Si no puedo perrear, no es mi revolución
24 Jul
He decidido mudar este contenido a Pikara Magazine ya que sigue siendo muy consultado y quería contextualizarlo bien (a fecha de 2019). Lo puedes leer aquí.
24 Jul
He decidido mudar este contenido a Pikara Magazine ya que sigue siendo muy consultado y quería contextualizarlo bien (a fecha de 2019). Lo puedes leer aquí.
4 Abr
Me han dado el II Premio de Periodismo Colombine. Un reconocimiento así es en todo caso un subidón, pero el texto premiado no es un reportaje más para mí.
“Yo quería sexo, pero no así”
Lo que iba a ser un encuentro deseado, se convierte en una agresión sexual. Esa situación es más frecuente que el estereotipo de violación por parte de un desconocido en la calle, pero para las mujeres es más difícil de identificar como un delito contra su libertad sexual. La culpa, la vergüenza de exponer su sexualidad y el miedo a que no las crean hace que pocas denuncien e incluso lo cuenten.
Como ya he dicho alguna vez, por diferentes motivos personales, si hay un tema de la agenda feminista que me remueve, es el de la libertad sexual. En nuestra sociedad (lo dejo así por no entrar en el berenjenal de las comparaciones) las mujeres no sólo seguimos estando expuestas al riesgo de que nos violen por la calle, sino que vivimos una pila de situaciones que lastran nuestra sexualidad.
Si eres de esas personas que piensan que soy una paranoica, una histérica o una feminazi por hacer esa afirmación, pregunta a la mujer que tengas más a mano (si eres mujer, pregúntatelo a ti misma también) a ver si le ha pasado alguna o varias de las siguientes cosas. Las cuatro primeras son aplicables a cualquier mujer, las siguientes a mujeres que hayan tenido relaciones sexuales y de pareja con hombres:
– Un desconocido le tocó el culo, las tetas o el coño por la calle, en un bar o en el metro
– Un desconocido le enseñó la polla e incluso se masturbó delante de ella
– Un pariente o alguien cercano a la familia la tocó o se le insinuó de forma lasciva siendo menor de edad
– Un jefe, compañero de trabajo o de piso la acosó sexualmente
– Un tío la llamó calientapollas por no querer tener sexo después de haber estado tonteando
– Un amante la presionó para realizar prácticas sexuales que le desagradaban o no le apetecían, o la tachó de estrecha por no acceder a ellas, o incluso se las impuso (por ejemplo, eyacular en su boca o en su cara sabiendo que a ella le desagrada)
– Un novio la juzgó por sus experiencias sexuales pasadas
– Ha follado cientos de veces sin ganas, por miedo a que el novio de turno la dejase por otra más dispuesta al sexo, a veces incluso cuando implicaba que la penetración le doliera por falta de lubricación
– Descarta el sexo anal porque alguna vez que accedió a practicarlo, el compañero de cama la penetró bruscamente ignorando su dolor
– Ha vivido cientos de polvos sin orgasmos porque el compañero o amante ignoraba su clítoris y ella no se atrevía a pedirle que lo acariase ni a tocarse ella misma, por miedo a ser juzgada
– Ha tomado la píldora del día después, ha abortado o ha tenido un bebé no deseado como consecuencia de polvos en los que él no quiso ponerse el condón (ya sea que se negó o que la convenció con el típico «venga, sólo un rato, luego me lo pongo»). Es más, su pareja eyaculó dentro de ella de forma premeditada (sí, varias chicas me han contado que les ha pasado esto en relaciones en crisis, ya tuviera el tipo como objetivo dejarla embarazada para estar siempre vinculado a ella, ‘joderla’, someterla…)
Que a la mayoría de las mujeres nos hayan ocurrido varias de las situaciones anteriores desde muy jóvenes es el contexto que explica lo que cuento en el reportaje: que más allá de las violaciones en la calle por parte de desconocidos (que tanto nos enseñan a temer), las experiencias de sexo no consentido, la incapacidad para defender nuestro placer e identificar abusos, y la determinación de muchos hombres (no todos, pero si a todas nos han pasado estas cosas, no son pocos) a no aceptar los límites que marcamos, están a la orden del día. Así empieza el reportaje:
La ‘primera vez’ de Blanca fue una violación, pero le costó años reconocerla como tal. Tenía 17 años y ligó con un compañero de clase en una fiesta de fin de curso. El chico le gustaba, y se sentía preparada para tener sexo con él. Pero en un momento dado su actitud le desagradó, y le pidió que parara. Él, lejos de atender sus ‘no’, la empotró contra la pared, le tapó la boca y la forzó. Ella respiró hondo e intentó relajarse para no sufrir lesiones. Se lo contó a sus amigas sin darle mayor importancia: que había tomado dos cervezas y se dejó hacer. Después de nueve años y dos relaciones de pareja marcadas por las humillaciones y los abusos, fortalecida por la terapia y el contacto con el feminismo, Blanca se reconoció como una mujer violada y lloró por primera vez.
