Casete

29 Feb

Cassettes de La Onda Vaselina, banda sonora de mi infancia junto con Mecano, Sabina, Silvio, Urtz y Blur. Así he salido

 

Ahora que ya he dejado muy atrás la edad del pavo, que miro de frente al malote que me hacía bullying en clase cuando me lo cruzo por el barrio, que he aprendido bastante a reírme de mí misma, y que las burradas que me dicen los trolls convierten las burlas del insti en caricias, he decidido salir del armario. Me llamo June Fernández Casete. Sí, sí, Casete, como las cintas, pero con una ese y una te. Yo, que soy como un libro abierto, me guardo medio en secreto muy pocas cosas. Una de ellas es mi segundo apellido. Me ha parecido una faena, motivo constante de cachondeo, pero a día de hoy cada vez me gusta más: gracioso y con muchas posibilidades.

Que se lo digan si no a Ander, que desde que se enteró me ha dedicado bromas como “entonces, cuando se quedó embarazada de tí, tu madre estuvo en-cinta” o “qué buen apellido para una maqueta”. Ander se ha dado cuenta además de que yo soy ‘casetari’ y, por tanto, bien podría haber bautizado mi blog como ‘Mari Casetari’ o, directamente, ‘Mari Casete’. Y Maite me grita «Caseteee» en tono ‘Muchachada Nui’. Que duda cabe que si algún día me hacen algo similar a un Celebrities, mi apellido dará mucho juego.

Además, la gracia del apellido es que su significado varía de unas generaciones a otras. Saco este tema animada por Lucía, que me pasa por Facebook la noticia de que el cassette cumple 50 años (no he podido ver el vídeo aún porque escribo con mala conexión). Antes de su nacimiento, nuestro ilustre apellido era original, pero sin más implicaciones. Cuando aparecieron las cintas, mi bisabuelo, Ventura Casete Casete (sí, doble pletina, hijo de madre soltera), zapatero gallego que ya peinaba canas, dijo a sus hijos: “vaya por Dios, qué bajo hemos caído, que ya estamos de oferta”. Mi madre y mi tío fueron la primera generación en sufrir el apellido. Para cuando yo llegué a la adolescencia, el cassette ya estaba en riesgo de extinción: “ahora te tienes que pasar a cedé”, me decían. O a minidisc. Yo no lo tenía tan mal, porque la gente no se enteraba de mi segundo apellido más que el primer día de clase, cuando leían la lista con todos los nombres completos. Imagino que a mi prima, que lo tiene de primero, le han tocado más vaciladas. A su hermano pequeño, en cambio, el declive de este emblemático soporte le ha sentado bien. Apenas le toman el pelo, puesto que a sus compis de 2º de ESO, conectados al Spotify y el Ipod, eso del cassette les suena a prehistoria.

Yo viví mi apellido con un amor-odio, estacional. Era un amor de verano: veraneaba en Boiro, en el pueblo de mi familia materna, en la Ría de Arousa, y ahí los Casete eran una institución. Emprendedores, conocidos primero por la zapatería de mi bisabuelo, y después mi bisabuela y mi tía abuela, fundamentalmente, cambiaron de sector y montaron la mítica Panadería Casete. Ahí he jugado durante horas a amasar y me he atiborrado a cañas de crema. Mi bisabuela, a la que todo el mundo llamábamos ‘la abuela Teresa’, hacía unas empanadas de berberechos deliciosas. Me encantaba (y me sigue encantando) esa rama de la familia, porque es extrovertida, bulliciosa, expresiva tanto para abrazarse y reírse a carcajadas, como para discutir a gritos y llorar a lágrima viva.

Otro factor que les hacía populares es que son una familia de bellezones. Empezando por mi abuelo, Isidro Casete, que parece una estrella de cine en las fotos de los años cincuenta, cuando era un apuesto marino mercante. Yo apenas entraba en la pubertad cuando las chicas se acercaban preguntándome si soy la prima de Casete (por Alfredo, hijo de la hermana pequeña de mi abuelo, que tiene tres años más que yo, y era un adolescente moreno de ojos verdes con fama de rompecorazones). Su hermano pequeño, conocido entonces como Casetito, rubito, blanquito y con mejillas y labios sonrosados, recibía miradas embelesadas de señoras que exclamaban que parecía un ángel. Total, que después del largo curso escolar enemistada con mi apellido, llegaba al pueblo y me daba ganas de hacerme una camiseta con el Casete en letras brillantes, dibujito incluido.

