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Primer premio, por partida doble

20 Feb

En La Habana, un babalao me dijo: «Estás sentada encima de la fortuna, y no la ves». Unos días después me conecté a internet y encontré un email en el que se me notificaba que he ganado mi primer premio periodístico. Hasta hoy no podía hacerlo público. Lo del babalao es por empezar el post con algo de color, no me hagáis caso.

Pikara Magazine, la revista digital feminista que he puesto en marcha junto con Itziar Abad, Lucía Martínez Odriozola y Maite Asensio Lozano, publicó su primer reportaje el 18 de noviembre de 2010. Lo firmamos Paloma Migliaccio y yo, y arrancaba así:

¿Será niño o niña?

June Fernández y Paloma Migliaccio

El sistema sanitario decide en qué género vivirán los bebés que nacen con algún tipo de intersexualidad. Activistas e investigadoras debaten si la cirugía de asignación es necesaria para crecer en una sociedad binaria, o una forma de mutilación genital que atenta contra la autonomía sexual de quienes no encajan en las etiquetas “hombre” y “mujer”. La discusión esconde una pregunta de fondo: ¿es la intersexualidad una patología o una clara manifestación de la diversidad sexual?

Leer el artículo completo

El reportaje iba acompañado de las entrevistas a dos activistas que nacieron con una intersexualidad: Mauro Cabral y Gabriel Martín.

Pues bien, esos textos han recibido el galardón nacional del Premio de Periodismo de la Unión Europea ‘Juntos contra la discriminación’. Esto nos permite optar a uno de los tres premios que se entregarán entre los trabajos ganadores de los 27 concursos nacionales. (más…)

Tertulias blogueras nocturnas: hoy, el poliamor

8 Feb

¿Es factible que dos personas se pasen juntas 30 años sin amar ni querer acostarse con otras? Si pensáis que no, ¿cuál es la solución: aprender a gestionar la frustración, poner cuernos con más o menos alegría, o probar nuevos modelos de pareja diferentes a la monogamia? Mucha gente habitual de este blog pensará que la tercera (que no se diga que no somos progres). Nuestra sexóloga preferida, Mónica Quesada Juan, dedicó a este tema su último artículo para Pikara. Sin embargo, se limitaba a recomendar que no asumamos la monogamia por inercia, por considerarlo lo normal o natural, y que nos demos permiso para probar el pacto que nos permita crecer más, como pareja y como personas. Así es que yo dejé el siguiente comentario:

Sí, yo también creo que esto merece una segunda parte, porque el tema me parece super complejo. No creo que la cuestión sea sólo la genitalidad. En mi opinión, la cuestión es que el sexo también implica intimidad. En nuestra sociedad el encuentro sexual es, de hecho, una de las situaciones en las que más intimidad y afecto se comparte entre dos personas. Si fuera una cuestión de genitalidad, creo que lo llevaría mucho mejor que sabiendo que una relación sexual es mucho más.

Me interesa sobre todo profundizar en el tema de cómo se negocia la no monogamia, porque ahí también veo que el asunto es muy complejo. Por ejemplo, respecto a contarse o no las cosas. Yo soy una persona exageradamente comunicativa. Cuento todo lo que me pasa no sólo a mis eventuales parejas, sino a mis amistades. Si yo no le cuento el encuentro, de alguna forma parece que tiene más importancia de la que tiene. Y además supone mentir. “¿Qué hiciste ayer por la noche?” ¿Qué contestas a eso? No digamos ya cuando hay convivencia. Si el pacto es contárselo, habrá ocasiones en las que realmente no apetezca contarlo, que sea una experiencia que quieres guardarte para ti. ¿Y si no sólo ha sido sexo? ¿Y si estas atravesada por la emoción e ilusionada? ¿Cómo haces para compartirlo o para no compartirlo y que no se note?

A todo esto, desde el boom Paranoicas-Histéricas-Feminazis, mi Facebook está más animado que nunca. El otro día me dio por plantear un debate sobre ligoteo y machismo, y a lo tonto nos enfrascamos en tres hilos de conversación que rondan los 100 comentarios cada uno. Y en cada hilo sale algún nuevo tema sobre el que nos apetece debatir. El problema del FB es que no da opción al anonimato, y a mucha gente no le nace hablar de sus experiencias personales en una plataforma tan indiscreta. Así es que vamos a intentar mudar esta racha de tertulias animadas aquí, y así además quedarán recogidas para la posteridad:

¿Cómo véis esto de las parejas abiertas? ¿Lo habéis probado? ¿Cómo lo habéis gestionado (o lo gestionáis)? ¿Y la posibilidad de mantener relaciones de pareja simultáneas? ¿Alguna otra experiencia que queráis compartir: intercambio, tríos sentimentales-sexuales estables en el tiempo, etc.?

