Bra-burning. Reflexiones sobre el sujetador

María, autora de Las princesas también friegan, nos propuso sacarnos fotos quemando nuestros sujetadores, en plan gesto nostálgico hacia las feministas estadounidenses de los años setenta. Ahí va mi foto. No quemé el sujetador porque vale una pasta. Pero me apetecía apoyar a María y, además, tratar este tema en mi blog.

En alguna otra ocasión ya he dicho cómo me tomo estas cosas. Coincido con la teoría queer en que desde pequeñas nos imponen una serie de «prótesis» (es el concepto que usa mi queridx M en Conflicto, y que me encanta) cuya función es remarcar la diferencia sexual, recordarnos que somos mujeres y no hombres, con todo lo que esto supone. Desde pequeñas, las que nos sentimos encantadas de la vida con el color rosa y queremos ser princesitas, nos probamos los tacones, el pintalabios y el esmalte de uñas de nuestras madres (bueno, en mi caso, de mi abuela y mi tía, que mi madre pasaba de esas prótesis). Recuerdo lo ansiosa que estaba por empezar a depilarme, y la ilusión que me hizo cuando mi madre me regaló los dos primeros sujetadores, después de años empeñada en usar top (pese a no tener tetas) y más años todavía empeñada en llevar las dos piezas de bikini en la playa (pese a que mi familia era nudista). Vaya, que mientras que la feminidad era una imposición horrorosa para muchas niñas, a mí me encantaba sentirme una mujercita.

Pero lo que quería decir (que ya me estoy enrollando) es que no estoy en contra de esas prótesis, sino a favor de cuestionar su uso y, a partir de ahí, hacer lo que nos dé la gana. En concreto, estoy a favor de usar las prótesis una vez que nos hemos demostrado a nosotras mismas que no las necesitamos. Es decir, primero hagamos el ejercicio de aceptarnos al natural, y después usemos lo que nos parezca estético o divertido.

Mientras que en la adolescencia no me gustaba demasiado sin tacones, lápiz de ojos y sujetador con relleno, a día de hoy creo que cumplo esa máxima: me maquillo porque también me veo guapa sin maquillaje; me pongo tacones cuando me parece estético o voy a bailar, pero no me siento un retaco sin ellos… Bueno, y creo que está también la cuestión de cuidar nuestro cuerpo y de gestionar bien nuestro tiempo y nuestras energías. Limito el uso de los tacones y el maquillaje porque, entre otras cosas, no estoy por la labor de destrozarme los pies, la espalda y el cutis; y tengo cosas más importantes que hacer que pintarme. Y un efecto de limitarlo es que cuando lo hago se convierte en un ritual y disfruto un montón ese momento delante del espejo preparándome para una ocasión especial, de forma que, más que el resultado de verme guapa, lo importante es el proceso de ponerme guapa.

La única imposición (de las que se me ocurren) que no he superado es la de la depilación. Me gustaría decir: me depilo cuando me apetece no tener pelos, pero sé estar a gusto con mis pelos. No es así. Después de años intentándolo, me he resignado y me estoy gastando una pasta con la fotodepilación. Y me niego a sentirme culpable. Nadie es perfecta. Además, es un tema que me irrita un poco, porque mis amigas feministas que no se depilan, resulta que o son mucho menos peludas que yo, o la decisión de no depilarse les lleva a usar ropa larga. Yo saco los pantalones cortos y los tirantes en cuanto puedo. Todavía no he visto a ninguna con minifalda y pelos abundantes.

Pero, así como la depilación es un asunto que nos cuestionamos mucho, que nos genera conflicto, tengo la sensación de que el sujetador es algo que casi nadie se cuestiona. Sin embargo, yo lo percibo claramente como una prótesis femenina que me recuerda constantemente que soy mujeres en un mundo androcéntrico. En los talleres drag king la gente se suele vendar el pecho o ponerse un sujetador deportivo. Yo las dos veces he optado por no llevar sujetador (aunque se me noten algo las tetas), porque cuando me lo he vendado, era todo el rato consciente de mi pecho.

