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Cuba y el sexo: hablan dos jóvenes comunicadoras feministas

14 May

BBC Mundo *

 

«¿Cómo viven las jóvenes la sexualidad en Cuba, teniendo en cuenta la menor influencia de la moral católica?», me preguntó una de mis minimecenas**. En pleno congreso de Sexología del Cenesex, que tenía a las expertas absorbidas, no tuve ocasión de contactar con ninguna especialista en el tema. Hablé con alguna adolescente de forma informal (y con mis amistades veinteañeras), pero tampoco dio tiempo a organizar un grupo de discusión. Un día quedé con las tres comunicadoras feministas que promueven el proyecto ‘Género y Cultura’ (que incluye organización de debates y también actividades con jóvenes), y me parecieron estupendas para que me hablasen también de este tema.

Lirians y Helen tienen 26 años (y Lirians ha sido madre recientemente); y Danae (se unió más tarde a la conversación), es treintañera y madre de un adolescente. Les agradezco mucho que hablasen tan largo y tendido tanto de sus experiencias personales, como de sus opiniones acerca de la sexualidad entre la gente joven. Hay que aclarar que les planteé la cuestión de decir «sí» y «no», y no identificaban que hubiera dificultades en ese aspecto. Sí que me hablaron en cambio de desigualdades respecto a la vivencia de la primera vez, la masturbación o los roles en las relaciones abiertas. Insistieron constantemente en que la sociedad cubana es (como todas) muy diversa y que no conviene generalizar. Esto es lo que me contaron:

¿Es importante la primera vez para las chicas?

Lirians: Cuba es un Estado laico, pero nuestra historia viene de mucho más atrás, hay una tradición judeocristiana muy enraizada y un patriarcado vigente a pesar de que en este proceso revolucionario de 50 años se haya reivindicado la participación de las mujeres en los espacios públicos. Y una de las estrategias de la cultura machista es controlar el cuerpo de las mujeres. Así es que se mantienen mitos como el de la primera vez. También depende de los espacios. No es lo mismo las mujeres de las ciudades que las de zonas rurales. Se ha avanzado en soltar prejuicios y ganar libertad, pero en determinados espacios. En mis tiempos, la primera vez era importante para muchas. Se lo imaginaban con velas, delicado… En la universidad, puede que las chicas empiecen a romper con roles.

Helen: La iniciación sexual es temprana, entre los 12 y 14 años. Esto puede hacer pensar que hay más libertad. En las familias no supone un conflicto terrible que la niña de 12 años empiece a tener relaciones sexuales. En el imaginario se reproduce una idealización de la primera vez, como ese momento idílico. Ya no es la virginidad como un bien preciado a preservar, pero sí que se cree que hay que entregárselo al que sea digno de ello.

¿Y qué papel juega las ganas de tener sexo en la primera vez?

H: Te apetece tener sexo, pero eso va acompañado de una idealización sobre el lugar, la persona, la puesta en escena. En muchos casos la primera vez tiene lugar en una escalera, rápido cuando los padres se fueron de la casa, en un área deportiva… Eso supone frustración por ese ideal que no se cumple.

L: Sigue habiendo mitos sobre el placer sexual, como que el orgasmo es lo más sublime. Una relación sexual sin orgasmo, ¿qué cosa es? En la universidad es más común eso de las relaciones abiertas, el sexo en grupo, el intercambio de parejas, los tríos… Hay una flexibilidad a la hora de experimentar más allá de la pareja tradicional. Pero un amigo me dijo que los chicos no se miran ni se tocan; las muchachas sí que se intenta que tengan contacto.

¿La masturbación es tabú?

L: La masturbación en las mujeres sigue siendo tabú en lo público y, bajo mi experiencia, en lo familiar. En los espacios como los medios de comunicación en los que se habla de autoerotismo, se habla de los varones: la necesidad de respetar sus espacios, se combaten los prejuicios como que les van a salir ampollas… Se toca el tema de las muchachas como una referencia, pero no se profundiza. Se reprime. Se insiste mucho en temas de salud, el uso del condón. Pero falta hablar más de placer. (más…)

Cuba y el sexo: sobre pingas caribeñas, modas europeas y prejuicios sexistas

6 May

 

No elijo esta foto (tomada en una discoteca gay) por ser representativa de nada, sino porque me encanta

En el imaginario europeo, Cuba se asocia inmediatamente al sexo. Buena parte de la población se ha creído el estereotipo. Al menos cuando hablan con las turistas: los hombres (tanto jineteros profesionales como jóvenes aspirantes) repiten como loritos el mito de que “nadie te va a follar mejor que un cubano”. Olivia, de Krudas Cubensi, habla mucho de las pingas mágicas de los cubanos; de que Cuba ha estado tan ligada tradicionalmente al turismo sexual, que los cubanos se han creído eso de que sus pingas son únicas y maravillosas, y eso influye en que la sociedad cubana sea especialmente falocéntrica. Puede ser. De las mujeres no puedo hablar; no sé si también susurran a los turistas que cuando prueben un «bollo» cubano no querrán otra cosa.

