Sacrílegas
28 Abr
He de confesar algo: no me gustó que unas manifestantes feministas irrumpieran en la capilla de la Universidad Complutense y que algunas lo hicieran en tetas. Es por ello que no difundí demasiado las convocatorias de protesta contra sus detenciones. Por supuesto que me parecieron injustas, pero no me sentía en sintonía con la acción en sí. Es lo que hay. Soy una blanda.
Mejor dicho, soy muy arbitraria en estos asuntos de la fe y la libertad de expresión porque, por ejemplo, me encantó leer en Pornoterrorismo la acción que hicieron en el Vaticano, de soltar en plena misa una grabadora en la que habían grabado escandalosos orgasmos. Y me lo paso pipa cantando en las manifestaciones cosas como «Vamos a quemar la conferencia episcopal por machista y patriarcal» (ponedle la música de «Oh when the saints go marching in») y coreando burradas del tipo «Os han engañado; la virgen ha follado». Pero, por algún motivo, en el caso de la capilla de Somosaguas me pudo la idea de que faltar al respeto a la gente creyente que estaba en ese momento en la misa (en caso de que hubiera alguien) no es la manera adecuada de protestar contra una institución, como es la Iglesia Católica, que por supuesto que merece todas las protestas del mundo.
Sin embargo, he cambiado de idea. Me preocupa que hasta yo, agnóstica y feminista, me andé con tanto cuidado de ofender a la comunidad católica. ¿Acaso no ofenden ciertos católicos cuando tratan a las mujeres que abortan como asesinas o a las personas homosexuales (y, por extensión, a quienes deseamos o amamos a personas de nuestro sexo habitualmente o en algún momento de nuestras vidas) como enfermas y depravadas? ¿Acaso se les detiene por ello?
No mucho después de las detenciones de Somosaguas, me entero de que el sindicato ultraderechista Manos Limpias ha denunciado al colectivo feminista guipuzcoano Plazandreok por usar carteles y lemas como el que ilustra este post. La denuncia es de traca: dicen que Plazandreok es un lobby feminista (ya nos gustaría ser un «lobby») que «coquetea» con la izquierda abertzale. Y el pasado jueves se prohibió finalmente la procesión atea. Con todo ello, me he replanteado seriamente mis remilgos hacia los sacrilegios.
Como bien dice Enrique Meneses en su blog, nos encontramos ante un desequilibrio claro: «Se ha supuesto que los católicos se pueden abalanzar contra los ateos pero que la gente de izquierdas nunca atacaría una manifestación dirigida por Rouco Varela con los miembros de la ultra-derecha y sus amigos del PP, Federico Trillo y Jaime Mayor Oreja». Para Arcadi Espada (no puedo con él, pero esta vez no puedo dejar de reconocer su acertado post), la decisión de prohibir la marcha «vuelve a probar el estatus de privilegio que las ideas religiosas tienen en la sociedad española». Copio un párrafo entero:
La prohibición de Madrid se fundamenta en un peligroso supuesto: que la procesión atea no es disenso sino ofensa. Como las ideas no pueden ofenderse unas a otras, ha de concluirse que la religión, para los que han prohibido el acto, es algo más que una idea. Exactamente, una forma de orden público, cuya alteración resultaría perseguible de (santo) oficio. Algo que resulta intolerable. Si la religión quiere ocupar, como tantas veces reclama, un lugar en el espacio público y quiere defender allí sus ideas debe hacerlo en pie de igualdad. Cuando una idea cualquiera, sean Dios, la Patria, el Partido o el Equipo, no se limita a exhibirse en el espacio de discusión pública, sino que pretende diseñar sus límites, a la sociedad democrática no le queda otro remedio que exigir su expulsión de ese espacio. La democracia puede acoger a los que quieren destruirla; pero naturalmente debe asegurarse de que no puedan cumplir sus propósitos.
Amén.
En fin, me parece una obviedad recordad que aquí a nadie (o a poca gente) le da por dedicarse a ofender a quienes profesan el cristianismo o alguna otra religión que promueve el heterosexismo. Se trata de criticar a una institución que sigue haciendo mucho daño, que sigue teniendo una influencia inadmisible en nuestra sociedad, que obstaculiza sistemáticamente la consecución de derechos fundamentales como los sexuales y reproductivos. La expresión de nuestras ideas resultará ofensiva para algunas personas. Pero las ideas que promueve la Iglesia Católica no sólo pueden ofendernos a quienes no comulgamos con ellas, sino que promueven la conculcación de derechos. Por no hablar de la impunidad con la que los mismos medios que apoyan a la Iglesia Católica dan voz a gente como Sostres (y no es el único, ni mucho menos) que hacen apología de la violencia machista.
Por cierto, en Pikara Magazine hemos colgado un vídeo realizado por el Centro de Medios, en el que varias activistas explican la acción de Somosaguas.
