Perrea y rumbea
16 Jun
Si alguien piensa viajar a Cuba con el objetivo de bailar salsa, que se busque otro destino. Salir de fiesta en sitios de cubanos y bailar casino (como se le llama a la salsa en Cuba) es incompatible. Al menos en La Habana. En Trinidad está la Casa de la Música, unas escalinatas al aire libre donde sí que se baila salsa entre genios cubanos del baile y extranjeras experimentadas (algunas, casadas con los genios del baile). También hay alguna pareja entrañable de guiris torpes que hacen lo que pueden. Se disfruta mucho mirando, te sacará a bailar bastante gente, y alguno te ofrecerá una clase particular. Nosotras la aceptamos y nos gustó.
Por cierto, lo mejor es bailar con los viejitos. Bailan a la vieja usanza, con mucho gusto y poco afán de exhibirse. Ah, y no os pongáis a la defensiva si no queréis ligar, porque el baile es sagrado; es curioso que, creándose tanta intimidad, sea un espacio tan respetuoso. En fin, si os gusta la salsa, después de bailar con cubanos en Trinidad, os costará encontrar otra pareja de baile que os llene.
Pero decía que está complicado bailar casino (o merengue, o bachata) porque el reggaeton está hasta en la sopa. El Gobiero intenta limitarlo, pero es imparable. Está en las discotecas, en los taxis, en las cafeterías, en las casas (a la gente le flipan los videoclips)… Yo lo llevé bien porque… Tengo que confesarlo: soy feminista y me gusta el reggaeton. ¿Por qué? He encontrado la respuesta en esta canción de Calle 13: «Cambia esa cara de seria, de intelectual (…) Yo sé que a ti te gusta el pop-rock latiino, pero es que el reggaeton se te mete por los intestinos, por debajo de la falda como un submarino». Pues sí. Es pegajoso, primario, burdo… Pero funciona. (más…)
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