Lo que no cuento es que Blanca es una de mis mejores amigas. Yo soy una de las amigas a las que contó que había follado por primera vez, y yo soy una de las amigas con las que verbalizó diez años después que había afrontado la dolorosa certeza de que lo que vivió fue una violación. Y también soy una de las amigas a las que le pesa no haber sabido apoyarla más cuando se embarcó en relaciones abusivas, aunque la otra cara de la moneda es que creo que sí influí en que se acercase al feminismo, que le ha ayudado a entender lo que le pasó como parte de un entramado de violencias que todas las mujeres vivimos por el hecho de ser mujeres en una sociedad patriarcal en la que estas violencias son sistemáticamente obviadas, ninguneadas, relativizadas o incluso justificadas.
En el reportaje, la psicóloga Norma Vázquez, responsable de una investigación sobre agresiones sexuales en la que entrevistó a unas 70 chicas, afirma que la actitud masculina tan extendida y normalizada de insistir y presionar para tener sexo, hace que las mujeres acepten esa conducta “como algo consustancial a salir de fiesta”. Que las mujeres se suelen sentir culpables o al menos responsables de lo que los ocurrió, y que no denuncian entre otras cosas por el miedo a exponer su sexualidad ante desconocidos, en una sociedad que sigue juzgando a las mujeres que salen de fiesta con ganas de sexo.
El jurado ha destacado lo siguiente: “Es significativa la frescura periodística del trabajo galardonado con un tema que no es común que sea tratado por los llamados medios generalistas. Era uno de los pocos trabajos que tocaba un tema totalmente tabú en nuestra sociedad, del que la mujer no se atreve a hablar, por dolor o por vergüenza”.
Cuando alguien rompe el silencio, muchas otras se animan a terminar con el suyo. Entre los comentarios que ha recibido hoy el reportaje en Pikara, una chica contaba la violencia sexual (disfrazada de sadomasoquismo consentido) que sufrió con su pareja, que la violó tiempo después de haber terminado la relación. Me parece muy importante facilitar espacios para que las mujeres dejen de llevar estas historias en secreto. No sé si los medios digitales son el mejor espacio, porque siempre hay mucho trol cabrón y mucho machista a secas que las cuestionan, pero bueno, quiero pensar que es terapéutico escribir sobre ello.
En Pikara también se ha dado un debate de lo más interesante sobre cómo reaccionar ante una agresión sexual. Esto tiene que ver con un matiz importante: mi enfoque no es en absoluto victimizador. No me quiero recrear en lo pobrecitas que somos y lo jodidas que estamos por vivir agresiones. Como explica Maitena Monroy en una entrevista que le hice para Beldur Barik, el problema es que a las mujeres nos educan en el terror de ser violadas, pero al mismo tiempo no se explicitan los riesgos ni se nos dan recursos para afrontar esa posibilidad. Por eso, yo creo que lo primero es romper el silencio, lo segundo compartir estrategias de autodefensa para no bloquearnos ante una agresión, y lo tercero recuperar la agencia sobre nuestros cuerpos y nuestra sexualidad. Me voy a poner en tono panfletero, pero si algo le jode al patriarcado (o a los machistas, si esto del ente abstracto no os convence) es que no dejemos que estas experiencias nos afecten de por vida y que disfrutemos del sexo libres y empoderadas. Tampoco lo cuento en el reportaje, pero Blanca lo ha logrado. Claro que no es fácil. Ser feministas no nos ha librado de encontrarnos con dificultades para defender nuestro placer en la cama sin miedo a juicios, como comentaba antes. Pero ser feministas sí que nos proporciona cierta consciencia y ciertas herramientas para entender cómo nos sentimos respecto a la sexualidad y poder vivirla de otra manera.
