Historico | 14 abril, 2010

Reputas

14 Abr

El Ayuntamiento de Bilbao ha empezado a tramitar una ordenanza del espacio público que prevé sanciones contra comportamientos tan súmamente incívicos como tocar el violín, vender cedés o tomar una cerveza en la calle. Pero el artículo más polémico es el 16, relativo a la sexualidad, claramente dirigido a hostigar a las prostitutas de calle. SOS Racismo ha sido uno de los colectivos que ha denunciado esto, así que me he pasado toda la semana de entrevistas.
Una de las periodistas me planteó una pregunta que me pilló por sorpresa y me hizo pensar: «¿Si se eliminara la prostitución de calle acaso no se extinguiría también el debate sobre la prostitución?» Es evidente que sólo se debate sobre prostitución cuando a una comunidad vecinal le molesta convivir con dicha actividad en su barrio. Pero no había caído en que, si no hubiera vecinos y vecinas molestos, ya no habría debate. Ojos que no ven… En todo caso, como demuestra el caso de Barcelona, no hay ordenanza que pueda impedir que aquellas que no encuentran otra forma mejor de ganarse el pan que ofrecer sexo en la calle sigan haciéndolo. Lo harán, eso sí, en condiciones más lamentables si cabe. 

Lo divertido de la ordenanza es su pretendida neutralidad. Hace como que no se dirige a nadie en concreto. Se supone que no castiga a las prostitutas sino a toda persona que mantenga relaciones sexuales, las ofrezca o demande en la vía pública. Muy aséptico, sí. Claro que me pregunto cómo se va a decidir quién está practicando, ofreciendo o demandando sexo. ¿Ha de preocuparse la pareja de adolescentes que se da el lote impúdicamente en el banco del parque? Yo diría que no. Si la pareja es homosexual y el poli homófobo, tal vez cante otro gallo. En cambio, el simple hecho de que una mujer con pinta de puta callejera (o sea, negra y con minifalda o escote) esté de pie en cierta calle se interpretará como una acción de ofrecer sexo. Si yo misma (blanquita y abrigada) me pongo junto a ella, pensarán que estoy esperando al autobús. Es decir, estoy convencida de que el criterio estará condicionado al 99% por los estereotipos y prejuicios raciales y sexistas, y que la directriz será hostigar a las putas hasta que dejen de ensuciar con su presencia nuestra cosmopolita urbe.

En todo caso, por si alguien tiene alguna duda de que esta ordenanza no está hecha pensando en las prostitutas, atención a la gran inquietud del alcalde Azkuna: las prostitutas «molestan a los vecinos incluso desde el punto de vista sanitario», ya que son «mujeres que las mafias nos mandan de fuera cada tres o cuatro meses, ilegales y sin ningún tipo de regulación sanitaria». Vaya, que putas, ilegales y guarras, tres en uno. Ni una palabra dedicada a los puteros que, por ejemplo, imponen prescindir del uso del condón. Esos no plantean problemas sanitarios, que los bilbaínos son muy pulcros. Son ellas las que importan enfermedades exóticas.

Y por si quien duda sobre la intención de esa ordenanza es precisamente una prostituta, el Ayuntamiento ha empleado un curioso sistema de mensajes subliminales. Atención al verbo (gracias, Patxi) por el que empiezan los dos puntos que componen el citado artículo:

  1. Se reputan prácticas sexuales incívicas (…) todas aquellas prácticas o actos en las que el sexo esté explicitado (…)
  2. Se reputan actos de ofrecimiento y de demanda de servicios sexuales los que tengan por objeto concertar servicios sexuales retribuidos

Más claro, agua.

La imagen es de Anouk Chauvet para Hetaira y la he encontrado en el blog Abierta de piernas.