Ser hombre por una noche es aburrido… pero engancha

25 Abr

De izquierda a derecha: Nacho, Sebas, Bruno y Mario

 

Esta vez sí que acerté. Fui Bruno, un bloguero con muchos followers, escritor de relatos intentando rentabilizar el auge tuitero. Modernillo, algo creído, aparentemente progre, abierto incluso al rollito queer. Os conté que en octubre hice mi primer taller de drag king (el primero que organizó Pikara con M en Conflicto), y que no acerté porque el chavalito rapero en el que intenté convertirme no tenía nada que ver conmigo. Esta vez, Bruno (que es más o menos como me he imaginado que sería de haberme socializado como hombre) me permitió no tener que tratar de interpretar. Me limité a intentar deconstruir los artificios de la feminidad y a reproducir algunos patrones de masculinidad hegemónica . Fue un ejercicio interesante, pero incompleto. Repasemos sensaciones curiosas, algunas bastante patéticas, pero no por ello menos jugosas para la reflexión:

1- Sentí que si renuncio a mi feminidad, me faltan habilidades sociales o recursos para relacionarme. Esto se me hizo especialmente evidente cuando conocí en persona a uno de mis blogueros preferidos, La Mosca Cojonera. Quería caerle bien, obviamente, pero me sentía encorsetado en mi masculinidad. Si hubiera sido June, hubiera estado más dicharachera, expresiva, tal vez hubiera bailado con él, tal vez le hubiera tocado más el corsé. Pero todo eso era demasiada transgresión de género para Bruno. ¿Qué recursos ofrece la masculinidad hegemónica para caer bien? El humor (Bruno por ahora no resultó muy ingenioso), la conversación supuestamente inteligente (pereza total intentar ir de cultureta)… Mmmm…

2- Constaté que no me sentía guapo y que eso me impedía estar seguro de mí mismo. Y me pregunto: si me hubiera socializado como hombre, ¿influiría tanto en mi autoestima la valoración que hago y que la gente hace sobre mi físico? (He de decir que ahora miro a Bruno en las fotos y no lo veo tan mal; a ver si la próxima vez que salga a la calle se lo cree más).

3- Como ya me pasó la otra vez, empaticé con los hombres hetero que sienten la presión de tener que salir a ligar, «de caza». Esta vez me sentía más cómodo que la otra, pero fui incapaz de ligar con nadie. Ni tan siquiera con gente que sabía que mi transformación formaba parte de un taller y que por tanto podría seguirme el juego al pensar que no estaba ligando, sino haciendo un ejercicio de rol playing. Pues nada, incapaz de decir algo bonito a una chica que me atraía, que incluso me guiñó el ojo varias veces, y yo no pude más que dedicarle caras de póker.

4- «Pero también fuimos conscientes de lo aburrida y encorsetadora que es la masculinidad hegemónica«, dije la otra vez. Me reafirmo. Bruno se ríe menos, gesticula menos, no baila más que moviendo un poco la cabeza y los pies. Entre nosotros no fluían las conversaciones. Decía: «Igual nos estamos pasando de hegemónicos». Mirábamos a nuestro alrededor, y los hombres del bar no se reían, no gesticulaban, no bailaban y hablaban poco. Eso sí, con este king me sentí más libre, porque era un hombre un poco más libre. Mario (nuestro profe) nos provocaba cuando nos salíamos de la norma. Si se nos salía la cadera, si andábamos contoneándonos un poco, si fumábamos con la mano en alto, si nos acercábamos más de la cuenta a él. A Bruno se la resbalaba que le llamasen marica por cosas así. En la vida real, imagino que, por una parte, el que trasgrede mínimamente la norma se quita un peso de encima, pero por otra parte le frena un control social (todos esos chistecitos homófobos que tenemos normalizadísimos y que nos tomamos a la ligera, por ejemplo) que yo no me tomé en serio.

5- Esta vez hubo una novedad muy importante: pude hacerme ligeramente a la idea de cómo se siente un chico trans. Mario siempre lo dice en los talleres: «Os sentiréis observados, examinados, juzgados, increpados, etc. Imaginaros cómo tiene que ser vivir así todos los días». Esta vez (no así la anterior) volví a casa solo. En Madrid. Caminé desde Lavapiés hasta Atocha. Esperé diez minutos en una marquesina con bastante gente a que pasase el autobús nocturno, en el que pasé los veinte minutos más largos de mi vida. Todo esto con patillas, bigote, sombrero, y una chupa de cuero de mujer (con la chaqueta que llevaba debajo me hubiera congelado, y no tenía ningún abrigo masculino) que elevaba las dosis de desconcertante androginia. No sé si me miraron mucho o si hicieron comentarios sobre mí, porque primero opté por sacar un libro y no desviar la mirada de sus páginas y, cuando me di cuenta de que no era capaz de enfrascarme en la lectura, me puse los auriculares y fui escuchando música sin despegar la vista de la ventana. En fin, nada que ver con desafiar el binarismo todos los días, pero ese mal trago me permitió hacerme una ligera idea. Además, en los bares hubo gente que incluso se atrevió a preguntarme a bocajarro si soy hombre o mujer, si me gustan las mujeres o los hombres, si tengo polla.

