Historico por Tag: feminismo

El sector crítico a la izquierda del Gobierno cubano

23 May

Actividad durante el cuarto foro social del Observatorio Crítico./ Jimmy Roque Martínez

Actividad durante el cuarto foro social del Observatorio Crítico./ Jimmy Roque Martínez

 

En enero viajé a Cuba empeñada en matizar la imagen de polarización política, dando voz a las personas y colectivos que critican al Gobierno desde la izquierda o, por decirlo de otra forma, que defienden el proceso revolucionario socialista sin dejar de arremeter por ello contra el autoritarismo del régimen cubano. He publicado un reportaje en Diagonal que resume lo que conocí, aunque en las próximas semanas os iré pasando más información sobre los colectivos que cito. El reportaje va acompañado por una entrevista a unas viejas conocidas ya en este blog: las raperas lesbofeministas Krudas Cubensi. Como la cuestión del asociacionismo en Cuba tiene su complejidad, y en un reportaje no podía explicarlo largo y tendido, debajo os pego íntegras las valiosísimas aportaciones que me hicieron dos militantes de Observatorio Crítico, Rogelio y Dmitri.

La oposición a la izquierda del Gobierno cubano

JUNE FERNÁNDEZ / LA HABANA (CUBA)
MIÉRCOLES 23 DE MAYO DE 2012.  NÚMERO 174

Revolucionarios o disidentes. A simple vista parece que en Cuba no haya más opciones que ensalzar el sistema cubano o tildarlo de cruenta dictadura. Quien discrepa es tachado de contrarrevolucionario desde las filas oficialistas, y quien defiende el socialismo, calificado de cómplice del régimen por una oposición procapitalista. Sin embargo, en ese clima polarizado afloran colectivos que arremeten contra la falta de libertades y el autoritarismo del Gobierno desde un discurso anticapitalista y antiimperialista. Redes de activistas y blogueros critican la visita del Papa, claman contra el racismo y la homofobia, alertan de la deriva de la política económica de Raúl Castro y difunden en la isla las movilizaciones del 15M. Sobre todo, exigen poder organizarse sin ser controlados por el Gobierno cubano ni utilizados por el estadounidense.

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Cuba y el sexo: hablan dos jóvenes comunicadoras feministas

14 May

BBC Mundo *

 

«¿Cómo viven las jóvenes la sexualidad en Cuba, teniendo en cuenta la menor influencia de la moral católica?», me preguntó una de mis minimecenas**. En pleno congreso de Sexología del Cenesex, que tenía a las expertas absorbidas, no tuve ocasión de contactar con ninguna especialista en el tema. Hablé con alguna adolescente de forma informal (y con mis amistades veinteañeras), pero tampoco dio tiempo a organizar un grupo de discusión. Un día quedé con las tres comunicadoras feministas que promueven el proyecto ‘Género y Cultura’ (que incluye organización de debates y también actividades con jóvenes), y me parecieron estupendas para que me hablasen también de este tema.

Lirians y Helen tienen 26 años (y Lirians ha sido madre recientemente); y Danae (se unió más tarde a la conversación), es treintañera y madre de un adolescente. Les agradezco mucho que hablasen tan largo y tendido tanto de sus experiencias personales, como de sus opiniones acerca de la sexualidad entre la gente joven. Hay que aclarar que les planteé la cuestión de decir «sí» y «no», y no identificaban que hubiera dificultades en ese aspecto. Sí que me hablaron en cambio de desigualdades respecto a la vivencia de la primera vez, la masturbación o los roles en las relaciones abiertas. Insistieron constantemente en que la sociedad cubana es (como todas) muy diversa y que no conviene generalizar. Esto es lo que me contaron:

¿Es importante la primera vez para las chicas?

Lirians: Cuba es un Estado laico, pero nuestra historia viene de mucho más atrás, hay una tradición judeocristiana muy enraizada y un patriarcado vigente a pesar de que en este proceso revolucionario de 50 años se haya reivindicado la participación de las mujeres en los espacios públicos. Y una de las estrategias de la cultura machista es controlar el cuerpo de las mujeres. Así es que se mantienen mitos como el de la primera vez. También depende de los espacios. No es lo mismo las mujeres de las ciudades que las de zonas rurales. Se ha avanzado en soltar prejuicios y ganar libertad, pero en determinados espacios. En mis tiempos, la primera vez era importante para muchas. Se lo imaginaban con velas, delicado… En la universidad, puede que las chicas empiecen a romper con roles.

Helen: La iniciación sexual es temprana, entre los 12 y 14 años. Esto puede hacer pensar que hay más libertad. En las familias no supone un conflicto terrible que la niña de 12 años empiece a tener relaciones sexuales. En el imaginario se reproduce una idealización de la primera vez, como ese momento idílico. Ya no es la virginidad como un bien preciado a preservar, pero sí que se cree que hay que entregárselo al que sea digno de ello.

¿Y qué papel juega las ganas de tener sexo en la primera vez?

H: Te apetece tener sexo, pero eso va acompañado de una idealización sobre el lugar, la persona, la puesta en escena. En muchos casos la primera vez tiene lugar en una escalera, rápido cuando los padres se fueron de la casa, en un área deportiva… Eso supone frustración por ese ideal que no se cumple.

L: Sigue habiendo mitos sobre el placer sexual, como que el orgasmo es lo más sublime. Una relación sexual sin orgasmo, ¿qué cosa es? En la universidad es más común eso de las relaciones abiertas, el sexo en grupo, el intercambio de parejas, los tríos… Hay una flexibilidad a la hora de experimentar más allá de la pareja tradicional. Pero un amigo me dijo que los chicos no se miran ni se tocan; las muchachas sí que se intenta que tengan contacto.