Al hilo del mito de que “en Euskadi no se folla”, he debatido con diferente gente sobre si se puede decir que una sociedad determinada es o no más sexual. Yo creo que, aunque nunca está bien generalizar, en Cuba se nota mucho la menor represión. Se nota que el sexo no sólo no es pecado ni por asomo, sino que es entendido como uno de los mayores placeres de la vida, que no sólo hay que gozar, sino cultivar, desarrollar. Otro tema además es que con el auge del reguetón, el sexo está presente a todas horas. Puedes encontrarte con vídeos como este (uno de los que más han escandalizado, debido a las escenas lésbicas y de sexo en grupo) en el taxi, en la cafetería por cuenta propia, en la discoteca…:

Imagen de previsualización de YouTube

Fui a una santera de Habana Vieja que me tiró las cartas. Entre otras muchas cosas, me dijo: “Veo poco sexo. No tienes sexo todos los días”. Me reí por dentro y pensé que eso era cultural: ¿hay alguna vasca que tenga sexo todos los días? Se lo conté a mis amistades cubanas, y la reacción fue en todos los casos una mezcla de cachondeo y lástima hacia mi escasa (según sus parámetros) vida sexual. “Por supuesto que tengo sexo todos los días, si es lo mejor que hay”, me decía la gente. No sé hasta qué punto será real o será un decir.

En todo caso, Cuba no es que sea tampoco el paraíso de la libertad sexual. De hecho, cuando charlas con la gente, ves que su realidad tiene que ver más con la nuestra que con la fantasía caribeña que nos hemos montado. Coitocentrismo, juicios morales sexistas, mitos como el de la virginidad femenina y demás patrones machistas siguen vigentes. Las conversaciones con mis conocidas de allá no distaban mucho de las que tengo con mis amigas de aquí: las mismas alegrías, problemas y frustraciones. Incluso una de las cosas que más gracia me hizo es que en Cuba a todo lo que suena a relaciones y sexo liberal le llaman: «vivir a la europea». Las pelis españolas subidas de tono y el turismo ávido de sexo salvaje son los responsables de que nos atribuyan esa fama. Ahora, que desde mi punto de vista es innegable que el erotismo está mucho más integrado en la vida cotidiana cubana, y eso es una auténtica gozada.

Norma, una de mis mecenas, me planteó la siguiente cuestión: ¿cómo afecta la menor influencia de la moral católica en la sexualidad de las jóvenes y en su capacidad para decir “sí” y “no”? Así que fue un asunto que pregunté mucho y en el que también observé mucho. Saqué las siguientes conclusiones generales (que, como conclusiones generales que son, resultan simplistas y generalizadoras): (más…)

Androcentrismo absoluto

21 Nov

Un mapa teñido de azul ilustra la mayoría absoluta del PP en las elecciones de hoy. Tenía tan asumido que esto iba a pasar, que no me provoca grandes reflexiones. Sin embargo, se me ocurre que ese color azul que lo inunda todo le va como anillo al dedo a las fotos que ha dejado esta noche electoral. Ha sido una gran victoria para la derecha, pero también para el androcentrismo. Sólo una candidata, Rosa Díez. Sólo una mujer entre quienes ocuparán los siete asientos de Amaiur en el Congreso de los Diputados. Mayoría absoluta de hombres en el debate de TVE; total en el de ETB2. Cuando en TVE se ha pedido un titular a los directores de los principales periódicos, hemos vuelto a recordar que no hay ninguna mujer al frente de los diarios más leídos.

Las mujeres han ocupado durante la campaña y durante esta noche un lugar secundario y, sobre todo, ornamental. Ana Blanco, Pepa Bueno y Ana Pastor (impecables, eso sí) se dedican a recabar opiniones de expertos. Elena Valenciano y Ana Mato cumplen con el arquetipo de «gran mujer detrás de un gran hombre». Sí, detrás, y sin poder. Por no hablar de las esposas de los mandatarios. Me ha indignado ver que tanto el PSOE como el PNV han dispuesto a sus militantes de forma que el líder apareciera en la televisión rodeado por mujeres. Mujeres que no tienen ni nombre ni voz. No me sirve que Amaiur prometa hacer política feminista, si no es capaz de algo tan básico como garantizar la presencia justa de mujeres en puestos de poder.

Me indigna que así las cosas tanta gente siga pensando que activar medidas para la paridad supone discriminar a los hombres y reducir a las mujeres a una cuestión de cuotas. Se ve que es mejor ser mujer-florero que mujer-cuota. También me enerva saber que mucha gente pensará al leerme: «ya está esta pesada con su disco rayado». Como si pedir que la mitad de la población dejemos de ser ciudadanas de segunda fuera una cabezonería, una neura como otra cualquiera.

Concha Caballero publicó el pasado jueves en El País un artículo que me llega a través de Beatriz Gimeno, en el que lamenta la drástica pérdida de protagonismo de las mujeres en el PSOE. Copio un par de fragmentos:

Tras años en los que la igualdad de género fue una seña de identidad de su formación política, la presencia y, sobre todo, el poder político de las mujeres ha decaído abruptamente. Sus grandes mítines y presentaciones públicas son masculinas y patriarcales. Si acaso, alguna mujer oficia de presentadora o telonera de sus compañeros masculinos. Y es que, desde que comenzó la crisis económica, se ha edificado una simbología y un imaginario masculino que ha barrido de escena no solo la presencia de las mujeres, sino todos los debates que afectan al desarrollo social. Además, se ha apelado a construcciones muy arraigadas en el inconsciente colectivo, según las cuales la autoridad y los tiempos difíciles necesitan liderazgos masculinos, centralizados y de edad avanzada.

