Álbum de unos días felices
Así fue, más o menos, el tercer Tour de Plomo por Barcelona y Zaragoza. El prólogo lo hicimos en Deltebre con plato grande: con plato enorme, de arroz con langostinos y alcachofas. La primera etapa la arrancamos en Barcelona a rueda de don Gerardo Fuster, 80 años, que pedaleaba sobre la bici que le regaló Fausto Coppi en 1957. A su rueda fuimos Javier, Iñaki, Olga y Marc, por esos caminos que serpentean hacia Montserrat plagados de emboscadas, uf, af. En la librería maña Los portadores de sueños jugamos un Zaragoza-Real Sociedad muy amistoso, con Ignacio Martínez de Pisón dando pases al hueco y Xavi Aguado recordando marcajes de Górriz en Atocha. Los artistas de La Ciclería nos diseñaron la segunda etapa desde Zaragoza: paseo de seis horas (dos horas sobre la bici y cuatro horas en bares y terrazas). Con ellos, una catorcena de ciclistas contra el cierzo feroz, hicimos dos descubrimientos maravillosos: 1) nuestra anfitriona Blanca, que debe de ser una de las cinco personas más majas del mundo; 2) y la ensalada aragonesa, compuesta por morcilla, panceta, chorizo, longaniza, chistorra… Luego vimos a Nibali apareciendo como Amundsen en las Tres Cimas de Lavaredo, hablamos de Alfonsina Strada y de Roger Walkowiak, y volví con J. a medianoche por la carretera vieja de Belate.
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En la meta volante de Casetas (en la taberna Vinos Chueca), el Gran Bob nos sirvió vinos y pinchos y luego sacó la guitarra para cantarnos este himno ciclista: