Si no puedo perrear, no es mi revolución
24 Jul
He decidido mudar este contenido a Pikara Magazine ya que sigue siendo muy consultado y quería contextualizarlo bien (a fecha de 2019). Lo puedes leer aquí.
24 Jul
He decidido mudar este contenido a Pikara Magazine ya que sigue siendo muy consultado y quería contextualizarlo bien (a fecha de 2019). Lo puedes leer aquí.
21 Sep
En Managua, cuando tomas un taxi no dices la calle y el número, sino que das referencias. Por ejemplo, La Corriente está «del Canal 10 [una emisora de televisión] una cuadra y media al lago». Esa es la dirección, lo que pondríamos literalmente en el sobre si queremos mandarles una carta. La mayoría de calles no tienen nombre conocido. «Es una cuestión de desorden de los nicas», me dicen. (más…)
14 May
María, autora de Las princesas también friegan, nos propuso sacarnos fotos quemando nuestros sujetadores, en plan gesto nostálgico hacia las feministas estadounidenses de los años setenta. Ahí va mi foto. No quemé el sujetador porque vale una pasta. Pero me apetecía apoyar a María y, además, tratar este tema en mi blog.
En alguna otra ocasión ya he dicho cómo me tomo estas cosas. Coincido con la teoría queer en que desde pequeñas nos imponen una serie de «prótesis» (es el concepto que usa mi queridx M en Conflicto, y que me encanta) cuya función es remarcar la diferencia sexual, recordarnos que somos mujeres y no hombres, con todo lo que esto supone. Desde pequeñas, las que nos sentimos encantadas de la vida con el color rosa y queremos ser princesitas, nos probamos los tacones, el pintalabios y el esmalte de uñas de nuestras madres (bueno, en mi caso, de mi abuela y mi tía, que mi madre pasaba de esas prótesis). Recuerdo lo ansiosa que estaba por empezar a depilarme, y la ilusión que me hizo cuando mi madre me regaló los dos primeros sujetadores, después de años empeñada en usar top (pese a no tener tetas) y más años todavía empeñada en llevar las dos piezas de bikini en la playa (pese a que mi familia era nudista). Vaya, que mientras que la feminidad era una imposición horrorosa para muchas niñas, a mí me encantaba sentirme una mujercita.
Pero lo que quería decir (que ya me estoy enrollando) es que no estoy en contra de esas prótesis, sino a favor de cuestionar su uso y, a partir de ahí, hacer lo que nos dé la gana. En concreto, estoy a favor de usar las prótesis una vez que nos hemos demostrado a nosotras mismas que no las necesitamos. Es decir, primero hagamos el ejercicio de aceptarnos al natural, y después usemos lo que nos parezca estético o divertido. (más…)
10 May
Quienes me sigáis sabréis que soy una firme defensora del 15-M. En el último año he asistido a mucho escepticismo e hipercriticismo tanto desde la derecha como dentro de los movimientos sociales en los que participo. Mucha gente piensa que no queda nada del 15-M, que se diluyó cuando se levantaron las acampadas. Otra mucha gente piensa que no está consiguiendo nada. No es casual que no nos enteremos de las conquistas de un movimiento que busca transformar la sociedad, que cuestiona el status quo y arremete contra quienes ostentan el poder.
Yo creo que el 15-M (lamentablemente, me pilló en Cuba) fue una pasada, una reacción colectiva muy potente, espontánea, que nadie esperaba, que los medios intentaron silenciar sin lograrlo, que reunió a personas de lo más diversas, las sacó de la apatía o la desesperanza y las movilizó. Quien esperase revoluciones milagro se habrá decepcionado. Yo creo que no sólo es un buen recordatorio de que es factible unirnos y hacer mucho ruido contra este sistema podrido, sino que hay que valorar el mosaico de pequeñas grandes cosas que han salido de ese movimiento.
En muchas ciudades hay asambleas que siguen activas, que paran desahucios y redadas, que okupan edificios y les dan vida, que crean grupos feministas y transmarikabollo de los que surgen debates y acciones contra el heteropatriarcado… Hace poco estuve en Cádiz, por ejemplo, y, pese a que no pudieron parar el desalojo de Válcarcel, quienes participaban en ese espacio (nacido del 15-M) aún siguen luchando por espacios autogestionados, y cuentan lo chulo que ha sido conocerse y unirse personas tan diferentes: militantes de izquierda, intelectuales, personas en exclusión social, artistas, etc. Y así en tantas otras ciudades. Es muy importante contribuir a que esas iniciativas no se desinflen, sino que se consoliden y multipliquen.
