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‘Yo quería sexo, pero no así’. Por qué me emociona ganar un premio con ese reportaje

4 Abr

Me han dado el II Premio de Periodismo Colombine. Un reconocimiento así es en todo caso un subidón, pero el texto premiado no es un reportaje más para mí.

“Yo quería sexo, pero no así”

Lo que iba a ser un encuentro deseado, se convierte en una agresión sexual. Esa situación es más frecuente que el estereotipo de violación por parte de un desconocido en la calle, pero para las mujeres es más difícil de identificar como un delito contra su libertad sexual. La culpa, la vergüenza de exponer su sexualidad y el miedo a que no las crean hace que pocas denuncien e incluso lo cuenten.

Como ya he dicho alguna vez, por diferentes motivos personales, si hay un tema de la agenda feminista que me remueve, es el de la libertad sexual. En nuestra sociedad (lo dejo así por no entrar en el berenjenal de las comparaciones) las mujeres no sólo seguimos estando expuestas al riesgo de que nos violen por la calle, sino que vivimos una pila de situaciones que lastran nuestra sexualidad.

Si eres de esas personas que piensan que soy una paranoica, una histérica o una feminazi por hacer esa afirmación, pregunta a la mujer que tengas más a mano (si eres mujer, pregúntatelo a ti misma también) a ver si le ha pasado alguna o varias de las siguientes cosas. Las cuatro primeras son aplicables a cualquier mujer, las siguientes a mujeres que hayan tenido relaciones sexuales y de pareja con hombres:

– Un desconocido le tocó el culo, las tetas o el coño por la calle, en un bar o en el metro

– Un desconocido le enseñó la polla e incluso se masturbó delante de ella

– Un pariente o alguien cercano a la familia la tocó o se le insinuó de forma lasciva siendo menor de edad

– Un jefe, compañero de trabajo o de piso la acosó sexualmente

– Un tío la llamó calientapollas por no querer tener sexo después de haber estado tonteando

– Un amante la presionó para realizar prácticas sexuales que le desagradaban o no le apetecían, o la tachó de estrecha por no acceder a ellas, o incluso se las impuso (por ejemplo, eyacular en su boca o en su cara sabiendo que a ella le desagrada)

– Un novio la juzgó por sus experiencias sexuales pasadas

– Ha follado cientos de veces sin ganas, por miedo a que el novio de turno la dejase por otra más dispuesta al sexo, a veces incluso cuando implicaba que la penetración le doliera por falta de lubricación

– Descarta el sexo anal porque alguna vez que accedió a practicarlo, el compañero de cama la penetró bruscamente ignorando su dolor

– Ha vivido cientos de polvos sin orgasmos porque el compañero o amante ignoraba su clítoris y ella no se atrevía a pedirle que lo acariase ni a tocarse ella misma, por miedo a ser juzgada

– Ha tomado la píldora del día después, ha abortado o ha tenido un bebé no deseado como consecuencia de polvos en los que él no quiso ponerse el condón (ya sea que se negó o que la convenció con el típico «venga, sólo un rato, luego me lo pongo»). Es más, su pareja eyaculó dentro de ella de forma premeditada (sí, varias chicas me han contado que les ha pasado esto en relaciones en crisis, ya tuviera el tipo como objetivo dejarla embarazada para estar siempre vinculado a ella, ‘joderla’, someterla…)

Que a la mayoría de las mujeres nos hayan ocurrido varias de las situaciones anteriores desde muy jóvenes  es el contexto que explica lo que cuento en el reportaje: que más allá de las violaciones en la calle por parte de desconocidos (que tanto nos enseñan a temer), las experiencias de sexo no consentido, la incapacidad para defender nuestro placer e identificar abusos, y la determinación de muchos hombres (no todos, pero si a todas nos han pasado estas cosas, no son pocos) a no aceptar los límites que marcamos, están a la orden del día. Así empieza el reportaje:

La ‘primera vez’ de Blanca fue una violación, pero le costó años reconocerla como tal. Tenía 17 años y ligó con un compañero de clase en una fiesta de fin de curso. El chico le gustaba, y se sentía preparada para tener sexo con él. Pero en un momento dado su actitud le desagradó, y le pidió que parara. Él, lejos de atender sus ‘no’, la empotró contra la pared, le tapó la boca y la forzó. Ella respiró hondo e intentó relajarse para no sufrir lesiones. Se lo contó a sus amigas sin darle mayor importancia: que había tomado dos cervezas y se dejó hacer. Después de nueve años y dos relaciones de pareja marcadas por las humillaciones y los abusos, fortalecida por la terapia y el contacto con el feminismo, Blanca se reconoció como una mujer violada y lloró por primera vez.