¿La masturbación es tabú?

L: La masturbación en las mujeres sigue siendo tabú en lo público y, bajo mi experiencia, en lo familiar. En los espacios como los medios de comunicación en los que se habla de autoerotismo, se habla de los varones: la necesidad de respetar sus espacios, se combaten los prejuicios como que les van a salir ampollas… Se toca el tema de las muchachas como una referencia, pero no se profundiza. Se reprime. Se insiste mucho en temas de salud, el uso del condón. Pero falta hablar más de placer. (más…)

Cuerpos feministas: Krudas Cubensi

26 Mar

Olivia Prendes y Odaymara Cuesta

Raperas que cantan a las negras, a las pobres, a las gordas

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Había mucha expectación por ver y escuchar a las Krudas en ese debate de la UNEAC, la primera vez que estas raperas emigradas a Austin (Texas) participaban en un espacio académico cubano. Las organizadoras sabían que iban a impactar, y no sólo por lo que dicen o lo que rapean, sino también por cómo son, por sus propios cuerpos, por su estética (tatuajes, rapados, ropas anchas…), y su lesbianismo militante.

El tema más popular de las Krudas habla precisamente del cuerpo: ‘La gorda’, compuesta como respuesta al tema de la Charanga Habanera, en la que un hombre habla de su novia glotona, y en un momento pregunta: «¿Quién ha visto una gorda con sentimiento?». Krudas Cubensi arranca con esa misma pregunta para después rapear todo un alegato contra la tiranía de la delgadez y de la silicona. «Yo experimento un profundo placer en un mundo de muchas formas de mujer», rapea Pasita con la camiseta subida: «Disfruta de la danza de esta gorda con su panza». Y se define como «hermosa y cilíndricamente misteriosa».

En un tema más reciente, sobre las migraciones, también se refieren a cómo son percibidos en Europa sus cuerpos de negras y mestizas: «No me dejaron entrar en España/  porque como soy negra/ pa’ esa gente soy extraña/ y con este pelo así dijeron ‘tiene la cabeza en las musaraña’/ y por mis tatuajes pensaron: ‘esa negra no se baña'». (más…)

Athletic vs. 8 de marzo

11 Mar


El viernes me congratulé en las redes sociales de que Berria fuera el único periódico vizcaíno (dije «vasco» en un lapsus bilbocentrista) que no eligió como foto de portada el triunfo del Athletic ante el Manchester y que, más aún, optó por la manifestación del 8-M en Bilbao. Alabé a Berria no sólo por esa apuesta, que califiqué de «valiente y comprometida con el feminismo», sino por la excelente cobertura de las movilizaciones del 8 de marzo: doble página de apertura, análisis de Maite Asensio, y en la página cuatro una gráfica y potente columna de Onintza Enbeita que ilustra por qué sigue siendo necesario este día: como contrapunto y denuncia de la invisibilidad a la que seguimos abocadas las mujeres el resto del año.  Por cierto, Berria está demostrando su compromiso no sólo el 8-M sino todo el año, dedicando cada vez más espacio a contenidos sobre género.

El caso es que comenté algunas de estas cosas y varias personas me contestaron diciendo que bajo criterios periodísticos tiene más sentido llevar a portada la victoria épica del Athletic, que eso sí que es noticia. Reproduzco lo que he contestado (en cierto tono panfletero, lo reconozco, pero me reafirmo en el contenido):

«Yo no he defendido la decisión de Berria bajo criterios periodísticos. La he calificado de valiente (por ir contra corriente) y de comprometida con el feminismo. Entiendo que lo de Manchester fue una pasada, que generaba mucha expectación entre buena parte de la población vizcaína (sobre todo entre los hombres) y que por tanto es noticia. Sin embargo, bien podríais darle una vuelta a que os parezca normal que un periódico dedique tanto espacio al fútbol. El fútbol es un juego, un entretenimiento, que apasiona fundamentalmente a la población masculina. A la mayoría de las mujeres (y a muchos hombres) el fútbol nos importa una mierda. Sin embargo, se le dedica un espacio desproporcionado en los medios.

Por el contrario, el 8 de marzo no es una fecha tonta como San Valentín. Es un día para la lucha por los derechos de las mujeres. Este año no era un 8 de marzo más, es el 8 de marzo que se enmarca en un punto de inflexión para las mujeres: después de décadas de avances, ahora desmantelan los institutos de las mujeres, recortan en política social, nos quitan el derecho a abortar, y existe una ofensiva antifeminista de la leche, cada vez más agresiva. Así pues, que un periódico considere que la vida real, los problemas de la mitad de la población, son más noticiables que unos tíos jugando con un balón, me parece más que respetable.

Deberías darle una vuelta a pensar que informar sobre juegos es periodismo con mayúsculas, y dar una buena cobertura a un movimiento social de masas que ha permitido que vuestras madres, hijas y hermanas sean reconocidas como ciudadanas sea un tema ideológico. El sobredimensionamiento que se le da al fútbol también es una apuesta ideológica».

