Yo no soy escéptica
15 Ago
Desde que volví de Cuba, me gusta pensar que soy hija de Changó y de Ochún. Me gusta ver cómo mis amigos derraman sobre el suelo el primer trago de ron (hay que dar de beber a los santos), me gustan los vasos de agua que tienen en casa para honrar a sus muertos, y las pulseras y collares con los que se sienten protegidos. Y no es que la rumba y el ron me hayan nublado el sentido (que también). Es parte de la evolución que estoy teniendo respecto a la religión, la espiritualidad y el misticismo desde que de adolescente me declaraba cien por cien atea.
El año pasado disfruté de una estancia maravillosa en una casa de reposo en la que estaban impartiendo un taller de kundalini yoga (yo participé de forma muy satélite). Se trata de una disciplina de yoga que da más importancia a la parte espiritual y energética (sea lo que sea eso) que a hacer posturas imposibles. Por las noches cantábamos mantras: se supone que cada canción genera una vibración en nuestro cuerpo que propicia sentir una emoción positiva (puede ser paz, serenidad, alegría, etc.). Os podéis creer lo de la vibración (yo lo sentí así) o podéis pensar que simplemente cantar en grupo mola y sienta bien, tanto me da.
A lo que voy es que las diferentes religiones del mundo tienen muchas cosas en común: rituales para celebrar la vida y la muerte, rezos y cantos, los rosarios, la costumbre de dar gracias por los alimentos… Creo que las personas necesitamos tener ritos. Me parece un error prescindir de ellos. Las religiones han hecho mucho daño, han promovido una moral rancia y masoquista, han servido para defender los intereses de los poderosos y oprimir a los que pensaban diferente… Estar luchando contra la hegemonía de la iglesia católica me parece un logro importantísimo de las últimas décadas. Pero creo que hay que sustituir todos esos ritos que hemos mamado. Me parece un error que borremos todo lo que nos ha llegado a través de la religión sin crear nada nuevo, que dejemos de celebrar los nacimientos y el amor y de llorar en grupo la muerte, que dejemos de dar gracias por los alimentos, que dejemos de dedicar ratos a la oración y la meditación. (más…)
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