Lo que no cuento es que Blanca es una de mis mejores amigas. Yo soy una de las amigas a las que contó que había follado por primera vez, y yo soy una de las amigas con las que verbalizó diez años después que había afrontado la dolorosa certeza de que lo que vivió fue una violación. Y también soy una de las amigas a las que le pesa no haber sabido apoyarla más cuando se embarcó en relaciones abusivas, aunque la otra cara de la moneda es que creo que sí influí en que se acercase al feminismo, que le ha ayudado a entender lo que le pasó como parte de un entramado de violencias que todas las mujeres vivimos por el hecho de ser mujeres en una sociedad patriarcal en la que estas violencias son sistemáticamente obviadas, ninguneadas, relativizadas o incluso justificadas.

En el reportaje, la psicóloga Norma Vázquez, responsable de una investigación sobre agresiones sexuales en la que entrevistó a unas 70 chicas, afirma que la actitud masculina tan extendida y normalizada de insistir y presionar para tener sexo, hace que las mujeres acepten esa conducta “como algo consustancial a salir de fiesta”. Que las mujeres se suelen sentir culpables o al menos responsables de lo que los ocurrió, y que no denuncian entre otras cosas por el miedo a exponer su sexualidad ante desconocidos, en una sociedad que sigue juzgando a las mujeres que salen de fiesta con ganas de sexo.

El jurado ha destacado lo siguiente: “Es significativa la frescura periodística del trabajo galardonado con un tema que no es común que sea tratado por los llamados medios generalistas. Era uno de los pocos trabajos que tocaba un tema totalmente tabú en nuestra sociedad, del que la mujer no se atreve a hablar, por dolor o por vergüenza”.

Cuando alguien rompe el silencio, muchas otras se animan a terminar con el suyo. Entre los comentarios que ha recibido hoy el reportaje en Pikara, una chica contaba la violencia sexual (disfrazada de sadomasoquismo consentido) que sufrió con su pareja, que la violó tiempo después de haber terminado la relación. Me parece muy importante facilitar espacios para que las mujeres dejen de llevar estas historias en secreto. No sé si los medios digitales son el mejor espacio, porque siempre hay mucho trol cabrón y mucho machista a secas que las cuestionan, pero bueno, quiero pensar que es terapéutico escribir sobre ello.

En Pikara también se ha dado un debate de lo más interesante sobre cómo reaccionar ante una agresión sexual. Esto tiene que ver con un matiz importante: mi enfoque no es en absoluto victimizador. No me quiero recrear en lo pobrecitas que somos y lo jodidas que estamos por vivir agresiones. Como explica Maitena Monroy en una entrevista que le hice para Beldur Barik, el problema es que a las mujeres nos educan en el terror de ser violadas, pero al mismo tiempo no se explicitan los riesgos ni se nos dan recursos para afrontar esa posibilidad. Por eso, yo creo que lo primero es romper el silencio, lo segundo compartir estrategias de autodefensa para no bloquearnos ante una agresión, y lo tercero recuperar la agencia sobre nuestros cuerpos y nuestra sexualidad. Me voy a poner en tono panfletero, pero si algo le jode al patriarcado (o a los machistas, si esto del ente abstracto no os convence) es que no dejemos que estas experiencias nos afecten de por vida y que disfrutemos del sexo libres y empoderadas. Tampoco lo cuento en el reportaje, pero Blanca lo ha logrado. Claro que no es fácil. Ser feministas no nos ha librado de encontrarnos con dificultades para defender nuestro placer en la cama sin miedo a juicios, como comentaba antes. Pero ser feministas sí que nos proporciona cierta consciencia y ciertas herramientas para entender cómo nos sentimos respecto a la sexualidad y poder vivirla de otra manera.

Hoy, cuando he difundido la noticia, las compañeras de Pandora Mirabilia, una cooperativa de género y comunicación, me han contado que han usado este reportaje en unos talleres sobre prevención de violencia sexual con adolescentes. «Es muy clarificador y muy útil para trabajar las distintas violencias que vivimos, da claves para detectarlas y para no sentirnos culpables por sufrirlas», me dicen. Ese es uno de los comentarios que más ilusión me han hecho de todos los que he recibido. Sentir que el reportaje tiene vida propia, que no es sólo un texto para leer, sino también para debatir e incluso trabajar con él a favor de la libertad sexual.

