Nepal: el desafío de las cumbres
Acaba de salir el número dedicado a Nepal de la revista Altaïr. En él publico un reportaje titulado «El desafío de las cumbres», un repaso histórico del himalayismo en aquel país, con sus gestas, tragedias y chascarrillos. Cuelgo aquí un extracto.
«Aquellas exploraciones trajeron el descubrimiento de un territorio colosal, abrumador, sobrehumano. La expedición francesa de 1950, por ejemplo, pasó de sus bien conocidos Alpes a un Himalaya inabarcable, con unos valles ignotos en los que perdieron semanas y semanas en busca del Dhaulagiri —finalmente lo descartaron, por sus aristas imposibles— y luego del Annapurna. Maurice Herzog y Louis Lachenal se trajeron la cumbre y también el primer relato sobre la Zona de la Muerte, esa región a partir de los 7.500 metros donde la vida se escapa a borbotones. Tras un infierno de congelaciones, deshidrataciones, accidentes, avalanchas e incluso una noche que pasaron casi sepultados en el interior de una grieta, la ayuda de sus compañeros salvó a los dos alpinistas en el descenso. Herzog cinceló una de las primeras sentencias del himalayismo: “Hay otros Annapurnas en la vida de los hombres”. Fue una de las frases más caras de la historia: para escribir esas 38 letras, primero tuvo que perder los veinte dedos. Se los fueron amputando durante la marcha de regreso.
“Los británicos temblaron en 1952, cuando los suizos llegaron a 8.600 metros en el Everest, a dos palmos de la cima de sus obsesiones. Como respuesta, en 1953 organizaron otra expedición con tácticas de asedio militar, equiparon minuciosamente la vía, lanzaron varias cordadas y, por fin, el neozelandés Edmund Hillary y el sherpa Tenzing Norgay alcanzaron el techo del mundo, justo a tiempo para anunciarlo el día de la coronación de Isabel II. Fue una apoteosis imperial.
“Del carácter de aquella expedición británica, dice mucho el mortero de cincuenta milímetros que llevaron, con la intención de disparar las botellas de oxígeno hasta el collado Sur y así evitar su pesado acarreo. El riesgo de avalanchas impidió tan insólito ataque artillero.
“Pero si cada país porfiaba por poner la primera bota sobre alguno de los ochomiles, conviene recordar que los sherpas participaron en casi todas las cumbres: ellos fueron, en realidad, la nación que conquistó los ochomiles.
«Aquella era una época de ensayos en un territorio desconocido, de decisiones que hoy parecen extravagantes. Como la de los austríacos y suizos que ascendieron el Dhaulagiri por primera vez en 1960. Apenas contrataron a sherpas porque prefirieron utilizar una avioneta llamada Yeti. Con ella transportaron el material hasta el campo base en vuelos sucesivos. Los pilotos ejecutaron maniobras arriesgadísimas, estuvieron a punto de caer en grietas y de chocar contra seracs, hicieron varios aterrizajes forzosos y sobrevivieron al accidente final que destruyó la avioneta.
“También fue la época de los primeros encuentros hostiles entre los nepalíes y aquellos grupos de marcianos que se ponían a trepar montañas: los japoneses que pretendían escalar el Makalu en 1954 no llegaron ni a su base, porque una multitud los echó a palos. Los acusaron de enfurecer a los dioses en su intento del año anterior y, como consecuencia, de provocar inundaciones, avalanchas y epidemias de viruela. Debieron dar media vuelta; la conquista del Makalu se retrasó dos años”.
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Ander Izagirre #
«La morada» de los dioses debe de ser esa mujer de la portada.
Trekking y Aventura #
Cuanto tiempo dedicado a leer aquellas gestas, las primeras incursiones en aquel mundo desconocido de las altas montañas. Cuando años despues tuve la oportunidad de ver con mis ojos los mismos paisajes que habia recreado tantas veces en mi imaginación, viví momentos irrepetibles.
Gracias por contarnoslo.
JAM
Dani #
Corro, escopeteado, a comprarlo en mi libreria de confianza. A ver si me lo administran en la dosis suficientemente eficaz. Qué maravilla de textos y de gestas.
Tenemos que hablar un día sobre literatura himalayística. Necesito títulos (duque, conde, marqués), y de libros también. jeje.
Abrazo grande, narrador.