WALLRAFF Günter

Wallraff tampoco les votaría

Ayer dio una conferencia en San Sebastián el periodista camaleónico Günter Wallraff, el autor de Cabeza de turco, que se camuflaba durante meses y hasta años con identidades falsas, se hacía pasar por emigrante turco o traficante de armas, y así destapaba las miserias de una sociedad alemana que se veía a sí misma como democrática, intachable, respetuosa de los derechos humanos, y que detrás de la cortina explotaba y humillaba a los más pobres y chapoteaba en corrupciones y chanchullos.

Wallraff  dijo que él vivió una infancia con miedo. Que siempre ha tenido miedo. Que aún hoy sufre pesadillas. Que de joven decidió luchar contra quienes extienden el temor, contra aquellos que se imponen por la fuerza, que aplastan a los demás, y que esa lucha contra el miedo ha sido la única manera para liberarse de su propio miedo.

Habló de sus convicciones -cristianas, humanistas, sociales- con mucha pasión, detalló sus peripecias juveniles, explicó algunas de sus investigaciones más famosas. Y al final también dijo unas palabras que vienen al pelo para hoy, para esta jornada de… ehmm… reflexión. Apuntes a vuelapluma:

«El bipartidismo es un peligro para la pluralidad y la democracia. Me gustan mucho la imaginación y la inteligencia que han demostrado las manifestaciones de estos días en España. Si no nos permitimos soñar, moriremos de apatía. Pero «estar en contra» no es suficiente. Hay que implicarse, hay que luchar, hay que construir. Los ciudadanos deben organizarse desde la base, con métodos de verdad democráticos y abiertos. No se trata de crear nuevos dogmas y cambiarlos por los antiguos sino de empeñarse en ser libres y seguir siempre abiertos, siempre dispuestos a aprender, a escuchar, a entender al otro.

Vivimos en sociedades cada vez más abiertas. Las democracias pueden cambiar muy rápido. En la región de Baden-Wurttemberg, después de sesenta años de gobiernos conservadores, acaban de ganar las elecciones… ¡los Verdes! Hace poco no podían ni soñar con algo así. Ahora el problema es que no tienen gente formada para gobernar, pero ya aprenderán.

Hay que estar atentos a los nuevos partidos, a los nuevos movimientos que aparecen, hay que participar. A los partidos que llevan toda la vida en el poder y que permiten la corrupción no se les puede seguir votando. Algunos están en política sólo para beneficiarse con sus negocios, es muy evidente, sólo les interesa el dinero. Han corrompido la palabra «política». No comprendo cómo nadie puede ir y darles su voto».

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Mientras esperaba para entrar a la sala, me puse a contar el número de hombres y mujeres que hacían cola. Luego vinieron más, pero yo veía a 37 mujeres y 8 hombres. Así, por comentarlo.

Otro dato: yo era el segundo más joven y tengo 35 tacos.

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Había unos cientos de jóvenes (no sé, ¿trescientos?) ayer a medianoche en la acampada de Donosti (en el Boulevard),  participando en grupos que escribían propuestas por temas (educación, vivienda, economía, igualdad…), había un puesto en el que repartían tortilla y pinchos de chorizo, había un mendigo aprovechando para cenar, había unos cuantos coches de ertzainas discretamente alejados, había abogados voluntarios ofreciendo sus números por si la policía ponía denuncias a quienes permanecieran reunidos tras la prohibición de la Junta Electoral, había una pareja de jubilados admirándose de la caligrafía de una chica que escribía en una cartulina propuestas sobre la deuda externa de los países pobres, había bastante más castellano que euskera, y había un pancartón en el quiosco para despistar: «Esto no es lo que parece. Estamos esperando a los fuegos».

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Idatzi nuenean ez nekien Wallraff Donostiara etortzekoa zenik. Baina gaur bertan, kasualitatez, Gara egunkariaren Gaur8 gehigarrian argitaratu dut Walrraffen imitatzaile txarrei  buruzko artikulua: «Kazetari aktoreak«.

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¿Alguien sabe para qué sirve una jornada de reflexión?

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Periodismo fuera de juego

Dos cosas.

Una. Me interesa muchísimo el fenómeno Orsai, la revista elaborada por un argentino chiflado, sin publicidad, sin intermediarios y con grandísimos periodistas, escritores y dibujantes, la revista que 10.080 personas de todo el mundo compramos antes de que se publicara, sin apenas saber lo que íbamos a recibir, y sabiendo que además luego la iban a colgar gratis en internet (el fin de la piratería, dicen).

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Escribo con los veinte dedos.
Kazetari alderraia naiz
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