*

Como la otra vez, es una alegría que el reportaje se publicase en Pikara (también en eldiario.es, a quien agradezco mucho que aceptase cuando propuse el tema y que me han transmitido mucho cariño hoy), y doble alegría porque entre los finalistas también se encuentra el compañero Jairo Marcos, con un reportaje sobre la plataforma de mujeres feministas Kuña Pyrenda, que se presentó a las pasadas elecciones en Paraguay. También es finalista Zigor Aldama (con el reportaje ‘Demuestra que no eres bruja, publicado en El País), quien también publica de forma esporádica en Pikara. El año pasado también quedó finalista nuestra compañera Emi Arias. Estos reconocimientos nos sirven como un argumento más para defender nuestro proyecto, para demostrar que no sólo ofrecemos periodismo con perspectiva de género, sino buen periodismo, sin más adjetivos. Como decía el otro día, ponernos las gafas lilas no nos nubla el criterio, sino que nos permite entender y explicar mejor la realidad, y contar historias que los medios generalistas a menudo no cuentan.

Alguna gente ha dicho en las redes que la labor de Pikara es impagable. Bueno, pues lo cierto es que hay que pagarla. Necesitamos dinero para poder seguir comprando reportajes de premio, y para que las coordinadoras de la revista (Andrea Momoitio y yo) podamos empezar a cobrar algo, porque hasta ahora no lo hemos hecho. Por tanto, os animo a que, si creéis en el proyecto y/o disfrutáis con reportajes como los citados, nos apoyéis.

*

El tercer motivo por el que este premio me sienta genial tiene que ver con la reafirmación sobre decisiones que he ido tomando. La historia se repite. El primer premio lo gané con el primer reportaje que escribí después de tomar la decisión de dejar un trabajo estable para dedicarme a Pikara y al periodismo. Este segundo reportaje coincidió con que volví a dejar un trabajo bien pagado porque quería disponer de más tiempo y energía para escribir y para mimar mi revista. A mucha gente de mi entorno le costó mucho entender que rechazase empleos en plena crisis y yo también a veces me cuestionaba si no estaba arriesgando demasiado y si no tenía pajaritos en la cabeza. Así que me da mucho gustito recibir estos espaldarazos para seguir haciendo lo que me pide el cuerpo.

Muchas gracias a todas las personas que, de una u otra forma, me habéis apoyado para que siga avanzando por este camino.

Periodismo y testosterona

30 Mar

JotDown publica una entrevista de Samuel Sacristán a Diego Redolar Ripoll, doctor en Psicología especializado en neurociencia. Sacristán opta por titular así:

«La testosterona influye en la toma de decisiones» (más…)

Isabel Moya, directora de la Editorial de la Mujer de Cuba, habla de periodismo y feminismo

21 Feb

(En enero de 2012 entrevisté largo y tendido a Isabel Moya, pero sólo llegué a publicar la parte de su entrevista en la que habla sobre la relación con su cuerpo. Aquí va el resto de la entrevista)

Los medios cubanos tienen que pasar de visibilizar a las mujeres a problematizar la discriminación de género” (más…)

Por qué Pikara paga a sus colaboradoras y El Huffington no

12 Jun

El Huffington Post es una web de Prisa, impulsada por su consejero delegado, Juan Luis Cebrián, un ciudadano que el año pasado ganó 8,2 millones de euros, mientras que la precariedad afectaba cada vez más a las plantillas de sus medios. Pikara Magazine es una web montada por periodistas precarias y/o pluriempleadas, que pusimos entre todas 3.000 eurillos para arrancar, sin el respaldo de ningún inversor millonario. Sin embargo, Pikara paga a sus articulistas y El Huffington Post no. ¿Cómo es posible? (más…)

eldiario.es

16 May

Cádiz. Semana Santa. Plácida desconexión. Me prohíbo entrar a internet más de una vez al día, apago el móvil durante ratos largos, me olvido todo lo que puedo de Pikara, con el sentimiento de culpa de la madre que se va por primera vez de vacaciones dejando a la niña con los abuelos. Me despierto de la siesta que me he echado en una torre de cristal desde la que se ve el mar, la catedral, y un paisaje calcado a mi añorada Habana, pero en blanco. Entro al correo y me encuentro con un escueto mensaje de Juanlu Sánchez pidiéndome mi teléfono. Se lo doy. Me entero por su firma de que ahora es el subdirector del periódico digital que está montando Nacho Escolar. Empiezo a fantasear con que me va a proponer colaborar. «No me voy a ilusionar, que seguro que quiere pedirme el contacto de alguien, hablar de colaboraciones con Pikara…»