(…)

Han logrado convencernos de que la economía es neutral en vez de la rama más política e ideologizada de las ciencias sociales. Apelan a que votemos con el bolsillo, no con las ideas. “Ya nos ocuparemos de las demás cosas cuando salgamos de la crisis”, nos dicen. Pero no es verdad. Saldremos de la crisis con el modelo social que hayamos diseñado en estos años. La misteriosa desaparición de las mujeres en campaña, las escasas referencias a la igualdad, el revival de “la mujer de su casa” no es una insignificancia sino un serio aviso de retroceso social.

Efectivamente, en tiempos de bonanza a Zapatero le quedó estupendo declararse feminista, rodearse de ministras que posaban para Vogue y lanzar leyes de igualdad. Pero ahora que hay crisis ya no estamos para esas chorradas; ahora necesitamos a tíos que salven el país de la debacle económica.

El problema es que las mujeres también nos creemos que nuestra presencia en la vida pública es un asunto menor, respecto a otros tan fundamentales como la recuperación de la economía o la lucha por la autodeterminación del pueblo vasco. Esos son el tipo de temas que importan, los que movilizan, los que provocan el hundimiento de algunos partidos y el éxito de otros. Que se respete a la mitad de la ciudadanía se reduce a «el tema de género», «el tema de la mujer», ese que se despacha dedicándole un coqueto apartado rosa en el programa electoral.

Así las cosas, toca volver a lo más elemental, recordar que las mujeres somos la mitad de la Tierra, la mitad de España, la mitad de Euskal Herria, la mitad del electorado, la mayoría en las aulas de Periodismo. Ni Rajoy ni Otegi (si se me permite citarle sin venir mucho a cuento) nos van a salvar de nada. Porque estamos bien jodidas. Y lo seguiremos estando, tanto en una España próspera como en una Euskal Herria libre. Todos los partidos políticos, sean de derecha o de izquierda, están dominados por hombres que, por muy enrollados que parezcan, no van a renunciar a su poder para permitir que las mujeres ocupen el lugar que nos corresponde por ser la mitad de la humanidad. Izquierda Unida y Amaiur son buenas pruebas de ello. Han tenido tiempo para cambiar, y no lo han hecho.

Me da mucha pena, yo que he sido gran defensora de la implicación de los hombres en la lucha por la igualdad, ponerme en este plan, pero es así. A ver si espabilamos de una vez y aprendemos a defender y a priorizar nuestros derechos; un sano egoísmo que de paso sentaría de perlas a esta sociedad tan enferma desde el punto de vista económico, político y moral.

Rectificación: Me he olvidado de Uxue Barkos al afirmar que Rosa Díez es la única candidata. Lo siento.

 

El macho que llevo dentro

24 Oct

Mike, Yago y Ander acaban de nacer

Anteayer nació Yago. Nació con 23 años. Le gusta bailar hip-hop y break en el parque con los colegas. Está buscando algún curso en Lanbide porque no le sale curro. Suele parecer avinagrado, aunque es bastante pacífico, y le entran ataques de risa a menudo. Bueno, cuando no le entra la depre, porque se siente solo en el mundo.

Y eso que anteayer nacieron otros también: su bro’ Ander; Leo, el bohemio; Mike, un hijo de escoceses que toca la guitarra en la calle; Anartz, tío de izquierdas y mendizale, y Salva, miembro del movimiento de hombres por la igualdad. Cada uno de su padre y de su madre, vaya. Prácticamente lo único que tienen en común es Mario: un madrileño sexy que hace trabajillos de modelo y actor, y cuando no le salen pone cocktailes. Mario no nació ayer, sino que lleva ya años alumbrando nuevos hombrecillos.

Por si alguien no se ha enterado de nada, estoy hablando de mi primer taller drag king. Quien no sepa lo que es un taller drag king, que se lea este artículo de M en Conflicto, quien dinamizó la actividad, organizada por Pikara Magazine. En resumen, se trata de practicar técnicas de performar la masculinidad, con el objetivo de desnaturalizar los géneros: es decir, así como sabemos que una mujer no nace sino se hace (Simone de Beauvoir), un hombre también se puede hacer. El fundamento teórico de esta práctica es la teoría queer, que nos enseña que los géneros son construcciones sociales y nos anima a transitar entre las identidades «mujer», «hombre», «heterosexual», «lesbiana», etc., en vez de vivirlas como categorías fijas e inmutables.

La primera vez que tuve a un king frente a frente fue con las Medeak en las Jornadas Feministas de Euskal Herria de 2008. Además de interesarme como propuesta teórica y política, he de reconocer que me quedé fascinada con uno de los kings. En fin, nos pasa a casi todas. Una de las cosas más interesantes de los drag king, como siempre comenta M en Conflicto, es explorar las dinámicas de deseo que genera: en mujeres que se definen como heteros (pese a que saben que eres una mujer), en lesbianas (aunque estás performando la masculinidad), en hombres que se definen como heteros (pese a que tienes aspecto de hombre), en hombres que se definen como homosexuales (aunque sepan que eres una mujer)… Lo explica de maravilla en este post. (Una curiosidad: si leéis los comentarios, veréis que ahí le dejé el mío animándole a colaborar con Pikara, que en aquél momento era un embrión). Nosotros no ligamos demasiado, aunque fue curioso pasar de ese rol pasivo de ponerte guapa, que los chicos te miren y te aborden, a dedicarnos a buscar a chicas que nos motivasen, pensar en cómo entrarlas y temer su rechazo.