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Aprovecho para contar que voy a apoyar a Plazandreok con la comunicación durante la campaña electoral. Las podéis seguir en Facebook y Twitter. El blog lo pondremos en marcha en seguida. Podeis leer aquí la revista sobre laicismo que tanto ofendió a Manos Limpias.
A mí este tipo de acciones me parece que ofenden por ofender, sin más. Que ciertos católicos defiendan barbaridades o que ciertas feministas lo hagan no me parece razón suficiente como para entrar a saco y montar un pollo en cualquier lugar de reunión de estos colectivos.
¿Si hubieran entrado en tetas a una mezquita te parecería lo mismo?
La jerarquía eclesiástica no dice que a los católicos lo que tiene que hacer o no hacer, sino que trata de imponerlo también a los que no son católicos, en cuestiones tan privadas como la sexualidad, ¿te parece eso poca ofensa? Claro, que a ellos no les saca la policía de mi vida, es más, les tenemos que escuchar pacíficamente sus insultos y ofensas. Las feministas de Somosaguas también ofendieron, claro que sí, pero a ellas las sacó la policía del templo. Esa, escéptico, es la diferencia.
Magapola, lo que quiero decir es que según tengo entendido en esa capilla no estaba Rouco ni nadie de la jerarquía eclesiástica, con este tipo de acciones estás más cerca de conseguir que le dé un infarto a una viejecilla que de cualquier otra cosa. Me parece una charlotada.
Lo de que las sacaron del templo es normal, si te entran 50 personas en tu local gritando, provocando y encartelando llamas a la policía, el cura no va a esperar para ver si al final se quedan a comulgar. Otra cosa es la actuación de la policía, si su reacción fue desmedida es denunciable y ahí estaríamos de acuerdo.
Un saludo.
Como todas las sectas, la iglesia católica apostólica romana intenta imponer sus creencias, actos y moral. Yo personalmente no estoy de acuerdo, y lo mismo discutía con un amigo al que echaron de cura como lo hago con los testigos de jehová que llaman a mi puerta. Cuando ellos faltan al respeto a mi intelgencia amablemente termino la conversación (cierto día llegaron a decirme que «los científicos no podemos intentar entender el mundo»). Otras veces, simplemente se quedan sin nada que decir. Dicho esto, entrar en su iglesia en pelotas me parecería tan grave como que ellos intentasen predicar en mi casa sin mi permiso si (y sólo si) parte de esa iglesia no la hubiera pagado yo (el estado, mis impuestos…).
Eso si, mientras sus templos esten exentos de impuestos y mi casa no, y con los míos se paguen sus sueldos y reformas, no tengo tan claro que tengan que detenerme por no cumplir sus normas de recato.
En mi contra tengo que confesar que me llegaron a echar (me invitaron a salir, decliné la invitación, insistió de malas maneras y le dije que como era más educado que él iba a salir sin montar una escena) de la catedral de Burgos por discutir con un cura que intentó obligarme a soltar la mano de mi pareja, ¡¡la mano!!.
Yo soy ateo y no pertenezco a ninguna asociación.
Como todas las sectas, éstas empiezan por organizarse, hacerse oir, atacar a las otras sectas y luego constituirse e intentar mantenerse. Uno es libre de escuchar o no, hacer caso o no de lo que la iglesia católica intente meternos en la azotea, pero montar otra iglesia lésbica, sectaria (de otro modo) y que se parece extrañamente a la católica con los cánticos, las lecturas y esas mierdas, no creo que sea la solución.
¿no?
Perdonad que haya tardado tanto en contestar. Yo sigo sin verlo claro. Por una parte, como bien dicen Txus y Magapola, la iglesia interfiere en nuestras vidas, en nuestras políticas públicas y se sostiene con dinero público, así que creo que hay motivos suficientes como para protestar con fuerza.
Escéptico: no es una capilla cualquiera, sino una situada en la Universidad Complutense, que es pública. En todo caso, creo que bien se podía haber hecho fuera en vez de entrar. Y la cuestión no es cómo fueron las detenciones, sino si es procedente imputarles un delito contra la libertad religiosa. Si se hace algo similar en una mezquita para protestar contra la jerarquía islámica como institución que vulnera derechos, creo que lo vería igual. Si es con ánimo xenófobo, evidentemente no lo vería igual. Con el boicot sistemático a los intentos de crear nuevas mezquitas sí que se vulnera la libertad religiosa, y que yo sepa no están imputando a nadie.
Bartolo: tu comentario había entrado como spam y no lo he visto hasta hoy. No comparto esa visión de una secta lésbica. Sí que creo que habrá que buscar vías por las que no se nos perciba como sectarias. Aunque en una mani corear alguna burrada me parece algo inofensivo y sano.