Historico | 6 septiembre, 2010

Héroes

6 Sep

A riesgo de ir de listilla, al leer las últimas noticias sobre Jesús Neira no puedo evitar pensar: «Ya lo decía yo…» Recapitulemos: Neira es ese ciudadano que intentó defender a una mujer que estaba siendo maltratada por su compañero sentimental en plena calle, y éste le pegó tal paliza que le dejó en coma. Ahí empezó la moda del héroe como figura protagonista en el tratamiento informativo a la violencia machista.

 

Neira tuvo tanto tirón mediático (ayudado por el espectáculo bochornoso de la agredida, Violeta Santander, en Salsa Rosa, defendiendo a su novio) que el Gobierno de Esperanza Aguirre no dudó en ponerle al mando de un nuevo Observatorio Regional contra la Violencia de Género. No por estar formado en ese campo, ni por su militancia a favor de la igualdad entre mujeres y hombres, sino por ser un héroe nacional. Y de aquellos polvos, vienen estos lodos: Neira pillado conduciendo de forma temeraria ebrio.

 

La propia ministra de Igualdad, Bibiana Aído, se pasó de efusiva, diciendo cosas como que «Neira no sólo defendió a una mujer maltratada; defendió nuestra dignidad como sociedad», «es un ejemplo de que algo está cambiando en la sociedad española», o «es mucho mas que un símbolo de ciudadanía del que nos sentimos orgullosos». Pero el condecorado héroe salió rana. No tardó en frecuentar las tertulias de Intereconomía, donde hizo gala de su conservadurismo, sexismo y mala educación, mofándose, por ejemplo, de las hijas de Zapatero aludiendo a su físico. Ahora ha pasado de las palabras a los actos, exhibiendo dos de los problemas de género de los hombres: la conducción temeraria y el abuso del alcohol. 

En su día, en mi viejo blog, di la razón a Elvira Lindo, quien advirtió que cuando algo que debiera de ser considerado un gesto de responsabilidad cívica se eleva a la categoría de heroicidad, se propicia que muchos miren hacia otro lado, por preferir consevar su integridad física que ser coronados como héroes. Yo subrayé además que la figura de héroe no ayuda a luchar contra la violencia sexista, ya que es un símbolo clave de la masculinidad hegemónica. Al de poco, se conoció que otro de estos héroes que intervino en una agresión machista, tenía antecedentes precisamente por malos tratos.

Repito por tanto que para avanzar hacia unas relaciones de pareja igualitarias y libres de violencia es imprescindible deconstruir el modelo de masculinidad hegemónica que ilustra la figura del héroe. No es precisamente la valentía el valor que hace falta visibilizar y premiar en los hombres. El compromiso contra la violencia de género no se demuestra con esos grandes gestos de pacificador, sino en el día a día: no tolerando discriminaciones por razón de sexo en nuestro entorno, apoyando a las mujeres que sepamos que son víctimas de malos tratos, llamando a la policía si presenciamos una agresión… Y, sobre todo, empezando por revisar las actitudes de dominación que mantenemos en nuestras propias relaciones.

A ver si entendemos de una vez que las agresiones físicas y los asesinatos son la punta del iceberg. No necesitamos héroes por un día, sino hombres humildes, sensibles, que se permiten sentir miedo en un momento de conflicto y reaccionan pidiendo ayuda. Hombres que nos apoyen en todo momento. O en casi todo momento, vaya, porque la pretensión de infabilidad también es un rasgo de la masculinidad hegemónica. No necesitamos que nos salven, sino que nos respeten.