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El sector crítico a la izquierda del Gobierno cubano

23 May

Actividad durante el cuarto foro social del Observatorio Crítico./ Jimmy Roque Martínez

Actividad durante el cuarto foro social del Observatorio Crítico./ Jimmy Roque Martínez

 

En enero viajé a Cuba empeñada en matizar la imagen de polarización política, dando voz a las personas y colectivos que critican al Gobierno desde la izquierda o, por decirlo de otra forma, que defienden el proceso revolucionario socialista sin dejar de arremeter por ello contra el autoritarismo del régimen cubano. He publicado un reportaje en Diagonal que resume lo que conocí, aunque en las próximas semanas os iré pasando más información sobre los colectivos que cito. El reportaje va acompañado por una entrevista a unas viejas conocidas ya en este blog: las raperas lesbofeministas Krudas Cubensi. Como la cuestión del asociacionismo en Cuba tiene su complejidad, y en un reportaje no podía explicarlo largo y tendido, debajo os pego íntegras las valiosísimas aportaciones que me hicieron dos militantes de Observatorio Crítico, Rogelio y Dmitri.

La oposición a la izquierda del Gobierno cubano

JUNE FERNÁNDEZ / LA HABANA (CUBA)
MIÉRCOLES 23 DE MAYO DE 2012.  NÚMERO 174

Revolucionarios o disidentes. A simple vista parece que en Cuba no haya más opciones que ensalzar el sistema cubano o tildarlo de cruenta dictadura. Quien discrepa es tachado de contrarrevolucionario desde las filas oficialistas, y quien defiende el socialismo, calificado de cómplice del régimen por una oposición procapitalista. Sin embargo, en ese clima polarizado afloran colectivos que arremeten contra la falta de libertades y el autoritarismo del Gobierno desde un discurso anticapitalista y antiimperialista. Redes de activistas y blogueros critican la visita del Papa, claman contra el racismo y la homofobia, alertan de la deriva de la política económica de Raúl Castro y difunden en la isla las movilizaciones del 15M. Sobre todo, exigen poder organizarse sin ser controlados por el Gobierno cubano ni utilizados por el estadounidense.

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«No tenemos pisos para inmigrantes»

6 Nov

¿Recordáis que en marzo SOS Racismo demostró que a las personas negras y magrebíes no les dejan entrar en un montón de bares de Bilbao? Pues han repetido el método del testeo, junto a CEAR, esta vez para probar que la discriminación racista también es una práctica sistemática en el caso de las inmobiliarias. Algo más grave, si cabe, porque el resultado es que las personas inmigrantes lo tienen mucho más difícil para encontrar piso; un derecho básico que además es la puerta a la regularización. Yo acompañé a uno de los grupos como colaboradora del periódico Diagonal.

Os dejo con mi crónica y os invito a leer el post de Lucía Martínez Odriozola, otra de las testigos morales. De su entrada me quedo con la idea de que el inmigrante que va a buscar piso es tan cliente de la inmobiliaria como el propietario que lo alquila. Algo obvio, pero que se nos olvida incluso a quienes reprobamos estas prácticas discriminatorias.

CRÓNICA DE UN DÍA DE BÚSQUEDA DE PISO MARCADO POR EL COLOR DE LA PIEL

«No tenemos pisos para inmigrantes»

Una acción antirracista demuestra discriminación sistemática e las inmobiliarias de Bilbao. A magrebíes y subsaharianos les ofrecieron sólo el 20% de las viviendas que ofertaron a los nacionales.
JUNE FERNÁNDEZ (BILBAO)
DIAGONAL. DOMINGO 6 DE NOVIEMBRE DE 2011.  NÚMERO 160
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A Ababacar Sambe le ofrecieron un piso de alquiler en esta inmobiliaria; al participante autóctono le ofertaron cinco./ June Fernández

 

Tres personas entran a la misma inmobiliaria a buscar un piso de alquiler. A dos de ellas les ofrecen sólo una. A la otra le ofrecen 13. Las tres son hombres que rondan los 30 años, afirman tener trabajo y contrato indefinido. ¿En qué se distinguen? En el color de la piel. El único blanco es el que se ha encontrado con esa oferta variada. Ocurrió el pasado viernes durante el testeo de inmobiliarias organizado por SOS Racismo-Bizkaia y CEAR-Euskadi en Bilbao con el objetivo de demostrar la discriminación que sufren las personas inmigrantes en el acceso a la vivienda.

