MAYOR Josetxo

Josetxo vuelve a los caminos

Josetxo Mayor ha estado quieto dos años, por problemas de salud. Entre 1986 y 2012 se dedicó a limpiar y cuidar los caminos de Ulía, por puro amor al monte, a los caminantes, a los laureles y a los castaños. Hoy, con 81 años, nos ha contado que volverá pronto a trabajar en los caminos. Le han dedicado un pequeño y precioso homenaje en el Centro de Interpretación de Ulía. Hemos reído a carcajadas con sus historias. Luego, comiendo aceitunas y cacahuetes, contaba sus proyectos en petit comité, a media voz, con una sonrisilla y con la ilusión de un chaval. Cuando alguien le da las gracias, Josetxo siempre responde: «Gracias a ti, porque sin caminantes no hay caminos».

En la segunda foto podéis ver mi obra favorita de Josetxo: él excavó y pavimentó esa curva más exterior, para que los caminantes no agarraran y estropearan el castaño. Al castaño, por cierto, le están saliendo ahora mismo las primeras hojas.

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> Paseábamos por Uía antes del homenaje y de pronto nos encontramos con…

> Algunas historias de Josetxo en este blog.

> ‘Ulía por los caminos de Josetxo’, reportaje de 2007.

> Josetxo Mayor y otros cuidadores de mundos.

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Homenaje a Josetxo Mayor

El Ayuntamiento donostiarra ha celebrado esta tarde un pequeño homenaje a Josetxo Mayor, el hombre que lleva 25 años cuidando y limpiando los caminos del monte Ulía. El alcalde, acompañado por la corporación, le ha entregado un reloj en el salón de plenos y ha extendido su agradecimiento a todas las personas que trabajan de manera voluntaria en tantos rincones y tantas asociaciones de la ciudad. Josetxo ha dado las gracias a la corporación y a los amantes de la naturaleza.

Con 78 años, Josetxo sigue trabajando a diario en Ulía. Esta mañana ha cortado las zarzas y ha limpiado la zona que baja de la fuente de la Kutraila hacia la calzada del siglo XIX (hoy rebautizada «Avenida de Josetxo» por los asiduos de Ulía, con placa y todo). Y mañana seguirá dando el callo en la misma zona. Su nuera y su nieta, presentes en la ceremonia, dicen que alguna vez le han acompañado en sus caminatas diarias desde Intxaurrondo hasta Ulía, pero que no lo hacen más porque «el aitona no anda: corre».

A la salida del acto ya han empezado los planes para cuando toquen las bodas de oro, dentro de otros 25 años. Josetxo no tiene dudas:

-Aquí mismo había una tienda de suministros navales. Vendían unos rollos de cuerda enormes, que llegaban desde el suelo hasta la cabeza. Pues yo compré tres de esos.

Cuerda para rato, Josetxo.

(Mikel Iturriak euskaratu egin du: Donostiako Udalak Josetxo Mayorri eginiko omenalditxoa).

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Josetxo de plata

Acabo de felicitar por teléfono a Josetxo Mayor: el 17 de septiembre de 1986, hace exactamente 25 años, empezó a limpiar los caminos del monte Ulía. Y desde entonces no ha parado. El hombre tiene 78 años, sigue en plena forma y con un humor estupendo. Me ha citado para un día de estos, entre las 8 y las 10 de la mañana, en el tramo de Bustintxo, donde ahora mismo anda cortando y recogiendo los arbustos que en verano amenazan con tapar el sendero.

(Foto: Josetxo, hace cuatro años, limpiando la bajada desde la zona de los cañones hacia la punta ballenera de Animeta)

Hace ya un par de años que no veo a Josetxo pero percibo su rastro muy a menudo: salgo a caminar por Ulía y veo unas zarzas cortadas y apiladas, que al día siguiente ya están recogidas, o un tramo de sendero recién alisado… Así, siempre sé en qué tramo del monte anda trabajando Josetxo, el hombre que sube todos los días del año a limpiar y cuidar los caminos por propia voluntad -salvo el primero de cada mes, porque ese día hace cola para cobrar la pensión-.

Una o dos veces por semana paso junto a la curva del castaño: mi rincón favorito, porque revela lo mejor de Josetxo. Ya os lo sabréis de memoria: en esa curva, los paseantes se agarraban a la rama más baja del castaño y la iban estropeando, de manera que Josetxo abrió con la azada un tramo nuevo, un poco más alejado del árbol, acarreó un montón de losas una a una y pavimentó con ellas la nueva curva. Así desvió a los caminantes y salvó la rama, de la que ahora mismo cuelgan unos hermosos erizos de castañas. La semana pasada me traje unas pocas -dejé las que corresponden a las ardillas-, para pasarlas por la sartén vieja y comerlas de postre a la salud de Josetxo.

Unos metros después del castaño, el camino pasa por una ladera con otro detalle que me gusta mucho: en las épocas lluviosas, se oye el chorro potente de un manantial pero no se ve, porque cae por un terraplén de areniscas, cubierto por zarzas. En mi mapa mental, es el tramo de la fuente cantarina invisible. Hace unos días me llevé una sorpresa: alguien había despejado las zarzas, había abierto una pequeña trocha ladera abajo y había colocado un tubo por el que brotaba el agua. Bajé y le pegué un trago con la emoción de quien mete los morros en las fuentes del Nilo.

Hoy he preguntado a Josetxo si era cosa suya.

-¡No, no! Me dicen que lo ha hecho un pescador, de los que bajan a pescar a las rocas, uno que anda mucho por allí. Yo no quería arreglar esa fuente, porque sabes lo que pasa, que los manantiales no se respetan. Mira la Kutralla, la gente hasta meaba y cagaba y todo allí. Por eso no quería limpiar ese manantial, para que no empezara a ir gente a estropearlo, pero la verdad es que está muy bien. Has visto el laurel, qué laurel tan majo. Allí íbamos mucho de jóvenes. Comprábamos botellas de sidra en el caserío Arbola y nos íbamos a la fuente, a pasar la tarde, y de paso te morreabas con la chavala.

También le he preguntado si iba a celebrar de alguna manera sus bodas de plata como cuidador de Ulía.

-Hombre, iba a pedirle a Odón el reloj de oro ese que regalan en el Ayuntamiento por los 25 años de trabajo, pero ahora como está otro de alcalde…

*

Josetxo Mayor es el protagonista de ‘Los caminos de Josetxo’, uno de los capítulos del libro Cuidadores de mundos.

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Escribo con los veinte dedos.
Kazetari alderraia naiz
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