En los días previos al 8-M le estuve dando vueltas a la cuestión de la participación de los hombres en esta jornada de reivindicación feminista. Por un lado, en Facebook asistí a un interesantísimo debate sobre esta cuestión, a raíz de un post de un hombre que cuestionaba la presencia masculina en las manis. ‘Indignados contra el heteropatriarcado lo resumió bien en FB: «Es precisamente un abrazo la decisión de no ir al 8 de marzo, es cohesión pura y dura. Ana Calvo Maestro si el feminismo es «el modo de vida que tiene en cuenta, valora y considera el coste social que tiene cada paso que damos» no puedes negar que la decisión de no ir al 8 de marzo (con lo divertido que es) es una decisión feminista porque tiene en cuenta la falsa visión de la realidad que proyectaría (un movimiento feminista lleno de hombres, cosa deseable pero de momento ilusoria) volviendo a cobrar protagonismo el cuerpo con barba hasta en el único día institucionalizado y con visibilidad mediática que tienen las mujeres».

El peligro de acaparamiento es real. También por FB se me invitó a una acción sobre masculinidades y cuidados convocada el 8 de marzo a las 7 de la tarde en la Plaza Arriaga (o sea, media hora antes de la mani, en el lugar desde el que arrancaba la mani y en el que habría muchos medios). No dudo de la buena voluntad de sus promotores. Pero el resultado hubiera sido que un acto sobre masculinidades se habría celebrado el día destinado a la visibilidad de las mujeres y habría compartido protagonismo mediático. Planteé en la página del evento mi oposición a que se organicen actividades sobre las masculinidad el Día de las Mujeres, y hay que destacar la humildad que demostraron al escuchar mi opinión y replantearse la fecha de la acción.

Luego fui a la mani y me alegré de que hubiera unos cuantos hombres, claro. De la misma forma que está bien que la gente que se define hetero vaya a la mani del Orgullo, está bien sentir el apoyo de los hombres este día. Ahora, creo que deben ser cuidadosos, evitar protagonismos, y que su presencia no se convierta inconscientemente en marcaje a las mujeres. Es decir, algo que me preocupa es que muchas mujeres terminen yendo con sus novios en vez de dedicando esa jornada a disfrutar y berrear con sus amigas, libres de la mirada masculina. Cada quien que haga lo que quiera, por supuesto, pero creo que es importante llamar la atención sobre la necesidad de estar juntas ese día. Porque otro motivo por el que necesitamos este día de lucha es el subidón feminista. Salir a la calle a gritar sin cortarnos, sin miedo a que nos llamen feminazis, cosas como «El Papa no nos deja comernos las almejas», «Ante la duda, tú la viuda», «La talla 38 me aprieta el chocho», «Vamos a quemar la Conferencia Episcopal por machista y patriarcal», «La Virgen María también entendía», «Somos malas, podemos ser peores»… Es un día para apropiarnos de las calles, para gritar que la calle y la noche también son nuestras.

La sensación de ocupar las calles duró poco: terminamos la mani de subidón, fuimos a la zona de bares en la que terminamos después de las manis, y topamos con el partido del Athletic contra el Manchester. De repente se rompió la magia, el momento de complicidad entre mujeres, de subidón feminista. La gente estaba pendiente del fútbol. Nos refugiamos en un bar que no tiene tele, y una feminista terminó convenciendo a la camarera de que pusiera el himno rojiblanco. Fútbol masculino 1- Revolución feminista 0, pensé yo.

Moraleja: seguimos necesitando como agua de mayo espacios en los que defender la visibilidad de las mujeres. A las mujeres se nos ha enseñado a olvidar que somos la mitad de la Tierra, se nos ha enseñado a aceptar que lo masculino es universal y nos incluye. A los hombres se les ha enseñado a sentirse dueños del espacio público, a disfrutar agarrando la pancarta o el micrófono, a aceptar como normal que el fútbol acapare las portadas de los periódicos. Si queremos cambiar todo esto, el proceso de los hombres no tiene que ser el de agarrar la pancarta y el micrófono a favor de la igualdad (por bienintencionado que sea el gesto), sino respetar nuestro espacio, apoyar en la sombra nuestro proceso, centrarse en revisar sus actitudes cotidianas, cuestionar las actitudes machistas a las que asistan, no ceder  a la presión del corporativismo masculino…

Os dejo con el vídeo de la mani del 8-M en Bilbao que se han currado Andrea Momoitio y Lorena Conde:

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Azken oharra: Berriaren konpromiso feminista hori dela eta (beste arrazoien artean) proiektuari laguntza eman nahi badiozu, BerriaLaguna egin zaitezke: http://www.berria.info/berrialaguna/

Cuerpos de feministas cubanas. Yasmín S. Portales Machado

5 Mar

Yasmín Silvia Portales Machado. Activista

«¿Por qué uso velo? Porque soy feminista y visto como me da la gana»

Yasmín, durante la entrevista, fotografiada por Caridad, mi anfitriona.

«Soy cubana. Mi vida es un fino equilibrio entre el ejercicio de la maternidad, el feminismo y el marxismo crítico». Así se presenta Yasmín Silvia Portales Machado en su blog. Esta crítica literaria y activista en varios frentes (Observatorio Crítico, el proyecto LGTB autónomo Proyecto Arcoiris…) tiene muy presente la máxima de «lo personal es político». Cuando conocí su blog, primero me emocioné mucho por haber encontrado a una mujer que fuera crítica con el sistema cubano desde el compromiso feminista y marxista. Mi siguiente emoción fue una gran curiosidad al ver en su foto de perfil que lleva velo. Mi hipótesis absurda era que tal vez simbolizase su adscripción a algún tipo de corriente o religión africanista.