Hoy, cuando he difundido la noticia, las compañeras de Pandora Mirabilia, una cooperativa de género y comunicación, me han contado que han usado este reportaje en unos talleres sobre prevención de violencia sexual con adolescentes. «Es muy clarificador y muy útil para trabajar las distintas violencias que vivimos, da claves para detectarlas y para no sentirnos culpables por sufrirlas», me dicen. Ese es uno de los comentarios que más ilusión me han hecho de todos los que he recibido. Sentir que el reportaje tiene vida propia, que no es sólo un texto para leer, sino también para debatir e incluso trabajar con él a favor de la libertad sexual.
*
Como la otra vez, es una alegría que el reportaje se publicase en Pikara (también en eldiario.es, a quien agradezco mucho que aceptase cuando propuse el tema y que me han transmitido mucho cariño hoy), y doble alegría porque entre los finalistas también se encuentra el compañero Jairo Marcos, con un reportaje sobre la plataforma de mujeres feministas Kuña Pyrenda, que se presentó a las pasadas elecciones en Paraguay. También es finalista Zigor Aldama (con el reportaje ‘Demuestra que no eres bruja, publicado en El País), quien también publica de forma esporádica en Pikara. El año pasado también quedó finalista nuestra compañera Emi Arias. Estos reconocimientos nos sirven como un argumento más para defender nuestro proyecto, para demostrar que no sólo ofrecemos periodismo con perspectiva de género, sino buen periodismo, sin más adjetivos. Como decía el otro día, ponernos las gafas lilas no nos nubla el criterio, sino que nos permite entender y explicar mejor la realidad, y contar historias que los medios generalistas a menudo no cuentan.
Alguna gente ha dicho en las redes que la labor de Pikara es impagable. Bueno, pues lo cierto es que hay que pagarla. Necesitamos dinero para poder seguir comprando reportajes de premio, y para que las coordinadoras de la revista (Andrea Momoitio y yo) podamos empezar a cobrar algo, porque hasta ahora no lo hemos hecho. Por tanto, os animo a que, si creéis en el proyecto y/o disfrutáis con reportajes como los citados, nos apoyéis.
*
El tercer motivo por el que este premio me sienta genial tiene que ver con la reafirmación sobre decisiones que he ido tomando. La historia se repite. El primer premio lo gané con el primer reportaje que escribí después de tomar la decisión de dejar un trabajo estable para dedicarme a Pikara y al periodismo. Este segundo reportaje coincidió con que volví a dejar un trabajo bien pagado porque quería disponer de más tiempo y energía para escribir y para mimar mi revista. A mucha gente de mi entorno le costó mucho entender que rechazase empleos en plena crisis y yo también a veces me cuestionaba si no estaba arriesgando demasiado y si no tenía pajaritos en la cabeza. Así que me da mucho gustito recibir estos espaldarazos para seguir haciendo lo que me pide el cuerpo.
Muchas gracias a todas las personas que, de una u otra forma, me habéis apoyado para que siga avanzando por este camino.
1 Abr
Como conté en un anterior post, Cuba se encuentra en el lento proceso de asumir la violencia de género como un problema social, después de años de ser obviada, tanto por la ciudadanía como por las instituciones. En los últimos años ha habido gestos significativos, como que el Partido Comunista incluyera en 2011 la lucha contra la violencia de género entre sus ejes de trabajo. El pasado marzo, un grupo de feministas lanzó una campaña de recogida de firmas con el fin último de reclamar una ley contra la violencia de género, una red de atención jurídica y de salud que asista a las víctimas, y llamar a que se debata sobre el tema en todos los espacios sociales.