Siete grupos compuestos por una persona autóctona, una magrebí y una del África negra, acompañados por periodistas en calidad de testigos, recorrieron un total de 29 inmobiliarias. A los nacionales les ofrecieron un total de 105 pisos; a los magrebíes 23, y a los subsaharianos 22. Es decir, a las personas inmigrantes sólo les ofrecieron el 20% de los pisos en alquiler; ya fuera porque no les atendieron o porque les ofrecieron menos pisos que a sus compañeros autóctonos.

A las 4 de la tarde, los siete grupos se reunieron en diferentes bocas de metro para empezar a recorrer las agencias de diferentes barrios bilbaínos. Los tres participantes de cada grupo entraban en las mismas inmobiliarias, pero de forma muy espaciada, para no levantar ninguna sospecha. Llevaban grabadoras en el bolsillo que registraron tanto declaraciones explícitas de que los propietarios de los pisos no quieren inmigrantes, como el contraste entre la amabilidad con la que se atendía a los nacionales y la brusquedad con la que se despachaba a los inmigrantes. A algunos ni se les dejaba entrar por la puerta: «No tenemos pisos en alquiler, sólo en venta». La mentira quedaba probada cuando entraba el nacional y se le ofrecía una amplia gama de viviendas.

«Encajas a la perfección con un piso y con su propietario. Le voy a llamar ahora mismo», le dijo exultante la agente a Peio en una inmobiliaria del Casco Viejo. Ya tenía al propietario al otro lado del teléfono cuando lo tapó para preguntarle a Peio: «Porque tienes nómina y todo, ¿no?». Le ofreció otros cinco pisos más. Ibrahima en cambio no duró ni cinco minutos en la inmobiliaria: «Hay poca cosa, la verdad», le dijo la misma mujer, quien se limitó a apuntar su teléfono y despedirle sin hablarle de ningún piso. En otra inmobiliaria, a Ibrahima, de origen senegalés, le dijeron que primero tenía que llevar contrato de trabajo, nómina y aval bancario, y entonces ya verían si algún propietario estaba interesado en alquilarle a él.

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Mujer: ¡atrévete!

22 Ago

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No merece la pena, mujer, tu pasividad
No merece la pena, mujer, debes de actuar
No merece la pena, mujer, tu pasividad
No merece la pena, mujer, ármate

Es una letra de Ska-P que saca lo peor de mí. Anda, ¿debo actuar? ¡No se me había ocurrido! ¡Gracias por la idea!

Otra:

Mujer golpeada, no sirve de nada  que sigas callada, mujer marcada, mujer maltratada, no te sometas, son tus hijos que te llaman

Esa es de La Mona Jiménez, con la colaboración de Manu Chao. Y luego está Patxi Andión, que cuenta que si él fuera mujer pasaría de los tíos chulos, de sujetadores y de pastillas. O sea, que lo haría super bien, mejor de lo que lo hago yo, después de años de militancia feminista.

Las he descubierto a raíz de pedir a la gente recomendaciones de canciones contra la violencia machista, para la lista de música Beldur Barik! que hemos empezado a crear. Ha sido fácil pensar en canciones compuestas por mujeres que llaman a romper el miedo y empoderarnos. Por ejemplo, Nanai de la Mala Rodríguez («Mírame a los ojos si me quieres matar, nananai, yo no te voy a dejar») o Por tí daría, de Hanna («Por tí daría la vida y ahora me di cuenta que no») y, la que más me gusta, Bellas, de Canteca de Macao («Quien bien te quiere te hará sufrir, ay yo no pienso de esa manera. Quien bien me quiere, me quiere libre y yo no sufro si soy libre a tu vera», os he dejado el vídeo arriba). Hablan en primera persona, sienten la violencia machista como algo que les afecta, pero que saben enfrentar. Predican con su propio ejemplo.

En cambio, las canciones que cantan los hombres se caracterizan por dirigirse a las mujeres y animarlas a que le echen valor y denuncien. Incluida la de Huecco (que se suena bastante últimamente y en cuyo videoclip ha participado todo el famoseo progre), aunque empatiza un poco más y trata de entender cómo se sienten las mujeres maltratadas, repite el mismo mensaje: «rompe tu jaula ya». Todos ellos transmiten paternalismo, condescendencia y superioridad: saben lo que las mujeres deberían hacer, y les cabrea que no lo hagan, se atreven a criticar su pasividad. No he encontrado canciones que se dirijan a los agresores, ni mucho menos en los que el cantante asuma sus micromachismos (por el contrario, Melendi pide al cielo que sepa comprender los ataques de celos que le entran). Además, muestran una visión estereotipada de la violencia machista, hablando de violencia física y ligándola al consumo de alcohol.