 

Nos escribimos durante meses y, cuando llegué a La Habana, me invitó a comer en su casa con su familia. Vi que tiene la piel del rostro y de buena parte del cuerpo quemada. Una parte de mí se dijo: «Ah, se pone velo para taparse las quemaduras». La otra parte de mí no se quedó satisfecha con esa suposición. Le puse el corto ‘Hiyab‘, sobre una adolescente musulmana a la que la orientadora del instituto le presiona para que se quite el velo. Nos dimos la razón en que el feminismo debe defender, también en este tema, el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos y a vestir como les de la gana. Fue casualidad, no le puse el corto con ánimo de sacar el tema, pero aproveché la coyuntura para preguntarle a bocajarro: «¿Y tú por qué llevas velo?» «Pues porque me da la gana», zanjó firme pero sonriente. No insistí. Después de compartir durante  un mes muchos buenos momentos juntas, aproveché el rol de periodista para volver a las andadas. Abajo tenéis la respuesta.

En fin, Yasmín -con su velo, su piel quemada, su inteligencia, su espíritu crítico, su humor ácido, la foto de su boda con Rogelio (ella con velo blanco de novia como Dios manda) colgada en ese mismo blog en el que se declara bisexual- desafía nuestra rigidez mental, nuestra necesidad pueril pero irreprimible de señalar con el dedo lo diferente, de etiquetar, de pretender entenderlo todo. Después de un mes compartiendo muchos buenos momentos, tenía ganas de escucharle hablar sobre su cuerpo, pero ya no por la curiosidad inicial, sino porque sabía que me iba a fascinar su relato.

¿El feminismo te ayudó a aceptar tu cuerpo?

Fue mi cuerpo el que me llevó al feminismo, porque es un cuerpo lleno de cicatrices. Me llevó a cuestionarme la lógica de la belleza y de la feminidad. En secundaria, me hacía muchas preguntas acerca de cómo nos educaron a las mujeres. Me preguntaba si yo podía ser mujer siendo tan fea, porque sabía que los hombres podían ser feos, pero las mujeres no. (más…)

Cuerpos de feministas cubanas. Isabel Moya

23 Feb

Una de las mecenas de mi proyecto cubano, Gisela, me propuso el siguiente tema:  cómo las feministas cubanas sienten sus cuerpos y los cambios corporales. También preguntaba qué discurso tienen las feministas hacia el papel que juega la vestimenta y la estética en la construcción de la feminidad, si asocian el ser feminista a una estética determinada… Me dediqué a hacerles esa pregunta y luego me di cuenta de que mis compañeras feministas cubanas presentan cuerpos de lo más diversos: blancos, negros, mestizos, gordos, flacos, quemados, recién paridos, en sillas de ruedas… He podido recoger experiencias dispares sobre cómo ser feminista les ha ayudado a aceptar su cuerpo o, por el contrario, cómo tener un cuerpo diferente al de la norma les ha acercado al feminismo. Empiezo esta serie con Isabel Moya Richard, directora de la Editorial de la Mujer de Cuba, quien además es experta en las representaciones de las mujeres en la prensa y la publicidad.

Isabel Moya, periodista

«El feminismo me ayudó a aceptar mi cuerpo, a sentirme feliz en él, aunque esté en silla de ruedas»


Foto tomada del blog del Instituto Internacional José Martí

 

¿Cómo ha influido el feminismo en la relación que tienes con tu cuerpo?

Yo tengo una discapacidad física, una enfermedad que me impide asimilar el calcio, por lo que tuve que usar aparatos para caminar hasta los 12 años. Después hubo que operarme las piernas, así que he tenido cicatrices. Yo diría que la propia representación del cuerpo me hizo acercarme al feminismo. En mi casa me criaron con mucho cariño y reforzaron mi autoestima. Tengo un hermano menor y nos criaron igual, sin lástima y sin sobreprotección. En mi casa naturalizaron que las personas son diferentes. Mi madre siempre hace un cuento: pasaba por la tele una novela, ‘Enrique de Lagardere’, cuyo protagonista se disfraza de un jorobado, Esopo. Todas las niñas querían ser la princesa, y todos los varones Enrique de Lagardere. Yo decía toda contenta: “¡Yo soy Esopo! ¡Yo soy Esopo!”, y mi madre lloraba, pero yo le digo que eso quiere decir que me quería como era.

Siempre fui un poco transgresora. No me ponía a intentar seguir lo que todo el mundo hacía porque yo ya era diferente. Tenía dos opciones: o sufría todo el tiempo o hacía de mi diferencia un motivo de orgullo, como el orgullo gay. Fui una protofeminista: no tenía ni idea de feminismo pero me sentía muy empoderada. Después caí en la revista Mujeres de pura casualidad y al principio me parecía que no tenía nada que hacer ahí. El verdadero periodismo me parecía el de política. Pero cuando empecé a hacer reportajes, a conocer la teoría de género y a feministas latinoamericanas, descubrí que eso era lo que había pensado siempre sin haberlo sistematizado. (más…)

Paranoicas

16 Dic

Hoy he recibido un mensaje por Whatsapp de un número que no tenía fichado. Era un hombre que conozco muy poco, de haber coincidido varias veces cuando trabajaba en otro lugar; tan poco que me ha costado varios minutos ubicarle. Me empieza a hablar como si fuéramos viejos amigos, que a qué me dedico, qué es de mi vida… Y salpicando el diálogo de bromas varias. Finalmente, me dice que cuando quiera me invita a un café y hablamos más largo y tendido. «¿Pero por algo de trabajo?», le pregunto. Y me contesta algo así (no recuerdo la expresión exacta) como: «No te precipites, morena, ya se verá». No le he contestado.

Si esta persona lee esto, va sin acritud, es que es esto a lo que me dedico.