Aún hoy me encanta juntarme con los Casete. En el 50 aniversario de mis aitites (que fueron dos de los miles de gallegos que emigraron a Barakaldo en 1960), mi tía se arrancó como siempre a cantar y tocar la pandereta, David (mucho hombre ya como para llamarle Casetito) se unió con la gaita, y mi abuelo se puso a bailar con ellos. Y después todo el mundo a cantar las de siempre: “Bailaches Carolina”, “Ondiñas veñen”, “Apaga o candil María chus chus…”. Este verano fui con mi amiga Bri y, no sé si era miércoles o jueves, después de cenar pulpo berreando otros himnos como “E pousa e pousa e pousa que no me toques aquela cousa”, terminamos de farra con mis primos, en un antro junto a la playa llamado ‘La Uvi’. Serían más de las dos de la mañana cuando David dijo: “Voy al coche a por la gaita”. Y hala, a aprender a bailar muñeiras con orujo de hierbas en el cuerpo. Entre eso y ciertas batallitas que nos contó mi abuela, Bri sentenció: “June, desde que he conocido a los Casete, te miro con otros ojos”. De los Casete he heredado los ojos claros, la mala costumbre de hablar demasiado alto, la buena disposición para la fiesta, la coquetería y cierta chulería.

Mi tía María Teresa se puso en su día a investigar sobre nuestro apellido. Descubrió que era de origen francés, de Aquitania (o sea que es lo más parecido a vasco que hay en mi linaje de maqueta) y comprobó que no hay sobre la faz de la Tierra ningún Casete que no sea familia directa. Estamos todos concentrados entre La Coruña, Bizkaia y Gipuzkoa. Con una excepción: una prima segunda que anda por Argentina. Según el Instituto Nacional de Estadística, somos 28 (yo cuento 18). Así que corremos la misma suerte que las cintas.

Ahora que me pongo a dar vueltas (o rebobinar, jiji) a mi apellido, veo que los cassettes han estado además muy presentes en mi vida. La mayor prueba que tengo de vocación periodística temprana es una cinta que grabé en el radiocassette de mi abuela con no más de seis años. Me montaba un programa de radio yo sola: era un magazine que incluía música (yo me ponía a entonar ‘Una rosa es una rosa’, de Mecano), un concurso (la única concursante era mi amama), una entrevista (a mi amama)… Perdí la cinta en una mudanza. Con ocho años gané un concurso en el programa de las mañanas de Bizkaia Irratia, que escuchábamos en el radiocassette de la cocina mientras desayunábamos. Las vueltas que da la vida: la pregunta final, con la que gané el premio, era cuál es la capital de Cuba. Yo no tenía ni idea. Mi madre me lo chivó: “La Habana”. Así que dije “Labana”, pensando que vaya nombre más divertido (“labana” significa cuchillo en euskera). ¿Y sabéis cuál era el premio? Pues, cómo no, un radiocassette, que me acompañó hasta la adolescencia. Ah, y la película de animación japonesa ‘Banpiro ehiztaria’.

Mi mejor amiga en el instituto, Bea, se fue un año de intercambio a Estados Unidos. Yo la extrañaba horrores, y ella, en vez de mandarme sólo cartas (que también, repletas de sus dibujitos manga, además), me enviaba cintas en las que me contaba su vida y, la muy loca, se ponía a cantar desde el ‘I’m like a bird’ de Nelly Furtado (que todavía no sonaba aquí) al himno yanqui. Y, cómo no, fui una de tantas adolescentes que, cuando sonaba en la radio una canción que me gustase, corría para darle al ‘rec’ y luego estaba atenta para pulsar el ‘stop’ antes de que sonasen las señales horarias.