Se trata de un taller muy valioso para reflexionar sobre los géneros: cómo se construyen, cómo se reproducen, cómo los percibe la gente, cómo performamos feminidad y masculinidad en nuestro día a día… Otra utilidad del king es testar cómo nos sentimos ante la ambigüedad. A la gente le desconcierta muchísimo no poder clasificarte automáticamente como hombre o mujer. Y yo misma sentí resistencias tránsfobas (por decirlo de alguna manera) al ver por ejemplo a un compañero drag con su barba y unas tetas generosas.

Los drag king no tienen por qué imitar y parodiar la masculinidad más hegemónica y burda. Hay tantas masculinidades como hombres, y tantos kings como masculinidades. Hay kings sensibles, tímidos, intelectuales, femeninos, osos, punkies… Lo que ocurre es que a veces elegir un personaje típico como fue en mi caso el rapero, puede resultar más fácil para empezar. También se tiende a la caricatura porque una de las funciones de los talleres drag king es la de permitirnos imitar esas actitudes consideradas masculinas que nos han vetado a las mujeres, porque no son de señoritas. Así es que nos lo pasamos genial tocándonos el paquete, diciendo tacos, hablando de culos y tetas, poniéndonos farrucos… Pero también fuimos conscientes de lo aburrida y encorsetadora que es la masculinidad hegemónica. Eso de apostarte en la barra birra en mano y hablar de deportes no es lo mío.

En todo caso, una de las lecciones más interesantes que he sacado de esta experiencia es que no se trata de buscar modelos fuera sino de explorar mi propia masculinidad. Estábamos cenando en un restaurante chino (la camarera, que se reía todo el rato, estuvo genial cuando se dirigió a nosotros con un: «Chicos, chicas: ¿queréis postre?»), y cuando me puse a manejar los dineros, Anartz (drag king de una buena amiga que me conoce mucho) dijo: «Ahora ha salido tu lado masculino auténtico». Al día siguiente, fui consciente de roles asociados a la masculinidad que me salen de forma natural todo el rato, pese a que en espacios queer he tendido a definirme como femenina.

Por tanto, para la próxima experiencia king, voy a sustituir a Yago (que no tiene nada que ver conmigo) por alguien que me permita conectar con aquellas cualidades que son mías, pero que tal vez no desarrollo tanto, o no soy tan consciente de ellas, como en el caso de mis cualidades asociadas a la feminidad. Así que mi próximo king rozará los 30 años, será exitoso, ambicioso, emprendedor, micromachista (bajo el barniz de tío progre enrollado), algo ególatra, seductor…

El king es interesante también como ejercicio de autoconocimiento. La cuestión es que cuando identificas todas las piezas que componen lo que eres, puedes reordenarlas y construir el puzzle como más te apetezca. Reconocer todas esas actitudes, ver cuáles hemos potenciado y cuáles hemos reprimido, distinguir cuáles son elegidas y cuáles impuestas, cuáles nos hacen felices y cuáles nos lastran. Como ya he defendido en alguna otra ocasión, la teoría queer resulta muy liberadora, porque esto de reconocer el género como una performance, como un disfraz de quita y pon, permite romper un montón de esquemas mentales rígidos, y vivir tanto la feminidad como la masculinidad (y la ambigüedad) de forma más ligerita y satisfactoria.

Porque, para quienes tengan estos prejuicios freudianos de que los talleres drag king denotan envidia de pene (o, en jerga feminista, que se trata de imitar modelos masculinos), conviene subrayar que el resultado no es necesariamente renegar de la feminidad, sino incorporar (o descubrir) nuevos elementos para enriquecer nuestra identidad. Por simplificar un poco, no soy partidaria de renunciar a los tacones y la minifalda, sino de alternarlos con los calzoncillos y la gomina. Porque ambas opciones son igual de artificiales en mí, y a la vez es tan propio de mí jugar con unas como con otras. Mucho más divertido que limitarnos a vestir de uniforme igualitario, dónde va a parar.

Si os tienta la idea, espero que pronto organicemos otro taller o una quedada drag. Aviso: me consta que no soy la única que tiene la cabeza puesta en la próxima vez. Esto engancha.

De izquierda a derecha, Mario, Yago, Leo, Mike y Ander, en un bar del centro de Bilbao

Rabiosas

1 Oct

Uno de los lemas que coreamos con más fuerza en las manis feministas es «En caso de duda, tú la viuda». Lo gritamos con una sonrisa maliciosa, como si fuera una transgresión de la leche defender algo tan obvio como que cuando nuestro maltratador intenta asesinarnos, es legítimo y necesario defendernos incluso aunque si el resultado es que terminamos asesinándole nosotras a él.  Otro de los lemas que sentimos un poco macarra es «picha violadora, a la licuadora». Sin embargo, siempre me he preguntado, como lo hace Virginie Despentés (bueno, creo recordar que se lo pregunta en Teoría King Kong) por qué no hay más mujeres que arrancan de cuajo la polla de sus violadores cuando éstos les obligan a hacerle una mamada.