Sola (3. parte)

7 Dic

Hoy es mi cumpleaños, y por primera vez en mi vida adulta, lo paso sin pareja. Me voy a la cama sola, y cuando mañana me despierten (espero) las primeras llamadas de seres queridos, no habrá nadie abrazado a mí con quien comentar la ilusión que me ha hecho esa llamada. No hay cena romántica, ni la curiosidad por saber con qué regalo me sorprenderá mi pareja.

Hoy (bueno, ayer) tenía como una cierta sensación de extrañeza, como que hay algo diferente este año. Y me he dado cuenta de que es eso, que estoy sola. Y no me he puesto triste ni nada. Me apetece empezar este cumpleaños sola, celebrándolo en silencio, tal vez con una copa de vino ahora, con un desayuno rico por la mañana, mientras escucho el recopilatorio de Pink Martini que me he autoregalado.

Estar soltera por primera vez en nueve años está siendo muy satisfactorio. El modelo de amor romántico (que ha regido mis relaciones casi todo el rato) absorbe mucho tiempo y energía, y en mi caso el drama ha estado más presente de lo debido. Me encanta sentirme el centro de mi vida, hacer tantos planes con mis amigas y amigos, disfrutar de la soledad, ligar sin sentimiento de culpa, sentirme libre para hacer viajes largos… Y sobre todo, la paz que da vivir libre de escenitas de celos, de esperar ansiosa una llamada de teléfono, libre de lloreras… Sinceramente, creo que no podría estar trabajando tanto y gestando tantos nuevos proyectos si siguiera en una de esas relaciones tormentosas.

En este proceso, hemos publicado en Pikara Magazine un artículo de mi querida Itziar Ziga que me ha inspirado y reafirmado mucho. Dice así:  «Si las mujeres pudieran contemplar con mayor serenidad la posibilidad de una vida sin pareja, sin sentirse por ello solas o fracasadas, o con una pareja mujer, sin sentirse por ello abyectas y rechazadas, no aguantarían tanto la violencia de los machos». Habla del amor como «ese maldito pegamento mágico»: «En una sociedad que nos programa a mujeres y a hombres para no entendernos a la vez que nos obliga a emparejarnos, algo místico tenía que inventarse para que sigamos perseverando en esta fórmula absurda que tanto nos vulnerabiliza».

Ziga critica que se nos venda el amor romántico como única forma de intensidad genuina. Anima también a combatir el estigma «puta», que no afecta sólo a las trabajadoras del sexo sino a todas las mujeres, «porque mientras sigamos reproduciendo esa división social entre chicas buenas y malas, todas estaremos en peligro». Es algo que siempre he tenido muy claro. Yo he vivido siempre esa tensión entre sentirme más chica mala que buena, pero a la vez preocuparme demasiado por ser juzgada por ello. Este año de soltería también estoy en proceso de superar ese miedo al juicio social. Qué tres grandes claves: vivir con serenidad el estar sola, salirnos de la heteronorma, y ser (si se me permite una expresión que me encanta) más putas que las gallinas, sin complejos, centradas en nuestros deseos. Y en esas andamos.

Claro que yo que he sido tan parejista, no puedo evitar seguir con un runrún de fondo, añorando de vez en cuando ese sentirse enamorada, esa complicidad que hay en la pareja. A ratos intento quitarme esa idea de la cabeza, pero en Pikara Magazine publicamos también otro artículo sobre el amor no menos interesante que el de Ziga: «Zer ez dugun nahi maitasunaz», de Kattalin Miner. Miner dice que las feministas no tenemos que renunciar al amor, y se declara locamente enamorada de una mujer. Dice verdades (políticamente incorrectas en ciertos ambientes alternativos) como que no es lo mismo follar con alguien a quien amas que con cualquier otra persona.

