Historico | 14 mayo, 2012

Bra-burning. Reflexiones sobre el sujetador

14 May

 

María, autora de Las princesas también friegan, nos propuso sacarnos fotos quemando nuestros sujetadores, en plan gesto nostálgico hacia las feministas estadounidenses de los años setenta. Ahí va mi foto. No quemé el sujetador porque vale una pasta. Pero me apetecía apoyar a María y, además, tratar este tema en mi blog.

En alguna otra ocasión ya he dicho cómo me tomo estas cosas. Coincido con la teoría queer en que desde pequeñas nos imponen una serie de «prótesis» (es el concepto que usa mi queridx M en Conflicto, y que me encanta) cuya función es remarcar la diferencia sexual, recordarnos que somos mujeres y no hombres, con todo lo que esto supone. Desde pequeñas, las que nos sentimos encantadas de la vida con el color rosa y queremos ser princesitas, nos probamos los tacones, el pintalabios y el esmalte de uñas de nuestras madres (bueno, en mi caso, de mi abuela y mi tía, que mi madre pasaba de esas prótesis). Recuerdo lo ansiosa que estaba por empezar a depilarme, y la ilusión que me hizo cuando mi madre me regaló los dos primeros sujetadores, después de años empeñada en usar top (pese a no tener tetas) y más años todavía empeñada en llevar las dos piezas de bikini en la playa (pese a que mi familia era nudista). Vaya, que mientras que la feminidad era una imposición horrorosa para muchas niñas, a mí me encantaba sentirme una mujercita.

Pero lo que quería decir (que ya me estoy enrollando) es que no estoy en contra de esas prótesis, sino a favor de cuestionar su uso y, a partir de ahí, hacer lo que nos dé la gana. En concreto, estoy a favor de usar las prótesis una vez que nos hemos demostrado a nosotras mismas que no las necesitamos. Es decir, primero hagamos el ejercicio de aceptarnos al natural, y después usemos lo que nos parezca estético o divertido. (más…)

Cuba y el sexo: hablan dos jóvenes comunicadoras feministas

14 May

BBC Mundo *

 

«¿Cómo viven las jóvenes la sexualidad en Cuba, teniendo en cuenta la menor influencia de la moral católica?», me preguntó una de mis minimecenas**. En pleno congreso de Sexología del Cenesex, que tenía a las expertas absorbidas, no tuve ocasión de contactar con ninguna especialista en el tema. Hablé con alguna adolescente de forma informal (y con mis amistades veinteañeras), pero tampoco dio tiempo a organizar un grupo de discusión. Un día quedé con las tres comunicadoras feministas que promueven el proyecto ‘Género y Cultura’ (que incluye organización de debates y también actividades con jóvenes), y me parecieron estupendas para que me hablasen también de este tema.

Lirians y Helen tienen 26 años (y Lirians ha sido madre recientemente); y Danae (se unió más tarde a la conversación), es treintañera y madre de un adolescente. Les agradezco mucho que hablasen tan largo y tendido tanto de sus experiencias personales, como de sus opiniones acerca de la sexualidad entre la gente joven. Hay que aclarar que les planteé la cuestión de decir «sí» y «no», y no identificaban que hubiera dificultades en ese aspecto. Sí que me hablaron en cambio de desigualdades respecto a la vivencia de la primera vez, la masturbación o los roles en las relaciones abiertas. Insistieron constantemente en que la sociedad cubana es (como todas) muy diversa y que no conviene generalizar. Esto es lo que me contaron:

¿Es importante la primera vez para las chicas?

Lirians: Cuba es un Estado laico, pero nuestra historia viene de mucho más atrás, hay una tradición judeocristiana muy enraizada y un patriarcado vigente a pesar de que en este proceso revolucionario de 50 años se haya reivindicado la participación de las mujeres en los espacios públicos. Y una de las estrategias de la cultura machista es controlar el cuerpo de las mujeres. Así es que se mantienen mitos como el de la primera vez. También depende de los espacios. No es lo mismo las mujeres de las ciudades que las de zonas rurales. Se ha avanzado en soltar prejuicios y ganar libertad, pero en determinados espacios. En mis tiempos, la primera vez era importante para muchas. Se lo imaginaban con velas, delicado… En la universidad, puede que las chicas empiecen a romper con roles.

Helen: La iniciación sexual es temprana, entre los 12 y 14 años. Esto puede hacer pensar que hay más libertad. En las familias no supone un conflicto terrible que la niña de 12 años empiece a tener relaciones sexuales. En el imaginario se reproduce una idealización de la primera vez, como ese momento idílico. Ya no es la virginidad como un bien preciado a preservar, pero sí que se cree que hay que entregárselo al que sea digno de ello.

¿Y qué papel juega las ganas de tener sexo en la primera vez?

H: Te apetece tener sexo, pero eso va acompañado de una idealización sobre el lugar, la persona, la puesta en escena. En muchos casos la primera vez tiene lugar en una escalera, rápido cuando los padres se fueron de la casa, en un área deportiva… Eso supone frustración por ese ideal que no se cumple.

L: Sigue habiendo mitos sobre el placer sexual, como que el orgasmo es lo más sublime. Una relación sexual sin orgasmo, ¿qué cosa es? En la universidad es más común eso de las relaciones abiertas, el sexo en grupo, el intercambio de parejas, los tríos… Hay una flexibilidad a la hora de experimentar más allá de la pareja tradicional. Pero un amigo me dijo que los chicos no se miran ni se tocan; las muchachas sí que se intenta que tengan contacto.

¿La masturbación es tabú?

L: La masturbación en las mujeres sigue siendo tabú en lo público y, bajo mi experiencia, en lo familiar. En los espacios como los medios de comunicación en los que se habla de autoerotismo, se habla de los varones: la necesidad de respetar sus espacios, se combaten los prejuicios como que les van a salir ampollas… Se toca el tema de las muchachas como una referencia, pero no se profundiza. Se reprime. Se insiste mucho en temas de salud, el uso del condón. Pero falta hablar más de placer. (más…)