En Navidades fui al PIN (Parque Infantil de Navidad) con mi hermano de 7 años. Había una niña más pequeña que él haciendo cola para las camas elásticas. Llevaba un minivestido vaquero sin medias. Era una niña inquieta; o sea, una niña. Su madre no paraba de abroncarla: «Cierra las piernas, no saltes así, que se te ve todo». Punto número uno: ¿a quién se le ocurre poner a una niña un vestido vaquero para ir al PIN? ¿No conoce esa madre ese gran invento llamado chándal? No, el chándal lo llevaba mi hermano. Buena parte de las niñas iban de lazo, camisita y pichi. Punto número dos: ¿a qué clase de mente enferma le preocupa (considera inapropiado o incluso obsceno) que a una niña pequeña se le vean las bragas?
Cuento mucho esta anécdota como ejemplo de cómo a las mujeres se nos reprime y constriñe desde pequeñas. Es difícil ser intrépida y ágil si te visten a lo María Antonieta. El resultado: la niña del anuncio de Max Center es de lo más realista. Mientras su amigo disfruta jugando, ella cierra las piernas y posa para la cámara con su Barbie.
Son más los mensajes que recibimos: compórtate, no montes escenas, no camines sola… Ten miedo, no te expreses, céntrate en complacer. De eso habla (o con eso me quedo) una canción de las maravillosas Ditty Boops que a mí me alegra el día. Y, sobre todo, nos llama a transgredir esas normas, hablar bien alto, escucharnos, pedir un deseo y seguir lo que nos dictan nuestros sueños. Disfrutadla:
Sí, mientras que el niño puede elegir entre saltar y no saltar y sólo cuidarse de algo como la salud, que nada tiene que ver con su sexo, las niñas han de tener presente en todos sus actos que son niñas, y no niños, y que eso comporta actitudes importadas que cortan el paso a otras que pueden tener dentro, y que en la mayoría de los casos tienen. Estoy segura de que si a un niño se le ven los calzoncillos al saltar su madre no le va a regañar, en todo caso pensará que el pantalón le viene grande. A la madre de la niña no se le ocurrió pensar que una falda era inadecuada en ese lugar. Pero la falda está por delante de la actitud de la niña, que se ha de amoldar a la falda, y no al revés.Por supuesto la sociedad también impone a los hombres ciertas actitudes, pero ni la décima parte que a una mujer.
Qué triste ver cómo a estos "pequeños" detalles mucha gente apenas les da importancia, cuando son la base de todo lo que vendrá después!Me gusta tu estilo :)Besos!
De acuerdo con las dos. Muchas gracias por vuestros comentarios. Me alucina cuando una madre encorsetada en el modelo de feminidad hegemónica suelta eso de "yo a mis hijos les educo igual". Al de cinco minutos, le deja la barra de labios a la niña y su marido se lleva al niño al fútbol. Mónica, bienvenida a este recién estrenado blog. ¡A mí también me gusta tu estilo!
Lo que más me alucina no es la triste (por habitual) anécdota sobre la falda de la niña, es el propio cartel publicitario del Max Center. Sé que por desgracia la publicidad está llenísima de este tipo de mensajes sexistas, pero me sigue sorprendiendo que, en los tiempos que vivimos, se sigan dirigiendo mensajes con tanta carga de sexismo hacia lxs niñxs y no parezca que nadie se queje. Si lo llego a ver, yo habría destrozado el cartel allí mismo. Parece que las cosas no han cambiado en esta generación. Aún recuerdo con desagrado las veces que me ponían falda de niña. Aunque yo no las llevase con actitud de que me limitasen para nada, ni nadie me diera la lata con cerrar las piernas, pronto se encargaron los propios niños de hacerme sentir ansiedad cuando se dedicaban a perseguirme para levantármelas y verme las bragas. Lo grave del caso que nunca ningún adulto/a les riñó por hacerlo. Al final ante la falta de apoyo adulto,algunas aprendemos a defendernos solas. Yo me libré de unos idiotas que solían tratar de tocarme el culo el día que le solté un bofetón a uno de ellos, tan fuerte que le hice sangre. Aún recuerdo su cara de sorpresa. No volvió a intentarlo jamás. Pero el mensaje que recibimos todxs en la infancia es que las niñas y mujeres son potencialmente humillables por cualquiera, y tendrán la segunda humillación en que nadie hará nada, si acaso decirles a ellas que se ocupen (obsesionen) en cuidar su privacidad y ocultar su cuerpo, cuando habría que educarlas en defenderse, incluso con agresividad, si los machitos las acosan.
Kali, Queer Ekintza y diversas personas a título individual mandamos cartas de queja en su día. La respuesta fue lo más cínica que te puedas imaginar. Me he identificado mucho con el relato de impunidad que cuentas. Una de mis vivencias más traumáticas de la infancia fue cuando con cuatro años tres niños que inmovilizaron para bajarme las bragas y tocarme. La profesora a la que acudí que dijo algo tipo "el sexo es natural, no pasa nada".
No sabía lo de las cartas de queja, desde luego hicísteis bien aunque el resultado por desgracia no fuera bueno. Como mínimo que vean que empieza a haber gente concienciada que condena su sexismo. Siento mucho que hayas pasado por una experiencia tan horrible y que encima ni siquiera te apoyase una profesora. Es increíble que la gente naturalice tanto algo que no es curiosidad sexual, que es conducta acosadora y machista, tengan la edad que tengan. Por desgracia los hombres parece que siempre reciben comprensión y pretextos para sus conductas acosadoras o invasivas, si son niños porque "tienen curiosidad", cuando son mayorcitos porque "claro, son hombres, y si una se viste así, normal…" y la gente no se da cuenta de que dejando pasar esas "pequeñas" cosas es como se cría a un violador, acosador o maltratador en potencia. Luego para nosotras son las campañas de "concienciación" para que denunciemos y no les pase a otras, pero nadie hace campañas para educar a los niños en que no tienen ningún derecho sobre el cuerpo de niñas o mujeres, que es lo único que evitaría muchos de estos casos.
Bueno, como fui al colegio cuando estaban separados los de chicos y chicas, puedo deciros que no os creáis que para los chicos es un paraíso. El juego poder-humillación es la base de las relaciones.Pero al menos, esa una situación intragénero.Lo terible, me parece, es la pervivencia del segundo sexo porque los adultos lo fijan. Después, creen que están educando con igualdad. Así de metida tienen la desigualdad en su cerebro.
Nán, si más hombres como tú se dieran cuenta de que las violencias masculinas también las pagan ellos, estaríamos mucho más cerca de la igualdad. Y sí, a mí me alucina que luego la gente se escandalice con esas encuestas que muestran lo machistas que son nuestros hijos. ¿Cómo es posible? ¿Qué hemos podido haber hecho mal, si les hemos educado en igualdad? Pero tampoco pierden mucho tiempo en encontrar las respuestas.