Me llamó uno o dos días después, en los que ya no apagué tanto el teléfono y en los que la curiosidad me reconcomía por más que intentase centrarme en el pescaíto frito y las canaíllas. Charlamos sobre eldiario.es y me empezó a hablar de opciones de colaboración con Pikara. (Jo). Siguió: «Bueno, June, nos gustaría contar contigo. A ver qué te apetece, pero a nosotros nos gustaría que hicieras…» «Que diga ‘información’, que diga ‘información’…», pensé. «Información». Cómo no podía ver mi sonrisa de oreja a oreja, me mantuve en mi papel de feminista dura y coherente: que para sumarme quiero garantías de que se me va a escuchar, de que se van a tomar en serio la perspectiva de género, que no quiero ser la nota violeta en un medio androcéntrico… Pero estaba eufórica.

¿Por qué? Porque hace un año dejé mi trabajo en una organización social porque tenía un síndrome de abstinencia de periodismo de la leche. Tenía los ojos puestos en Pikara, pero descubrí que cuando una dirige un medio (por muy pequeño que sea) y además necesita otros trabajos para comer, hace de todo menos escribir en esa revista que montó precisamente para escribir a sus anchas. Además, arranqué este blog, que reforzó mi faceta de opinóloga, con lo que la gente pensaba en mí para escribir artículos de opinión, participar en tertulias, comentar noticias en la radio (casi todo gratis, por cierto)…  En enero me animé a irme a Cuba por mi cuenta, a modo de auto-regalo (financiado finalmente vía crowdfunding): 28 días haciendo entrevistas y escribiendo como loca. Lejos de saciarme, me recordó que eso es lo que quiero hacer.

Total, que para mí fue muy importante la llamada de Juanlu. Frente a quienes me proponen bloguear sin cobrar (porque piensan que bloguear no es un trabajo), en eldiario.es quieren que haga información, y pagan. (Hay que ver cómo anda el patio para que haya que elogiar a una empresa porque pague a quienes trabajan para ella). Lo dicho: estoy encantada porque supone adquirir el compromiso de dedicarme a lo que realmente me gusta, para lo que estudié Periodismo, para lo que renuncié a un contrato indefinido en plena crisis. Además, voy a aprender un montón del equipazo que están formando.

eldiario.es arranca como tal en septiembre, pero hasta entonces han montado Zona Crítica, un «blog de urgencia» para informar sobre la que nos está cayendo.

 

¿Periodismo objetivo o acrítico?

17 Abr

Me hice periodista pensando que el objetivo de esta noble profesión es contar a los lectores o a la audiencia qué está pasando y por qué. Es decir, informar. No sólo de que ha habido una revuelta en Egipto, por ejemplo, sino de cuál ha sido el contexto y cuál el detonante que expliquen el origen de la protesta, ofreciendo datos contrastados y las versiones de las partes implicadas. Pues bien, el sábado puse Teleberri, el informativo de ETB2 y me encontré con la siguiente noticia (la transcribo):

«Y en Bermeo, un grupo de ciudadanos se ha manifestado esta mañana en defensa de sus derechos. Ciudadanos que se sienten discriminados en su pueblo ante el trato que (dicen) reciben los inmigrantes, por lo que han pedido igualdad en todos los ámbitos. Protesta que ha generado momentos de tensión, y es que, en frente otro grupo, mucho más reducido, que defendía los derechos de los inmigrantes, los ha tachado de racistas».

Podéis ver la noticia en este enlace, en el minuto 24′ 12». (más…)

Athletic vs. 8 de marzo

11 Mar


El viernes me congratulé en las redes sociales de que Berria fuera el único periódico vizcaíno (dije «vasco» en un lapsus bilbocentrista) que no eligió como foto de portada el triunfo del Athletic ante el Manchester y que, más aún, optó por la manifestación del 8-M en Bilbao. Alabé a Berria no sólo por esa apuesta, que califiqué de «valiente y comprometida con el feminismo», sino por la excelente cobertura de las movilizaciones del 8 de marzo: doble página de apertura, análisis de Maite Asensio, y en la página cuatro una gráfica y potente columna de Onintza Enbeita que ilustra por qué sigue siendo necesario este día: como contrapunto y denuncia de la invisibilidad a la que seguimos abocadas las mujeres el resto del año.  Por cierto, Berria está demostrando su compromiso no sólo el 8-M sino todo el año, dedicando cada vez más espacio a contenidos sobre género.