El tema es que me he sentido incómoda, y es algo recurrente que personas que apenas conozco se tomen estas confianzas conmigo. Más situaciones:

– Conocer en ambiente de poteo al conocido de un amigo, que me esté todo el rato haciendo bromas absurdas, buscando una reacción por mi parte en plan: «¿Y tú que piensas, morena?», y mosquearse porque yo sólo asiento educadamente. Este conocido de un amigo se despidió diciéndome: «Y tú tranquila, que eso de ser tan arisca se te pasará con los años». «No creas, va a más», le contesté.

– Últimamente me pasa menos, igual porque he lanzado alguna advertencia por aquí o porque tengo más restringidos los chats de las redes sociales en los que estoy, pero otra cosa que me molestaba es esto de recibir de vez en cuando un mensajito privado (especialmente después de hablar de sexo en el blog) de chicos que alababan lo bien que escribo, lo liberal que soy, y que me decían que les gustaría conocerme más. O los que, siendo completos desconocidos, utilizaban el chat para iniciar una conversación en plan «Hola, guapa. ¿Qué haces?».

Total, que tras el incidente del Whatsapp he ido corriendo al ordenador y he escrito en Facebook y Twitter: «Lección número 1 de tipos de micromachismo: tomarse demasiada confianza con las mujeres». Y he explicado algunos de estos ejemplos. Habéis respondido con un maravilloso bombardeo de mensajes. Reproduzco algunos de los micromachismos que habéis citado las mujeres:

1- Que me llamen «niña» o «nena» / Otra dice: «que me llamen princesa»

2- Aquellos se permiten aconsejarte sobre cualquier cosa, hasta de lo que eres experta

3-  La condescendencia en el ámbito profesional

4-  Que minimicen la importancia de la igualdad por “ser cosas de mujeres”

5-  Que el hecho de llevar falda (por la rodilla) se convierta en la comidilla de la empresa

6- El baboseo, en general

7- El acoso sexual verbal en la calle (los llamados piropos)

8- El paternalismo de los históricos de izquierdas

9- Que me digan que no parezco mujer al escribir

No, no son situaciones puntuales que les ha pasado a mujeres concretas. A mí, menos lo de que no parezco mujer al escribir, me ha ocurrido todo eso, y la mayor parte de los micromachismos citados los sufro sistemáticamente.

Entre los chicos que han hecho comentarios, sobresalen las siguientes actitudes:

– Amigos que hacen bromas del tipo: «¿Te molesta si pongo ‘me gusta’?» o «Muak, ¿puedo?». Vaya, no es algo a lo que dé especial importancia, pero me recuerda a una reflexión muy interesante de Miguel Lorente hablaba en Pikara de la “actitud paranoica paradójica” de los posmachistas: «Cuando se habla de maltratadores sienten que la referencia es común a cualquier hombre, pero cuando se habla de igualdad piensan que sólo se refiere a las mujeres». Sustituid «maltratadores» por «machistas», y es lo que ha ocurrido aquí: que hombres cuya conducta no se corresponde con la que estoy describiendo, se dan por aludidos. Si sois mis amigos (y yo estoy hablando de desconocidos) y en nuestra amistad no hay baboseo, ¿por qué os sentís interpelados?

– Un amigo ha hablado también de cómo los hombres sufren el micromachismo. Recriminó a unos currelas por decir burradas a una chica por la calle, y ellos le respondieron con un insulto homófobo.

– Y ahora viene el comentario que me ha llevado a escribir este post: dice que «hilar tan fino nos va a acabar poniendo paranoicos».  Quiero pensar que no se ha leído todos los comentarios que han dejado mis amigas feisbukeras, porque vaya, ¿le parece hilar fino que contemos situaciones sexistas que vivimos sistemáticamente en la calle, en el trabajo y entre las amistades? ¿Eso es hilar fino, en una sociedad en la que las mujeres sufrimos todavía unos índices de violencia altísimos (no sólo física y no sólo en la pareja) por el hecho de ser mujeres?

Hablar de paranoia me parece muy pero que muy peligroso. Es algo que se viene utilizando con mucho éxito para que las mujeres dudemos de nosotras mismas.  Y eso es lo que nos hace no enfrentar agresiones, negarlas incluso. Cuando un tío restriega su polla contra nuestro culo en el metro, decimos: «Ay, igual es que el vagón está lleno, no me voy a poner paranoica». O cuando el jefe nos mira el escote fijamente. La formadora en autodefensa Maitena Monroy siempre dice que cuando tenemos sospechas de que nos están intentando robar la cartera, reaccionamos, sin miedo a estar siendo paranoicas.

Pero, afortunadamente, justo después he recibido otro comentario que me da ganas de enmarcar. Es de un Jose que creo que no conozco en persona, y dice así: «Los tíos nos sentimos con la suficiencia para dirigirnos a mujeres en el tono que nos apetezca, algunos lo hacemos y otros no, pero está ahí. No creo que haya que justificarlo de ninguna manera, es así, no es para crucificarnos, pero es para reflexionar. Esperemos que con el tiempo vayamos observándolo y poco a poco vaya desapareciendo, pero está muy dentro osea que paciencia que esto va para largo».

Qué alegría me ha dado. Es que esa es la cuestión: que los hombres se sienten de serie con mayor confianza, autoridad, suficiencia, que las mujeres. ¿Por qué? Por algo que Pierre Bordieu explica en ‘La dominación masculina’: «Al confinar a las mujeres al estatus de objetos simbólicos que siempre serán mirados y percibidos por el otro, la dominación masculina las coloca en un estado de inseguridad constante. Tienen que luchar sin cesar por resultar atractivas, bellas y siempre disponibles». ¿Es también Bordieu un paranoico que hila demasiado fino?