Maitena Monroy, la gran formadora en el País Vasco de autodefensa feminista, llama la atención en sus talleres sobre lo mucho que empatizamos con los agresores. Cuando nos cuenta estrategias para prevenir una agresión o plantar cara a un acosador (no puedo contar qué estrategias son, pero algunas les ponen en evidencia en público, otras les hacen un poco de daño) es habitual que alguna diga «qué pobre, ¿eso no es pasarse un poco?», y que la mayoría lo pensemos. Nos da apuro pasarnos de bordes y de agresivas con un tío que nos está agrediendo. Ella suele poner el símil del robo: cuando tenemos la sospecha de que alguien nos va a robar, no andamos con esos remilgos para defendernos.

El uso de la violencia es uno de los debates más novedosos, transgresores y delicados del feminismo (bueno, igual las feministas de los setenta lo debatían, pero yo no estaba ahí). Hay colectivos como Medeak que de alguna forma quieren romper con el esquema mujer víctima y hombre agresor, propiciando que las mujeres se reapropien del uso de la violencia. Vaya, no hablan de dedicarse a apalear a hombres. Hablan de autodefensa. De cabreo legítimo. De no dejar que los machistas sigan acosándonos, maltratándonos, asesinándonos. Mirad este párrafo:

«En los tribunales nos juzgan como lesbianas, como feministas radicales. Nos dicen que salimos en manada a matar hombres heterosexuales. Seguramente, será pura casualidad que sean las nuestras las que acaban siempre muertas. Mientras tanto, sus leyes solo pueden leernos como victimas. No nos dejan contestar; la autodefensa es violencia, pero paradójicamente su violencia nunca es violenta… (…) y aprenderemos a defendernos de vuestra violencia!! CABRONES!!!»

Ilustran el post con imágenes impactantes: una mujer desnuda desangrándose ante la mirada de un hombre, un grupo de monjas con rifles, y una manifestaciones de mujeres árabes en las que una porta un fusil. Soy la primera a la que me cuesta la forma de expresarse de Medeak y que recurra a esa iconografía violenta. No he sido capaz de ver Kill Bill (ya lo sé, imperdonable) ni Fóllame, dos películas de culto para las jóvenes feministas cabreadas. Cuando en los debates han sacado el tema de reapropiarnos de la violencia en según qué situaciónes, se me ha rayado el disco y sólo era capaz de pensar: «Soy pacifista, soy pacifista, soy pacifista, soy pacifista…» Pero estoy cambiando de idea.

El sábado pasado, en un bar, un tipo que estuvo a punto de recibir una hostia de una feminista (la paró el camarero) por lo mismo, se puso a acosar a una amiga mía (también feminista, pero de estética nada sospechosa de serlo). Por acosar me refiero a que se puso a ligar con ella invadiendo su espacio vital, ella le dijo que la dejara en paz, y él siguió insistiendo, acorralándola de forma que ella, que es super alta, no podía salir de ahí ni empujándole. Se había quedado sola en el bar, así que no veía a nadie conocido que le echase un cable. Una cuadrilla de tíos miraban el espectáculo divertidos. Hay que ser gilipollas. Un par de días después, estaba en la calle con mi amiga cuando el acosador pasó por delante de nosotras y le dijo algo tipo «qué guapa eres». Ella le contestó: «¿A que te pego una hostia?» Y a él eso le hizo gracia. ¡Le hizo gracia! A mí me han llegado a soltar eso de «qué guapa te pones cuando te enfadas». Mi amiga me decía que igual tenemos que conseguir que vean que vamos en serio, que podemos soltarles una hostia perfectamente, para que se lo piensen dos veces antes de agredirnos.

Claro que hay un pequeño problema: al menos yo no sé pegar una hostia. Nunca lo he hecho. Ni tan siquiera he jugado a pelearme con nadie (al contrario de estos niños que se pelean como cachorritos de león). La mayoría de las mujeres somos analfabetas en materia de lucha. Monroy se preguntaba en el taller al que asistí cómo es posible que los padres sigan enseñando a pelear a los hijos, cuando son las hijas las que necesitan ese conocimiento para defenderse de las agresiones sexistas. Es decir, aún hoy se refuerza ese binarismo: al hombre se le sigue enseñando a usar la violencia y se sigue sin instruir a la mujer sobre cómo defenderse.

No se trata sólo de  sentirnos con el derecho de usar la violencia cuando está en riesgo nuestra integridad. Se trata también de darnos cuenta de que a las mujeres nos han educado en la dulzura, la empatía, la comprensión, y nos han reprimido otras emociones necesarias como la rabia.  Una cosa que me pasa todo el rato es que, como tengo un gesto serio, los hombres me dicen: «sonríe un poco, mujer». ¿Por qué tengo que sonreir? ¿Te crees que soy una azafata o algo? Se extrañan si nuestra actitud no es la de gustarles y complacerles.

Otro ejemplo: cuando he descubierto que alguien en quien confiaba ciegamente me ha engañado, mi primera reacción ha sido intentar comprenderle y excusarle, y hacer como que no me afecta demasiado. ¡Eso no es sano! ¡Tenemos derecho a enfadarnos, necesitamos enfadarnos! ¡Necesitamos pegar un puñetazo a la pared o una patada a una silla! Lo contrario, esto de tragarnos la mala hostia todo el rato, nos lleva a la neurosis.

