Cuba y el sexo: hablan dos jóvenes comunicadoras feministas

14 May

BBC Mundo *

 

«¿Cómo viven las jóvenes la sexualidad en Cuba, teniendo en cuenta la menor influencia de la moral católica?», me preguntó una de mis minimecenas**. En pleno congreso de Sexología del Cenesex, que tenía a las expertas absorbidas, no tuve ocasión de contactar con ninguna especialista en el tema. Hablé con alguna adolescente de forma informal (y con mis amistades veinteañeras), pero tampoco dio tiempo a organizar un grupo de discusión. Un día quedé con las tres comunicadoras feministas que promueven el proyecto ‘Género y Cultura’ (que incluye organización de debates y también actividades con jóvenes), y me parecieron estupendas para que me hablasen también de este tema.

Lirians y Helen tienen 26 años (y Lirians ha sido madre recientemente); y Danae (se unió más tarde a la conversación), es treintañera y madre de un adolescente. Les agradezco mucho que hablasen tan largo y tendido tanto de sus experiencias personales, como de sus opiniones acerca de la sexualidad entre la gente joven. Hay que aclarar que les planteé la cuestión de decir «sí» y «no», y no identificaban que hubiera dificultades en ese aspecto. Sí que me hablaron en cambio de desigualdades respecto a la vivencia de la primera vez, la masturbación o los roles en las relaciones abiertas. Insistieron constantemente en que la sociedad cubana es (como todas) muy diversa y que no conviene generalizar. Esto es lo que me contaron:

¿Es importante la primera vez para las chicas?

Lirians: Cuba es un Estado laico, pero nuestra historia viene de mucho más atrás, hay una tradición judeocristiana muy enraizada y un patriarcado vigente a pesar de que en este proceso revolucionario de 50 años se haya reivindicado la participación de las mujeres en los espacios públicos. Y una de las estrategias de la cultura machista es controlar el cuerpo de las mujeres. Así es que se mantienen mitos como el de la primera vez. También depende de los espacios. No es lo mismo las mujeres de las ciudades que las de zonas rurales. Se ha avanzado en soltar prejuicios y ganar libertad, pero en determinados espacios. En mis tiempos, la primera vez era importante para muchas. Se lo imaginaban con velas, delicado… En la universidad, puede que las chicas empiecen a romper con roles.

Helen: La iniciación sexual es temprana, entre los 12 y 14 años. Esto puede hacer pensar que hay más libertad. En las familias no supone un conflicto terrible que la niña de 12 años empiece a tener relaciones sexuales. En el imaginario se reproduce una idealización de la primera vez, como ese momento idílico. Ya no es la virginidad como un bien preciado a preservar, pero sí que se cree que hay que entregárselo al que sea digno de ello.

¿Y qué papel juega las ganas de tener sexo en la primera vez?

H: Te apetece tener sexo, pero eso va acompañado de una idealización sobre el lugar, la persona, la puesta en escena. En muchos casos la primera vez tiene lugar en una escalera, rápido cuando los padres se fueron de la casa, en un área deportiva… Eso supone frustración por ese ideal que no se cumple.

L: Sigue habiendo mitos sobre el placer sexual, como que el orgasmo es lo más sublime. Una relación sexual sin orgasmo, ¿qué cosa es? En la universidad es más común eso de las relaciones abiertas, el sexo en grupo, el intercambio de parejas, los tríos… Hay una flexibilidad a la hora de experimentar más allá de la pareja tradicional. Pero un amigo me dijo que los chicos no se miran ni se tocan; las muchachas sí que se intenta que tengan contacto.

¿La masturbación es tabú?

L: La masturbación en las mujeres sigue siendo tabú en lo público y, bajo mi experiencia, en lo familiar. En los espacios como los medios de comunicación en los que se habla de autoerotismo, se habla de los varones: la necesidad de respetar sus espacios, se combaten los prejuicios como que les van a salir ampollas… Se toca el tema de las muchachas como una referencia, pero no se profundiza. Se reprime. Se insiste mucho en temas de salud, el uso del condón. Pero falta hablar más de placer.

¿Existe una concepción tradicional de las relaciones?

