Kazetaritza eta betaurreko moreak

Kazetaritza eta genero ikuspegiari buruzko hitzaldia emango dut bihar, otsailak 16, Villabonan: «Betaurreko moreak jarri nituenean: kazetaritzatik esperientzia bat». (Villabonan, Subijana etxean, 19:30etan).

Bertsozale Elkarteko Genero Taldeak antolatzen dituen U.morez jardunaldien barruan izango da. Nire aurretik, 18etan, Mari Luz Esteban antropologoak hitz egingo du: «Begirada feminista bat euskal kulturari: irakaspenak periferiatik».

Hitzaldiaren haritik, Bertsozaleen Elkarteko aldizkarian egin zidaten elkarrizketatxoaren zati bat doa hemen:

«Kazetari eta bidaiaria zaitugu. Azkenaldian genero perspektibatik ikusten duzu errealitatea. Nolatan egin zenuen pertzepzio aldaketa hori (betaurrekoak janztea)?

-Urteetan landu izan ditudan gaiek bazuten zerikusirik desberdintasun eta bidegabekeriekin, orokorrean. Horregatik, genero arazoentzat begirada zehatz eta kontzientea izan gabe ere, kontu horiek azaldu egiten ziren noizbait nire erreportajeetan, oso agerikoak zirenean, emakume guarani futbolarien kasuan edo Jibutiko afar herriko amatasun, ugalketa eta sexu kontuetan, adibidez.

Baina kazetari lagun batzuen eragin zuzena izan dut azkenaldian: June Fernández eta Lucía Martínez Odriozola. Genero ikuspegia kazetaritza hobea egiteko tresna dela esaten dute. Eta hala dela frogatu dut, adibidez Bolivian. Hara egin nuen lehenengo bidaian, meatzeetako bizimodu gogorrari buruz idatzi nuen batez ere. Bigarren bidaian, aldiz, denbora gehiago pasa dut familia meatzariekin, konfiantza eta ezagutza sakonagoak neuzkan, eta istorio berriak azaleratu dira. Nire buruari galdetu nionean “eta meatzeetako mundu hain matxo honetan emakumeak non daude, zertan ari dira, zer gertatzen da beraiekin”,  istorio erabat berriak, latzak eta garrantzitsuak aurkitu nituen: euren etxoletan bortxa izugarria jasaten duten neska eta emakumeak, eta haietako batzuen kemena egoerari aurre egiteko. Meatzeetako emakumeen kontrako bortxarena oso arrunta da, oso larria eta ez da inoiz aipatzen. Ez dago salaketarik, epaiketarik, ezta erreportajerik ere horren inguruan. Meatze barruko infernua da gai topikoa, baina kanpoan meatzari askok infernu okerragoa biziarazten diete emakumeei. Eta hortaz jabetzeko bigarren bidai bat eta betaurreko more horiek behar izan ditut. Horri esker, kazetaritza hobea egin dudala uste dut».

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8 Comentarios Dejar comentario

  1. Unas palabras con las que espero no caer mal, porque sé que decir algo contra el morado no está bien visto últimamente. Decís que en este segundo viaje a Bolivia encontraste historias más novedosas, duras y trascendentes, y lo atribuís al enfoque de género, a los lentes morados. Me atrevo a contradecirte. El problema con los enviados especiales (pagados por un medio o autofinanciados) es que llegan a un país, pasan una semana o un mes, y escriben para el Primer Mundo en calidad de conocedores de sociedades complejas, complejísimas. Me late que en tu segundo viaje simplemente cosechaste lo que sembraste en el primero, y el tercero que hagás a la misma zona, para hablar con las mismas personas, te será mucho más rico, pero eso poco tiene que ver con lentes morados, rojos o amarillos. La sensibilidad hacia el sufrimiento ajeno no es patrimonio de ningún color. Al menos así lo veo yo, un periodista gasteiztarra que desde 2001 reside en Centroamérica. Saludos.

    • Ander Izagirre #

      No veo la contradicción, Roberto. En ese fragmento de entrevista apunto también a esa misma razón que tú señalas: que pasé más tiempo con la gente, que ya conocía el terreno de antes, que sabía mejor dónde y cómo moverme… Eso fue fundamental, por supuesto, es lo primero que explico siempre.

      Pero en este segundo viaje sí descubrí nuevas historias por el hecho de interesarme, de manera específica, por la situación de las mujeres en el entorno de la mina. Al preguntarme por ellas y por su vida en las casas y en las familias -unos relatos mucho más ausentes en las historias sobre la minería de Potosí-, al plantearme si el hecho de ser mujer trae otro tipo de problemas específicos o añadidos en ese entorno, descubrí que sí. Y que no se suelen contar, o que se cuentan mucho menos. Se comenta, se escribe y se filma el infierno del interior de las minas, como debe ser; pero apenas se habla del infierno que los propios mineros producen luego en sus familias. Y no me refiero solo al trabajo de periodistas que pasamos por allí una temporada, sino a una extensa bibliografía de autores que han escrito sobre aquella zona y aquellas historias.