El caso es que comenté algunas de estas cosas y varias personas me contestaron diciendo que bajo criterios periodísticos tiene más sentido llevar a portada la victoria épica del Athletic, que eso sí que es noticia. Reproduzco lo que he contestado (en cierto tono panfletero, lo reconozco, pero me reafirmo en el contenido):

«Yo no he defendido la decisión de Berria bajo criterios periodísticos. La he calificado de valiente (por ir contra corriente) y de comprometida con el feminismo. Entiendo que lo de Manchester fue una pasada, que generaba mucha expectación entre buena parte de la población vizcaína (sobre todo entre los hombres) y que por tanto es noticia. Sin embargo, bien podríais darle una vuelta a que os parezca normal que un periódico dedique tanto espacio al fútbol. El fútbol es un juego, un entretenimiento, que apasiona fundamentalmente a la población masculina. A la mayoría de las mujeres (y a muchos hombres) el fútbol nos importa una mierda. Sin embargo, se le dedica un espacio desproporcionado en los medios.

Por el contrario, el 8 de marzo no es una fecha tonta como San Valentín. Es un día para la lucha por los derechos de las mujeres. Este año no era un 8 de marzo más, es el 8 de marzo que se enmarca en un punto de inflexión para las mujeres: después de décadas de avances, ahora desmantelan los institutos de las mujeres, recortan en política social, nos quitan el derecho a abortar, y existe una ofensiva antifeminista de la leche, cada vez más agresiva. Así pues, que un periódico considere que la vida real, los problemas de la mitad de la población, son más noticiables que unos tíos jugando con un balón, me parece más que respetable.

Deberías darle una vuelta a pensar que informar sobre juegos es periodismo con mayúsculas, y dar una buena cobertura a un movimiento social de masas que ha permitido que vuestras madres, hijas y hermanas sean reconocidas como ciudadanas sea un tema ideológico. El sobredimensionamiento que se le da al fútbol también es una apuesta ideológica».

En los días previos al 8-M le estuve dando vueltas a la cuestión de la participación de los hombres en esta jornada de reivindicación feminista. Por un lado, en Facebook asistí a un interesantísimo debate sobre esta cuestión, a raíz de un post de un hombre que cuestionaba la presencia masculina en las manis. ‘Indignados contra el heteropatriarcado lo resumió bien en FB: «Es precisamente un abrazo la decisión de no ir al 8 de marzo, es cohesión pura y dura. Ana Calvo Maestro si el feminismo es «el modo de vida que tiene en cuenta, valora y considera el coste social que tiene cada paso que damos» no puedes negar que la decisión de no ir al 8 de marzo (con lo divertido que es) es una decisión feminista porque tiene en cuenta la falsa visión de la realidad que proyectaría (un movimiento feminista lleno de hombres, cosa deseable pero de momento ilusoria) volviendo a cobrar protagonismo el cuerpo con barba hasta en el único día institucionalizado y con visibilidad mediática que tienen las mujeres».

El peligro de acaparamiento es real. También por FB se me invitó a una acción sobre masculinidades y cuidados convocada el 8 de marzo a las 7 de la tarde en la Plaza Arriaga (o sea, media hora antes de la mani, en el lugar desde el que arrancaba la mani y en el que habría muchos medios). No dudo de la buena voluntad de sus promotores. Pero el resultado hubiera sido que un acto sobre masculinidades se habría celebrado el día destinado a la visibilidad de las mujeres y habría compartido protagonismo mediático. Planteé en la página del evento mi oposición a que se organicen actividades sobre las masculinidad el Día de las Mujeres, y hay que destacar la humildad que demostraron al escuchar mi opinión y replantearse la fecha de la acción.

Luego fui a la mani y me alegré de que hubiera unos cuantos hombres, claro. De la misma forma que está bien que la gente que se define hetero vaya a la mani del Orgullo, está bien sentir el apoyo de los hombres este día. Ahora, creo que deben ser cuidadosos, evitar protagonismos, y que su presencia no se convierta inconscientemente en marcaje a las mujeres. Es decir, algo que me preocupa es que muchas mujeres terminen yendo con sus novios en vez de dedicando esa jornada a disfrutar y berrear con sus amigas, libres de la mirada masculina. Cada quien que haga lo que quiera, por supuesto, pero creo que es importante llamar la atención sobre la necesidad de estar juntas ese día. Porque otro motivo por el que necesitamos este día de lucha es el subidón feminista. Salir a la calle a gritar sin cortarnos, sin miedo a que nos llamen feminazis, cosas como «El Papa no nos deja comernos las almejas», «Ante la duda, tú la viuda», «La talla 38 me aprieta el chocho», «Vamos a quemar la Conferencia Episcopal por machista y patriarcal», «La Virgen María también entendía», «Somos malas, podemos ser peores»… Es un día para apropiarnos de las calles, para gritar que la calle y la noche también son nuestras.

