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Sabían que les iban a asesinar y siguieron informando

15 Dic


Hoy he asistido a la entrega del Premio Portell a la Libertad de Expresión que concede la Asociación Vasca de Periodistas (AVP). Este año, el premiado ha sido Terry Gould, periodista norteamericano autor de «Matar a un periodista. El peligroso oficio de informar (Los Libros del Lince)». Me he quedado muy impresionada con lo que nos ha contado. Insiste en algo sobre lo que me hizo reflexionar por primera vez Gervasio Sánchez en su charla este verano en Santander: se habla mucho de los corresponsales de guerra, pero a quienes realmente habría que reconocer es a los periodistas locales de las zonas en conflicto.

Terry Gould investiga en su libro la vida de siete periodistas asesinados por informar contra el crimen organizado, la corrupción y la impunidad en los países en los que vivían. Repito: investiga sus vidas, no sus muertes. Lo que le interesa es profundizar en lo que ha llamado la psicología del sacrificio: qué lleva a una persona que sabe que está en riesgo de ser asesinada por su labor periodística, a seguir desempeñándola.

Los siete protagonistas de su libro dijeron unos días antes de ser asesinados cosas como «yo seré la siguiente». Tomaros diez segundos para pensar cuán bestia es saber y expresar que te van a matar dos días antes de que se cumpla tu pronóstico. Pese a ser conscientes de ello, continuaron trabajando hasta el final, hasta que la autoridad de turno ordenó al sicario callarles la boca. El colombiano se llevó tres balazos, según nos contó Gould: uno en el corazón, para que dejara de sentir así; uno en la boca, para que dejara de hablar así, y uno en la cabeza, para que dejara de pensar así. Eso sí, una cosa que me atrae del libro es que no se trata de retratos complacientes: no esquiva las caras oscuras de la personalidad «compleja» (según el propio escritor) de los protagonistas, en los cuáles, detrás de su generosa entrega a contar la verdad se escondía la necesidad de redimirse por errores pasados.

Sólo una de las muertes ha tenido eco mediático: la de Anna Politkovskaya. Decidió incluirla en el libro dado que fue asesinada sólo unos días antes del día en el que se habían citado para hablar del asesinato de otros dos periodistas rusos. Me parece muy importante ese llamado a rescatar la memoria de quienes cuentan lo que pasa en sus propias casas, viendo el sufrimiento de sus vecinos, narrando las muertes de sus allegados. Dado que seguimos rigiéndonos por el esquema «nosotros» y «los otros», a mí me resulta evidente que ese trabajo es mucho más complicado que el que se va a informar sobre el sufrimiento ajeno. Sin embargo, el periodista local rara vez despierta la admiración del corresponsal de guerra.

Gracias a Lucía Martínez Odriozola, presidenta de la AVP (y, como sabéis, co-impulsora de Pikara) por darnos a conocer a Gould.