Cuerpos de feministas cubanas: Sandra Álvarez

23 Dic

Sandra Álvarez. Bloguera

“La sociedad me ha recordado todo el tiempo que soy negra”

Fuente: Havana Times

‘Negra cubana tenía que ser’ es desde hace años un blog feminista y antirracista de referencia, dentro y fuera de Cuba. Pensaba contactar con su autora, Sandra Álvarez, para poder entrevistarla en Cuba, pero ella se me adelantó. Es la magia de las redes sociales. Sandra vio un comentario que dejé en el blog de Yasmín, me buscó por Facebook y me mandó un mensaje privado hablándome de su blog e interesándose por el mío. Le respondí eufórica, nos hicimos amigas virtuales y me propuso participar en una mesa redonda junto con las raperas Krudas Cubensi, una iniciativa en la que demostró su decisión y valentía, porque el discurso y el estilo arrollador de las Krudas, emigradas a Texas, resulta muy incómodo para el feminismo institucional cubano.

Una se siente a gusto con Sandra desde el minuto uno. Tal vez porque te recibe con una sonrisa blanco nuclear y unos ojos vivarachos que transmiten alegría y pasión. O porque su voz potente y su forma de hablar clara, sin rodeos ni titubeos, hacen confiar en que no se calla nada, ya esté hablando de su vida, del racismo en el imaginario social, del elitismo blanco del feminismo institucional o de lo que a ella, que se define como revolucionaria, le indigna del sistema político cubano. Defiende que las mujeres negras lideren su propia lucha, porque sabe que ni la Revolución, ni los hombres negros ni las feministas blancas van a atender sus demandas.

¿Ha influido ser feminista en la relación que tienes con tu cuerpo?

Es algo que no he pensado si quiera. Siempre he tenido un cuerpo que responde a la norma, como tampoco lo hacen los de casi todas las muejres. Soy negra, tetona, más bien gorda. Pero mi identidad feminista no me ha llevado, al menos conscientemente, a tener una posición determinada hacia mi cuerpo. Siempre me he aceptado así como soy. Escuché a una vaca sagrada del feminismo que cuando ella veía a feministas muy acicaladas, vestidas femeninas, pensaba que ahí el feminismo tenía sus brechas. Me pareció algo absurdo, pero ni siquiera me hizo pensar demasiado.

¿Estás a gusto con tu cuerpo?

Sí. Ahora estoy haciendo una dieta, pero por salud. Siempre he sido entre comillas una gorda militante, que se siente bien con su cuerpo.

¿Crees que hay una especie de normatividad estética feminista?

Acuérdate de que en Cuba te pones lo que puedes, no puedes escoger. Yo visto con lo que puedo, lo que me regalan, pero que me quede cómodo. Ya puedo ir de jeans o de saya. Me gustan mucho los vestidos africanos, pero eso no tiene que ver con el feminismo sino con la cuestión racial.

No te pintas las uñas, llevas el pelo corto…

Aquí un por ciento importante de mujeres cumple con todo lo que tiene que cuidar una mujer: las pestañas, las cejas, los labios, las uñas de las pies… Yo nunca he tenido que ver con ese patrón. El hecho de ser negra me ha permitido no ubicarme en los cánones establecidos de belleza. Yo critico esos cánones, pero no pertenecer a ellos me ha dado ventaja. Soy una mujer fuerte, no cumplo con esa imagen de fragilidad de las mujeres blancas. Yo siempre he ensalzado ser descendiente de cimarrona, de esclava. Así que no me ha preocupado pintarme los labios. Esos hábitos me parecen una pérdida de tiempo que nada tiene que ver con la higiene. Mira esas uñas de silicona que no te dejan ni coger un papel. Yo no me he sentido presionada por seguir ese modelo; tal vez otras mujeres sí. Tengo una vecina fiscal a la que le obligan a ir a juicio con tacones y que no podía llevar blusa escotada. Hasta dónde llegan. Muchas negras llevan el pelo laciado.

Dices que en Cuba el feminismo nació con las mujeres negras.

Eso lo dijo Inés de María Martiartu, coeditora del libro Afrocubanas, que ganó el premio Casa de las Américas con un texto sobre afrofeminismo cubano que defiende esa tesis. Desde que llegaron los barcos negreros, las mujeres negras tuvieron que hacer por preservar su familia, muchas veces fueron separadas de sus esposos, las violaron… Eso les llevó a rebelarse ante el sistema social que les oprimía. También había muchas mulatas, pardas y negras libres, mujeres que trabajaban. Las feministas de entonces pedían en los congresos algo que las negras ya hacían: salir a la calle, trabajar. Pero sus reivindicaciones y conquistas eran diferentes: les importaba un comino el voto, les preocupaba llevar comida a casa. Pero como la historia está escrita por blancas, para éstas el feminismo empieza con la Guerra de la Independencia, cuando Ana Bentacourt pidió incluir los derechos de las mujeres en la Constitución. Pero hay que destacar también aportaciones como la revista Minerva, de mujeres negras y mestizas que hablaban del tema racial. Las blancas no se dan cuenta de que las negras han tenido una historia completamente diferente. Desgraciadamente, muchas veces nuestra lucha no está ligada ni a las mujeres blancas ni a los hombres negros. Es nuestra lucha, la de las mujeres negras.