La cuestión, por tanto, no sería dejar de amar, sino pensar cómo queremos amar, aprender o inventar formas más sanas y libres de amar, pero siendo honestas con nosotras mismas (Miner cita que hemos probado fórmulas que no nos han funcionado, como la del poliamor; creo que intentar ser más progres que nadie obviando cómo nos sentimos no es buena idea).

El otro día hablaba de esto con mi padre (sí, tengo la suerte de tener un padre con el que puedo debatir sobre estas cosas) y me dijo que él cree que es bueno tener parejas (no necesariamente una para toda la vida) porque son un espacio fundamental de crecimiento personal (corriente que para mi padre representa lo que para mí el feminismo). Estoy muy de acuerdo y me pareció una reflexión muy interesante. Creo que quienes apuestan por no tener pareja como forma de insumisión al amor romántico, se pierden muchas oportunidades para crecer y aprender. (Hay que decir que encuentran otras, como construir otro tipo de relaciones interesantes, vivir otras formas de intensidad).

Antes he hablado de lo malo de mis dos primeras relaciones de pareja (la tercera y última ha sido otro mundo). Podría hablar de lo bueno. Pero sobre todo (más allá de buenos o malos recuerdos) me quedo con eso, con todo lo que he aprendido. Con ver la evolución de unas parejas a otras, de lo que me ha aportado de cada una, y sentirme hoy más preparada para embarcarme eventualmente en una relación sin perder el norte, manteniendo el centro en mí.

Miner da por su parte otras dos claves que me grabo a fuego: a la hora de amar, el cuidado es fundamental (buscar relaciones en las que nos cuiden y cuidemos, relaciones de calidad), y que mientras vamos aprendiendo a construir un modelo diferente, al menos se trata de saber lo que no queremos. Saber decir no, esto no es para mí, no aguantar. Y esto enlaza mucho con lo que decía Ziga: cuando contemplamos con serenidad la idea de no tener pareja, cuando vemos más opciones que buscar hombres con los que emparejarnos, cuando no somos víctimas de ese mito de la media naranja que nos hace preguntarnos «¿Y si le dejo y resulta que era el amor de mi vida?», es más fácil romper con una relación cuando nos está haciendo daño.

Así que cumplo 27 añitos contenta por haberme pasado 9 aprendiendo con mis parejas, y más contenta aún por seguir en esta etapa de soledad elegida, amando a mi gente, viviendo con intensidad, diversificando fuentes de afecto, disfrutando, creciendo, y sabiendo que, si vuelvo a enamorarme, tendré más recursos para no traicionarme a mí misma y seguir siendo la naranja entera que soy ahora.

Y dicho esto, hala, me voy a comer un trozo de tarta, a vuestra salud.

 

Un año pikareando

17 Nov

 

Pancarta que recoge las palabras con las que nuestras lectoras definen Pikara, hecha por Andrea y Flor para la fiesta

 

Este es un email que envíe a un grupo de amigas el 18 de febrero de 2010. El asunto era: «Mi última locurilla: ¿me ayudáis a montar una revista digital?».

Hola, chicas:

Mis ciber-amigas sabéis que he abandonado el blog. Mis amigas más terrenales, que llevo un invierno un poco apático en lo profesional y que ando buscando algo con lo que ilusionarme. (…)

Ayer Lucía Martínez Odriozola (periodista y mi madrina y pepita grillo profesional) me dijo hablando de esto: «¿Y por qué no montas una publicación digital?» En el momento me pareció una marcianada, pero en seguida me puse a pensar cómo podría ser para que no fuera una más, para que se distinga de los proyectos de comunicación no sexista que hay. Y se me ocurrió que fuera una revista para (en principio) mujeres, jóvenes (vitalmente, no por fecha de nacimiento), urbanas entre comillas, con inquietudes sociales y, sobre todo, feministas. Vaya, básicamente lo que soy yo y la mayoría de vosotras. Lo más parecido que conozco es unarevista estadounidense que se llama Bitch. (…)

Yo estoy pensando en una revista digital abierta, transgresora e incluso un poco caótica. Llena de amigas, o sea de vosotras, que aportéis lo que os apetezca. En principio me gustaría hablar de lo que tiene que ver con sociedad y cultura contemporánea, pero siempre con mirada de género y buscando un equilibrio entre temas ligeritos y resultones con reportajes en profundidad, hechos con sosiego.  (…) En el peor de los casos, si antes tenía un blog, ahora tendría algo más elaborado en lo que escribir de lo que quiera, con vuestra participación(…). No supone mucha más inversión que tiempo e ilusión, y no tengo grandes expectativas.