En 2010 Beldur Barik incluyó un concurso de expresiones artísticas contra la violencia machista, abierto a la participación de chicas y chicos. Por lo que me han contado sus impulsoras, las obras presentadas por chicos se caracterizaban por eso mismo, por dirigirse a la víctima y animarla. Ninguna de las obras interpelaba a los agresores ni apelaba a la responsabilidad de los hombres frente a la violencia machista.

Todo esto me ha recordado también a la actitud de muchos hombres de los movimientos sociales, estos que te dicen: «empodérate, compañera». Nos animan a que hablemos en público pero ni se les pasa por la cabeza que para que nosotras cojamos el megáfono conviene que ellos lo suelten de vez en cuando.   Apoyan nuestro proceso de empoderamiento (bueno, menos cuando se sienten amenazados por él), pero ni se les pasa por la cabeza iniciar su proceso de desempoderamiento, de renuncia de sus privilegios por ser hombres.

No me malinterpretéis: me parece genial que a los hombres les preocupe la situación de las mujeres y que traten de apoyarnos. Pero esa es la parte fácil, la parte que no les lleva a revisarse, a cuestionar sus propias actitudes. La parte difícil es entender que la violencia machista no es eso de los hombres que pegan a sus mujeres, eso que nada tiene que ver con ellos. Las agresiones físicas son la punta del iceberg. Así lo explica Ander Izagirre en su artículo En los zapatos del asesino, escrito después de asistir a una conferencia del gran Miguel Lorente:

Pero el machismo no son sólo los estallidos. El machismo es un paisaje: un terreno amplio y común de desigualdades, en el que el poder y la autoridad de los ámbitos públicos sigue en manos abrumadoramente mayoritarias de hombres, y en el que muchas relaciones de pareja están marcadas por el dominio habitual del hombre sobre la mujer; ese es el paisaje en el que arraiga la violencia, más sutil o más brutal, física o psicológica, en el que encuentra justificaciones, un cierto amparo o una indiferencia que le deja hacer. Ese es el terreno abonado del que brotan, de repente, los estallidos.

Ojalá entendiéramos que ese terreno lo abonamos entre todos y todas. En ese artículo, Izagirre recordaba un dato muy preocupante que dio Lorente:

Y diría que el asunto de la indiferencia atañe especialmente a los hombres. Es significativo lo que ocurre con el 016, el teléfono confidencial para maltratadas: cuando la persona que llama para pedir ayuda no es la víctima, sino alguien de su entorno, en el 80% de los casos son amigas, madres, hijas, hermanas… Sólo una llamada de cada cinco la hacen hombres. O sea, que en general estamos a por uvas.

Mi compañera de Kazetarion Berdinsarea, Maite Asensio, da algunas ideas en este análisis publicado en Berria sobre lo que pueden hacer los hombres. Traduzco algunos fragmentos para quienes no sepáis euskera:

Para hacer frente a la violencia sexista, el empoderamiento de las mujeres resulta imprescindible (…). Pero a veces eso no es suficiente, y además también sería injusto: ¿dónde está la responsabilidad de los hombres? (…) Frente al machismo, la mayoría de hombres se consideran neutrales, ¿pero cuántos han han alzado la voz para decirle al de al lado que su comentario sexista sobre  la falda de la compañera de trabajo es completamente inapropiado? ¿Cuántos dicen pese a ello que no pueden hacer nada contra la violencia sexista? La prevención hay que hacerla antes de que la violencia llegue a su nivel más intenso. Cuando el amigo de la cuadrilla ignora los gestos de alejamiento de la mujer con la que intenta ligar y la agarra de la cintura una y otra vez. (…) Desde la confianza que da la amistad, desde tu posición de referente para él, dile: «Te estás pasando, la chica ha dicho que no y tú lo tienes que respetar».

Me gustaría que los hombres que lean esto repasen situaciones en las que han tolerado comentarios, actitudes y hasta agresiones machistas. Que repasen situaciones en las que ellos mismos han incurrido en micromachismos, en esos comportamientos sutiles que minan la autonomía y la autoestima de las mujeres perpetuando las desigualdades. Me gustaría que esas fueran las preocupaciones de los artistas comprometidos que dedican canciones contra la violencia machista. Qué pueden hacer ellos ante el machismo de los hombres que les rodean, y qué pueden hacer ellos contra su propio machismo. Me gustaría que esa toma de conciencia se reflejase en sus letras cada vez que hablen sobre el amor y las relaciones, y no sólo en el gran gesto de dedicar una canción a la violencia machista.
*
Una de las ganadoras de Beldur Barik 2010 fue Olaia Aretxabaleta. Su canción «Ez zaitut entzungo» se convirtió en un éxito. Ahí os la dejo. Decía cosas como «Eta nahi zaitut nire alboan ze zure besoak ematen didate niri bero, baina ez naiz inoiz sentitu preso» (Te quiero a mi lado porque tus brazos me dan calor, pero nunca me he sentido presa) A las chicas también nos toca revisar nuestras actitudes, claro, ver lo enganchadas que estamos al ideal del amor romántico, a los malotes, al «sin ti no soy nada»… Si tienes entre 12 y 26 años y tienes actitud Beldur Barik, estate atenta o atento a la web, porque a primeros de septiembre se lanzará el concurso Beldur Barik 2011.
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¿Y mañana?