Toda una infancia marcada por los cassette, y yo renegando de mi apellido. No sé si haré caso a mi familia materna, que cada equis tiempo intenta convencerme de que firme como June Casete, “que es más original y sabes que nadie más se va a llamar así”. Por lo pronto os dejo que me hagáis todas las coñas que queráis. Podemos incluso hacer un concurso. A quien gane, le regalo un cassette, a elegir entre Sorotan Bele y Bom Bom Chip.

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21 Respuestas para “Casete”

  1. Sarastro 29 febrero, 2012 en 1:41 #

    Mira que yo te entiendo. No caeré en la tentación de robarte tu muy merecido protagonismo con historias chuscas que han jalonado y jalonan aún mi vida pero hoy es el día que, con inusitada frecuencia, tiene lugar la siguiente conversación: «¿Cómo te llamas?» «Aniceto» «Venga, va, en serio, ¿cómo te llamas?».

  2. Marín 29 febrero, 2012 en 7:42 #

    Qué segundo apellido más chulo y qué familia más divertida. Por cierto, la Academia (seguramente, en homenaje a los Casete) solo recoge la palabra con esa grafía, casete, sin doblar eses ni tes.

  3. Laura 29 febrero, 2012 en 8:01 #

    Hola June,
    Mi apellido es Muelas, así de sopetón, de primero, y te entiendo perfectamente… Lo que jamás llegué a entender es como en el cole, mis compas que llevaban conmigo en la misma clase años y años, se seguían partiendo de risa cada día, cada hora de clase que se pasaba lista. En fin, ahora, claro está, me encanta!

    Felicidades por el blog!!

    • xm 29 febrero, 2012 en 8:47 #

      ze artikulu dibertigarria; eguna hasteko modu zoragarria; eskerrik asko, kasetari.

  4. Itxaso 29 febrero, 2012 en 12:20 #

    Qué historia tan buena!jajajaja!!
    Yo también tenía esas cintas en mi infancia, junto con unas de la Década Prodigiosa a las que daba vueltas y vueltas… y lo de grabar también era una gozada. Con una cinta preparada siempre para grabar lo que pillara… y recuerdo cuando se jodía el botón de rebobinar y lo hacía metiendo el boli y girando girando…
    Aun sigo guardando un montón de ellas, más las de la adolescencia, y las escucho de vez en cuando…
    Por otro lado, a mi también se me han reido y vacilado mucho, ya que me llamo Itxaso Iturri y mi hermano Ibai. Mis padres juran que no hubo cachondeo, pero yo lo dudo. Imaginarás las coñas relacionadas con el agua tipo «y tu madre cómo se apellida? cantimplora?» o «estás predestinada a morir ahogada!» y cosas así…

  5. Tania 29 febrero, 2012 en 13:09 #

    Hubieras hecho buenas migas con mi abuelo, también gallego, que se apellidaba…Durán Durán.

    Me encanta tu blog!

  6. Edu 29 febrero, 2012 en 14:30 #

    Nik urtetan ezkutatu dut neure bigarren abizena, lotsaren lotsez, baina azken hilabeteotan berriz aurkitu dut arrazoi bat harrotasunez aireratzeko. Bai, Urdangarin naiz.

  7. leitzaran 29 febrero, 2012 en 14:50 #

    Mi apellido tuvo que salir del armario desde el primer día…

  8. Ander Izagirre 29 febrero, 2012 en 16:51 #

    Una vez descubrí una Casete: el apellido figuraba en la solapa de la cajera que me atendió… en un MediaMarkt. Sí, una casete en MediaMarkt, menudo anacronismo. Te lo conté y claro, era prima tuya, como no podía ser de otro modo. Ahora, al saber que solo sois 28 (¿contando primeros y segundos apellidos?), aquel encuentro me emociona aún más.

    Dices que de los Casete has heredado «la costumbre de hablar demasiado alto, la buena disposición para la fiesta, la coquetería y cierta chulería». Lo de la belleza no lo dices pero lo dejas clamorosamente insinuado: se ve que la coquetería y la chulería la vais refinando con el paso de las generaciones.