Terminaba preguntándoles qué les gustaría leer y qué les gustaría aportar. Todas me apoyaron un montón. Algunas de las destinatarias de ese email son colaboradoras habituales de Pikara; otras, lectoras y comentaristas incondicionales. Con ellas y con toda la gente a la que fuimos contagiando con nuestro entusiasmo, fuimos gestando Pikara, hasta que exactamente 9 meses después, el 18 de noviembre de 2010, publicamos el primer reportaje: «¿Será niño o niña?», en el que Paloma Migliaccio y yo abríamos el debate sobre qué hacer con los bebés intersexuales.

Hoy nuestra revista, Pikara Magazine, cumple un año. En fin, me emociona mucho ver que la idea-calambre que surgió una tarde gris de invierno en la que me sentía en crisis, se ha materializado siendo en esencia lo que imaginé, pero llegando a mucha más gente de la que esperaba, creando tantos lazos, y acompañada por un equipo de compañeras tan estupendas.

Con motivo de nuestro aniversario, hemos animado a los y las lectoras a que contesten a un cuestionario para evaluar el proyecto y seguir mejorándolo. Una de las preguntas era «Define Pikara con tres palabras». Podéis ver en la foto lo que contestaron. No puedo describir la satisfacción que siento al comprobar que nuestro público percibe exactamente lo que queremos transmitir. Efectivamente, yo también definiría así Pikara: fresca, comprometida, crítica, diferente… Pero sobre todo me ha gustado que nos definan como sinceras.

En estas ocasiones siempre me entran tentaciones de ponerme en plan Almodóvar a repartir agradecimientos lacrimógenos. No voy a dar nombres, (aquí están casi todos), aparte de mis queridas Lucía, Itziar y Maite, (ilustre consejo de redacción de Pikara Magazine)  pero sí que quiero expresar lo profundamente agradecida que estoy a las personas que me han metido o renovado el veneno del periodismo, y el del feminismo. Una maravilla de año.

¡¡¡Y esta noche fiestaaa!!!! Van a acompañarnos protagonistas de este año de Pikara como Barbarina Dar-Dar, Raketa Brokobitx, Olaia Aretxabaleta, DJ Patty Hearst y, por supuesto, la mayoría de nuestras colaboradoras y fieles lectoras. No podéis faltar.

Carne y pescado

28 Oct

Un buen día recibí un sms de una amiga, en el que me decía que es bisexual, que ha decidido salir del armario como bisexual, y que se ha dado cuenta de que hay una bifobia de la leche. La llamé, un poco desconcertada. No con la revelación en sí, sino con la necesidad de comunicarla, y además con esa solemnidad. Yo sabía que ella había tenido sexo con mujeres (aunque todas sus parejas habían sido hombres), y me llamó la atención esa necesidad de reafirmarse. Me explicó que había decidido que es importante reivindicar la identidad «bisexual» (entendida como persona que puede sentirse atraída y amar tanto a mujeres como a hombres), dado que es cuestionada tanto por las personas heterosexuales, como por gays y lesbianas.

Estoy de acuerdo en lo de la bifobia. He escuchado muchas veces por parte de heteros que pueden entender que a alguien le guste la gente de su mismo sexo, pero que lo de darle a la carne y el pescado es vicio. (Sí, sí, así lo ha expresado gente veinteañera).  También he asistido a los prejuicios y cuestionamientos de muchas lesbianas. Las mismas que animan a que todas nos definamos como lesbianas políticas y que llaman a salirse del binarismo y la heteronorma, tachan de heterocuriosas a las que empiezan a plantearse intimar con mujeres.

Sin embargo, le decía a mi amiga que tampoco se trata de ir de víctimas, que lo cierto es que las personas que son percibidas como homosexuales se enfrentan a la discriminación y el rechazo día a día, mientras que ella, como bisexual que sólo ha tenido relaciones de pareja con hombres, no vive la presión de la heteronorma con tal violencia.