¿Y ahora cómo estáis las mujeres negras en Cuba?

Ahora estamos de placer. Que dos intelectuales negras, Zuleica Romay e Inés M. Martiatu, la una presidenta del Instituto del Libro, y la otra impulsora del proyecto Afrocubanas, recibieran el Premio Casa de las Américas, ha sido importantísimo.

El feminismo académico e institucional ¿sigue siendo blanco?

Sí, sigue siendo blanco y elitista, que me perdonen las compañeras. A veces tú lees sus investigaciones y ensayos y tú dices: ¿de qué mujer cubana estamos hablando? Y yo pienso que es un feminismo conservador. Todo lo reducen a que las mujeres en Cuba somos el 67% de la fuerza técnica, que todas sabemos leer y escribir, somos técnicos medios universitarios, todas tenemos derecho al aborto, al sufragio desde hace muchísimo tiempo… Pero luego hay temas como el de la prostitución que ni se debaten. En relación a las lesbianas he percibido cierta actitud de lástima: «Pobres, son diferentes, yo las acepto, es un fenómeno que hay que tener en cuenta… Pero es otro fenómeno». En los estudios de género apenas se habla de sexualidad, y cuando se habla todo es relativo a las mujeres heterosexuales: las lesbianas y bisexuales no existen. Y sigue sin tratarse el tema racial.

¿Y de qué habría que hablar?

La mujer negra está expuesta a mucho más sexismo y discriminación. Por ejemplo, en el imaginario social, si ven a una negra vestida de una determinada manera, la gente presupone que es jinetera; de una blanca vestida igual, pensarían que tiene familiares en Miami. Investigar ese tipo de fenómenos sería interesante. La mayoría de las mujeres que trabajan en shoppings [tiendas que venden en divisas, orientadas al turismo y privativas para la población cubana] son blancas; las que venden en el mercado informal, son negras o mestizas.

Me decía Isabel Moya que en el sector turístico sólo se contrata a cierto perfil de mujeres: mulatas claras, jóvenes y bonitas.

Sí, Cuba vende la imagen de una isla mestiza, con mujeres tan bellas que los hombres no se pueden resistir. Y todo es un cuento que ya no sé ni quién se cree. A mí me hubiese encantado que una feminisma negra me diese un módulo en la maestría porque yo me he tenido que inventar mi feminismo negro, me he formado sola, leyendo clásicos que por suerte mis amigas y amigos me han mandado del extranjero.

¿Cómo te iniciaste en el feminismo y el antirracismo?

No puedo decirte ni fecha ni momento. Siempre he sido una mujer diferente, lo que en Cuba se llama “echada para adelante”. Siempre tuve mis ideas, pensé lo que me dio la gana, hice lo que me dio la gana. Estudié Psicología en una buena escuela. Yo procedo de una familia de muchas mujeres: somos cuatro hembras y un varón criadas por una mujer. Siempre digo que me ha marcado mas ser negra que ser mujer. Yo pudiera ser hasta transexual, porque es un tema que no me despierta tanta angustia como el tema racial. De chiquita fui muy lista, y cuando eres lista y tienes que competir con los blancos… Te das cuenta que eres negra. Estudié en una escuela en la que, sin ser una escuela para blancos, el 90 o 95% de los estudiantes eran blancos. La sociedad me ha recordado todo el tiempo que soy negra. Hubo uno momento en el que tomé una posición militante, que se cristalizó en el blog ‘Negra cubana tenía que ser’. Soy negra cubana, soy como me da la gana, soy una mujer instruída, capaz de hacer muchísimas cosas. Mi madre nos hizo conscientes desde pequeños que somos negros y por eso teníamos que estudiar mucho. Nos decía: «Yo soy costurera. Si queréis un futuro mejor tenéis que estudiar». Por momentos sentí que me acercaba al paradigma blanco, pero luego subvertí esa idea, pensé que puede haber un paradigma negro o que simplemente soy Sandra y no necesito paradigmas. Por todo ello, para mí el tema racial ha tenido más peso que el de género. Creo que mi vida ha sido más difícil por negra que por mujer. Bueno, en realidad va unido. Toda mi carrera de Psicología quería tener un novio negro, pero los negros miraban a las blancas. Y a mí las blancas me dijeron más de una vez: «Lo único que te falta es ser blanca», como si fuera un halago, y para mí eso es terrible.

¿Hay racismo institucional en Cuba?

Si, no me cabe la menor duda. Y cuando la gente dice: “Siempre ha sido así”, la discriminación se sigue replicando.