      Mi conclusión es que no se pueden obviar las desigualdades de género, tan brutales en el caso del Cerro Rico, para explicar el infierno de violencia que se vive allí.

      Solo se trata de prestar atención específica a esas historias, no de reivindicar ninguna exclusiva sobre la sensibilidad: no sé quién habrá reivindicado eso; yo no, desde luego.

      Saludos de vuelta.

    • O sea, el razonamiento es que es normal que uno no se detenga en preguntarse cómo vive la mitad de la población de un país hasta el segundo viaje, ¿no? Uno va a Bolivia, se ocupa de cómo están los hombres, y luego vuelve y ya se ocupa de cómo están las mujeres.

      Tener ese chip al que llamamos «gafas moradas» es fundamental para romper con la tendencia de ocuparse primero de lo masculino, de lo público, de lo espectacular, y aprender a ver (a ser posible en el primer viaje) qué pasa con la mitad de la población. No verlas de entrada es un resultado del machismo que nos han inoculado a todo el mundo, incluidas las periodistas feministas (pero nosotras nos .

      Por cieto, Dani Burgui también reflexiona que todos sus destinos periodísticos (de lo más diversos: Bolivia, Groenlandia, Somalia) comparten una situación gravísima de violencia machista, y que ese es un interesante asunto que él había obviado: http://www.noticiasdenavarra.com/2012/02/13/mundo/mi-ginecologa-del-fin-del-mundo

      No se trata de militar en una causa (no pretendo que alguien milite en la mía). Pero desdeñar un enfoque que periodistas como Ander y Dani (lamentablemente, las mujeres periodistas tenemos menos credibilidad para estas cosas) te están diciendo que les ha enriquecido y ayudado a entender y contar mejor la realidad, me parece triste. Ya sea ese enfoque el feminista, el antirracista, el decrecentista o cualquier otra corriente de las ciencias sociales que aporta nuevas claves de análisis.

      • Huy, se me ha cortado una frase: «(pero nosotras nos intentamos sacudir el androcentrismo de encima)

      • Lo que yo creo, June, es que mirar la realidad con un enfoque predeterminado es algo contraproducente para un periodista que aspira a la ética y a la honradez, al margen de cuál sea ese enfoque. Otra cosa es que quien se quiera pasar por periodista sea en realidad un activista de una causa. Cargarnos voluntariamente de prejuicios es un error, aunque esos prejuicios a ti o a mí nos agraden o nos disgusten. La realidad es, es y está, y envolverla con un papel de celofán morado es, a mi juicio, tan torpe como envolverla con uno de cualquier otro color. Y este problema se acentúa -con las bienvenidas excepciones, claro-, cuando quien se pone esas «gafas moradas» es alguien que vive en el Primer Mundo y pretende narrar sociedades como las latinoamericanas.
        En fin, que yo creo que es la empatía, el genuino interés, el humanismo y la buena predisposición las que nos permiten acercarnos a las víctimas y narrar sus historias. No unas gafas de ningún color.
        Eso.
        Saludos desde El Salvador.
        (Te comparto una historia sobre jóvenes violadas escrita sin lentes morados pero no por ello -creo yo- sin ética ni humanismo)
        http://cronicasperiodisticas.wordpress.com/2011/09/03/yo-violada/

        • Ander Izagirre #

          Roberto, se me hace curioso que dirijas la respuesta solo a June y no también a mí. Es algo que pasa con frecuencia cuando hablamos de estos temas de feminismo y perspectiva de género: si June y yo coincidimos al plantear un argumento, las réplicas se le hacen a ella mucho más que a mí. Diría que, ante el mismo argumento, ante el mismo planteamiento, ante el mismo tono respetuoso y sosegado, a mí se me deja más margen. Solo lo constato porque lo hemos comentado a menudo y, vaya, vuelve a ocurrir.

          Por mi parte, sigo sin ver contradicción entre acercarse a las historias con «empatía, genuino interés, humanismo y buena predisposición» y hacerlo con interés por algún aspecto determinado, como por ejemplo las desigualdades de género. Si un periodista se acercara a alguna realidad con intención de examinar cómo son allí las desigualdades económicas o las diferencias sociales o la discriminación racial o el asunto que le parezca más oportuno, no creo que lo acusaras de ir con prejuicios, sino con un enfoque. Creo, con todos los respetos, que en este caso confundes un enfoque con un prejuicio.