En cambio, esta conversación me llevó a darme cuenta de otra cosa: en mi círculo de amistades, yo diría que no hay ni una sola mujer que no admita con naturalidad sentirse atraída hacia las mujeres, y un buen porcentaje ha mantenido relaciones sexuales con mujeres. Sin embargo, no se definen como bisexuales, y sus escarceos con mujeres son puntuales y anecdóticos. Siguen ligando con hombres, enamorándose de ellos, iniciando relaciones con ellos. Y cuando después de varios fracasos sentimentales -influidos en gran medida por el impacto del machismo en la relación- dicen de coña eso de «me voy a hacer lesbiana», se queda en una broma. Siguen esperando a su príncipe azul (o a su compañero de vida, que suena más moderno).

Yo ya he dicho muchas veces que soy queer para esto de la orientación sexual, que no creo demasiado en las categorías «homosexual», «heterosexual» y «bisexual», más allá de que cada quien se defina como más le apetezca, y que no me identifico con ninguna de esas etiquetas. Sin embargo, considero que quienes no nos hemos sentido y definido como homosexuales, tendemos a seguir por el carril de la heteronorma sin desviarnos demasiado, porque es lo más cómodo, el territorio conocido.

En el artículo que escribí con motivo del Orgullo LGTB me preguntaba cómo hubiera sido mi vida sentimental y sexual si la heterosexualidad no hubiera sido la norma; si cuando sentía atracción por una amiga, hubiera actuado en consecuencia en vez de creerme los consejos de la SuperPop de que es normal confundir los sentimientos hacia las amigas. Es un poco como esto de los genes dominantes: de la misma forma que si un embrión tiene boletos de tener los ojos azules o marrones, es más probable que los tenga marrones, si una persona siente atracción hacia personas del sexo opuesto y de su mismo sexo, es más probable que se instale cómodamente en la heteronorma. Quiero decir que, por lo general, se impone el modelo hegemónico de amor y de sexualidad. Porque lo contrario siempre supone cierto conflicto tanto con una o uno mismo, como con el entorno (porque, no nos engañemos, la diversidad sexual no está normalizada ni de lejos).

En el caso de las mujeres, esto se une a que estamos más socializadas en ser objetos de deseo que sujetos de deseo; estamos más entrenadas para hacer que nos seduzcan que para seducir. Simplificando mucho: si a mí me gusta un chico en un bar, le echo alguna mirada, y espero a que venga a hablar conmigo. Tal vez me invite a una copa, tal vez me saque a bailar. Si me gusta una chica, ¿qué hago? ¿Voy a hablar con ella? ¿Y si no es lesbiana? ¿Y si le molesta? ¿Le echo miradas a ver si viene? ¿Tendrán las lesbianas otros códigos de ligoteo? Estás son algunas de las preguntas e inseguridades que se nos pueden pasar por la cabeza y por las que nos acaba entrando la pereza. Mucho más seguro para nuestra autoestima quedarnos en el mercado hetero y esperar a que un tío que nos guste se lance a conquistarnos.

Este es uno de los argumentos que esgrimía mi amiga en su defensa de la bisexualidad: cuando una reconoce ante sí misma y ante su gente que le gustan las mujeres y los hombres, eso le lleva a cambiar ciertas inercias. Le lleva a explicitar la posibilidad de iniciar relaciones con mujeres. Le lleva a estar más receptiva. Si va en el metro, y ve una chica guapa, igual se anima a echarle una sonrisa o una miradita pícara, como hubiera hecho con un chico guapo.

Al fin y al cabo, si hacemos caso a Beatriz Preciado en que las sexualidades se pueden aprender como quien aprende varios idiomas, para ello habrá que ser un poquito proactiva. Es como si tratamos de aprender inglés limitándonos a ver pelis en versión original, a ver si de tanto  hacer oído un día nos arrancamos a soltar un speech con perfecto acento de L.A. Pues no, tenemos que poner un poquito más de nuestra parte, atrevernos a chapurrear, hacernos un viajecito a Londres o proponer clases de intercambio a algún o alguna guiri (sí, hoy estoy sembrada con las metáforas).

En todo caso, estoy de acuerdo con las que defienden la identidad «lesbiana política» en cuanto a que lo importante no es cómo se sienta cada persona y con quien se acueste, sino que empecemos por hacer una apuesta decidida por la diversidad sexual, como un derecho que nos beneficia a todas las personas. Por tanto,  insisto en lo importante que es que todas las personas nos impliquemos contra la homofobia, empezando por revisar y superar nuestros propios prejuicios heterosexistas.