Luego está el feminismo. Como he dicho, una cuestión importante es que el 15-M ha servido para que la gente joven que no participaba en el feminismo haya creado sus propios espacios de debate y activismo. Hemos publicado en Pikara Magazine un análisis de Joana García Grenzner en el que repasa lo que ha aportado el feminismo al 15-M, pero también lo que ha aportado el 15-M al feminismo. Os copio esa parte:
En las plazas confluimos mujeres, lesbianas y trans con propuestas cercanas al feminismo radical, de la diferencia, transfeminista, queer, de la igualdad… Desde diferentes movimientos, orígenes, espacios, edades y clases, fuimos capaces de construir una agenda común y mantenerla el 25N, el 8M… y, al mismo tiempo, de abordar debates con posturas divergentes sobre temas como la prostitución o el uso del velo, que atraviesan el movimiento feminista, desde el respeto, el reconocimiento y el cuidado mutuo.
Un año después, es un buen momento para pensar cómo mantenemos la diversidad, la confluencia, la energía y el compromiso que hemos desplegado en estos doce meses de camino compartido; cómo nos relacionamos con feministas de estructuras partidistas y sindicales que han vuelto a la calle en la fase de oposición y de reflujo de la multitud sin siglas , y cómo afrontamos de forma articulada y unitaria la ofensiva misógina desatada por el PP.
Efectivamente, creo que urge generar un espacio de encuentro, mantener fuerte un frente común para responder a esta ofensiva que cada vez da más miedo. Silvia L. Gil, autora del libro ‘Nuevos feminismos. Sentidos comunes en la dispersión’, plantea este necesidad y, en la presentación que realizó en Bilbao, puso al 15-M de modelo al que mirar para unirnos en torno a unas reivindicaciones comunes y a la vez mantener la diversidad de discursos y prácticas que caracteriza al feminismo.
Así que el sábado participaré en los actos del #12M15M porque, con la que está cayendo, creo que es la posibilidad más viable e ilusionante que tenemos para ser capaces de reaccionar de forma potente y unitaria. «This is our best shot», que diría en inglés (no me sale una expresión similar). Es hora de aparcar recelos y reservas, y confiar en este movimiento global.
Eso sí, recordando siempre que ¡LA REVOLUCIÓN SERÁ FEMINISTA O NO SERÁ!
Consulta las acciones en tu ciudad
25 Abr
Esta vez sí que acerté. Fui Bruno, un bloguero con muchos followers, escritor de relatos intentando rentabilizar el auge tuitero. Modernillo, algo creído, aparentemente progre, abierto incluso al rollito queer. Os conté que en octubre hice mi primer taller de drag king (el primero que organizó Pikara con M en Conflicto), y que no acerté porque el chavalito rapero en el que intenté convertirme no tenía nada que ver conmigo. Esta vez, Bruno (que es más o menos como me he imaginado que sería de haberme socializado como hombre) me permitió no tener que tratar de interpretar. Me limité a intentar deconstruir los artificios de la feminidad y a reproducir algunos patrones de masculinidad hegemónica . Fue un ejercicio interesante, pero incompleto. Repasemos sensaciones curiosas, algunas bastante patéticas, pero no por ello menos jugosas para la reflexión: (más…)
29 Feb
Ahora que ya he dejado muy atrás la edad del pavo, que miro de frente al malote que me hacía bullying en clase cuando me lo cruzo por el barrio, que he aprendido bastante a reírme de mí misma, y que las burradas que me dicen los trolls convierten las burlas del insti en caricias, he decidido salir del armario. Me llamo June Fernández Casete. Sí, sí, Casete, como las cintas, pero con una ese y una te. Yo, que soy como un libro abierto, me guardo medio en secreto muy pocas cosas. Una de ellas es mi segundo apellido. Me ha parecido una faena, motivo constante de cachondeo, pero a día de hoy cada vez me gusta más: gracioso y con muchas posibilidades.
Que se lo digan si no a Ander, que desde que se enteró me ha dedicado bromas como “entonces, cuando se quedó embarazada de tí, tu madre estuvo en-cinta” o “qué buen apellido para una maqueta”. Ander se ha dado cuenta además de que yo soy ‘casetari’ y, por tanto, bien podría haber bautizado mi blog como ‘Mari Casetari’ o, directamente, ‘Mari Casete’. Y Maite me grita «Caseteee» en tono ‘Muchachada Nui’. Que duda cabe que si algún día me hacen algo similar a un Celebrities, mi apellido dará mucho juego.