El Gobierno es muy complaciente, se limita a recordar los logros… 

Es un tema difícil, pero que sea difícil no se puede convertir en justificación. ¿Que son muchos siglos? Sí, pero si hay gente que piensa diferente, es porque es posible pensar diferente. Las causas son muchas y son anteriores a la Revolución. Pero también es verdad que muchos que se dicen revolucionarios son unos racistas de mierda que no quieren tener un negro en su familia. Gente que ni siquiera tiene un discurso racista sofisticado, que dicen cosas tan simplistas como que los negros llevamos el baile en la sangre. Es un racismo tan burdo y tan elemental… La Revolución, no sé si conscientemente o no, reprodujo ese racismo, y se sigue reproduciendo, en las instituciones, entre los funcionarios… Pero ni se dan cuenta. Y luego hay otros que quieren ser tan civilizados que te dicen: “Yo soy racista, pero tengo que luchar contra eso”. Si en Cuba el racismo se considerase contrarrevolucionario, nadie haría esas confesiones. Pero se sigue considerando una cuestión menor. Puedes decir que eres racista y no pasa nada.

¿Te han juzgado como contrarrevolucionaria por ser crítica?

Sí, pero cuando siento que la gente me mira raro les digo: «Yo soy más comunista que tú aunque no tenga carné, así que no me vengas con ese cuento. Creo en muchísimas cosas que ha hecho la Revolución, pero también creo que ha hecho muchas mal. Y hay evidencias. Esteban Morales habló sobre la corrupción en Cuba y lo sacaron del partido. Mira ahora cuanto gente corrupta han sacado de los ministerios. ¿Por qué tenemos que esperar a que el Miami Herald hable de los muertos en el Hospital Psiquiátrico? ¿Por qué no son los periodistas de aquí quienes lo publican y piden responsabilidades?

Organizaste un coloquio con las raperas Krudas Cubensi. ¿Te identificas con sus discursos como feministas antirracistas?

Ellas se definen como feministas radicales y yo no sé, pero resulta que coincido con ellas más de lo que pensaba. Pero para ellas todo pasa mucho también por el tema lésbico, y para mí no necesariamente. Yo siento que tengo mucho más que obtener en el tema racial que en de la diversidad sexual.

¿No militas a favor de la diversidad sexual?

Yo me veo acompañando en esa lucha, pero no es central para mí. Yo es que no tuve que salir del closet: el día que quise estar con una mujer, estuve y ya, no me sentí reprimida. Yo soy una mujer independiente, vivo con mi hija, que es un ser amoroso para el que eso no supone un conflicto. Es que creo que mi posicionamiento es diferente al habitual cuando se trata la diversidad sexual en Cuba, y que no se me va a entender. El discurso hegemónico sigue anclado en las feminidades y masculinades tradicionales. Yo por ejemplo estoy loca por estudiar la masculinidad en las mujeres. Pero no quiero obstaculizar el proceso que se está viviendo, porque se están obteniendo muchos logros que ha costado mucho conseguir.

Entrevistas anteriores en esta serie*:

Krudas Cubensi, raperas que cantan a las negras, a las pobres, a las gordas

Yasmín Silvia Portales Machado, activista: “¿Por qué uso velo? Porque soy feminista y visto como me da la gana”

Marilyn Solaya, realizadora: “Hay gente que no me perdona haber sido bella”

Isabel Moya, periodista: “El feminismo me ayudó a sentirme feliz en mi cuerpo, aunque esté en silla de ruedas”

*La serie parte de una propuesta de Gisela, una de las minimecenas de mi proyecto cubano, de preguntar a feministas cubanas sobre la relación con sus cuerpos.


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11 Respuestas para “Cuerpos de feministas cubanas: Sandra Álvarez”

  1. Kilmeny 7 enero, 2013 en 14:37 #

    Genial la entrevista! Sigo ese blog desde hace tiempo y me encanta! Concuerdo con ella en muchasssssss cosas!

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  1. José Antonio Peñas - 24 diciembre, 2012

    Saber que hay gente así te levanta el ánimo. Cuerpos de feministas cubanas: Sandra Álvarez – http://t.co/0YhNd9I4

  2. Conas Ceives - 25 diciembre, 2012

    "A nosa loita non está ligada nin ás mulleres brancas nin aos homes negros.É a nosa loita, a das mulleres negras" http://t.co/hLCl0Lc8 #Cuba

  3. June Fernández - 26 diciembre, 2012

    Entrevista que le hice a @negracubana el pasado enero: "La sociedad me ha recordado todo el tiempo que soy negra" http://t.co/R4cGrrvW

  4. 1001medios - 26 diciembre, 2012

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  5. Ana C. Fuentes - 27 diciembre, 2012

    ¡Me encanta! –> @marikazetari Cuerpos de feministas cubanas: Sandra Álvarez – http://t.co/wKZO8jBP

  6. Javier F. Barrera - 27 diciembre, 2012

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  7. María José Mesa Olea - 27 diciembre, 2012

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  8. Alexis Romay - 28 diciembre, 2012

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  9. Bitacoras.com - 28 diciembre, 2012

    Información Bitacoras.com…

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  10. Oti - 3 enero, 2013

    Entrevista que le hice a @negracubana el pasado enero: "La sociedad me ha recordado todo el tiempo que soy negra" http://t.co/R4cGrrvW