A las mujeres nos toca hacernos caso, fiarnos de nuestro instinto, saber que cuando nos parece que igual nos están agrediendo, discriminando o ofendiendo, no es paranoia. Aprender a ser asertivas, a no dejarnos condicionar por el miedo a que nos etiqueten de bordes, a exigir que nos traten con respeto. A los hombres, como bien dice el compañero Jose, sólo les pido que se observen un poco en esas actitudes. Que apliquen la regla de la inversión y se pregunten si me hablarían en ese tono y me percibirían de la misma manera si yo fuera un periodista varón. No os pido que os flageléis, sólo que escuchéis lo que las mujeres estamos expresando, lo aceptéis y tratéis de entenderlo, y después lo tengáis en cuenta en el día a día. Y no os pido nada que yo no me aplique. También las mujeres incurrimos constantemente en micromachismos. Y también conviene que desterremos las actitudes que nos incomodan en otros. Como a mí me molesta que un tío que no conozco ponga «Qué guapa» en una foto mía, me grabo a fuego evitar alusiones sobre el físico de hombres que no son mis amigos. Claro, hilar fino, ver agresiones donde no hay puñetazos o insultos, cuestionar nuestras propias actitudes a diario, es cansado. Conviene quitar hierro a todo esto y llamarnos exageradas. Allá cada cuál.

Un año pikareando

17 Nov

 

Pancarta que recoge las palabras con las que nuestras lectoras definen Pikara, hecha por Andrea y Flor para la fiesta

 

Este es un email que envíe a un grupo de amigas el 18 de febrero de 2010. El asunto era: «Mi última locurilla: ¿me ayudáis a montar una revista digital?».

Hola, chicas:

Mis ciber-amigas sabéis que he abandonado el blog. Mis amigas más terrenales, que llevo un invierno un poco apático en lo profesional y que ando buscando algo con lo que ilusionarme. (…)

Ayer Lucía Martínez Odriozola (periodista y mi madrina y pepita grillo profesional) me dijo hablando de esto: «¿Y por qué no montas una publicación digital?» En el momento me pareció una marcianada, pero en seguida me puse a pensar cómo podría ser para que no fuera una más, para que se distinga de los proyectos de comunicación no sexista que hay. Y se me ocurrió que fuera una revista para (en principio) mujeres, jóvenes (vitalmente, no por fecha de nacimiento), urbanas entre comillas, con inquietudes sociales y, sobre todo, feministas. Vaya, básicamente lo que soy yo y la mayoría de vosotras. Lo más parecido que conozco es unarevista estadounidense que se llama Bitch. (…)

Yo estoy pensando en una revista digital abierta, transgresora e incluso un poco caótica. Llena de amigas, o sea de vosotras, que aportéis lo que os apetezca. En principio me gustaría hablar de lo que tiene que ver con sociedad y cultura contemporánea, pero siempre con mirada de género y buscando un equilibrio entre temas ligeritos y resultones con reportajes en profundidad, hechos con sosiego.  (…) En el peor de los casos, si antes tenía un blog, ahora tendría algo más elaborado en lo que escribir de lo que quiera, con vuestra participación(…). No supone mucha más inversión que tiempo e ilusión, y no tengo grandes expectativas.

Terminaba preguntándoles qué les gustaría leer y qué les gustaría aportar. Todas me apoyaron un montón. Algunas de las destinatarias de ese email son colaboradoras habituales de Pikara; otras, lectoras y comentaristas incondicionales. Con ellas y con toda la gente a la que fuimos contagiando con nuestro entusiasmo, fuimos gestando Pikara, hasta que exactamente 9 meses después, el 18 de noviembre de 2010, publicamos el primer reportaje: «¿Será niño o niña?», en el que Paloma Migliaccio y yo abríamos el debate sobre qué hacer con los bebés intersexuales.

Hoy nuestra revista, Pikara Magazine, cumple un año. En fin, me emociona mucho ver que la idea-calambre que surgió una tarde gris de invierno en la que me sentía en crisis, se ha materializado siendo en esencia lo que imaginé, pero llegando a mucha más gente de la que esperaba, creando tantos lazos, y acompañada por un equipo de compañeras tan estupendas.

Con motivo de nuestro aniversario, hemos animado a los y las lectoras a que contesten a un cuestionario para evaluar el proyecto y seguir mejorándolo. Una de las preguntas era «Define Pikara con tres palabras». Podéis ver en la foto lo que contestaron. No puedo describir la satisfacción que siento al comprobar que nuestro público percibe exactamente lo que queremos transmitir. Efectivamente, yo también definiría así Pikara: fresca, comprometida, crítica, diferente… Pero sobre todo me ha gustado que nos definan como sinceras.

En estas ocasiones siempre me entran tentaciones de ponerme en plan Almodóvar a repartir agradecimientos lacrimógenos. No voy a dar nombres, (aquí están casi todos), aparte de mis queridas Lucía, Itziar y Maite, (ilustre consejo de redacción de Pikara Magazine)  pero sí que quiero expresar lo profundamente agradecida que estoy a las personas que me han metido o renovado el veneno del periodismo, y el del feminismo. Una maravilla de año.

¡¡¡Y esta noche fiestaaa!!!! Van a acompañarnos protagonistas de este año de Pikara como Barbarina Dar-Dar, Raketa Brokobitx, Olaia Aretxabaleta, DJ Patty Hearst y, por supuesto, la mayoría de nuestras colaboradoras y fieles lectoras. No podéis faltar.

Superwoman, ¿porque quiero?