10 Jul

Yo pensaba que me iba a encontrar con una Cuba polarizada políticamente, dividida entre defensores a ultranza del régimen y anticastristas beligerantes. En cambio, nos encontramos a personas que no hablan de castristas y exiliados, de revoluciones y dictaduras. Hablan de lo hartas que están de la doble moneda, de lo mucho que les gustaría viajar, de lo lamentable que es ver que la gente que progresa económicamente se deje llevar por el consumismo y la ostentación, de lo mucho que valoran tener asegurado el plato de arroz con judías, de que les da rabia no poder invitarnos a dormir en casa por miedo a meterse en un lío, de que las elecciones son un paripé porque a los de arriba no hay quien los cambie y los de abajo ni se sabe de dónde han salido… Eso también es política, claro. Pero me refiero a que nos encontramos con poco mitin y mucho baño de realidad. (más…)

Qué linda es Cuba

24 Jun

Por si alguien no entiende mi obsesión con Cuba, ahí van unas fotos que sacó mi gran compañera de viaje, Beatriz Uriarte Alonso. Le tengo que dar gracias y pedirle perdón en público. A ella le encanta hacer fotos. A mí no, y en mi afán por parecer lo menos guiri posible, la reprimía bastante. Ahora que estoy venga a mirar las fotos, me alegro de que no me hiciera ni caso.

 

El paisaje espectacular de Viñales. Y Miguel y yo en plan "Un país en la mochila"

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Las paradojas del turismo

22 Jun

 

Una servidora esperando a la guagua en Regla. ¿A que parezco cubana? Foto de Beatriz Uriarte Alonso

 

«¿Es tu primera vez en Cuba?» «Sí». «¿Y en América Latina?». «No, estuve de pequeña en Perú, y el año pasado en Colombia. El año que viene espero hacer un viaje a Chile y Argentina». Fue decir eso y morderme la lengua. Turista = Poder adquisitivo y libertad de circulación. O sea, las dos cosas que añora buena parte de la gente. La gran paradoja de Cuba (a mi humilde modo de ver) es que depende del turismo, pero que el contacto con el turismo es una de las grandes amenazas para el sistema, porque hace recordar todo el rato lo que no se tiene y se desea.

Por ejemplo, sorprende la obsesión por viajar. Al fin y al cabo, viajar por placer es un lujo que se puede permitir una ínfima minoría de la población mundial. ¿Estará la población de Bolivia, Sri Lanka o Etiopía tan emperrada con la idea de ver mundo? Lo dudo. Creo que se debe a estar todo el rato conociendo a viajeros que te recuerdan que tú no puedes hacer lo mismo. (más…)

Perrea y rumbea

16 Jun

 

Una pareja baila rumba afrocubana en el Callejón de Hamel, La Habana. La foto, de Bea o mía; no lo recuerdo

 

Si alguien piensa viajar a Cuba con el objetivo de bailar salsa, que se busque otro destino. Salir de fiesta en sitios de cubanos y bailar casino (como se le llama a la salsa en Cuba) es incompatible. Al menos en La Habana. En Trinidad está la Casa de la Música, unas escalinatas al aire libre donde sí que se baila salsa entre genios cubanos del baile y extranjeras experimentadas (algunas, casadas con los genios del baile). También hay alguna pareja entrañable de guiris torpes que hacen lo que pueden. Se disfruta mucho mirando, te sacará a bailar bastante gente, y alguno te ofrecerá una clase particular. Nosotras la aceptamos y nos gustó.

Por cierto, lo mejor es bailar con los viejitos. Bailan a la vieja usanza, con mucho gusto y poco afán de exhibirse. Ah, y no os pongáis a la defensiva si no queréis ligar, porque el baile es sagrado; es curioso que, creándose tanta intimidad, sea un espacio tan respetuoso. En fin, si os gusta la salsa, después de bailar con cubanos en Trinidad, os costará encontrar otra pareja de baile que os llene.