La sensación de ocupar las calles duró poco: terminamos la mani de subidón, fuimos a la zona de bares en la que terminamos después de las manis, y topamos con el partido del Athletic contra el Manchester. De repente se rompió la magia, el momento de complicidad entre mujeres, de subidón feminista. La gente estaba pendiente del fútbol. Nos refugiamos en un bar que no tiene tele, y una feminista terminó convenciendo a la camarera de que pusiera el himno rojiblanco. Fútbol masculino 1- Revolución feminista 0, pensé yo.

Moraleja: seguimos necesitando como agua de mayo espacios en los que defender la visibilidad de las mujeres. A las mujeres se nos ha enseñado a olvidar que somos la mitad de la Tierra, se nos ha enseñado a aceptar que lo masculino es universal y nos incluye. A los hombres se les ha enseñado a sentirse dueños del espacio público, a disfrutar agarrando la pancarta o el micrófono, a aceptar como normal que el fútbol acapare las portadas de los periódicos. Si queremos cambiar todo esto, el proceso de los hombres no tiene que ser el de agarrar la pancarta y el micrófono a favor de la igualdad (por bienintencionado que sea el gesto), sino respetar nuestro espacio, apoyar en la sombra nuestro proceso, centrarse en revisar sus actitudes cotidianas, cuestionar las actitudes machistas a las que asistan, no ceder  a la presión del corporativismo masculino…

Os dejo con el vídeo de la mani del 8-M en Bilbao que se han currado Andrea Momoitio y Lorena Conde:

Imagen de previsualización de YouTube

Azken oharra: Berriaren konpromiso feminista hori dela eta (beste arrazoien artean) proiektuari laguntza eman nahi badiozu, BerriaLaguna egin zaitezke: http://www.berria.info/berrialaguna/

Sexismo lingüístico

4 Mar

Diferentes personas me han enviado el resumen del informa redactado por Ignacio Bosque y suscrito por los académicos de la RAE. Lo publica El País. He escrito unas observaciones para contestar a esas personas, y me han animado a publicarlas aquí:

1- Ignacio Bosque mezcla dos debates: los excesos y patadas al diccionario que cometen las guías de uso no sexista del lenguaje, y la pertinencia sobre la transformación de la lengua para que sea menos androcéntrica. Si hablase de lo primero, podríamos estar de acuerdo. Es cierto que hay muchas guías que hacen recomendaciones horrorosas, como el uso de las arrobas, y que promueven un castellano acartonado que tiene que ver más con la corrección política que con la consciencia sobre el uso del lenguaje. Pero cuestionar esos excesos no tiene por qué llevar a deslegitimar la preocupación por el androcentrismo en el lenguaje. Y si entra en ese otro debate, no me parece casual que argumente basándose en esas guías, en vez de responder a las recomendaciones de expertas en la materia que sí son lingüistas, como Mercedes Bengoechea. Claro, pero eso ya sería más complicado. Prefiere volver a la caricatura que confrontar ideas con personas como Bengoechea.

2- Estoy un poquito harta ya de que parezca que quienes abogamos por un uso no sexista del lenguaje entorpecemos y estropeamos la lengua, mientras que seguir utilizando el masculino como genérico es una garantía de buen uso de la lengua. Voy a poner un ejemplo que es más que habitual:

«Tener tetas es raro. Una niña pasa los primeros 12 o 13 años de su vida sin tetas. Después, un buen día, le salen dos objetos en medio del pecho que redefinen su relación con el mundo. No se puede estar preparado para un cambio así».

Un post sobre las tetas de las mujeres, en el que la autora habla constantemente en masculino. Esto se hace todo el rato. También se hace todo el rato en los medios de comunicación estar hablando de una persona y saltar al masculino. Algo así como: «La persona detenida se encontraba robando un coche. En el momento de la detención se mostró alterado y agresivo». ¿Acaso no son esos ejemplos de un mal uso del castellano como resultado del abuso del masculino como genérico?

3- Bosque se cubre las espaldas reconociendo desigualdades específicas, pero no reconoce el problema en términos globales, que la sociedad sigue siendo androcéntrica y patriarcal, y que el lenguaje es reflejo de ello. Según su retrato, en la sociedad hay ciertos problemas de desigualdad, pero no reconoce una desigualdad estructural. Así es que no da por bueno que pueda existir una desigualdad estructural en el lenguaje. Por cierto, cuando lista desigualdades reales, no se acuerda de citar que la falta de paridad en la Academia.

