto o trabajaba en un banco.

La cuestión es que la gente se pueda mover con libertad por el mundo y que aceptemos que vengan aquí ya sea para trabajar, para estudiar, para vivir aventuras o para enamorarse. Y, como dice un compañero de SOS, de la misma forma que emigrar es un derecho universal, tenemos que reivindicar que inmigrar también lo sea. No puede ser que la gente pueda salir de su tierra y luego se le niegue la posibilidad de entrar a otra de forma regular. Ah, y la miseria no es sólo la económica. De países como Marruecos, por ejemplo, los chavales no se vienen por pasar hambre sino por no ver un futuro en su tierra.

Dado que el año pasado aproveché para hacer publicidad de SOS, repito: este viernes hacemos la mani anual contra el racismo en Bilbao (a las 7.30 desde la Plaza Arriaga). El domingo 27 será la marcha de Trintxerpe a Donostia. Os animo a que participéis en estos actos para mostrar, como decía Nahum hace un año, que aunque los racistas hagan ruido, somos muchas las personas abiertas.