De lo personal y lo estructural
30 Jun
Os hablé de que la ordenanza prohibe el sexo en la calle: tanto mantenerlo como ofertarlo y demandarlo. Pretende así quitarse del medio a las prostitutas de calle que tanto afean la ciudad del Guggen, o al menos tranquilizar a quienes no las quieren cerca de sus negocios y propiedades. La plataforma Bilbon Kaleak Aske defiende que la polémica de la prostitución ha servido para colar toda una serie de artículos que limitan hasta el absurdo el uso del espacio público: comer y beber, repartir periódicos, recoger firmas, jugar, tocar, patinar, etc. Es cierto y hay que romper con esa cortina de humo, pero no es menos cierto que las consecuencias que la norma tendrá sobre las prostitutas serán mucho más dramáticas que el hecho de no poder jugar al frisby en el parque.
Hoy hemos tenido reunión y he criticado que en los últimos actos realizados no se ha hablado de la prostitución. He reclamado que en próximas intervenciones se lance un mensaje claro de apoyo y solidaridad hacia las mujeres que la ejercen en la calle, apelando a la grave situación en la que se encuentran.
Uno de los reunidos (por cierto: yo era la única mujer) me ha contestado que entiende que la prostitución es un problema grave, por cómo afecta a las personas que se dedican a ello, pero que otras restricciones de la Ordenanza son «problemas estructurales». Es decir: que los y las bilbainitas blanquitas no podamos usar la calle para el encuentro, el disfrute y la reivindicación es un problema estructural. Pero que esas otras bilbaínas, las negras, las sin papeles, las más expuestas a la discriminación, la estigmatización y la explotación, sean hostigadas por la policía, multadas, agredidas (que se lo pregunten a las de Barcelona), detenidas e incluso expulsadas, es un problema personal.
Una vez más, lo que preocupa a los hombres es universal; lo que preocupa y afecta a las mujeres es un problema personal, de las mujeres. Si con los hombres progresistas que se declaran a favor de la igualdad andamos así, que Simone de Beauvior nos llene de paciencia, porque esto va para muuuuuuy largo.
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