28 Ago

La periodista Luz Sánchez-Mellado publica hoy una columna en El País titulada Feminista radical. En ella se declara de alguna manera hija de la lucha por la emancipación femenina (hace guiños a las feministas con referencias a «Ni putas ni sumisas» y a temas clave de la agenda feminista como el techo de cristal y la discriminación salarial), pero concluye que si no puede más con su ajetreada vida de periodista de éxito, madre y mujer fabulosa, es por la presión que ella misma se mete:

Por mis congéneres oprimidas mato, que diría otra clásica. Pero seamos serias: aquí y ahora, según en qué medio y estatus, otra cosa no, pero lo que es presión nos la metemos nosotras. Y te lo digo yo, que hay noches en que desmaquillarme se me hace un mundo.

Que me perdonen las ortodoxas, pero estoy hasta los ovarios de ir con la pancarta de nosotras parimos, nosotras decidimos por la vida. Me tiño porque quiero, me ciño porque puedo y llevo tacones porque me da la gana. Mis sacrificios y mis juanetes me cuesta ir medio mona. Para gustarme a mí misma, sí, pero también a los tíos, por qué no admitirlo. Bastante tienen algunos con encontrar su sitio, qué culpa tienen ellos de los milenios de patriarcado judeocristiano.

Y termina diciendo que cuando no puede más se pega un atracón de galletas o se va de compras a Zara, «porque lo que me gasto en trapos me lo ahorro en loqueros». Termina así:

Soy paritaria e igualitaria como la que más. Igual no pasaría un examen de limpieza de sangre feminista. Pero qué voy a hacer. Nadie es perfecta.

Me parece curioso que una persona que conoce el feminismo e incluso se declara feminista no sea capaz de entender o de explicar que ese es el gran triunfo del machismo en Occidente: hacernos creer que la opresión la ejercemos nosotras mismas. Nos sentimos mucho más liberadas que las árabes: nos da mucho gustito pensar que no tenemos un marido que nos obligue a llevar velo (idea simplista, ya que hay árabes que llevan velo porque quieren, árabes que no llevan velo, occidentales con maridos que no les dejan llevar falda, occidentales con jefes que les obligan a llevar falda…) Pero como bien explica Fátema Mernissi en El harén de Occidente (libro que he citado en mis blogs ocho mil veces), el patriarcado, que es universal, controla a las mujeres árabes a través del espacio (velo en el espacio público para que no lo sientan como su lugar en el mundo) y a las occidentales a través del tiempo: la tiranía de la eterna juventud, de la talla 38. Y dice Mernissi que la primera forma de opresión puede ser más cruda, pero la segunda es más eficaz por su sutileza, porque nos hace creer que somos nosotras las que decidimos ponernos a dieta.

Esta claro que la presión nos la metemos nosotras. Y sí, también lo dice una experta en presionarse, en pretender ser la mejor en el trabajo, la mejor para la pareja, la mejor ante el espejo. El patriarcado (perdonad que use un concepto que puede sonar tan poco tangible, pero es que es así) triunfa cuando nos creemos que nos presionamos tanto porque nos va la marcha. Hay mujeres que te dicen que no son feministas porque no sienten esa opresión. Mujeres que han sabido romper con los roles sexistas, que no sienten la necesidad de cumplir con el modelo de feminidad hegemónica, que viven su sexualidad en libertad. Me alegro un montón por ellas y siento envidia sana. Tal vez yo sea feminista porque no he sido capaz de romper moldes por mí misma: porque no me raparía el pelo ni loca, porque me da miedo viajar sola, porque no enseño las piernas con pelos, porque nunca iría a una primera cita sin pintarme los ojos…

Creo que entre flagelarme por mis ramalazos de chica cosmopolitan e ir por la vida de víctima del patriarcado, hay un término medio. Para mí ese término medio está en entender que existen unos mecanismos de opresión de las mujeres, pero que tenemos capacidad para enfrentarlos y construir nuestro propio modelo. Vaya, que no me diga Sánchez-Mellado que la percepción que tenemos sobre nuestros cuerpos (esa que nos lleva a vernos más bajas y gordas de lo que estamos, a pensar que necesitamos tacones y sujetadores con relleno para ser estilizadas pero con curvas) no tiene nada que ver con el mandato patriarcal de que las mujeres tenemos que estar siempre deseables para los hombres. Hay muchos intereses económicos en juego para que esa situación no cambie: recordemos el poder que ostentan las industrias cosméticas, dietéticas, farmacéuticas y de moda.

Otra cosa es que el proceso de liberarnos de esas presiones no tenga por qué pasar por la ruptura total con el modelo de feminidad hegemónica. Se trata de ser un poco más libres, pero también más felices. Llega el sábado y me gusta ponerme guapa: pintarme los ojos, enfundarme el sujetador push-up para lucir escote y los tacones para presumir de piernas. Para gustarme yo y para gustar al resto, claro. La cuestión es identificar que todo eso no es innato a mi condición de mujer, y tener claro que no lo necesito para aceptarme a mí misma.

Lo malo no es que nos guste el escote con push-up. Lo malo es estar acomplejadas cuando no lo llevamos. Lo malo no es llevar tacones de vez en cuando. Lo malo es destrozarnos los pies y la espalda porque sin ellos nos vemos bajitas y rechonchas. Lo malo no es maquillarnos para destacar nuestros rasgos. Lo malo es no salir de casa sin pintarnos porque nos vemos feas.