Mi relación con el sujetador ha sido la siguiente: como digo, empecé a usarlo super feliz con 12 años, a partir de los 16 o así empecé a usar relleno (y tenía mucho complejo de tetas pequeñas), a partir de los 21 o 22 empecé a atreverme a ir sin sujetador con camisetas de tirantes en los que quedaba feo, y desde hace dos años, más o menos, he empezado a cuestionarme su uso en serio. Me lo pongo atendiendo a dos criterios: la estética y la comodidad. Dado que tengo poco pecho, lo de la comodidad sólo se aplica a cuando voy a hacer ejercicio. La estética, cuando quiero realzar escote o aparentar más curvas. En la práctica, esas cosas ocurren la mayoría de veces, para qué nos vamos a engañar. Pero cada vez opto más por no ponerme sujetador. Os parecerá una chorrada, pero me hace sentir bien, me parece una pequeña conquista, tanto el hecho de llevar una camiseta ancha sin sujetador e ir tan cómoda, como el hecho de llevar una camiseta pegada o con escote y lucir mis tetas como son, sin push-up ni relleno.

Así que últimamente he sacado el tema a varias amigas, y me han contestado los siguientes argumentos, que paso a rebatir:

– «Es incómodo»: Esto no me convence. Si tienes mucho pecho sí, pero si tienes menos de una 90, no creo que caminando normal pueda ser incómodo. Otra cosa es que se nos haga raro por la falta de costumbre- Y una prueba de que lo incómodo es llevar sujetador, es que muchas me han reconocido que lo primero que hacen al llegar a casa es quitárselo. Situación: ocho horas de coche o de vuelo. ¿Me estáis diciendo que no viajaríais más cómodas sin sujetador?

– «No me gusta marcar pezones, ir toda empitonada»: Vale, si no te gusta, no te gusta. No se trata de ir incómodas por la vida. Pero estaría bien preguntarnos por qué nos incomoda. ¿No tendrá algo que ver el cachondeíto en el instituto por parte de esos mismos que decían que a la profesora se le podía leer los labios si llevaba unos vaqueros que le marcaban? Pues bien, las mujeres tenemos pezones y tenemos coño. ¿Nos dedicamos nosotras a meternos con los paquetes de los chicos? Así que creo que no estaría de más reconciliarnos con nuestros pezones.

– «Se te van a caer las tetas»: Que se me caigan las tetas no me quita el sueño (bueno, al menos por ahora). Además, probablemente se vayan a caer de todas formas, así que me parece buena idea aprovechar estos años (de la misma forma que no me tiño el pelo, porque creo que me lo voy a teñir durante décadas; porque sí, me temo que con las canas me pasará como con la depilación).

– «No me gustan mis tetas sin sujetador, porque son muy pequeñas/muy grandes/ asimétricas/ están caídas»: Como decía antes, lo respeto y no propongo que la gente vaya a disgusto por militancia, pero nunca está de más proponernos aceptarnos nuestro cuerpo. Y digo lo de asimétricas porque es otra cosa que me cabrea. El otro día leí uno de esos publirreportajes de Mujer de Hoy en el que el cirujano de turno recomendaba quitarse grasa de la tripa o del culo e inyectársela en las tetas, y uno de los motivos que daba era «corregir asimetrías». Yo no tengo nada que corregir: mi teta izquierda es más grande que mi teta derecha, de la misma forma que tengo una pierna más larga que la otra, un hombro más adelantado que el otro… El cuerpo es asimétrico. Me parece que es otra cosa que deberíamos aprender a aceptar.

Por cierto, el nudismo, o al menos el top-less, son estupendos para aceptar nuestras tetas y darnos cuenta de que en el mundo hay tetas y pezones de todos los tamaños, colores, consistencias, formas… Y que todas son bonitas.

Lo dicho, me conformo con que lo cuestionemos, con que nos preguntemos por qué usamos sostén y si nos apetece llevarlo, que probemos un día a no llevarlo, que eliminemos de nuestra cabeza y no aceptemos en nuestro entorno mensajes como que la que va marcado pezón es que va buscando guerra, o que una chica decente siempre tiene que llevar sujetador (una pariente mía me dijo algo así, con otras palabras, hace unos años). Una vez nos hemos planteado esto, si seguimos pensando que es más cómodo o estético, estupendo. Si pensamos que no, pero vemos que sin sujetador no vamos a estar a gusto, pues estupendo también. Si la cuestión es que nos encantan los sujetadores, porque son prendas preciosas y milagrosas (a mí me fascinan), pues vale, disfrutemos con ellos. Sólo digo que estaría bien poder elegir. O al menos intentarlo.

Si os mola la idea de posar quemando vuestro sujetador, mandad vuestra foto a lasprincesastambienfriegan@gmail.com

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