En mi viaje a Cuba en enero de 2012, cuando pregunté por expertas en violencia de género a feministas académicas y autónomas, me dieron referencias contadas, lamentando que aún hoy escasean las iniciativas institucionales y académicas para estudiar y abordar en profundidad este problema social. Me hablaron de la Universidad de Cienfuegos como pionera en trabajar el tema, con la psicóloga Laura López al frente de un equipo multidisciplinar que investiga sobre violencia, atiende a las víctimas, capacita a diversos agentes sociales y sensibiliza a la población. Así que me puse en contacto con ella y la entrevisté en su despacho de la Facultad de Medicina. Como me ocurrió en otras muchas entrevistas, noté a la experta a la defensiva ante una periodista extranjera, poco dispuesta a reconocer carencias en el sistema cubano. Aunque me interesaba que me hablase de la situación en todo el país, como buena científica, evitó opinar y se ciñó a hablar de su trabajo en la provincia. Ahí va la entrevista:
30 Mar
JotDown publica una entrevista de Samuel Sacristán a Diego Redolar Ripoll, doctor en Psicología especializado en neurociencia. Sacristán opta por titular así:
«La testosterona influye en la toma de decisiones» (más…)
21 Feb
(En enero de 2012 entrevisté largo y tendido a Isabel Moya, pero sólo llegué a publicar la parte de su entrevista en la que habla sobre la relación con su cuerpo. Aquí va el resto de la entrevista)
21 Feb
Historia 1: «Estoy deseando que me levante la mano para echarle de una vez»
Asisto en La Habana a una reunión de tres amigas que rondan los cincuenta años. Le preguntan a una de ellas cómo le va con su pareja, un hombre con el que convive desde hace unos pocos años. Ella dice que la verdad es que no muy bien, que el tipo la controla, que quiere saber siempre a dónde va y con quién. «Invade mi espacio, estoy harta, me siento asfixiada. Y a veces se pone bravo. Me da miedo. Pero por otra parte estoy deseando que se atreva de una vez a levantarme la mano, porque entonces ya sí lo saco de la casa y lo mando pa’ la pinga». Las amigas le dan la razón. (más…)
16 Ene
Mi amiga se fue a la cama agotada y una hora después un fuerte picor la despertó. Tenía la cara llena de ronchas. Entendió que el camarón que se había comido le había dado alergia. Se tomó un antihistamínico que tenía, pero su hermana, enfermera, le dijo que debía tomar leche. Así que me fui a buscar leche por La Habana Vieja a las 11.30 de la noche. Fui por el Boulevard de Obispo buscando una shopping abierta.
Caminaba concentrada en ese objetivo y los hombres me silbaban y me decían los recurrentes “lady, where are you from?”, “qué linda”, “déjame hacerte una preguntita”:.. Yo les ignoraba pero me iba cabreando más y más. Pasé junto a dos policías y ellos también me silbaron. Les ignoré. Pasé juntos a otros dos y también me silbaron. Seguí para adelante y seguían haciendo ese ruidito como de llamar a los gatos. (más…)
23 Dic
Sandra Álvarez. Bloguera
‘Negra cubana tenía que ser’ es desde hace años un blog feminista y antirracista de referencia, dentro y fuera de Cuba. Pensaba contactar con su autora, Sandra Álvarez, para poder entrevistarla en Cuba, pero ella se me adelantó. Es la magia de las redes sociales. Sandra vio un comentario que dejé en el blog de Yasmín, me buscó por Facebook y me mandó un mensaje privado hablándome de su blog e interesándose por el mío. Le respondí eufórica, nos hicimos amigas virtuales y me propuso participar en una mesa redonda junto con las raperas Krudas Cubensi, una iniciativa en la que demostró su decisión y valentía, porque el discurso y el estilo arrollador de las Krudas, emigradas a Texas, resulta muy incómodo para el feminismo institucional cubano.