4- Otra manipulación que hace es sugerir que tachamos a alguien de sexista cuando dice «me voy de fiesta con mis amigos». No tildamos (yo al menos) de sexista un uso en concreto (y mucho menos a la persona que lo emplea), sino que estamos poniendo de manifiesto el androcentrismo que impera en el uso de la lengua. Si cuestionamos este, iremos buscando fórmulas razonables para que el hombre deje de ser el sujeto de referencia en el lenguaje.

5- Esgrimir como argumento que la mayoría de mujeres se sienten incluidas, es como oponerse al matrimonio gay porque la mayoría de homosexuales no quieren casarse, o decir que la Ley de extranjería no es racista porque la mayoría de inmigrantes la aceptan. Vale, soy consciente de que utilizo como ejemplo dos leyes y que la lengua no se regula en el Congreso de los diputados. A lo que voy es que siempre tiene que haber una minoría incómoda que cuestione una norma social y luche por cambiarla. Por cierto, afortunadamente se ha ido abandonando el uso de «el hombre» como equivalente a «ser humano», pese a que muchas mujeres afirmaban sentirse cómodas con ese «hombre» como sujeto universal. Ahora le chirría a casi todo el mundo. Es decir, algunos cambios calan poco a poco y con el tiempo se demuestran necesarios también para las personas que en un principio se resistían a aceptarlos.

6- ¿Acaso cree que en Francia y Alemania no hay feministas cuestionando el androcentrismo en el lenguaje?

7- Si lo que le moviera a escribir ese artículo fuera una preocupación genuina por la lengua y no un posicionamiento ideológico, si realmente le inquietasen esas desigualdades «reales» que reconoce, daría por bueno que hay que reflexionar sobre el androcentrismo en el lenguaje, y lanzaría recomendaciones asumibles: evitar los errores de concordancia que he citado, explicar que un hombre se debe sentir incluido en el femenino genérico cuando se trata de un grupo en el que las mujeres son mayoría, o defender el uso de «médica» porque es correcto. Porque vaya, ese ejemplo también tiene tela. O sea que tenemos que aceptar acríticamente que una mujer prefiera nombrarse como «abogado». Eso no le parece una patada al diccionario.

En definitiva, me parece que este tipo de reacciones demuestran que es falso eso de que a quienes nos preocupa y ocupa el uso no sexista del lenguaje nos mueve la ideología, mientras que a los académicos que ridiculizan nuestro trabajo les mueve la pasión por la lengua. Si Bosque no es capaz de reconocer malos usos derivados del sexismo en el lenguaje, si no es capaz de reconocer que la lengua va transformándose y que incluir en ella a las mujeres es necesario, y no perjudica a la lengua sino que la enriquece, es porque le mueve también una ideología determinada.

¿Es tan difícil entender que las normas sobre el castellano se consolidaron en tiempos en los que las mujeres no eran reconocidas como ciudadanas, y que la lengua debe adaptarse a los nuevos tiempos, como se ha adaptado a la generalización de los anglicismos y ha ido admitiendo términos relacionados con las nuevas tecnologías? ¿Cómo es que se ve necesario aceptar y castellanizar fútbol, cuando existía ‘balompié’, y en cambio se niegan a reconocer ‘género’ (en su acepción de categoría de construcción cultural de la diferencia sexual), una palabra ligada a toda una escuela del pensamiento que cuenta con titulaciones de posgrado en las universidades más prestigiosas de Occidente? ¿Eso no es ideología?

Una persona libre de prejuicios antifeministas y de resistencias machistas no estará cerrada a propuestas constructivas como las que pueden hacer lingüistas como Bengoechea u otros colectivos como las periodistas con visión de género, en cuyos reportajes se demuestra posible emplear un lenguaje inclusivo sin hacer un mal uso del castellano. Si en vez de analizar propuestas concretas, se queda con las mala y las caricaturiza para echar por tierra toda la reivindicación, está respondiendo a una resistencia machista y haciendo flaco favor al castellano.

Sobre el sexismo en el lenguaje y las resistencias ante nuevos usos, escribí otro post que os invito a releer: Visibilizadas y empoderadas.