Pero decía que está complicado bailar casino (o merengue, o bachata) porque el reggaeton está hasta en la sopa. El Gobiero intenta limitarlo, pero es imparable. Está en las discotecas, en los taxis, en las cafeterías, en las casas (a la gente le flipan los videoclips)… Yo lo llevé bien porque… Tengo que confesarlo: soy feminista y me gusta el reggaeton. ¿Por qué? He encontrado la respuesta en esta canción de Calle 13: «Cambia esa cara de seria, de intelectual (…) Yo sé que a ti te gusta el pop-rock latiino, pero es que el reggaeton se te mete por los intestinos, por debajo de la falda como un submarino». Pues sí. Es pegajoso, primario, burdo… Pero funciona. (más…)

Trágatelo tuti

13 Jun

 

El zapatero del barrio pega un impúdico repaso a Bea

 

«¡Parecen cubanas!», nos suelta un mulatón despampanante que pesca en una playa paradisíaca en calzoncillos blancos de Dolce y Gabanna. Nos morimos de la risa. Nos han tomado por alemanas, italianas, francesas, rusas… Y pretende que nos creamos que parecemos cubanas, luciendo palidez rojiza en bikini. Se pasará el resto del día cortejándome: «Qué cuerpito más lindo tienes. ¿Tú eres modelo en Bilbao? Pues deberías». Y me susurra en el mismo tono confidencial en el que me ha ofrecido cocinarnos pescado (lo cuál es ilegal): «Vente a caminar conmigo. Vamos a bañarnos juntos». Yo le digo que ni de coña, que él flipa. Y me contesta: «No, si yo no quiero follal (los cubanos no dicen «follar», sólo cuando quieren dárselas de hablar nuestro idioma), eso está en vuestra cabeza, que no pensáis en otra cosa. Yo sólo quiero jugal«. (más…)

Dientes de oro

11 Jun

Un hombre recoge los alimentos para un mes que le corresponden según la cartilla de abastecimiento. Foto de Beatriz Uriarte Alonso

 

«¿En pesos cubanos o en CUC?», es probablemente la pregunta que más repiten los turistas en Cuba. Si en algo están de acuerdo todas y todos los cubanos (al menos con los que nos hemos encontrado), incluso los más entusiastas de la Revolución, es que lo de la doble moneda es una putada. Algunos turistas se quejan de que es un lío y de que hace que los precios sean prácticamente europeos (y por lo tanto no podamos ponernos las botas a comprar por cuatro duros), pero para los cubanos es directamente insufrible, y está detrás de buena parte de las injusticias que vive la población. La economía no es lo mío, ni voy a entrar en las causas que han originado esta situación. Sólo me voy a limitar a contar las situaciones y desagravios a los que hemos asistido en nuestra corta estancia.

La moneda nacional es el peso cubano, pero en 1994 se introdujeron los pesos convertibles para facilitar la inversión extranjera y el envío de remesas. 1 CUC equivale a un dólar americano (haceros a la idea que los precios que voy a dar son ligeramente inferiores en euros). 1 CUC son 25 pesos cubanos. La cuestión es que el CUC ha ido ganando terreno. Un modelo segregado en el que los turistas pagasen en CUC y los cubanos en pesos plantearía probablemente ciertos problemas, pero la situación actual es bastante peor: son cada vez más los establecimientos en los que sólo se puede pagar en CUC, y los productos que se adquieren usando esa moneda. Los cubanos se encuentran con que ganan un sueldo en pesos cubanos que al cambio resulta mísero (bueno, es mísero en general: 300 pesos cubanos, o sea unos 12 CUC), pero que tienen que gastar a menudo en CUC a precios desorbitados. Por ejemplo, la mujer de la casa en la que nos quedamos en La Habana se puso a buscar por los puestos del barrio chino una nueva alcachofa para la ducha, porque se le había roto. Pues costaba 10 CUC. O sea, prácticamente el sueldo de un mes de las personas que trabajan para el Estado. (más…)

El taxista santero

7 Jun

Tremenda tormenta, fotografiada por Beatriz Uriarte Alonso. Íbamos de Trinidad hacia La Habana

 

Me encantan los taxistas. No sé si estaréis de acuerdo, pero a mí me parece que cuando una viaja por ahí siempre dan un montón de pistas sobre la idiosincrasia del país. Recordaréis que en Colombia me marcó el taxista uribista, un joven exmilitar que llevaba tatuado en el pecho Made in Colombia. Cuba no es el mejor país para charlar con taxistas, porque acostumbran a llevar el reggaeton a un volumen de volverse loca. Pero hubo una excepción de lujo: el taxista santero. (más…)