Una se siente a gusto con Sandra desde el minuto uno. Tal vez porque te recibe con una sonrisa blanco nuclear y unos ojos vivarachos que transmiten alegría y pasión. O porque su voz potente y su forma de hablar clara, sin rodeos ni titubeos, hacen confiar en que no se calla nada, ya esté hablando de su vida, del racismo en el imaginario social, del elitismo blanco del feminismo institucional o de lo que a ella, que se define como revolucionaria, le indigna del sistema político cubano. Defiende que las mujeres negras lideren su propia lucha, porque sabe que ni la Revolución, ni los hombres negros ni las feministas blancas van a atender sus demandas. (más…)
14 Oct
Este fin de semana he participado en las Topaketa lesbianistak, un encuentro organizado por los colectivos 7menos20 y Mdma con el apoyo y participación de otros muchos. Aprovecho el subidón que me traigo para escribir un post sobre lesbianismo que tenía en mente desde hace tiempo, con el objetivo de generar reflexiones y debates entre mujeres. Quien no me conozca y quiera situarme un poco, puede leer mi post Te digo yo que eres hetero. (más…)
27 Sep
En 2006, el Gobierno sandinista, con el apoyo de todos los partidos políticos, prohibió todas las formas de aborto. En 2009 1.577 niñas de entre 10 y 14 años fueron madres. Obviamente, la violencia sexual es la principal causa que explica las escandalosas cifras de embarazos en niñas y adolescentes. Ni las mujeres ni las niñas pueden abortar en ningún supuesto, da igual que hayan sido violadas, que su vida esté en riesgo o que el feto venga con una malformación.
Pero, más aún, el código penal aprobado en 2006 «introduce sanciones penales para los profesionales de la medicina y la enfermería que tratan a una mujer embarazada o niña por enfermedades como el cáncer, la malaria, el VIH/sida o en situaciones de emergencia cardiaca cuando el tratamiento está contraindicado en el embarazo y puede causar lesiones o muerte del embrión o feto», denuncia Amnistía Internacional. «Incluso llega a castigar a niñas y mujeres que han sufrido un aborto involuntario, ya que en muchos casos es imposible distinguir el aborto espontáneo del aborto inducido», añade.
Es lo que pasa cuando la Conferencia Episcopal tiene tal capacidad de influir en la vida política de un país. En las elecciones de 2011 todos los candidatos a la presidencia se opusieron al derecho a interrumpir el embarazo, incluido al llamado aborto terapéutico. Y así está la cosa. Si cuesta explicar que ilegalizar el aborto terapéutico es una vulneración de los derechos humanos de lo más sangrante, más difícil aún es hablar de derechos sexuales y reproductivos, de que las mujeres tenemos derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, a parir o no, abortar o no, según nos venga en gana.
Pero a ello se dedica de forma admirable el Movimiento Feminista de Nicaragua. El pasado martes, el grupo de Mujeres Crecer de El Viejo (un municipio del Pacífico) compartió en Facebook un cartel que dice «Aborto legal y seguro: una cuestión de derechos, una cuestión de democracia». Me llevé las manos a la cabeza leyendo los comentarios: «¿Quisieron decir asesinato?», «Es un irrespeto hacia la vida del niño que nace, todos nosotros gracias a Dios no fuimos abortados». Otros cuantos dicen que siempre que sea necesario, y dicen que la que no quiera embarazarse, que use protección. Como si eso fuera tan fácil, como si no hubiera violaciones, como si la educación sexual estuviera garantizada, como si los hombres no fueran responsables de presionar para no ponerse el condón, como si los descuidos no existieran…
Y ahí siguen las feministas concienciando sin rebajar su discurso, insistiendo en el «nosotras parimos, nosotras decidimos», en un contexto de criminalización de su discurso tan bestia. El de arriba es el cartel del Movimiento Feminista para el 28-S, día por la despenalización del aborto en América Latina; han hecho camisetas con ese mensaje. Han hecho cuñas de radio dirigidas a hombres para que respeten las decisiones de las mujeres sobre sus cuerpos. Por algún motivo no puedo incrustar los audios, pero podéis escucharlos aquí y aquí. Y organizan un hablatón radial sobre ‘maternidad voluntaria y aborto’ que se emitirá en una impresionante cantidad de radios de las diferentes regiones del país.
El vídeo de arriba no es nuevo, pero me emociona mucho. Leen testimonios de mujeres acerca del aborto, que reflejan la influencia de la moral católica, la culpa, la desinformación…
Por último, si queréis profundizar en el tema, podéis descargaros este informe alternativo sobre la educación sexual pública y la penalización del aborto terapéutico, realizado por el programa feminista La Corriente.
Gracias a Cris por facilitarme todos estos materiales.
Nota cursi: No puedo evitar la tentación de expresar lo mucho que me emociona escuchar a mis amistades nicas en estos materiales. Me siento muy privilegiada de haber podido compartir tantas cosas con activistas tan tuanis. 🙂
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