L: Nuestra generación tiene un conflicto en lo sexual. Nosotras, que somos profesionales ligadas a los temas de género, estamos entre dos aguas: hemos logrado la independencia económica, el conocimiento, la defensa de la individualidad, pero en el contexto familiar y de pareja ir introduciendo ese activismo genera un conflicto. Mi pareja no viene de un mundo académico sino de uno más machista.

H: Llama la atención que emergen comportamientos sexuales que no son tradicionales. Esta de moda la descarga: el encuentro sexual ocasional, que puede tener penetración o no. En el otro extremo, está proliferando en ciertos espacios de la juventud la implicación con las iglesias protestantes, que suponen un espacio de socialización importante. Los jóvenes que van a esas iglesias proyectan una mentalidad conservadora hacia las mujeres.

¿Cómo veis la relación de las jóvenes con su cuerpo y con sus deseos?

H: Las mujeres cubanas tienen una buena relación con su cuerpo. Las jóvenes hablan de placer. Las propias becas [internados de Secundaria], que ahora las están desactivando, eran espacios interesantes de mujeres, donde las muchachas se bañaban juntas, se mostraban sus sexos… En el imaginario cubano está presente que las mujeres también tienen que disfrutar: no se repliegan al hombre, buscan su placer.

¿A las chicas les cuesta expresar su deseo, decirle a la pareja que tienen ganas?

H: Piensan en su placer. Se ha ido rompiendo ese miedo, en seguida dicen: “Ay papi, ven acá”.

¿Os han hablado de sexo en la familia?

H: Mi mamá me hablaba de sexo. Mi familia no era tradicional. Mi mamá ha tenido varias parejas. Me decía: “Tú puedes hacer lo que tú quieras, tratando de cuidarte”. Su primera experiencia había sido traumática porque mi abuela no lo había entendido. Ella no quería provocar ese trauma en mí. Mis amigas en secundaria también tenían esa comunicación con sus madres en su despertar sexual. Lo primero que hice después de mi primera vez fue contárselo a mi madre.

L: Mi familia es muy tradicional. No se habla de sexo. Ahora más, porque yo soy más expresiva. Yo en eso fui autónoma. Lo hice cuando quise. No era con el que más enamorada estaba. Yo me demoré, estaba en la universidad, igual tenía 20 años. Con otras parejas todo muy rico, pero no quería porque no me daba la gana. Yo era de un pueblo, y mis amiguitas y yo aprendimos por las experiencias las unas de las otras, ninguna lo hablaba con su mamá.

¿Se va normalizando la diversidad sexual?

H: Más gente vive sin conflicto su orientación no heterosexual. En los ambientes universitarios se está superando la homofobia.

Habéis hablado de las descargas. En esos encuentros esporádicos, ¿se reproducen roles y prejuicios sexistas?

L: Sí, esas libertades van ampañadas por juicios de valor. Si una mujer tiene cuatro o cinco parejas, sí que se piensa que está un poquito suelta.

H: Lo habitual por ejemplo es que los tríos sean de dos mujeres con un hombre. Hicimos un reportaje para la revista Bohemia sobre las descargas. Visitamos preuniversitarios, entre 15 y 17 años. Salían todos los mitos y estereotipos. Que lo que esté de moda sea darse un beso con alguien a quien no conoces, es una cosa. Pero en cómo se autorrepresentan, la valoración que tienen del otro o de la otra… Que existan prácticas más transgresoras no conduce necesariamente a un cambio en las relaciones de género. Para algunas muchachas se convierte en una presión social. A veces la que está mal vista es la muchacha que no se descarga. Estás en un lugar así y parece obligado. El muchacho también está sumamente presionado. El código es la mirada. Si ella le mira, él tiene que responder. Hay muchachos que nos decían que a veces prefieren no ir a la fiesta porque no están pa’ eso, no quieren estar con nadie. Está en boga el amor libre, las parejas abiertas. Pero por cultura todavía no hay una verdadera asunción de ese tipo de relación. La pareja cubana es muy posesiva, y eso tiene que ver también con la violencia.

¿Creéis que hay diferencias de género respecto a la fidelidad?