Además, la gracia del apellido es que su significado varía de unas generaciones a otras. Saco este tema animada por Lucía, que me pasa por Facebook la noticia de que el cassette cumple 50 años (no he podido ver el vídeo aún porque escribo con mala conexión). Antes de su nacimiento, nuestro ilustre apellido era original, pero sin más implicaciones. Cuando aparecieron las cintas, mi bisabuelo, Ventura Casete Casete (sí, doble pletina, hijo de madre soltera), zapatero gallego que ya peinaba canas, dijo a sus hijos: “vaya por Dios, qué bajo hemos caído, que ya estamos de oferta”. Mi madre y mi tío fueron la primera generación en sufrir el apellido. Para cuando yo llegué a la adolescencia, el cassette ya estaba en riesgo de extinción: “ahora te tienes que pasar a cedé”, me decían. O a minidisc. Yo no lo tenía tan mal, porque la gente no se enteraba de mi segundo apellido más que el primer día de clase, cuando leían la lista con todos los nombres completos. Imagino que a mi prima, que lo tiene de primero, le han tocado más vaciladas. A su hermano pequeño, en cambio, el declive de este emblemático soporte le ha sentado bien. Apenas le toman el pelo, puesto que a sus compis de 2º de ESO, conectados al Spotify y el Ipod, eso del cassette les suena a prehistoria. (más…)
21 Nov
Un mapa teñido de azul ilustra la mayoría absoluta del PP en las elecciones de hoy. Tenía tan asumido que esto iba a pasar, que no me provoca grandes reflexiones. Sin embargo, se me ocurre que ese color azul que lo inunda todo le va como anillo al dedo a las fotos que ha dejado esta noche electoral. Ha sido una gran victoria para la derecha, pero también para el androcentrismo. Sólo una candidata, Rosa Díez. Sólo una mujer entre quienes ocuparán los siete asientos de Amaiur en el Congreso de los Diputados. Mayoría absoluta de hombres en el debate de TVE; total en el de ETB2. Cuando en TVE se ha pedido un titular a los directores de los principales periódicos, hemos vuelto a recordar que no hay ninguna mujer al frente de los diarios más leídos.
Las mujeres han ocupado durante la campaña y durante esta noche un lugar secundario y, sobre todo, ornamental. Ana Blanco, Pepa Bueno y Ana Pastor (impecables, eso sí) se dedican a recabar opiniones de expertos. Elena Valenciano y Ana Mato cumplen con el arquetipo de «gran mujer detrás de un gran hombre». Sí, detrás, y sin poder. Por no hablar de las esposas de los mandatarios. Me ha indignado ver que tanto el PSOE como el PNV han dispuesto a sus militantes de forma que el líder apareciera en la televisión rodeado por mujeres. Mujeres que no tienen ni nombre ni voz. No me sirve que Amaiur prometa hacer política feminista, si no es capaz de algo tan básico como garantizar la presencia justa de mujeres en puestos de poder.
Me indigna que así las cosas tanta gente siga pensando que activar medidas para la paridad supone discriminar a los hombres y reducir a las mujeres a una cuestión de cuotas. Se ve que es mejor ser mujer-florero que mujer-cuota. También me enerva saber que mucha gente pensará al leerme: «ya está esta pesada con su disco rayado». Como si pedir que la mitad de la población dejemos de ser ciudadanas de segunda fuera una cabezonería, una neura como otra cualquiera.
Concha Caballero publicó el pasado jueves en El País un artículo que me llega a través de Beatriz Gimeno, en el que lamenta la drástica pérdida de protagonismo de las mujeres en el PSOE. Copio un par de fragmentos:
Tras años en los que la igualdad de género fue una seña de identidad de su formación política, la presencia y, sobre todo, el poder político de las mujeres ha decaído abruptamente. Sus grandes mítines y presentaciones públicas son masculinas y patriarcales. Si acaso, alguna mujer oficia de presentadora o telonera de sus compañeros masculinos. Y es que, desde que comenzó la crisis económica, se ha edificado una simbología y un imaginario masculino que ha barrido de escena no solo la presencia de las mujeres, sino todos los debates que afectan al desarrollo social. Además, se ha apelado a construcciones muy arraigadas en el inconsciente colectivo, según las cuales la autoridad y los tiempos difíciles necesitan liderazgos masculinos, centralizados y de edad avanzada.