Fans de Mad Men: sabéis que esa serie está inspiradísima en «La mística de la feminidad», ese clásico imprescindible de Betty Friedan, en el que retrataba a la mujer de los años cincuenta y sesenta. Os hablé de ello en este post. Como os contaba, Friedan habla del «confortable campo de concentración» que es la vida de la ama de casa. Las mujeres de los Mad Men tienen todo lo que habían aprendido a desear. Sin embargo, van acumulando día a día frustración. Sus maridos las hacen sentir todo el rato poca cosa. Ese Don Draper que siempre tiene alguna amante abronca a Betty Draper por haberse comprado un bikini que «es de buscona». Y ella baja la mirada y le contesta: «Perdona, no lo sabía». ESO NOS SIGUE PASANDO. Y tenemos que cabrearnos por ello.

El pacifismo es uno de los rasgos más postivos del feminismo; siempre se dice que es el único movimiento revolucionario que ha conseguido cambiar tan radicalmente la realidad sin derramar una gota de sangre. Es cierto. En la construcción de nuestras nuevas identidades como mujeres más o menos emancipadas, no queremos imitar roles masculinos violentos. No es esa la cuestión. Pero de ahí a amputar nuestra capacidad de enfadarnos y defendernos cuando nos agreden, va un trecho.

¡¡¡¡NINGUNA AGRESIÓN SIN RESPUESTA!!!!

Morbosas, segunda parte

22 Jul

«¿Has leído ‘La cama de Pandora‘?» Me preguntó un amigo bloguero recordando mi post Morbosas, en el que criticaba que las mujeres seguimos sin poder hablar en público sobre sexo de forma normalizada. Ayer me pasé por ese blog que se publica en El Mundo cuya autora (firma como Pandora Rebato) escribe con desparpajo sobre su copiosa vida sexual. Cuenta por ejemplo que en una feria del libro conoció a un poeta atormentado, se enrollaron, y en una edición posterior de la cita literaria, le hizo una mamada debajo de la caseta mientras él firmaba dedicatorias. Últimamente ha hablado de su escarceo lésbico en el Orgullo LGTB, frustrado porque tenía la regla; de una boda griega en la que folló con un invitado, el condón se rompió y tuvo que comprar la píldora del día después en el aeropuerto… Entretenido, vaya.

Me acordé de este blog tras descubrir otro de tono y contenidos similares, El sexo de Lucía, en la que su protagonista nos habla de la rabia que da escuchar a los vecinos follar (cuando tú no tienes plan), cuenta batallitas de sus amigas, y entre post y post nos vamos enterando de que ella (y en este caso firma con nombre y apellido) es mutiorgásmica, sólo hace mamadas a gente muy allegada, y le ponen un montón los pasamontañas. No seré yo la que critique a dos mujeres que hablan de sexo sin tapujos en sus blogs. De hecho, admiro su capacidad de lidiar con babosos. Lucía Martín transmite reiteradamente que sus lectores le piden que sea más explícita y escribe sobre e-mails que ha recibido para tomar un café o incluso para una sesión de comerse los morros (le indignó). Pandora tiene deshabilitada la opción de dejar comentarios (imaginaos el aluvión de burradas que habría) pero a cambio invita a la gente que le escriba e-mails.

Lo dicho, super a favor de que haya blogs en los que se hable de aventurillas sexuales en primera persona. Pero veo dos problemas. En primer lugar, ambos blogs están situados en comunidades (El Mundo y FronteraD) muy masculinizadas. Los tíos hablan de un montón de temas; las tías tienen un blog sobre sexo que en buena parte viene a satisfacer el morbo del público masculino (también del femenino, claro). El segundo problema que le veo es el tono: ambos blogs nos hablan de mujeres con una rica vida sexual, con pocos complejos, que se sienten en posición de aconsejar sobre cómo hacer una buena mamada, que alertan sobre los errores que deserotizan en la cama (dejarse puestos los calcetines, y demás), y que meten mucha caña a los hombres (Martín lo reconoce en alguno de sus posts). (más…)

Trágatelo tuti

13 Jun

 

El zapatero del barrio pega un impúdico repaso a Bea

 

«¡Parecen cubanas!», nos suelta un mulatón despampanante que pesca en una playa paradisíaca en calzoncillos blancos de Dolce y Gabanna. Nos morimos de la risa. Nos han tomado por alemanas, italianas, francesas, rusas… Y pretende que nos creamos que parecemos cubanas, luciendo palidez rojiza en bikini. Se pasará el resto del día cortejándome: «Qué cuerpito más lindo tienes. ¿Tú eres modelo en Bilbao? Pues deberías». Y me susurra en el mismo tono confidencial en el que me ha ofrecido cocinarnos pescado (lo cuál es ilegal): «Vente a caminar conmigo. Vamos a bañarnos juntos». Yo le digo que ni de coña, que él flipa. Y me contesta: «No, si yo no quiero follal (los cubanos no dicen «follar», sólo cuando quieren dárselas de hablar nuestro idioma), eso está en vuestra cabeza, que no pensáis en otra cosa. Yo sólo quiero jugal«. (más…)

Me dicen que Bildu es feminista (y me entra la risa)

10 May

Hemos preguntado en el Facebook de Pikara Magazine si alguien sabe de algún otro partido feminista que se vaya a presentar en el Estado español a las próximas elecciones. Estamos casi seguras de que no (porque nos hubiéramos enterado), pero no está de más tantear antes de afirmar que Plazandreok es el único partido feminista en estas elecciones. Dos personas (una por Facebook y otra por Twitter; una mujer, el otro hombre) han respondido que Bildu también es feminista. La mujer también ha citado a Aralar. No era procedente contestar como Pikara Magazine. Como Mari Kazetari, os diré que me ha entrado la risa.