Al día siguiente, por compensar, me puse sujetador push up, camiseta con escote, me pinté los ojos y los labios. ¿Me sentí más auténtica, más yo, que con un bulto en la entrepierna y pelos pegados a la cara? No. Fui más consciente que nunca de que tanto unas cosas como las otras son prótesis de quita y pon que, dependiendo del género en el que hayamos crecido, nos parecen más o menos naturales. ¿En qué nos basamos para sentir que lo primero (pintarse los labios, ponerse sujetador con relleno, quitar pelos) son rutinas normales y  corrientes, y lo segundo (oscurecer las cejas, crear un paquete, poner pelos)  supone disfrazarse o travestirse? Esa es una de las grandes aportaciones de la teoría queer: entender que todo eso no tiene sentido.

Otra de las participantes en el taller, autora del blog Es mejor hablar, también ha hablado de su experiencia como Nacho, y ha empezado su post con la siguiente cita de RuPaul: «Todxs nacemos desnudxs. El resto es drag». Te lo puedes creer leyendo a Butler y Preciado. Pero hacer un drag king te permite sentirlo en tus carnes, de una forma muy evidente, y verlo alrededor: ver que el machito y la barbie no hacen si no reinterpretar una y otra vez el mismo papel que la sociedad les ha asignado y que no han sabido o querido cuestionar. Ese es el valor político del king, y luego está la parte personal, su efecto liberador: sentir que podemos prescindir de los accesorios que modelan nuestra identidad y que nos han sido impuestos, y a la vez jugar con ellos. Como dije la otra vez, me gusta más alternar tacones con barba que enfundarme un uniforme unisex los 365 días del año.

Sebas y Bruno con La Mosca Cojonera

Un último apunte:

Mientras que dos grupos de chicas vinieron a la fiesta en El Gallinero convertidas en kings, La Mosca Cojonera fue el único hombre que se transformó un poco en una reina. Hay varios factores que lo explican, pero uno es que la transgresión en espacios políticos es más chunga para los hombres. Es más fácil ponerse unos globos y una peluca rubia en carnaval que aparecer en una fiesta como queen para desafiar el binarismo. Tengo pendiente escribir un post sobre por qué creo que la prioridad para los hombres que cuestionan el patriarcado tiene que ser combatir la homofobia internalizada, y cómo para eso hacen falta más referentes de hombres con corsé.

*

Aprovecho también para difundir dos convocatorias para mañana que no tienen mucho que ver (pero en realidad todo tiene que ver):

1- Pikara organiza en Bilbao una besada (a las 20 horas) y una fiesta (a las 20.30) de visibilidad lésbica. Si piensas que eso no va contigo, igual te convence lo que escribí el pasado 28-J. ¿Que no eres lesbiana? Bueno, tú vente, que lo solucionamos. 😛

Día de la visibilidad lésbica

2- Prostitutas indignadas convoca una manifestación contra la reforma de la Ordenanza del Civnismo. Joana García Grenzner nos lo cuenta en Pikara. El cartel:

Cartel Prostitutas Indignadas

Y sí, en realidad todo está ligado: el machismo, el binarismo, el heterosexismo, la putafobia, la sexofobia… Apoyémonos pues siempre que podamos.

 

 

Be Sociable, Share!

10 Respuestas para “Ser hombre por una noche es aburrido… pero engancha”

  1. Loreto 25 abril, 2012 en 19:14 #

    A mí me sorprendió mucho que me cambiara tanto ser king, cuando pensaba que no era una persona femenina en ningún sentido. Como dices cuando hablas de la frase de RuPaul, no es lo mismo saberse la teoría que sentar a tu king en la parada del autobús, ¿verdad?

    Me parece muy interesante ese vivir-la-experiencia-trans, pero me preocupa frivolizarla, ya que nosotras elegimos cuándo y dónde y no tenemos que llevar a Nacho o a Bruno al trabajo, a la cena de Navidad, al barrio chungo…

    En resumen, que muchas gracias por organizar el taller 🙂

  2. dosdedos 25 abril, 2012 en 21:45 #

    Sólo quería decir que no sé por qué, este post me dió mucha ternura.

  3. ZenyZa 27 abril, 2012 en 22:15 #

    Esto es genial. Me lo he pasado en grande solamente leyéndote.

    Bueno, ser hombre es aburrido, lo es. Te lo aseguro. Pero también tiene sus cosas buenas. Lo de ir de caza es una cuestión hormonal y de supervivencia; también las mujeres lo hacen, aunque lo disfracen de otra cosa. Es un juego sexual en el que todos participamos, y el que lo niegue, creo yo, es un inmaduro.

    Creo que no somos tan diferentes. Lo que pasa es que necesitamos creernos más de lo que somos, siempre, pero «por muy grande que sea el hombre, nunca estará a la altura de sí mismo. Es una imposibilidad inherente a su naturaleza» (cita: Philippe Claudel). La idea del play roll, la transformación, es un intento de búsequeda interior. Nos disfrazamos para explorar otras posibilidades de nuestra propia personalidad; nos transvestimos para renunciar a esa parte de nosotros con lo que no nos identificamos. Todo porque no queremos, no podemos, estar solos. El cazador cazado.