(…)
Han logrado convencernos de que la economía es neutral en vez de la rama más política e ideologizada de las ciencias sociales. Apelan a que votemos con el bolsillo, no con las ideas. “Ya nos ocuparemos de las demás cosas cuando salgamos de la crisis”, nos dicen. Pero no es verdad. Saldremos de la crisis con el modelo social que hayamos diseñado en estos años. La misteriosa desaparición de las mujeres en campaña, las escasas referencias a la igualdad, el revival de “la mujer de su casa” no es una insignificancia sino un serio aviso de retroceso social.
Efectivamente, en tiempos de bonanza a Zapatero le quedó estupendo declararse feminista, rodearse de ministras que posaban para Vogue y lanzar leyes de igualdad. Pero ahora que hay crisis ya no estamos para esas chorradas; ahora necesitamos a tíos que salven el país de la debacle económica.
El problema es que las mujeres también nos creemos que nuestra presencia en la vida pública es un asunto menor, respecto a otros tan fundamentales como la recuperación de la economía o la lucha por la autodeterminación del pueblo vasco. Esos son el tipo de temas que importan, los que movilizan, los que provocan el hundimiento de algunos partidos y el éxito de otros. Que se respete a la mitad de la ciudadanía se reduce a «el tema de género», «el tema de la mujer», ese que se despacha dedicándole un coqueto apartado rosa en el programa electoral.
Así las cosas, toca volver a lo más elemental, recordar que las mujeres somos la mitad de la Tierra, la mitad de España, la mitad de Euskal Herria, la mitad del electorado, la mayoría en las aulas de Periodismo. Ni Rajoy ni Otegi (si se me permite citarle sin venir mucho a cuento) nos van a salvar de nada. Porque estamos bien jodidas. Y lo seguiremos estando, tanto en una España próspera como en una Euskal Herria libre. Todos los partidos políticos, sean de derecha o de izquierda, están dominados por hombres que, por muy enrollados que parezcan, no van a renunciar a su poder para permitir que las mujeres ocupen el lugar que nos corresponde por ser la mitad de la humanidad. Izquierda Unida y Amaiur son buenas pruebas de ello. Han tenido tiempo para cambiar, y no lo han hecho.
Me da mucha pena, yo que he sido gran defensora de la implicación de los hombres en la lucha por la igualdad, ponerme en este plan, pero es así. A ver si espabilamos de una vez y aprendemos a defender y a priorizar nuestros derechos; un sano egoísmo que de paso sentaría de perlas a esta sociedad tan enferma desde el punto de vista económico, político y moral.
Rectificación: Me he olvidado de Uxue Barkos al afirmar que Rosa Díez es la única candidata. Lo siento.
21 Sep
El otro día quedé con dos amigas en la terraza de La Alhóndiga, ese nuevo centro cultural super moderno, obra del arquitecto Philippe Starck. Para cuando llegué (soy muy impuntual) ya no estaban: habían salido corriendo espantadas por el pijerío que se respiraba. Un espacio público en el que las copas valen hasta 10 euros y el público mayoritario son señoras con la frente estirada. Esa es la apuesta del señor Azkuna. En cambio, el centro social autogestionado Kukutza no tiene cabida en su ciudad de vanguardia. Escribo mientras la policía intenta desalojar el gaztetxe después de semanas de amenaza. Me llaman diciendo que hay muchas personas heridas.
Reconozco que no he frecuentado apenas Kukutza. No por nada, sino porque no suelo ir a Rekalde y no tengo amistades que hagan vida ahí. Pero tengo gratos recuerdos. La primera vez fui a hacer un reportaje para la asignatura de Reporterismo, en 4º de Periodismo. Quedé obnubilada con lo que me enseñaron: biblioteca, todo un piso para hacer malabares, otro con mesas de ping-pong en las que jugaba un equipo de personas con discapacidad… Me pareció una maravilla. No volví hasta dos años después, ya licenciada e inmersa en los movimientos sociales vascos: en Kukutza se celebró la fiesta de clausura de las Jornadas Feministas de Euskal Herria. Mi organización, SOS Racismo, también ha organizado fiestas ahí. Siempre ha sido una asignatura pendiente ir más: al comedor vegano, a los talleres de autodefensa feminista, me enteré hace poco de que dan clases de reggae dance hall… Kukutza siempre es la referencia cuando pensamos en celebrar unas jornadas, un concierto o fiesta. Es el primer sitio que se nos vino a la cabeza tanto para celebrar el primer aniversario de Pikara como el 20 aniversario de SOS Racismo.