La foto de arriba es de las primeras que salen al buscar Bildu en Google Imágenes. Podría haber elegido cualquier otra. En todo caso, no soy la única a la que le chirrió ver que en las celebraciones por la aprobación de todas las listas, las caras visibles eran de hombres. Feministas que van a votar a Bildu han lamentado su imagen testosteronizada. Alternatiba y la izquierda abertzale tienen discursazo feminista. No he leído sus propuestas en materia de género pero seguro que me encantan. Piden asesoramiento al movimiento feminista. Se han aprendido el léxico y las reivindicaciones estupendamente.

En cambio, ni los unos ni los otros han mandado una mujer a ninguna de las reuniones de la plataforma contra la Ordenanza del Espacio Público a las que he asistido. Fue uno de la izquierda abertzale el que me soltó que la represión contra las prostitutas no es algo estructural; y que sí lo es que ellos no puedan poner mesas informativas en la calle. Y, en fin, si os digo: «Un, dos, tres, responda otra vez: ¿mujeres líderes en la izquierda abertzale?», apuesto a que a poca gente se os ocurrirá a bote pronto alguien más que Jone Goirizelaia.

Un día me reuní en SOS Racismo con Alternatiba. El plan era hacer un primer contacto para que se presentasen y nosotras les hablásemos de nuestro trabajo y nuestras reivindicaciones. Vinieron una mujer y un hombre. Diría que el hombre habló el 80% del tiempo. Y hablaba de feminismo. Cuando me tocó hablar a mí, pocas veces he sentido más claramente que por parte de ese tío que no le interesaba lo más mínimo lo que le estaba contando, que él ya me había vendido su moto y punto pelota.

Respecto a Aralar, la ausencia de mujeres en Kalea guztiona da también va por este partido.  Aintzane Ezenarro es una figura fuerte. Fue la única mujer entre quienes optaron a lehendakari en las últimas elecciones. Eso hay que valorarlo. Pero los otros líderes visibles también son hombres.

Alguien me pondrá a parir porque critique a estos partidos y no a otros. Las candidatas del PP tanto a la Alcaldía de Bilbao como a las Juntas Generales son mujeres. En su caso, la presencia está garantizada, pero es obvio que no sirve de mucho (más que el síntoma de normalidad que supone que se elija a mujeres como cabezas de lista) si esas mujeres defienden tesis reaccionarias. El PSOE y el PNV, ni convicción feminista, ni demasiada presencia. Y de Ezker Batua, con el debido respeto, yo ya ni hablo.

Total, que como bien dicen mis queridas compañeras de Plazandreok, paridad no es lograr que las mujeres seamos la mitad en política (y eso tampoco se consigue) sino que nuestras necesidades e intereses se tengan en cuenta en todas las políticas. Y como bien dicen, son las feministas las que pueden garantizar que eso sea así, porque son las que creen en ello. Pero claro, el único partido feminista en estas elecciones se presenta sólo en una ciudad y en una provincia. ¿Qué hacer en el resto? Pues cada una verá si pasar de todos o si apoyar a los que creen tenerlo claro y meterles caña para que en el día a día apliquen el discurso, para que los hombres enamorados de sí mismos se callen un poquito y se pongan en la segunda fila. Y para que las mujeres inseguras se sientan respaldadas y empoderadas como para ocupar el sitio que se mercen.

Allá cada cuál, vaya (así como admití abiertamente que el anterior post tenía como objetivo hacer propaganda a Plazandreok, este es Mari Kazetari independiente). Eso sí: me quedo con las ganas de que marujeemos un poco sobre las elecciones. ¿En qué os vais a basar para votar? ¿Sois de abstención sin complejos, de voto útil o de partido pequeño? ¿Veís que algún partido se crea y ponga en práctica de verdad los postulados feministas?

Nota final: Ando a tope y no he podido actualizar el post sobre Bildu. Evidentemente, me alegro muchísimo de la decisión del Tribunal Constitucional. Lo contrario hubiera sido terrible. Y me alegro por las personas que por fin van a poder ejercer su derecho a voto, porque por primera vez en años no han ilegalizado a la formación con la que se identifican. Pero vaya, si alguien ha empezado a seguirme aquí, en Twitter o Facebook por creer que soy una incondicional, imagino que se decepcionará con este post y que me caerá algún unfollow.

Sola

31 Dic


Esta semana me he dado el gustazo de hacer una escapada. Es triste, pero resulta que osar ir por ahí sola y sin coche es de lo más transgresor.

Buscando planes posibles, ya descubrí algo que no sabía: que viajar sola es una ruina. La mayor parte de ofertas están pensadas para parejas o familias. Una habitación individual (si es que tienen de eso) cuesta prácticamente lo mismo que una doble. Incluso en la web de la Travel Club, al marcar el número de personas para ir a balnearios, ¡se han comido el número uno!

Me decidí por un plan sencillo: balneario y paseíto por la montaña. En el balneario, el personal se empeñó en hablarme constantemente en plural («¿Desean algo más?»»Siéntense en esa mesa y ahora les atiendo»…). Me dieron dos llaves y dos toallas. Me decía Magapola que bien podía haber reclamado por esa lógica dos masajes. Al final les llamé la atención por ello, y la respuesta fue confusa: me dijeron que es cuestión de costumbre pero que, por otro lado, esa noche otras cinco personas habían dormido solas en ese hotel. Se trata de un establecimiento pequeño así que ¿no es ese porcentaje de afluencia de gente sola suficiente para cuestionarse el uso por defecto del plural? Pensé que sería cosa sólo del balneario, pero en la Oficina de Turismo, al hacer autoestop o en el restaurante también suscité miraditas de sorpresa.