        • Es decir, ¿que mirar el periodismo con un enfoque de derechos humanos, como plantea Periodismo Humano en su declaración de intenciones es contraproducente? ¿Que un periodista esté comprometido con los derechos humanos es un celofán torpe? Tener en cuenta que las mujeres somos la mitad de la población y no olvidarnos de ellas no es un enfoque prejuicioso. Lo prejuicioso es seguir dándoles menos voz y, cuando se lo damos, seguir mostrándolas desde estereotipos sexistas (la víctima, la madre, la cuidadora…). Si en este mismo momento abres Elpais.es verás que las dos únicas mujeres que aparecen en fotos de portada (aparte de Cospedal, única mujer en una foto en grupo) aparecen en calidad de víctimas: heridas en Siria, la familiar de un preso, y las «madres coraje». ¿Es ese el periodismo que defiendes, despojado de torpes celofanes feministas? Lo prejuicioso, lo torpe, es no ser capaz de escuchar y aprender de la experiencia de unos compañeros que se alegran de haber enriquecido su relato cuando han dejado de fijarse sólo en lo masculino, en aquello en lo que se fijan la mayoría todo el rato. Ayer Ander dijo algo aplastante: tiene una estantería llena de libros sobre Bolivia y en ninguno de ellos se aborda la situación en la que se encuentran las mujeres. ¡¡¡¡SOMOS LA MITAD DE LA POBLACIÓN, COÑO!!!!!

          Si a ti te sale natural que en tus historias haya tantas mujeres como hombres, consultar (más o menos) a tantas mujeres como hombre en calidad de fuentes expertas, mostrar a ambos en toda su diversidad, sin reproducir todo el rato los mismo estereotipos, por hablar tanto de universos masculinos como (pongamos) las maras, como de universos femeninos menos espectaculares y de actualidad, te felicito. Miraré tus trabajos y te pondré como ejemplo en mis talleres. Pero si tanto rechazo te provoca esto de las gafas moradas, mucho me temo que no andas libre de prejuicios.

          Por último, estoy ya un poquito harte de esto de que se nos prejuzgue de prejuiciosas a quienes estamos comprometidas con eliminar el sexismo de nuestros trabajos periodísticos. Tal vez tenga que pasarte yo también mis reportajes para que me des el label de periodista genuina.

          • Ander, respondo a June porque es ella directamente la que me acusó de desdeñar enfoques.

            Una anécdota. En El Salvador tenemos a una ministra de Salud de 89 años que es un ejemplo de compromiso con la equidad en un país hostil, mucho más que tanta gente que se subió con el tren en marcha y ahora pretende dar lecciones. Se llama María Isabel Rodríguez, una de las pioneroa del feminismo salvadoreño y me atrevería a decir que latinoamericano. Pues bien, cuando acá ganó la izquierda en 2009 y la eligieron ministra, le pregunté porqué el gobierno de izquierda daba incluso menos cargos a las mujeres que el gobierno derechista saliente, y que incluso ella, en el ministerio, replicaba el modelo. Reproduzco literalmente parte de la plática:

            +++

            María Isabel, hay muy pocas mujeres en el gabinete.
            También lo creo, estoy de acuerdo con usted.

            Choca con lo que se supone que pasaría con la llegada de la izquierda al poder.
            No ha sido fácil la selección del gabinete, fue poco tiempo. Y lo que ha ocurrido es un indicador, ¿no? El país está necesitando formar más cuadros en algunos campos en los que fue difícil seleccionar. Pero yo estoy segura de que no hubo discriminación de la mujer a la hora de la selección, la verdad es que no había una oferta tan amplia. Yo soy de la opinión de que está bien que luchemos por una cuota para las mujeres en igualdad de condiciones, y que debe de plantearse la posibilidad de que mujeres con capacidad y experiencia lleguen al gobierno, pero al hablar de experiencia hay un círculo vicioso. A lo mejor la discriminación viene desde abajo, y la mujer no tiene la oportunidad para obtener la experiencia necesaria para un cargo.

            ¿En 20 años habrá ya esas mujeres capaces y con experiencia que ahora dice que no encontraron?
            No en 20 años, yo espero que en cinco ya sea posible y que desde todos los ministerios estimulemos un plan de desarrollo estratégico de recurso humano para el país, con énfasis en la mujer, porque en muchos ministerios es evidente que lo necesitamos. Y esto es algo que también debería de hacerse desde la Universidad de El Salvador: crear liderazgos con capacidad.

            +++

            «La verdad es que no había una oferta tan amplia de mujeres con capacidad y experiencia».

            Como opino que a buen entendedor con pocas palabras basta, no me explayaré. Solo reiteraré la tontería que supone querer trasladar modelos de sociedades primermundistas a otras realidades. Si un periodista (o una) pretende que en El Salvador haya «tantas mujeres como hombres en calidad de fuentes expertas» estará renunciando a la objetividad, porque en países como El Salvador NO LAS HAY, lamentablemente. Si necesito dos fuentes expertas, buscaré a las dos mejores: si son dos hombres, bien; si fueran dos mujeres, también bien; pero lo que me parece una estupidez es meter una mujer como «cuota», sacrificando mejores aportes. Ojalá algún día esto haya cambiado, pero hasta que eso ocurra, el celofán o las gafas, en mi opinión, solo entorpecen el periodismo, al menos en estas latitudes.
            Saludos desde El Salvador, bienvenida la sana discusión y cada loco con su tema.

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