H: Hay otro reportaje en Bohemia sobre ese tema. Se hicieron grupos de discusión tanto entre hombres como entre mujeres, y se vio que hay presencia de otras relaciones en ambos casos.

L: Tal vez los hombres lo exterioricen más. Hay cierto mandato social, el mito de que es inevitable.

(Danae se suma a la conversación)

¿Hablas de sexo con tu hijo adolescente?

Danae: Sí, me pregunta incluso cosas muy concretas: la eyaculación precoz, e incluso el sexo oral hacia las mujeres. No soy una mamá típica. Yo también me tuve que desprejuiciar, fue un proceso mío. Yo con mi mamá tuve mucha confianza de hablar de novios y parejas, pero no con tanta concreción. Mi mamá ha tenido muchos maridos en su vida. Acaba de separarse de su pareja número 15 o 16. Tiene 57 años. No quiso seguir aguantando cosas que son de machismo cubano.

¿Las mujeres están más adelantadas que los hombres?

L: El prejuicio que tienen los hombres es que si ven a una mujer muy transgresora les da mucho miedo.

H: Si se encuentran ese tipo de mujeres, hay una tendencia a quererlas dominar. Cuando tiene poder económico, se sienten con el poder de dominar. No creo que muchachas más jóvenes que nosotras tengan herramientas para defender su placer en esas condiciones. Mi teoría es que hay una generación que ha visto que esas madres muy transgresoras ¿qué han logrado? Las mujeres cambiaron mucho pero los hombres cambiaron poco. Las ven solas, deprimidas, pasando trabajo porque son independientes y han sacado adelante a sus hijos solas y cuidan a sus padres. Las muchachas no ven interesante ese referente y buscan hombres que las mantengan. También hay otras muchachas que son autónomas y buscan su placer, que son proveedoras en su casa, que tienen parejas diversas…

D: Sí, conozco a chicas que me dicen: “¿Qué tu quieres, que sea muy profesional y no tener nada? Yo no quiero esa vida para mí”.

¿Esa imagen de cultura cubana muy sexualizada supone algún tipo de presión?

H: Sí, se proyecta el estereotipo de bomba sexual tanto en el reguetón, como en las películas americanas, en las series de jóvenes…

Las Krudas hablaban de que los cubanos se han creído eso de que sus pingas son mágicas, y que eso hace que las sociedad sea especialmente falocéntrica.

L: Nuestra cultura es muy fálica. Pero bueno, tú estás viviendo la experiencia de la turista. Ha florecido mucho la prostitución masculina.

H: Los hombres ven el sexo muy centrado en la penetración. Ser buen amante es dar duro y dar lejos. Tampoco son todos los hombres, hay otros que viven otro tipo de disfrute.

L: A los hombres les vienen faltando espacios de socialización que las mujeres hemos ido arañando. Nosotras hemos sufrido más el machismo, pero eso nos ha animado a ganar mas consciencia. Los hombres han visibilizado menos esas pérdidas, y han tenido menos espacios para resolver los conflictos de género, de roles, las presiones. Sienten la presión de llevar el peso económico, pero eso les da determinado poder y estatus que no quieren perder.

Notas:

* Este post forma parte del proyecto de periodismo en Cuba. A quienes me apoyaron les ofrecía la posibilidad de proponerme un tema sobre el que escribiría.

**Foto de un artículo de Fernando Ravsberg para BBC Mundo, en el que habla entre otras cuestiones de dónde hacen el amor las parejas jóvenes.

 

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13 Respuestas para “Cuba y el sexo: hablan dos jóvenes comunicadoras feministas”

  1. Bea 14 mayo, 2012 en 17:13 #

    “¿Qué tu quieres, que sea muy profesional y no tener nada? Yo no quiero esa vida para mí”.

    sin yi no soy nada, mi cuerpo, mi alma mi voz, no sirven de nada…

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  1. Cris Xococrispip - 14 mayo, 2012

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  6. ZoloRoberth - 14 mayo, 2012

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  7. SEXY - 14 mayo, 2012

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  9. Fidel Castro - 14 mayo, 2012

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  10. Marta Castellano - 14 mayo, 2012

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