CHÉJOV Antón

Un programa al que atenerse

1. John Steinbeck, Al este del Edén, 1952:

«En una época como esta, me parece bueno y natural hacerme las siguientes preguntas: ¿en qué creo?, ¿por qué debo luchar y contra qué debo luchar?

Nuestra especie es la única capaz de crear, y posee solamente un instrumento de creación: la mente individual de cada persona. Nunca dos personas crearon algo. No existen buenas colaboraciones cuando se trata de música, arte, poesía, matemáticas o filosofía. Después de que ha tenido lugar el milagro de la creación, el grupo puede adaptarlo y entenderlo, pero nunca inventarlo. Lo valioso siempre está oculto en la mente solitaria de una persona.

Y ahora, las fuerzas reunidas en torno al concepto de grupo han declarado una guerra exterminadora a esa entidad rara y preciosa, es decir, a la inteligencia humana. Por el menosprecio, por el hambre, por las represiones, por las imposiciones y los martillazos del acondicionamiento, el espíritu libre y andariego se encuentra perseguido, aherrojado, embotado y emponzoñado.

Pero yo creo que la mente libre e investigadora del individuo es la cosa más valiosa del mundo. Y por eso lucharé a favor de la libertad de pensamiento, para que pueda seguir la dirección que desee, sin imposiciones ni ataduras. Y lucharé contra cualquier idea, religión o gobierno que limite o destruya al individuo. Así soy y así seré. Comprendo que un sistema construido sobre un molde determinado trate de destruir el espíritu libre, porque este representa una amenaza para su supervivencia. Por supuesto que lo comprendo, pero lo detesto, y lucharé contra ello para preservar lo único que nos diferencia de las bestias incapaces de crear. Si la gloria puede ser aniquilada, estamos perdidos».

2. Antón Chéjov, en una carta a Alekséi Pleschéiev, 1888:

«No soy un liberal, no soy un conservador, no soy un progresista, no soy un monje, no soy un indiferente. Me gustaría ser un artista libre, nada más (…). Odio la mentira y la violencia en todas sus formas (…). Considero un prejuicio las insignias y las etiquetas. Mi sancta sanctorum es el cuerpo humano, la salud, el intelecto, el genio, la inspiración, el amor y la libertad absoluta; liberarme de la violencia y de la mentira bajo cualquier forma: ese es el programa al que me atendría si fuese un gran artista».

3. Philip Roth, Pastoral americana, 1997:

«El cántico monótono de los adoctrinados, armados ideológicamente de la cabeza a los pies, el canto monótono, hechizado de aquellos cuya turbulencia solo se puede enjaular dentro de la sofocante camisa de fuerza del más supercoherente de los sueños. Lo que faltaba en aquellas palabras que su hija había pronunciado sin tartamudear no era la santidad de la vida…, lo que faltaba era el sonido de la vida».

[Actualización. Bola extra: «El matiz es tu tarea», también de Roth]

18

Escribe tu correo:

Delivered by FeedBurner



Escribo con los veinte dedos.
Kazetari alderraia naiz
(Más sobre mí)