Un retrete en el desierto para la reina Isabel

Australia es un país muy raro, una isla enorme que se separó de las demás tierras hace cincuenta millones de años y que evolucionó por su cuenta. Se nota en cuanto uno pisa el aeropuerto de Sídney y acude a la oficina de cambio. En las diversas monedas australianas aparece una colección de seres estrambóticos: canguros, emúes, koalas, ornitorrincos y la reina Isabel II.

El ornitorrinco es un monotrema: un mamífero que pone huevos y que tiene cloaca, como las aves y los reptiles; o sea, un orificio único para tragar, excretar y reproducirse. Además, es un bicho nadador con pico de pato, cola de castor, patas de nutria y espolones venenosos. Y tiene un sistema de electrolocalización: para cazar a sus presas en el agua, cierra los ojos y la nariz y detecta los campos eléctricos que producen los movimientos musculares de otros animales.

Isabel II es una monarca: se llama Elizabeth Alexandra Mary, pertenece a la casa Windsor, tiene 89 años, se parece a Xabier Arzalluz con una bola de algodón de azúcar en la cabeza, y suele aparecer en público tocada con coronas, tiaras, sombreros o pamelas, adornada con lazos, plumas y floripondios, vestida con una amplia gama de colores que va alternando en función del hábitat. Según explican los observadores especializados, cuando Isabel II visita un hogar de ancianos, elige un color brillante para que puedan identificarla los viejitos que ven mal. Cuando va a plantar un árbol o a inaugurar un jardín, evita el color verde para no ser redundante. Cuando visita escuelas, lleva sombreros con flores o plumas para atraer la atención de los niños. Después de usar un color -por ejemplo, un traje de chaqueta y falda azul cielo, o un vestido de amarillo pastel y rosa, o el vestido de color melocotón que se puso en la apertura de los Juegos Olímpicos de Londres para que su tono no coincidiera con el de ninguno de los países participantes-, después, digo, no volverá a usar ese color durante muchos meses. Elizabeth Alexandra Mary, que lleva pequeñas pesas en el dobladillo de los vestidos ligeros para que el viento no descubra sus piernas, es jefa de los cincuenta y tres Estados de la Mancomunidad de Naciones –repartidos por todos los continentes salvo la Antártida-, es reina de dieciséis de esos Estados, gobernadora suprema de la Iglesia de Inglaterra y Defensora de la Fe.

Estas dos formas extravagantes de la vida terrestre, Isabel II y el ornitorrinco, han coincidido algunas veces en el mismo territorio.

El texto completo está en el número de septiembre de Jot Down.

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Foto: La reina Isabel II visita Australia en 1954. National Archives of Australia.

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1 Comentarios Dejar comentario

  1. ERIC #

    Gran arranque, dan ganas de seguir leyendo.

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