Androcentrismo absoluto
21 Nov
Un mapa teñido de azul ilustra la mayoría absoluta del PP en las elecciones de hoy. Tenía tan asumido que esto iba a pasar, que no me provoca grandes reflexiones. Sin embargo, se me ocurre que ese color azul que lo inunda todo le va como anillo al dedo a las fotos que ha dejado esta noche electoral. Ha sido una gran victoria para la derecha, pero también para el androcentrismo. Sólo una candidata, Rosa Díez. Sólo una mujer entre quienes ocuparán los siete asientos de Amaiur en el Congreso de los Diputados. Mayoría absoluta de hombres en el debate de TVE; total en el de ETB2. Cuando en TVE se ha pedido un titular a los directores de los principales periódicos, hemos vuelto a recordar que no hay ninguna mujer al frente de los diarios más leídos.
Las mujeres han ocupado durante la campaña y durante esta noche un lugar secundario y, sobre todo, ornamental. Ana Blanco, Pepa Bueno y Ana Pastor (impecables, eso sí) se dedican a recabar opiniones de expertos. Elena Valenciano y Ana Mato cumplen con el arquetipo de «gran mujer detrás de un gran hombre». Sí, detrás, y sin poder. Por no hablar de las esposas de los mandatarios. Me ha indignado ver que tanto el PSOE como el PNV han dispuesto a sus militantes de forma que el líder apareciera en la televisión rodeado por mujeres. Mujeres que no tienen ni nombre ni voz. No me sirve que Amaiur prometa hacer política feminista, si no es capaz de algo tan básico como garantizar la presencia justa de mujeres en puestos de poder.
Me indigna que así las cosas tanta gente siga pensando que activar medidas para la paridad supone discriminar a los hombres y reducir a las mujeres a una cuestión de cuotas. Se ve que es mejor ser mujer-florero que mujer-cuota. También me enerva saber que mucha gente pensará al leerme: «ya está esta pesada con su disco rayado». Como si pedir que la mitad de la población dejemos de ser ciudadanas de segunda fuera una cabezonería, una neura como otra cualquiera.
Concha Caballero publicó el pasado jueves en El País un artículo que me llega a través de Beatriz Gimeno, en el que lamenta la drástica pérdida de protagonismo de las mujeres en el PSOE. Copio un par de fragmentos:
Tras años en los que la igualdad de género fue una seña de identidad de su formación política, la presencia y, sobre todo, el poder político de las mujeres ha decaído abruptamente. Sus grandes mítines y presentaciones públicas son masculinas y patriarcales. Si acaso, alguna mujer oficia de presentadora o telonera de sus compañeros masculinos. Y es que, desde que comenzó la crisis económica, se ha edificado una simbología y un imaginario masculino que ha barrido de escena no solo la presencia de las mujeres, sino todos los debates que afectan al desarrollo social. Además, se ha apelado a construcciones muy arraigadas en el inconsciente colectivo, según las cuales la autoridad y los tiempos difíciles necesitan liderazgos masculinos, centralizados y de edad avanzada.
(…)
Han logrado convencernos de que la economía es neutral en vez de la rama más política e ideologizada de las ciencias sociales. Apelan a que votemos con el bolsillo, no con las ideas. “Ya nos ocuparemos de las demás cosas cuando salgamos de la crisis”, nos dicen. Pero no es verdad. Saldremos de la crisis con el modelo social que hayamos diseñado en estos años. La misteriosa desaparición de las mujeres en campaña, las escasas referencias a la igualdad, el revival de “la mujer de su casa” no es una insignificancia sino un serio aviso de retroceso social.
Efectivamente, en tiempos de bonanza a Zapatero le quedó estupendo declararse feminista, rodearse de ministras que posaban para Vogue y lanzar leyes de igualdad. Pero ahora que hay crisis ya no estamos para esas chorradas; ahora necesitamos a tíos que salven el país de la debacle económica.
El problema es que las mujeres también nos creemos que nuestra presencia en la vida pública es un asunto menor, respecto a otros tan fundamentales como la recuperación de la economía o la lucha por la autodeterminación del pueblo vasco. Esos son el tipo de temas que importan, los que movilizan, los que provocan el hundimiento de algunos partidos y el éxito de otros. Que se respete a la mitad de la ciudadanía se reduce a «el tema de género», «el tema de la mujer», ese que se despacha dedicándole un coqueto apartado rosa en el programa electoral.
Así las cosas, toca volver a lo más elemental, recordar que las mujeres somos la mitad de la Tierra, la mitad de España, la mitad de Euskal Herria, la mitad del electorado, la mayoría en las aulas de Periodismo. Ni Rajoy ni Otegi (si se me permite citarle sin venir mucho a cuento) nos van a salvar de nada. Porque estamos bien jodidas. Y lo seguiremos estando, tanto en una España próspera como en una Euskal Herria libre. Todos los partidos políticos, sean de derecha o de izquierda, están dominados por hombres que, por muy enrollados que parezcan, no van a renunciar a su poder para permitir que las mujeres ocupen el lugar que nos corresponde por ser la mitad de la humanidad. Izquierda Unida y Amaiur son buenas pruebas de ello. Han tenido tiempo para cambiar, y no lo han hecho.
Me da mucha pena, yo que he sido gran defensora de la implicación de los hombres en la lucha por la igualdad, ponerme en este plan, pero es así. A ver si espabilamos de una vez y aprendemos a defender y a priorizar nuestros derechos; un sano egoísmo que de paso sentaría de perlas a esta sociedad tan enferma desde el punto de vista económico, político y moral.
Rectificación: Me he olvidado de Uxue Barkos al afirmar que Rosa Díez es la única candidata. Lo siento.
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