 

Censura

4 Ago

Foto de Sergio Parra censurada por el Festival de Mérida

 

Confieso que este post no es más que un pretexto para colgar la foto que ha decidido retirar la dirección del Festival de Mérida y que me tiene embelesada. Se trata de una de las obras de Sergio Parra que componen la exposición Camerinos, que muestra a actores y actrices preparándose para salir a escena. Se ve que la dirección recibió unos 200 e-mails de personas molestas con la imagen de Asier Etxeandia desnudo y cubriéndose el pene con la imagen de un cristo. (más…)

Morbosas, segunda parte

22 Jul

«¿Has leído ‘La cama de Pandora‘?» Me preguntó un amigo bloguero recordando mi post Morbosas, en el que criticaba que las mujeres seguimos sin poder hablar en público sobre sexo de forma normalizada. Ayer me pasé por ese blog que se publica en El Mundo cuya autora (firma como Pandora Rebato) escribe con desparpajo sobre su copiosa vida sexual. Cuenta por ejemplo que en una feria del libro conoció a un poeta atormentado, se enrollaron, y en una edición posterior de la cita literaria, le hizo una mamada debajo de la caseta mientras él firmaba dedicatorias. Últimamente ha hablado de su escarceo lésbico en el Orgullo LGTB, frustrado porque tenía la regla; de una boda griega en la que folló con un invitado, el condón se rompió y tuvo que comprar la píldora del día después en el aeropuerto… Entretenido, vaya.

Me acordé de este blog tras descubrir otro de tono y contenidos similares, El sexo de Lucía, en la que su protagonista nos habla de la rabia que da escuchar a los vecinos follar (cuando tú no tienes plan), cuenta batallitas de sus amigas, y entre post y post nos vamos enterando de que ella (y en este caso firma con nombre y apellido) es mutiorgásmica, sólo hace mamadas a gente muy allegada, y le ponen un montón los pasamontañas. No seré yo la que critique a dos mujeres que hablan de sexo sin tapujos en sus blogs. De hecho, admiro su capacidad de lidiar con babosos. Lucía Martín transmite reiteradamente que sus lectores le piden que sea más explícita y escribe sobre e-mails que ha recibido para tomar un café o incluso para una sesión de comerse los morros (le indignó). Pandora tiene deshabilitada la opción de dejar comentarios (imaginaos el aluvión de burradas que habría) pero a cambio invita a la gente que le escriba e-mails.

Lo dicho, super a favor de que haya blogs en los que se hable de aventurillas sexuales en primera persona. Pero veo dos problemas. En primer lugar, ambos blogs están situados en comunidades (El Mundo y FronteraD) muy masculinizadas. Los tíos hablan de un montón de temas; las tías tienen un blog sobre sexo que en buena parte viene a satisfacer el morbo del público masculino (también del femenino, claro). El segundo problema que le veo es el tono: ambos blogs nos hablan de mujeres con una rica vida sexual, con pocos complejos, que se sienten en posición de aconsejar sobre cómo hacer una buena mamada, que alertan sobre los errores que deserotizan en la cama (dejarse puestos los calcetines, y demás), y que meten mucha caña a los hombres (Martín lo reconoce en alguno de sus posts). (más…)

Beldur barik

6 Jul

Ilustración de Alterna, sacada de su blog http://alter-nati-va.blogspot.com

Esta vez no fue una soledad elegida. Pero la experiencia ha sido igual de empoderadora y liberadora que cuando he viajado sola. El sábado llevé a cabo otra pequeña transgresión: ir a un concierto sola. Y no a cualquier concierto, sino a uno de reggaeton cubano. Gente de Zona fue nuestra banda sonora en Cuba. Ya es casualidad que un mes después de mi regreso actuasen en Bilbao. Pues hay más: el mismo día del concierto coincidí con los músicos de Gente de Zona en un avión y fuimos charlando. Tenía pensado ir al concierto con dos amistades, pero a última hora cancelaron por distintos motivos. Podía quedarme en casa frustrada o irme sola. Y me decanté por lo segundo.