La Joven Cuba: blogueros comunistas que debaten y toman cervezas con anticastristas (2. parte)

2 Mar

Os dejo con la segunda parte de la entrevista a La Joven Cuba, blogueros comunistas defensores del «debate franco y la polémica respetuosa» entre diferentes. En esta segunda parte hablan del papel de la sociedad civil, valoran la situación de la prensa e internet, y opinan sobre las reformas de Raúl Castro. Conviene leer primero la primera parte.

Harold y Osmany, este con mirada de agente de seguridad del Estado 😛

La Joven Cuba: «Es imperdonable que el Gobierno no explique qué pasa con Internet»

Sociedad civil

J.F. Se pone obstáculos para que la comunidad LGTB de organice, pero surge un colectivo, el Observatorio de los Derechos LGTB, que es claramente opositor. Dado que la disidencia siempre se va a organizar, ¿no sería mejor permitir movimientos autónomos?

H.C.: Sí, eso es absurdo.

O.S.: ¿En qué consistiría eso?

J.F.: Pues en que un grupo de lesbianas pueda reunirse para hacer lo que le parezca: tener un local, hacer debates, organizar jornadas, celebrar manifestaciones…

H.C.: Eso no es una decisión política, es un fenómeno social. Si la sociedad está de acuerdo, yo creo que tiene que ocurrir. Lo que sí es absurdo es dejar que los opositores lo hagan y lo tuyos no lo hagan, porque entonces creas la imagen de que todo el movimiento LGTB es opositor.

O.S.: Dicen que destinaron [desde EEUU] unos 350.000 dólares a una marcha gay en Prado. Pero es lo que tu dices: ¿por qué no aceptar una cosa cuando ocurre esta otra?

H.C.: Yo lo veo claro. (más…)

Cuerpos de feministas cubanas. Isabel Moya

23 Feb

Una de las mecenas de mi proyecto cubano, Gisela, me propuso el siguiente tema:  cómo las feministas cubanas sienten sus cuerpos y los cambios corporales. También preguntaba qué discurso tienen las feministas hacia el papel que juega la vestimenta y la estética en la construcción de la feminidad, si asocian el ser feminista a una estética determinada… Me dediqué a hacerles esa pregunta y luego me di cuenta de que mis compañeras feministas cubanas presentan cuerpos de lo más diversos: blancos, negros, mestizos, gordos, flacos, quemados, recién paridos, en sillas de ruedas… He podido recoger experiencias dispares sobre cómo ser feminista les ha ayudado a aceptar su cuerpo o, por el contrario, cómo tener un cuerpo diferente al de la norma les ha acercado al feminismo. Empiezo esta serie con Isabel Moya Richard, directora de la Editorial de la Mujer de Cuba, quien además es experta en las representaciones de las mujeres en la prensa y la publicidad.

Isabel Moya, periodista

«El feminismo me ayudó a aceptar mi cuerpo, a sentirme feliz en él, aunque esté en silla de ruedas»


Foto tomada del blog del Instituto Internacional José Martí

 

¿Cómo ha influido el feminismo en la relación que tienes con tu cuerpo?

Yo tengo una discapacidad física, una enfermedad que me impide asimilar el calcio, por lo que tuve que usar aparatos para caminar hasta los 12 años. Después hubo que operarme las piernas, así que he tenido cicatrices. Yo diría que la propia representación del cuerpo me hizo acercarme al feminismo. En mi casa me criaron con mucho cariño y reforzaron mi autoestima. Tengo un hermano menor y nos criaron igual, sin lástima y sin sobreprotección. En mi casa naturalizaron que las personas son diferentes. Mi madre siempre hace un cuento: pasaba por la tele una novela, ‘Enrique de Lagardere’, cuyo protagonista se disfraza de un jorobado, Esopo. Todas las niñas querían ser la princesa, y todos los varones Enrique de Lagardere. Yo decía toda contenta: “¡Yo soy Esopo! ¡Yo soy Esopo!”, y mi madre lloraba, pero yo le digo que eso quiere decir que me quería como era.

Siempre fui un poco transgresora. No me ponía a intentar seguir lo que todo el mundo hacía porque yo ya era diferente. Tenía dos opciones: o sufría todo el tiempo o hacía de mi diferencia un motivo de orgullo, como el orgullo gay. Fui una protofeminista: no tenía ni idea de feminismo pero me sentía muy empoderada. Después caí en la revista Mujeres de pura casualidad y al principio me parecía que no tenía nada que hacer ahí. El verdadero periodismo me parecía el de política. Pero cuando empecé a hacer reportajes, a conocer la teoría de género y a feministas latinoamericanas, descubrí que eso era lo que había pensado siempre sin haberlo sistematizado. (más…)