En todo caso, me ha parecido una experiencia super liberadora y empoderadora no dejarme limitar por no tener pareja o coche. No necesito ni pareja ni coche. Para nada. Que lo sepáis. Me gustó tener la enorme cama y la bañera de hidromasaje para mí sola. Me gustó hacer autoestop (no lo hacía desde la adolescencia). Me gustó contemplar en silencio el sobrecogedor paisaje desde el mirador. Me gustó meterme entre pecho y espalda un codillo al horno en un restaurante de currelas. Me gustó viajar sin prisa en tren.

El mismo día de la escapada, chateé con mi amiga bloguera Marta Navarro y me advirtió: «ama, pero no te enamores». No me quiso explicar la diferencia: «Piensa en ello». Y le di vueltas mientras atravesaba hayedos nevados y bordeaba los acantilados. Me ha convencido. Creo que la clave está en la identidad, la autonomía y la libertad. Si yo amo, yo soy el sujeto, y mantengo mi identidad intacta. Si me enamoro (como si me enfermo), cambia mi estado, paso a «estar enamorada». Y estar enamorada supone, al menos en base al modelo de amor romántico imperante, estar pendiente de la otra persona: dejar de pensar en mí para pensar en nosotrxs. Lo cuál puede estar bien si se elige conscientemente y si es correspondido. Pero no por inercia, por no saber amar de otra manera. Y eso es lo que ocurre en la mayoría de los casos.

Esas cosas pensaba yo asomada al Salto del Nervión. Termino el 2010 y saludo al 2011 disfrutando de la soledad elegida. Me siento completa: no necesito medias naranjas ni príncipes azules. Os deseo un año nuevo lleno de libertad, ilusión y amor, sobre todo hacia vosotrxs mismxs.

Nota: No saqué fotos. Y no tengo ninguna que sea coherente con lo que estoy diciendo. Así que me he tomado la libertad de robarle a Ander una foto que sacó haciendo el mismo paseo. Él también lo disfrutó solo y nos lo contó así.

¡¡¡¡¡A jugarrrrr!!!!

9 Oct

De entre todas las desigualdades de género, una de las que más lamento es la disposición a jugar. Observad a parejas con un poder adquisitivo medio-alto a vuestro alrededor: ¿a que a menudo él invierte su dinero y su tiempo en jugar? Se me ocurren: un estudio de fotografía en casa, festivales de música, playstation, club de aviación, campeonatos de mus, una harley, paintball, comprar guitarras…

 

Cuando he preguntado cuáles eran las aficiones de sus compañeras, me hablaban de cosas prácticas como la restauración de muebles, y se daban cuenta de que gastaban mucho menos tiempo y dinero en ellas. Por ejemplo, ¿qué porcentaje de quienes compran avioncitos y barquitos son mujeres? Salvo esas horrorosas muñecas de porcelana, casitas de muñecas y pijadas similares, los fascículos de coleccionista se dirigen a los hombres. Las mujeres quedamos para hacer footing o nos apuntamos juntas a bailar o a aerobic. El principal objetivo: mantenernos en forma. Muchos hombres adultos, en cambio, siguen quedando para echar un partidito de fútbol, baloncesto, squash o lo que sea. Juegan.

 

Ese aprendizaje empieza muy pronto: el famoso anuncio de Max Center en el que el niño juega abstraído con un cohe y la niña posa a cámara barbie en mano es como la vida misma. Además, los juguetes sexistas que nos tocan sirven para aprender a hacer «cosas de mujeres»: cuidar bebés, planchar, barrer, cocinar, tejer, lucir modelitos… Y cuando nos convertimos en mujeres, teniendo una doble jornada laboral y unos hijos e hijas de los que estar pendientes, como que no es plan dejar ese deber de lado para irnos a jugar. Incluso cuando no tenemos responsabilidades familiares, se nos hace raro dedicarnos al disfrute lúdico, más allá de lo que tiene que ver con mantenernos deseables (ir de compras, las sesiones de belleza…) 

También hay un componente de autoexigencia: si la fotografía no es lo nuestro, ¿cómo vamos a gastar cientos de euros en una cámara? No se nos ocurre que disfrutar con ella sea un motivo de sobra. Más aún, a las mujeres nos cuesta más, por lo general, hacer el payaso. Pensad en una reunión familiar o de amistades: ¿acaso no son los hombres los que aportan la vis cómica en la mayoría de los casos? ¿Cómo es que los hombres son más dados a contar chistes? Y cuando se trata jugar con una criatura, ¿quién juega más a lo loco, tirándose por los suelos, saltando, convirtiéndose en niño por unos minutos?

Creo que debemos tomarnos esta cuestión tan en serio como otras aparentemente más cruciales. Ya sabéis que últimamente hay muchos cursos de crecimiento personal dedicados a que cada quien conecte con su niño interior. El problema es que no suelen tener perspectiva de género. Os animo a que este puente os propongáis hacer algo cien por cien lúdico que normalmente no os permitáis hacer. Y a los chicos, os pido que acompañéis a las mujeres de vuestra vida en ese proceso, dándoles el tiempo y el espacio que necesitan. ¡Disfrutad!