En fin, no voy a repasar cómo ha sido todo, a rescatar los motivos del Ayuntamiento ni los argumentos del gaztetxe para que se mantenga ese espacio. Entre otras cosas, porque voy a desayunar rápido, coger la bici y pasar por Kukutza. Sólo quería expresar que es ese el Bilbao en el que quiero vivir y no ese Bilbao de rascacielos, de congresos internacionales, en el que sólo se escucha el ruido de las obras y el tráfico y se silencia a la gente que está intentando hacer de la ciudad un sitio más libre, igualitario, solidario, sostenible, colorido.
¡Hoy mani a las 17 horas desde la estación de Ametzola!
15 Ago
Desde que volví de Cuba, me gusta pensar que soy hija de Changó y de Ochún. Me gusta ver cómo mis amigos derraman sobre el suelo el primer trago de ron (hay que dar de beber a los santos), me gustan los vasos de agua que tienen en casa para honrar a sus muertos, y las pulseras y collares con los que se sienten protegidos. Y no es que la rumba y el ron me hayan nublado el sentido (que también). Es parte de la evolución que estoy teniendo respecto a la religión, la espiritualidad y el misticismo desde que de adolescente me declaraba cien por cien atea.
El año pasado disfruté de una estancia maravillosa en una casa de reposo en la que estaban impartiendo un taller de kundalini yoga (yo participé de forma muy satélite). Se trata de una disciplina de yoga que da más importancia a la parte espiritual y energética (sea lo que sea eso) que a hacer posturas imposibles. Por las noches cantábamos mantras: se supone que cada canción genera una vibración en nuestro cuerpo que propicia sentir una emoción positiva (puede ser paz, serenidad, alegría, etc.). Os podéis creer lo de la vibración (yo lo sentí así) o podéis pensar que simplemente cantar en grupo mola y sienta bien, tanto me da.
A lo que voy es que las diferentes religiones del mundo tienen muchas cosas en común: rituales para celebrar la vida y la muerte, rezos y cantos, los rosarios, la costumbre de dar gracias por los alimentos… Creo que las personas necesitamos tener ritos. Me parece un error prescindir de ellos. Las religiones han hecho mucho daño, han promovido una moral rancia y masoquista, han servido para defender los intereses de los poderosos y oprimir a los que pensaban diferente… Estar luchando contra la hegemonía de la iglesia católica me parece un logro importantísimo de las últimas décadas. Pero creo que hay que sustituir todos esos ritos que hemos mamado. Me parece un error que borremos todo lo que nos ha llegado a través de la religión sin crear nada nuevo, que dejemos de celebrar los nacimientos y el amor y de llorar en grupo la muerte, que dejemos de dar gracias por los alimentos, que dejemos de dedicar ratos a la oración y la meditación. (más…)
6 Jul
Esta vez no fue una soledad elegida. Pero la experiencia ha sido igual de empoderadora y liberadora que cuando he viajado sola. El sábado llevé a cabo otra pequeña transgresión: ir a un concierto sola. Y no a cualquier concierto, sino a uno de reggaeton cubano. Gente de Zona fue nuestra banda sonora en Cuba. Ya es casualidad que un mes después de mi regreso actuasen en Bilbao. Pues hay más: el mismo día del concierto coincidí con los músicos de Gente de Zona en un avión y fuimos charlando. Tenía pensado ir al concierto con dos amistades, pero a última hora cancelaron por distintos motivos. Podía quedarme en casa frustrada o irme sola. Y me decanté por lo segundo.
Ir de fiesta en solitario es un tabú, más aún en una cultura en la que no somos especialmente sociables. Cada quien sale con su cuadrilla e interactúa lo justo, y casi siempre con la intención de ligar. Creo que casi cualquier persona tiene reparos en salir sola, por el miedo a aburrirse y por el miedo a parecer algo patética. En el caso de las mujeres, se suman dos temores más: el de sufrir algún tipo de agresión sexista y el de ser juzgada, el miedo al qué dirán. Creo que son los dos miedos más potentes que nos meten hasta el tuétano. El miedo a la violación, el terror sexual, nos condiciona hasta a la hora de caminar del metro a casa. Y el miedo a que te tachen de puta parece más liviano, pero por mucho que una intente, sigue pesando. (más…)
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