    Un gran artículo el tuyo. Me encantáis, June, Bruno, los dos.

    Chuff!!

  4. gollum 22 mayo, 2012 en 16:37 #

    Si quieres hacer un experimento y tener las sensaciones que tiene un hombre al sociabilizar en nuestra cultura occidental-judeo cristiana, entonces te recomiendo que tú y tu feminidad al completo paseis una temporadita en Bangkok.
    Allí no hace falta que te disfraces de hombre. Siendo toda estupendamente mujer en la forma y en el fondo, experimentarás de primera mano lo que es ser un hombre en occidente.
    O lo que es lo mismo: ser mujer occidental en Bangkok, es lo más parecido a ser un hombre occidental en cualquier ciudad europea.

    El hombre occidental en Asia es altamente considerado por la mujer asiática. La piel blanca, el pelo claro y los rasgos europeos les parecen a ellas atractivo suficiente incluso en hombres que en nuestro mundo podría calificarse de «normal tirando a feo». Y si eres moderadamente atractivo, compruebas el tirón que tiene Brad pitt y casi no te lo crees.

    Las Asiáticas se los rifan, literalmente, y de repente el hombre pasa a liderar el comportamiento social, que es lo que ocurre a la inversa en occidente. Pero la máxima es la misma: producto escaso y valorado = producto hegemónico que tiene la sarten por el mango a la hora de establecer las correspondientes relaciones sociales, que van desde el más puro ligoteo, hasta el dominio de la red social a niveles corporativos, grupales, etc. Lo imbuye todo, como pasa aquí con las féminas.

    Por el contrario, el hombre Asiático no se ve para nada atraido por la mujer occidental. Le parece demasiado grande, demasiado independiente, y demasiado liberal.

    Y ya tenemos a la reina destronada.

    Cualquier mujer que en su instituto y en su vida laboral europea modelaba sus relaciones sociales en función de ser ella la que tomaba el mando, ahora es un cero a la izquierda.
    Por muy buena que esté, ni los hombres asiáticos le hacen puñetero caso, ni los occidentales, con legiones de bellas aspirantes asiáticas, les miran más de dos segundos.

    De repente en el trabajo no encuentran cientos de invitaciones para ir a tomar café a la salida. En los bares nadie se acerca para entablar conversación e invitarla a una copa. Si entran en una discoteca sólas, lo más probable es que se vuelvan a ir sólas habiendo hablado únicamente con el camarero. Que es exactamente lo que vivimos a diario el 99% de los hombres occidentales en nuestras ciudades.

    No creas que es revanchismo. Es una cruda realidad. Hay cientos de blogs de expatriadas occidentales en bangkok donde se relata y se quejan amargamente del problema de soledad y aislamiento que sufren en esas sociedades. Que sinceramente yo creo que no es para tanto, porque como decía, lo vivimos los hombres a diario en occidente, y se puede sobrevivir. Lo que pasa es que para ellas es más duro, por la falta de costumbre.
    Un ejemplo lo tienes aquí: http://www.chickynet.com/thailand/blogs/1/120/asia-paradise-for-men-nightmar

    Pues nada, le echas un vistazo, y si quieres hacer de nuevo el experimento, te recomiendo un viajito a BKK, donde aunque no te comas una rosca y veas los cientos de años luz de distancia conforme a los privilegios femeninos en occidente, siempre será edificante sumergirse en una cultura nueva, con una rica gastronomía, un arte inspirador y unas costumbres sorprendentes.

    Salud

    • Eneko Aritza 6 mayo, 2013 en 4:15 #

      No creo que a la autora del blog le importara mucho que los hombres asiáticos no le hicieran puñetero caso, ni que los occidentales no le miraran más de dos segundos ya que es lesbiana, ella mismaa lo ha reconocido en este mismo blog. Además las feministas siempre se juntan con otras feministas así que no creo que tenga ningún problema para crearse grupos de relación, ni aqui, ni en China….

Trackbacks and Pingbacks

  1. Pikara Magazine - 25 abril, 2012

    .@marikazetari tb cuenta su experiencia #dragking. Le tocó ir solo en autobús con su bigotito. http://t.co/TXHIFyQo

  2. wendyglasSex - 25 abril, 2012

    .@marikazetari tb cuenta su experiencia #dragking. Le tocó ir solo en autobús con su bigotito. http://t.co/TXHIFyQo

  3. ZialdoKA - 25 abril, 2012

    .@marikazetari tb cuenta su experiencia #dragking. Le tocó ir solo en autobús con su bigotito. http://t.co/TXHIFyQo

  4. gentedigital - 26 abril, 2012

    Ser hombre por una noche es aburrido… pero engancha http://t.co/O0FToIHB

  5. Ana I Morales - 11 mayo, 2012

    Badakit aspaldikoa dela, baina ze ona @marikazetari -ren artikulu hau "Ser hombre por una noche…" http://t.co/LOd8Q7Y1