Una imagen que dormita en todos nosotros
En el Día del Libro, copio unos fragmentos de La conquista de lo inútil, de Werner Herzog. Es el libro que más me impresionó el año pasado y que leí durante todo el verano, tumbado en la Zurriola, despacio y con muchas pausas. Es el diario que escribió el director Herzog durante dos años en el Amazonas peruano, mientras filmaba la película Fitzcarraldo y trataba de subir un barco por una montaña. «Escribo mejor de lo que filmo», dijo Herzog.
«Kinski ha sentenciado que lo que me propongo es completamente imposible, impensable, dictado por la locura. Se está convirtiendo en el epicentro del desánimo. Bien mirado, es evidente que ya nadie está de mi parte, ninguno, nadie, ni uno, ni uno solo. En medio de cientos de extras indígenas, docenas de trabajadores forestales, la gente de los barcos, el personal de cocina, el equipo técnico y los actores, la soledad me ha golpeado como un animal gigante y enfurecido. Pero yo veo algo que los demás no ven.
(…)
«L. dice que quiere aplanar tanto la cuesta que solo quedaría una pendiente del 12 por ciento, pero eso la haría parecer la brecha de un istmo. Le he dicho que no lo permitiré porque perderíamos la metáfora central de la película. Metáfora de qué, me ha preguntado. Le he dicho que eso no lo sabía, solo que era una gran metáfora. Que quizá no era más que una imagen que dormita en todos nosotros, y que yo soy solo el que la pone en contacto con un hermano al que todavía no había conocido».