    Lo que ya por fin sabrán los lectores de tu blog es de dónde te viene la tendencia a enrollarte y enrollarte y enrollarte.

    PD: June Cashete sería un gran nombre artístico, con antecedentes interesantes:

    http://aol.it/zuIQZs

  9. June Fernández 29 febrero, 2012 en 17:26 #

    Gracias, eskerrik asko, a toda la gente que habéis contado cosas de vuestros apellidos. Ha molado este desahogo colectivo de traumas de la infancia.

    Leitzaran: Estoy venga a releer tu comentario por si es una especie de adivinanza en la que se puede saber cuál es tu segundo apellido. Pero nada. ¿Cuál es?

    Ander: Esa prima ha hecho bastante más que yo por divulgar nuestro apellido por el mundo; participó en «Allá tú» (el concurso de las cajas). Hasta en la radio han dicho algo así como «un largo post», y eso que este es de los más cortos que he escrito. Guapa no sé, pero chapas… Otra June famosa fue la mujer de Henry Miller, de la que tanto escribió Anais Nin.

  10. Esther, tu tía 1 marzo, 2012 en 9:35 #

    June,
    Me ha encantado tu artículo. Me he reído con ganas y llorado a la vez.
    Divertido, garcioso y entrañable, los recuerdos de Boiro…, la familia, tu facilidad de expresión y de calar muy dentro.
    A mí me ha ocurrido algo parecido con mi segundo apellido (DE BUSTOS), También sufrí lo mío en la adolescencia, aunque en el colegio nos llamaban «las de Torquemada» (un precioso pueblo de Palecia), nosotras eramos cuatro compañeras de Torquemada, dos de ellas primas mías, una por parte de padre y otra de madre, pero tres teníamos de segundo apellido «DE BUSTOS», es un apellido que predomina en mi pueblo y del que hoy me considero muy orgullosa.
    Un besazo de tu tía.

  11. Lucía 1 marzo, 2012 en 16:32 #

    Cuando vi el enlace y pensé en ti, no pensé por un segundo que la chanza podría ser tan pública y divertida.

  12. Ianire 18 marzo, 2012 en 18:19 #

    Me ha encantado tu post!!! Que vivan las casetes!!

  13. Rafa Lavapiés 21 marzo, 2012 en 2:46 #

    Como diría mi madre: «qué peshá de reí meshao» (qué pechada de reir me he echado, en andaluz). Yo tuve una novia de Beteta (Cuenca) que también pasó lo suyo.

    La próxima vez que vengas a Madrid, como eres decrecimentista (June dixit), te voy a regalar un boli Bic para que te duren más las pilas y sigas dando caña.

    Besos de 45, 60 y 90.

  14. Kil 25 abril, 2012 en 16:04 #

    jajaja ¡Genial! Mi familia materna se parece mucho a la tuya. ¡Los Crespos! Los Crespos son mucho Crespo….imagina a tu familia y añádele par de kilogramos de cubania….¡tendrás a los Crespo!

Trackbacks and Pingbacks

  1. Carlos Benito - 29 febrero, 2012

    La casete ha cumplido 50 años. Lo que no sabía yo era que Casete también era un apellido. http://t.co/m9rICSL4

  2. June Fernández - 29 febrero, 2012

    Hace cincuenta años que mi segundo apellido es motivo de cachondeo: Casete. Hoy lo saco del armario. http://t.co/J3vuOikE

  3. Carles A. Foguet - 29 febrero, 2012

    Em fascina @marikazetari tant si parla del més profund com del més insignificant, com el seu cognom, Casete: http://t.co/Coj4m6eE

  4. Vir Torres - 29 febrero, 2012

    Hace cincuenta años que mi segundo apellido es motivo de cachondeo: Casete. Hoy lo saco del armario. http://t.co/J3vuOikE

  5. gentedigital - 29 febrero, 2012

    Casete, con @marikazetari http://t.co/Dm1Y6LcQ

  6. June Fernández - 29 febrero, 2012

    La que he liado: el programa Graffiti de Radio Euskadi me entrevista hoy a las 5 sobre mi ilustre apellido, Casete. http://t.co/J3vuOikE