La teoría queer aporta el concepto de performatividad de los géneros. Es decir, la feminidad y la masculinidad hegemónica son performances, son puro teatro, son disfraces que aprendemos a ponernos desde pequeños, hasta el punto de pensar que no se trata de un disfraz, sino de nuestra propia piel. Lo importante, desde mi punto de vista, es ver mi ritual de ponerme guapa los sábados una performance que yo elijo hacer. Una vez que me acepto como soy, yo decido cuándo y cómo me apetece performar la feminidad. Como digo, para mí las reglas son no depender de esos accesorios «feminizantes» y usarlos porque disfruto con ellos. Si no me gustase andar con tacones, no los llevaría. Si me gustase ir de compras, lo haría sin necesitar justificarme con que me sirve para ahorrarme el loquero (yo es que me lo paso bien con mi loquera).

Claro que no todo es tan fácil. Uno de los caballos de batalla para mí es la depilación. No me gusta depilarme, me parece una inversión de tiempo y dinero indignante, pero lo cierto es que en estos momentos no me veo yendo por la vida con minifalda y pelambreras. En algunos momentos de mi vida he optado por intentar reconciliarme con mis pelos. En este momento no me apetece esa batalla, prefiero hacerlos desaparecer de la forma más rápida y cómoda posible, y disfrutar del veranito sin preocuparme por ello. Ahí estoy de acuerdo con ella: hay cosas que no tenemos energía para cambiar ahora mismo; lo asumimos aunque no pasen el feministómetro, y aceptamos no ser perfectas, ni a ojos del patriarcado ni del feminismo ortodoxo.

Estaba hablando de este post con mi amiga Tina y ha aportado una idea que para mí da en el clavo: todas esas cosas asociadas a ser una mujer fabulosa, una superwoman, las hacemos para sacar nota las que podemos permitírnoslo. Otras están a sobrevivir. El problema está que las mujeres necesitamos hacer mucho más para sacar el aprobado raspado. Si hablamos del cuerpo, cubrirse las canas, quitarse los pelos y combatir la celulitis son los mínimos que se le pide a toda mujer. Otro ejemplo que ha puesto es el de la conciliación: los padres que ejercen como tales sacan nota, hay que darles la palmadita en la espalda si deciden reducir jornada; en cambio, se da por hecho que la mujer tiene que hacer malabares para no descuidar sus obligaciones familiares. No se la premia por hacerlo, y se la juzga como mala madre y mala mujer si no lo hace.

En definitiva, seguimos estando bien jodidas y lo que faltaba es culparnos por ello, pensar que si seguimos así es porque no somos capaces de hacer las cosas de otra manera. Por eso soy feminista, porque me parece injusto pedir a las mujeres que sean libres por su cuenta, que sean capaces de escapar a todas esas presiones. Si hemos avanzado, si hemos llegado a «aquí y ahora» es por las mujeres que decidieron unirse contra la dominación masculina. De no verlo así, caemos en la misoginia que tan a fondo nos  han metido: en pensar que la que se gasta el sueldo en cremas anticelulíticas y antiarrugas es porque es tonta. En pensar que Sánchez-Mellado se queja de vicio cuando se declara agotada por tener que ser la mujer-madre-profesional perfecta.

 

Morbosas, segunda parte

22 Jul

«¿Has leído ‘La cama de Pandora‘?» Me preguntó un amigo bloguero recordando mi post Morbosas, en el que criticaba que las mujeres seguimos sin poder hablar en público sobre sexo de forma normalizada. Ayer me pasé por ese blog que se publica en El Mundo cuya autora (firma como Pandora Rebato) escribe con desparpajo sobre su copiosa vida sexual. Cuenta por ejemplo que en una feria del libro conoció a un poeta atormentado, se enrollaron, y en una edición posterior de la cita literaria, le hizo una mamada debajo de la caseta mientras él firmaba dedicatorias. Últimamente ha hablado de su escarceo lésbico en el Orgullo LGTB, frustrado porque tenía la regla; de una boda griega en la que folló con un invitado, el condón se rompió y tuvo que comprar la píldora del día después en el aeropuerto… Entretenido, vaya.

Me acordé de este blog tras descubrir otro de tono y contenidos similares, El sexo de Lucía, en la que su protagonista nos habla de la rabia que da escuchar a los vecinos follar (cuando tú no tienes plan), cuenta batallitas de sus amigas, y entre post y post nos vamos enterando de que ella (y en este caso firma con nombre y apellido) es mutiorgásmica, sólo hace mamadas a gente muy allegada, y le ponen un montón los pasamontañas. No seré yo la que critique a dos mujeres que hablan de sexo sin tapujos en sus blogs. De hecho, admiro su capacidad de lidiar con babosos. Lucía Martín transmite reiteradamente que sus lectores le piden que sea más explícita y escribe sobre e-mails que ha recibido para tomar un café o incluso para una sesión de comerse los morros (le indignó). Pandora tiene deshabilitada la opción de dejar comentarios (imaginaos el aluvión de burradas que habría) pero a cambio invita a la gente que le escriba e-mails.

Lo dicho, super a favor de que haya blogs en los que se hable de aventurillas sexuales en primera persona. Pero veo dos problemas. En primer lugar, ambos blogs están situados en comunidades (El Mundo y FronteraD) muy masculinizadas. Los tíos hablan de un montón de temas; las tías tienen un blog sobre sexo que en buena parte viene a satisfacer el morbo del público masculino (también del femenino, claro). El segundo problema que le veo es el tono: ambos blogs nos hablan de mujeres con una rica vida sexual, con pocos complejos, que se sienten en posición de aconsejar sobre cómo hacer una buena mamada, que alertan sobre los errores que deserotizan en la cama (dejarse puestos los calcetines, y demás), y que meten mucha caña a los hombres (Martín lo reconoce en alguno de sus posts). (más…)