Asedio policial
16 Ene
Mi amiga se fue a la cama agotada y una hora después un fuerte picor la despertó. Tenía la cara llena de ronchas. Entendió que el camarón que se había comido le había dado alergia. Se tomó un antihistamínico que tenía, pero su hermana, enfermera, le dijo que debía tomar leche. Así que me fui a buscar leche por La Habana Vieja a las 11.30 de la noche. Fui por el Boulevard de Obispo buscando una shopping abierta.
Caminaba concentrada en ese objetivo y los hombres me silbaban y me decían los recurrentes “lady, where are you from?”, “qué linda”, “déjame hacerte una preguntita”:.. Yo les ignoraba pero me iba cabreando más y más. Pasé junto a dos policías y ellos también me silbaron. Les ignoré. Pasé juntos a otros dos y también me silbaron. Seguí para adelante y seguían haciendo ese ruidito como de llamar a los gatos.
Ya me giré, fui a donde ellos y les pregunté: “¿Pasa algo?”. “¿A dónde va?”, me dice uno de ellos, un mulato lindo, con una cara pícara de quien está en actitud de jodedera con su compañero. “Estoy paseando. ¿Algo más?”. “Bueno, tiene que tener cuidado de ir sola por ahí”. “Sí. Yo ya sé moverme, tranquilo por eso”. Y ya no pude callarme: “Disculpe, ¿forma parte de su trabajo andar hablando a las chicas que pasan?”. Sorprendido, me contesta: “Yo hablo a quien quiero, mujeres y hombres, lo normal”. “Ya, pero usted sabe que a las mujeres turistas los cubanos nos están diciendo cosas todo el rato y comprenderá que cuando hasta los policías le tratan así a una, pues se pone brava”. El policía se quedó como fuera de juego y su compañero metió baza preguntando: “¿Entonces se siente bien en Cuba?” “Sí, perfectamente”. “¿Cuánto tiempo lleva en Cuba?” Imagino que después de todo un día utilizando la estrategia de decir que vivo aquí para que los jineteros no me vieran como a una turista, cometí la estupidez de mentirles: “Llevo ya meses”. En el momento me di cuenta de que había metido la pata y cambié de tema: “Disculpen, ¿les puedo hacer una preguntita? ¿Dónde puede haber a estas horas una shopping abierta para comprar una caja de leche, que la necesito urgentemente?” “En la Manzana de Gómez, al final de Obispo”. “Ok, muy amables. Buenas noches”.
Seguí caminando y me di cuenta de la imprudencia que acababa de cometer. No llevaba la documentación encima y estaba viviendo en casa de una persona que no tiene licencia para rentar ni yo había solicitado el permiso pertinente para alojarme en su casa en calidad de familiar. El policía podía haber reaccionado exigiéndome que le mostrase el visado por el que llevo meses en Cuba. Podía haberme dicho que fuéramos a donde yo me estaba quedando para mostrarle el pasaporte y el visado. De haber ocurrido eso y no haber encontrado la forma de librarme de él, hubiera metido en un lío tremendo a mi anfitriona.
Conseguí la caja de leche y regresé a la casa por la calle paralela para no volverme a cruzar con ellos. Pasé junto a otro agente que estaba hablando por el walkie-talkie. Me entró la paranoia de que tal vez los policías hubieran dicho a los demás que detuvieran a una yuma insolente de camiseta naranja. No ocurrió nada, claro.
Si el acoso callejero es grave, lo es aún más cuando se ejerce desde una posición de poder como el que tiene un policía en un país en el que el miedo a la represión flota tan fuerte en el ambiente, tanto para la gente cubana como para quienes vamos para hacer cosas incómodas, como periodismo crítico. Y lo que me enervaba es que la policía cubana se dedica a identificar a los cubanos (sobre todo a los negros) que van con extranjeras acusándoles de asedio al turista, cuando ellos no se cortan en acosarnos. Así que, pasado el susto, me quedé contenta con mi osadía.
Propongo una recopilación de los post que hagas de este estilo bajo un título estilo «Una feminista en La Habana» Molaría
Sí que molaría, Mara. Antes tengo que terminar un proyecto que también va de recopilación de posts de Cuba. Ya os contaré. Besos
Me parece muy fuerte que un policía se comporte así, sea en La Habana o en Conchinchina de la Sierra. Su deber, lejos de molestar a la gente, es protegerla. Qué asco.
Un beso,
Laura
Soy testigo del asedio policial a las mujeres, cubanas y a muchas extranjeras.
Por otro lado, policias alegan que existe una ley que prohibe el contacto entre cubanos y foráneos, eso dijeron a una amiga Alemana (que vivió en Cuba 1 año), cuando se quejó en una estación de policía de La Habana Vieja porque arrestaron a sus amigos que iban con ella a un concierto por calle Obispo, yo fui uno de los arrestados. Es una experiencia muy fea que te traten como un criminal, y te metan dentro de una celda aquellos cuya misión es protegerte.
June, ¿en España hay represión?…
El problema de las feministas es que se olvidan que ante todo son mujeres. Los hombres cubanos piropean a las mujeres sobre todo cuando estan buenas. Para la mayoria de las cubanas es un halago, sobre todo cuando los piropos son graciosos. Entonces a June y todas las extranjeras que piensan visitar Cuba, les digo que no se asusten si un desconocido las piropean en la calle. Si pasan inadvertidas preocupense y vayan a un gimnasio.
June, mirando tu foto me imagino que caminas moviendo bastante las caderas,entonces si pasaras por mi lado te diria: «Mami, si cocinas como caminas hasta la raspita me como» jajajajaja
Eso te pasa por gusana y por putera. Jódete.
Recuerdo cuando niño que mi madre me dijo: «El día que los hombres no me miren o piropeen en la calle, ese día seré oficialmente una vieja»
Es totalmente aceptado en Cuba el piropo, a las mujeres les gusta e incluso es posible en dirección contraria. Forma parte de nuestra cultura. El que piropea es el hombre vaya vestido de civil, de policía, de médico, de juez o incluso de cura. Por eso tampoco te extrañe que el policía te haya piropeado.
Incluso, no es extraño para nada que una mujer piropee a un hombre en Cuba, no es la regla, pero no hay nada contra ello. Me ha pasado.
Admítelo, estás en otra realidad. No impongas tus costumbres a los cubanos. Si no te gusta que te piropeen, entonces estás en el lugar equivocado. Habla con las cubanas a ver qué te dicen.
Allí donde fueres has lo que vieres