Historico | 2 marzo, 2011

Tango queer

2 Mar

No sé si lo de que en Euskadi no se folla es o no un tópico. Pero sí sé que no se baila. Se va de poteos interminables, se hacen litros, se juegan quinitos, se va a conciertos de rock o ska a jugar a empujarse, se termina en algún garito en el que se pegan unos botes, y se aprovechan las canciones que exigen bailar de forma más evolucionada para ir a por otra copa. Eso en el caso de la inmensa mayoría de los hombres que salen de marcha de la forma digamos estándar (dejemos a un lado a los bacaladeros, chumberos o como se diga ahora que sí que se pasan la noche bailando house o lo que sea).

Las mujeres, que en los contextos más tradicionales o bien salimos en nuestros propios grupitos o estamos ligadas a la cuadrilla masculina (que es el núcleo; nosotras accedemos a él como «novias de» y casi nunca seremos «uno más») tendemos a bailar algo más. ¿Cuál es el problema? Que si nos ponemos a bailar salsa o merengue juntas, en seguida nos aburrimos, porque ninguna sabe llevar. Nos agarramos y hacemos el paso básico todo el rato, dando vueltas. Como mucho, el típico giro normal y corriente que lo mismo te sirve para salsa que para vals. Un rollo.

Y cuando un chico se interesa por bailar, tenemos el mismo problema: ni sabemos llevarle, ni sabemos enseñarle a llevar. Así que, a no ser que se apunte a clases de baile, lo tiene complicado. Así como yo, que no he dado una clase de bailes de salón en mi vida, hago un papel digno cuando me saca a bailar un hombre que sabe lo que hace (o sea, he aprendido a dejarme llevar bien para ser vasca), un chico no podrá aprender en las discotecas lo básico para sacar a bailar a una chica que controla del tema. Y ahora que digo «sacar a bailar», nos encontramos con otro obstáculo: es una convención social muy arraigada aún que un hombre puede sacar a bailar a una desconocida (a riesgo de que le mande a paseo, claro), pero no viceversa. (más…)