Cuba

4 Jun

La chavalería juega en una calle de Trinidad. Foto de Beatriz Uriarte Alonso

 

Ya he vuelto. La prueba de que el viaje a Cuba ha sido un éxito es lo abrumada que estoy ahora. Después de dos semanas de desconexión total (a excepción de dos llamadas de teléfono cortísimas y un cuarto de hora en internet poco fructífero), consumiendo lo mínimo, sin el bombardeo de la publicidad, yendo en coches que no pasan de 80 km/h, paseando, charlando, bailando, todo con mucha calma… Pues eso, que después de esas dos semanas, soy más consciente que nunca de la sobrestimulación a la que estamos expuestas en nuestra sociedad. Ya sé que en dos días estaré otra vez enganchada a Twitter y Facebook, a las prisas, al móvil, al pluriempleo y demás, pero por ahora me da mucha pereza y hasta algo de ansiedad. Vuelvo decrecentista.

El viaje ha sido una delicia. Ya dije que iba a disfrutar, no a hacer de periodista, antropóloga o analista política. Hemos callejeado mucho por La Habana, hemos disfrutado del Malecón, hemos ido a playas paradisíacas y a piscinas naturales, también hemos andado 12 kilómetros (que para mí es algo inédito) entre las montañas de Viñales, hemos bailado salsa en Trinidad… Eso era con lo que ya contaba. Con lo que no contaba era con poder meternos tanto en la vida de las cubanas y los cubanos. Dos semanas no dan para nada. Hemos ido con humildad, a escuchar mucho y juzgar poco. Yo no pretendía ni mucho menos entender sus esquemas, su forma de vida, su organización social… Sí que pretendía intuirlos, observar, salirme un poco de la vida de turista y poder asomarme a la Cuba real. Creo que puedo decir que nos hemos sumergido en esa vida real cubana todo lo que unas turistas pueden sumergirse en quince días.

Y eso ha sido gracias a la generosidad de las familias que hemos ido encontrando por el camino, que nos han abierto las puertas de sus casas (a veces pagando, otras sin que nos dejasen ni invitarles a una cerveza), nos han hecho partícipes de sus proyectos e ilusiones, nos han mostrado sus pueblos y barrios, nos han llevado a sus reuniones y fiestas, nos han hablado horas y horas sobre sus vidas y sobre sus opiniones acerca de cómo funciona Cuba.

Me ha sorprendido y alegrado mucho ver que la sociedad cubana no está tan polarizada como pensaba. No nos hemos encontrado ni con defensores a ultranza del sistema, ni con anticastristas beligerantes. Sólo con personas que, desde sus diversas sensibilidades políticas (incluida la falta de interés hacia la política), miran expectantes al futuro, esperando poder vivir algo mejor y ser un poquito más libres. Y eso, insisto, nos lo dicen personas de las más distintas sensibilidades, desde quienes veneran la cultura yanqui a quienes defienden la Revolución pero reconocen sus injusticias; desde quienes sienten la isla como una cárcel de la que ansían salir, a quienes no se imaginan en ningún otro lugar del mundo.

Hemos llegado en un momento muy emocionante, en algo así como la antesala del cambio que va a llegar inevitablemente, sea cual sea ese cambio y su resultado. Por ejemplo, hemos asistido al boom de los «cuentapropistas» (autónomos), dado que el Gobierno de Raúl Castro ha impulsado medidas para favorecer que las personas se establezcan por su cuenta. En los días en los que recorrimos parte de la isla, nuestra familia habanera puso en marcha su humilde cafetería-paladar. De trabajar desmotivados para el estado por un sueldo mísero (12 dólares al mes) que completaban con actividades en la economía sumergida, han pasado a poner en marcha un negocio, desarrollar un proyecto laboral propio. Estaban muy ilusionados.

Quienes me leéis desde hace años habréis visto que cada vez me interesan menos las ideologías y más las personas. Me interesa muy poco discutir sobre el sistema político cubano. Prefiero contar las historias que hemos escuchado y a las que hemos asistido, las experiencias que hemos vivido, lo cotidiano. Sin grandes pretensiones, sin querer sentar cátedra, sin posicionarme a favor o en contra del castrismo, la Revolución o como queráis llamarlo, porque ambas posturas obvian la complejidad, los matices, las contradicciones que atraviesan la vida de las y los cubanos. Espero que quienes conozcáis Cuba participéis contando vuestras experiencias, y que a quienes no la conozcáis se os pongan los dientes largos y planeéis un viaje para ya.

En la foto, los chavales juegan en un barrio de Trinidad, de esos que descubres cuando te sales del centro, que es de postal. Esta foto y casi todas las que voy a colgar (porque yo tengo cierta alergia a las cámaras) son de mi gran compañera de viaje, Beatriz Uriarte.

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5 Respuestas para “Cuba”

  1. Ander Izagirre 4 junio, 2011 en 13:35 #

    Muchas ganas de leer esas historias. Hombre, y si hay algún video de los bailes de salsa… ¡Bienvenidas!

  2. jeni 5 junio, 2011 en 7:18 #

    Deseando leer más historias sobre Cuba June, te leo desde australia! muxus

Trackbacks and Pingbacks

  1. Leandro Pérez Miguel - 5 junio, 2011

    RT @marikazetari: Cuba http://t.co/k8NeEZG

  2. June Fernández - 5 junio, 2011

    Primer post sobre mi viaje a Cuba http://t.co/k8NeEZG #mkzencuba

  3. Bitacoras.com - 20 junio, 2011

    Información Bitacoras.com…

    Valora en Bitacoras.com: La chavalería juega en una calle de Trinidad. Foto de Beatriz Uriarte Alonso   Ya he vuelto. La prueba de que el viaje a Cuba ha sido un éxito es lo abrumada que estoy ahora. Después de dos semanas de desconexión total (……