Madrugar sin una verdadera necesidad
Aparecieron dos guardias civiles a las once de la noche, nos pidieron la documentación y nos explicaron que estaba prohibido acampar en toda la provincia. Incluso, dijeron, podían ponernos una multa de 300 euros. “Y os sale la broma más cara que un hotel de cinco estrellas”, dijo el guardia joven. El guardia viejo aclaró que nunca multaban. Que, como mucho, a los campistas poco discretos los mandaban para otra parte: “Toda la vida hemos salido a la montaña», dijo el guardia viejo, «y hemos acampado en cualquier sitio. No molestábamos a nadie, no ensuciábamos. Pero claro, no gastábamos, y ahora protestan los dueños de los campings y de los hoteles, porque pierden negocio, y van y sacan una ley para prohibir la acampada libre”. Examinaron nuestra tienda con interés, calcularon si podrían llevarla plegada en sus motos, nos preguntaron si teníamos buenos sacos –esa noche hizo dos o tres grados bajo cero- y nos recomendaron que por la mañana nos marchásemos temprano para que no nos viera nadie.
Es lo que hacemos siempre.
Un día más tarde, ya en otra provincia cuya legislación campera ignorábamos, J. me obligó a salir de la tienda a las 7. Yo me hice autónomo, sobre todo, para no madrugar. Para no madrugar en mi propia casa (hacerlo me parecería de muy poco respeto por mí mismo). Si veo amanecer, es señal de que estoy de viaje o de que salgo al monte. Si madrugo, en fin, significa que ese día no trabajo.
Nos levantamos a las 7, digo, en un campo de cereal en Sotresgudo (provincia de Burgos: estamos muy a favor de Burgos). J. temía que llegara algún vecino con el tractor antes de que recogiéramos la tienda, cosa que a mí tampoco me parecía grave, pero en fin, estábamos de vacaciones y podía darme el capricho de madrugar.
Nos despertamos junto a su Mercedes blanco de 1980, en el que tenemos por costumbre anual viajar un poco por Castilla, con un criterio básico: no superar los 80 km/h, conducir sin despeinar los chopos.
J. levantó la tienda al aire, para sacudirle la humedad con los primeros rayos del amanecer. Y nada, que me pareció bonito.
Bola extra: Setas rojas y hombrecillos verdes, de Eider Elizegi.
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Santi #
Bonita esa nave desconocida lanzada al cielo de la mañana…
Anda, que si te ve el poli joven mear en círculo a los tres mares… te saca la ley ambiental. Menos mal que el poli viejo conocerá que existe el ciclo del nitrógeno y que gracias a las bacterias desnitrificantes mear en el campo es la forma más ecológica de hacerlo. Y te felicitará por ello además de reconocerte que no es lo mismo acampar que vivaquear asistido de una humilde tienda de campaña para protegerse de la escarcha.
Agradece a J. que te haya descubierto lo bueno que es vivir como los pájaros, mirar los colores de la mañana y sentir la humedad al alba. Al alba… al albaaaaaaaaaaaa.
Ander Izagirre #
Santi, artista, hemos hablado mil veces de la diferencia entre acampar y vivaquear y nunca nos queda claro del todo. Ilumínanos.
Que si se puede poner una tienda entre la puesta y la salida del sol, que si en un parque nacional a partir de 2.000 metros no se qué…
June #
Creo que leyendo este post nadie se preguntará si esa J. es de June.
Ander Izagirre #
Aprovecho para aclarar que el J. que aparece meandro en el Ebro en el post anterior TAMPOCO es June.
Pero mucho ojo, porque tengo una foto tuya saliendo de una tienda de campaña y puedo amenazarte con mostrarla al mundo en cualquier momento.
David #
A mi me parece el colmo del capitalismo! En Londres hay lugares señalizados para que los mendigos no puedan pernoctar en LA CALLE. A quienes nos gusta sentir la humedad del alba, como dice Santi, no nos permiten dormir donde nos de la gana, me parece MUY GRAVE! Furgoneteando nunca he tenido problemas, aunque siempre he intentado alejarme de la gente y la Guardia Incivil. Habla Santi y cuéntanos como está la legislación de acampar y vivaquear que nos interesa. Salud2!
Ander Izagirre #
David, en el post de Eider y los comentarios siguientes tienes algunos textos legales bien interesantes. Saludos.
diego #
siempre me atrajo la gente que madruga en exceso. Paul Valery se levantó a las 4 de la mañana durante 40 años para reflexionar en sus cuadernos…
Como todo, cuando de madrugar se trata por obligación, se esfuma el encanto.
Aspiro a eso algún día 😉
AH! y cuidadín con Madrid, que pronto también prohibirá dormir al raso; de momento, ahora piden autorización para tocar el violín en la calle, o la guitarra
Saludos!
Ander Izagirre #
¿Madrugar? Mi amigo A. a veces desayunaba por la noche para poder levantarse un poco más tarde al día siguiente.
Aitor Mabe (Dandochepazos) #
A mí me da que por por mucho que se endurezca la legislación antiacampadas, tal y como está el patio no van a mejorar mucho los ingresos de los hoteles, porque los euros no es que abunden precisamente. Como mucho, a un camping; y si es de los baratuchos, mejor que mejor.
Ander Izagirre #
A mí me encanta la idea de que dormir (en ciertos lugares y de ciertas maneras) pueda ser una forma de resistencia. ¡A dormir, camaradas, a dormir!
santi #
Siento mi prolongada ausencia. Estaba vivaqueando en un acantilado a donde no llega el teléfono, solo la intermitente luz de un faro y el sonido del mar. Esperé la luz de la luna y he recogido mi techo mojado por la lluvia antes de encenderse el día y de que los pájaros lo anunciaran.
Sin tener un tratado de leyes en mi cartera, creo que los términos de pernoctar y acampar son utilizados por la ley (osease, la autoridad competente) a su conveniencia. Solución universal: nunca hacerlo (pasar la noche quiero decir) allí donde llegan las ruedas de los vehículos de dicha autoridad. Soportar el miedo a la soledad es la única medicina necesaria.
Lele #
Bonito? Precioso!
El amanecer y el madrugar de esa manera, aunque yo si que creo que es una necesidad, a mí me lo pide el cuerpo!
Me ha gustado eso de la resistencia usando saco de dormir.
Un placer leerte.
Lele
eider elizegi #
Por lo que cuentas, los guardia civiles burgaleses parecen hasta majos.
Pero no cantes victoria, que las denuncias necesitan su tiempo para llegar hasta el buzón.
Ander Izagirre #
No, no eran burgaleses. Eran cántabros. Y estaban más pendientes de las dimensiones de nuestra tienda, para saber si podrían llevarlas en sus motos, que de poner denuncias.