Archivo octubre 2012

Y qué hace el monte con tanta agua

Que sí, que sí, que también me gusta el otoño, que después de la temporada de playa también disfruto la de los hayedos. Me gusta pasar dos días encerrado en casa mientras diluvia y luego, un domingo por la mañana, ver un sol inesperado y llamar corriendo a J.: «¿Y si cojo el tren, paso por tu casa y nos vamos a ver qué han hecho los montes con tanta agua?».

Aitzondo Irusta

Aitzondo Irusta

Aitzondo Irusta

Aitzondo Irusta

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«El Tour no se celebrará nunca más» (1904)

A propósito del caso Armstrong:

El 30 de noviembre de 1904, la Unión Velocipédica Francesa descalificó a los cuatro primeros del Tour de Francia por tramposos: se avituallaban de manera ilegal, tomaban trenes y autos durante la carrera, varias turbas de aficionados ocuparon la carretera para detener a unos ciclistas y dejar pasar a sus favoritos, hubo siembra de clavos en la ruta, peleas a pedradas y hasta tiros al aire.

La organización proclamó ganador al quinto clasificado, Henri Cornet, un chaval de 19 años que se llevó un susto, porque en realidad él se llamaba Henri Jardy y corría con seudónimo para que no se enteraran en su casa. Tuvo que confesar que había corrido el Tour y que lo había ganado.

Desgrange, director de la prueba, declaró que el Tour de Francia no se celebraría nunca más.

(Más detalles, en el libro Plomo en los bolsillos).

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No les cuelgan los pies

Sigo con los pies colgando a 39.000 metros y no consigo bajar a Beasain, donde he interrumpido la ruta turística que estaba escribiendo esta tarde. Baumgartner sigue cayendo delante de mis pupilas y no puedo escribir sobre las morcillas del Goierri, y mira que las morcillas son una prueba de la magnificencia del universo, pero se me va la cabeza a la estratosfera. Vale: estas admiraciones son muy subjetivas, algunos estamos condicionados porque de chavales nos mordimos las uñas leyendo a Julio Verne en De la Tierra a la Luna y Alrededor de la Luna,  vale, que sí, que existen criterios variados y respetables para apreciar la belleza y la emoción, pero esos seres humanos que durante este par de horas han dado la matraca preguntando si el salto aporta algo a la ciencia o no, subrayando que en el fondo todo es una campaña publicitaria, afirmando que somos un rebaño mirando todos una gran tontería que no va a contribuir en nada a nuestras vidas, y especialmente los que han alardeado de que no les interesaba y que no lo pensaban ver, esos seres humanos son unos muermos y unos adultos con los pies en la Tierra.

¡Amigo Félix, cuando llegues al cielo!

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El túnel del tiempo

J. y yo entramos pedaleando en el túnel de Aritxulegi en 1992 y salimos en 2012. A mí estas cosas me hacen pensar que la vida va por donde tiene que ir.

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Mecagüenlaleche, ya empieza a llenarse el buzón de propaganda electoral

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¡Aaaaah, el rinoceronte!

Surge un problema gracioso cuando el escritor coloca las cláusulas de una oración en situaciones ambiguas, entre dos sujetos, de manera que dudamos un poco hasta entender a cuál corresponden. El presidente Theodore Roosevelt describe así una cacería en Kenia: «Opté por hacer un pequeño ruido y, después de meditarlo durante un rato, con el rabo y las orejas levantadas, el rinoceronte se alejó». (National Geographic, enero de 1911).

Por suerte, todo el mundo sabe que los hombres no pueden levantar las orejas.

 


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Escribo con los veinte dedos.
Kazetari alderraia naiz
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