Ir de fiesta en solitario es un tabú, más aún en una cultura en la que no somos especialmente sociables. Cada quien sale con su cuadrilla e interactúa lo justo, y casi siempre con la intención de ligar. Creo que casi cualquier persona tiene reparos en salir sola, por el miedo a aburrirse y por el miedo a parecer algo patética. En el caso de las mujeres, se suman dos temores más: el de sufrir algún tipo de agresión sexista y el de ser juzgada, el miedo al qué dirán. Creo que son los dos miedos más potentes que nos meten hasta el tuétano. El miedo a la violación, el terror sexual, nos condiciona hasta a la hora de caminar del metro a casa. Y el miedo a que te tachen de puta parece más liviano, pero por mucho que una intente, sigue pesando. (más…)

Orgullo

28 Jun

Cartel de MDMA y Cadáver insurrecto para anunciar la mani de Bilbao

 

Post rápido antes de ir a la manifestación, para desearos un feliz Día de la Libertad Sexual.

Lo que me apetece decir al respecto lo he escrito en un artículo que he publicado dentro del especial 28J de Pikara Magazine. Por cierto, si pensáis que ya no hay homofobia, os recomiendo que leáis el artículo de Itziar Ziga, sobre las nuevas caras de la lesbofobia, basado en los ataques que ha sufrido últimamente. En mi artículo, ¿Qué se me ha perdido en el Orgullo?, abogo por que todas las personas entendamos que el heterosexismo nos limita, también a quienes se definen como heteros.

Por cierto, GranadianWeirdo ha tuiteado lo siguiente: «Sólo me responden mujeres a lo de LGTB. Los demás… Vaya que os tomen por maricas eh? Si al fin y al cabo sí que hace falta un 28J». Efectivamente, y como bien explica Oscar Guasch, homofobia no es sólo sentir conscientemente desprecio hacia los homosexuales. También es el miedo a que nos tomen por marica, y que lleva a no abrazar a un amigo, a descartar el sexo anal, a juzgarse a sí mismo cuando se excita pensando en otro hombre, y a no expresarse en público en una fecha como el 28J. Es cierto que son muchos los hombres que respetan a los homosexuales. El paso siguiente es que entiendan cómo la homofobia les afecta en la construcción de su propia identidad y sexualidad. Y si no estáis de acuerdo, una buena forma de discrepar sería que os unáis a la celebración del orgullo.

Por último, así como en otra ocasión cuestioné a Bildu, hoy me toca agradecer que haya aprovechado esta fecha para volver a pedir la derogación de la Ordenanza del Espacio Público de Bilbao, que prohíbe mantener «relaciones sexuales incívicas» (sea lo que sea eso) en la vía pública.

Y ahora sí, toca prepararse para la mani.

Perrea y rumbea

16 Jun

 

Una pareja baila rumba afrocubana en el Callejón de Hamel, La Habana. La foto, de Bea o mía; no lo recuerdo

 

Si alguien piensa viajar a Cuba con el objetivo de bailar salsa, que se busque otro destino. Salir de fiesta en sitios de cubanos y bailar casino (como se le llama a la salsa en Cuba) es incompatible. Al menos en La Habana. En Trinidad está la Casa de la Música, unas escalinatas al aire libre donde sí que se baila salsa entre genios cubanos del baile y extranjeras experimentadas (algunas, casadas con los genios del baile). También hay alguna pareja entrañable de guiris torpes que hacen lo que pueden. Se disfruta mucho mirando, te sacará a bailar bastante gente, y alguno te ofrecerá una clase particular. Nosotras la aceptamos y nos gustó.

Por cierto, lo mejor es bailar con los viejitos. Bailan a la vieja usanza, con mucho gusto y poco afán de exhibirse. Ah, y no os pongáis a la defensiva si no queréis ligar, porque el baile es sagrado; es curioso que, creándose tanta intimidad, sea un espacio tan respetuoso. En fin, si os gusta la salsa, después de bailar con cubanos en Trinidad, os costará encontrar otra pareja de baile que os llene.

Pero decía que está complicado bailar casino (o merengue, o bachata) porque el reggaeton está hasta en la sopa. El Gobiero intenta limitarlo, pero es imparable. Está en las discotecas, en los taxis, en las cafeterías, en las casas (a la gente le flipan los videoclips)… Yo lo llevé bien porque… Tengo que confesarlo: soy feminista y me gusta el reggaeton. ¿Por qué? He encontrado la respuesta en esta canción de Calle 13: «Cambia esa cara de seria, de intelectual (…) Yo sé que a ti te gusta el pop-rock latiino, pero es que el reggaeton se te mete por los intestinos, por debajo de la falda como un submarino». Pues sí. Es pegajoso, primario, burdo… Pero funciona. (más…)