A ver quién limpia luego el campo

Las llanuras de Ucrania son inmensas: si en las afueras de Kiev pones un listín telefónico en el suelo y te subes a él, puedes ver las cúpulas de Odesa, quinientos kilómetros más al sur.

El viaje en coche desde Kiev hasta Odesa, a través de los campos arados y desnudos de noviembre, tiene su puntillo si achinas los ojos y en el horizonte ves galopar a los cosacos zaporogos del siglo XVI.

En la novela Tarás Bulba, de Nikolai Gógol, he encontrado una crónica previa del próximo Shakhtar Donetsk-Real Sociedad. Estamos en la víspera de una batalla. Y los cosacos ucranianos imaginan su destino:

«Igual que las águilas, oteaban los cosacos todo el campo a su alrededor y el destino que les esperaba, que negreaba a lo lejos. Sí, seguro que todo el campo, con sus eriales y sus caminos, quedaría sembrado con sus huesos blancos, profusamente regado con su sangre y cubierto de carros destrozados, de lanzas y sables hechos añicos. Sus cabezas quedarían desperdigadas, con los chubs revueltos, sucios de sangre coagulada y los bigotes lacios. Las aves rapaces vendrían a sacarles los ojos».

Foto: al entrenador del Shakhtar le comunican que va a jugar Agirretxe.

Tarás

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5 Comentarios Dejar comentario

  1. Creo que se teñirán de azul las llanuras ucranianas. ¿O será de amarillo?

  2. Ander Izagirre #

    Te falla el balance de los blancos: será de naranja donetskiano.

    • Ya me parecía a mí demsiado calido. Con el frío que debe de hacer por ahí…

      • Ander Izagirre #

        Estamos templados a la orilla del Chornemore, ¿no te parece?

  3. Josema #

    ¿Y ya se mueven las aguas del Dniéper con lo llana que es aquella zona? ¿Hay canales para regadío?
    Desde un casi desbordado Bidasoa se solicita postal de Sebastopol, porfa. Que sigáis buena ruta.

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Kazetari alderraia naiz
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