PANAMÁ

Los gunas, el pueblo anfibio amenazado por el océano

En cuanto soplan vientos fuertes y sube la marea, el océano amenaza con tragarse el archipiélago Gunayala. Veintiocho mil gunas (o kunas) viven en estos islotes coralinos sin relieve, en el Caribe panameño, y trescientas familias tienen ya un plan para trasladarse al continente.

Sin embargo, las obras de las viviendas, el hospital y la escuela que se iban a construir para ellos llevan años paralizadas. Los gunas están pendientes de la evacuación y de la cumbre sobre el cambio climático que se celebra en París a partir del 30 de noviembre. Los representantes de Panamá reclaman ayudas para amoldarse a un cambio que han producido otros.

El reportaje sigue en CNN.

Gunas Gunayala

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Los gunas planean abandonar sus islas

Los gunas planean abandonar sus islotes coralinos sin relieve, en el Caribe panameño, preocupados por la subida del nivel del mar y la falta de espacio. Aquí está el reportaje que publiqué en la web de El País.

«Los dos cerdos viven sobre las aguas, dos cerdos flacos, de pelaje negro y morro rosa, encerrados en jaulas de troncos que los vecinos construyeron un metro mar adentro, un metro encima del mar. La isla Gardi Sugdub es un grumo de coral en el Caribe panameño, un islote que se recorre a lo ancho en cuatro minutos, a lo largo en dos, que no se levanta más de un metro sobre las aguas, y que está ocupado hasta el último centímetro por las cabañas de sus 927 vecinos. No les caben los cerdos.

En esta orilla occidental de la isla, a los cerdos los pusieron en plataformas sobre el mar y las cabañas las construyeron sobre terrenos ganados a las aguas con rellenos de coral, roca y tierra. En noviembre y diciembre, época de vendavales y oleajes, a veces se inundan. Nunca fue tan angustioso como en 2008, cuando el mar entró con furia a la isla».

Gunayala Kuna Yala gunas kunas

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Vamos ya para casa

-Vamos ya para casa, capitán, que el 27 tengo que dar una charla en el Koldo Mitxelena.

O

-¿Adónde vamos?

-El puerto de Pasajes estaría bien.

-¿Antxo, San Pedro…?

-San Pedro está bien, capitán.

-De acuerdo. Orine por la borda, por favor, tenemos que remontar 26 metros.

-Lo que haga falta. Debo volver a casa, se acabaron las esclusas.

O

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Dos océanos

En barco por el Canal de Panamá, de esclusa en esclusa, una anciana japonesa dormía bendita. Llevaba un pañuelo rosa para cubrirse la cabeza, gafas de cristales rojizos, guantes blancos. Dormía en uno de los asientos de la cubierta, bajo un toldo, cabeceando un poco y cruzando los brazos sobre su bolso. Pasaban petroleros, caían doce millones de litros por minuto para elevarnos en las esclusas y los pasajeros guardaban silencio al caminar a su lado. La siesta le duró dos océanos. Abrió por fin los ojitos, bostezó como un gato, sonrió a los pasajeros y miró alrededor quizá decidiendo si atlántico o pacífico.

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La gorra de la revolución

Le pregunté si vendían las gorras. Atencio López me dijo que sí, que las gorras lucen la bandera de la revolución de los indígenas kuna en 1925 contra las autoridades panameñas y que sí, que las venden. Él es presidente del Instituto de Investigación y Desarrollo de Kuna Yala y lo entrevisté porque estoy en Panamá preparando un reportaje sobre los kunas.

O

Compré la gorra. Espero con impaciencia el momento de ponérmela y salir a pasear con ella por San Sebastián. Dada la tradicional solidaridad de los vascos con los pueblos indígenas, imagino que muchos paisanos vendrán a mi encuentro con entusiasmo.

El amable Atencio López, que visitó  el País Vasco hace unos años, me despidió con un apretón de manos y un saludo enérgico: agur!

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Escribo con los veinte dedos.
Kazetari alderraia naiz
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