Archivo septiembre 2015

PIES DESCALZOS, de Keiji Nakazawa

Simplemente, en mi opinión, uno de los mangas más importantes de la historia.

Por cierto, no acredito la autoría de «Maus» (Art Spiegelman) y «Paracuellos» (Carlos Giménez) en el original.
: Visado : Página 6 Cómic Pies descalzos

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Los niños no leen tebeos

Las historias de papá: os voy a contar una. Ayer «Punchito» (vamos, mi hijo, cuarto de primaria, que viene siendo como mi cuarto de EGB) discutía en el cole con amigos. Ellos le decían que Iron Man (no, ya no es El Hombre de Hierro, claro) puede levantar el martillo de Thor porque lo vieron en una de las pelis (por cierto, que me busquen el fotograma, por favor). Mi hijo mantenía que imposible, y apelaba a los cómics (por charlas con servidor, no por leerlos), donde el asunto quedaba meridianamente claro: imposible, por la magia de Odín, salvo un caso en toda la historia Marvel (Bill Rayos Beta). Pero los contertulios (aka, mocosos de la clase) le contestaron rápidamente que los tebeos son malos (TODOS, desde el nº 1 de 1963, bendita infancia) y que lo que vale son las pelis, que son las buenas.

El papel defitidor de las características del universo Marvel, en fin, se ha trasladado, socialmente, del papel al celuloide. La peli es la que marca, describe y dice la verdad. Los tebeos son Tierra-2.
Al mismo tiempo mi hijo ha recibido un regalo, un jugoso billete a gastar en lo que quiera. Y quiso un vídeo juego de Vengadores Lego.

wiiiiiiiiii

Mi hijo en su tiempo de ocio

Pues bien. El chaval lo flipa con ese (y otros del palo) juego de superhéroes. El chaval flipa con la franquicia vengadora de Disney en el cine, y flipa con la serie de animación de 2010 (y seguramente con la nueva de 2013, y lo que le echen). Pero apenas ha leído los tebeos  de Los Vengadores que le he comprado (los pensados para su edad, de formato álbum y estética cartoon). Y esto es general, no solo cosa de esta casa. El producto cómic no atrae ya a los niños. Quizá, no sé, a los más talludos, adolescentes, a algunos al menos, pero hoy me temo con base en mi experiencia empírica (por tanto es un temor, no una aseveración) que la batalla está perdida y es difícil.
Porque el cómic ya no es un producto mass media si no un regalo digamos de élite, la curiosa aportación de un invitado al cumpleaños, el simpático y curioso tío hipster, que se saldrá del esquema general (arramblar con lo que tengas en la cadena comercial adecuando el regalo, cualquiera, a tu presupuesto). Porque ya no es un producto de masas para infantes, porque se ha descolgado la venta de cómics de el auge de determinadas series televisivas. Aunque hay esperanzas como el éxito de Hora de Aventuras de Norma, pero es la excepción, me parece.
Ojo: hay una generosísima oferta de cómic infantil, olvidemos los tópicos y rastreemos los catálogos de manga, los específicos de editores y sellos como ¡Bang!, Barbara Fiore, Ediciones B, Dibuks o directamente acudiendo a la reedición de clásicos incontestables como Astérix y Spirou. El tema no es de oferta, es la penetrabilidad del cómic en el (amplio) espacio cerebral que los niños tienen para su ocio.
Pero ¿he hablado antes de «batalla perdida»?¿Batalla? No lo veo, no compro el concepto «batalla», el «deber», la necesidad de promover lectores infantiles. No veo tampoco la pertinencia de vincular el lector niño al futuro lector de cómics adulto o, como rezaba aquel, futuro lector a secas. Ni que la España surgida de la tradición del tebeo (la generación lectora masiva de brugueras y cuadernillos de aventuras a mediados del siglo XX) haya revertido en el país más lector de occidente y una comunidad protectora de su cómic como arte, industria y lo que sea… no, que se lean tebeos o no en cierto rango de edad solo tiene una consecuencia: que se leen tebeos en cierto rango de edad. Y eso, claro, me parece fantástico y una oportunidad de diversificación para los editores. Pero las cosas vienen y van, y lo importante es aceptar el momento (malo para la expansión del medio como mass media, y más si hablamos de los niños).

Y el momento es el que es: lo que ahora está «penetrando» es, por moda si quieres, la novela gráfica adulta con formato libro. Es visible y es lo que, en fin, toca en nuestro tiempo. Si un editor quiere apostar por el lector infante me alegro, y le deseo suerte, aunque lo tiene duro. Los tebeos no van a ser objeto de culto infantil, no pueden competir con la consola, punto, fin de la tesis. Si por designios del destino surgiese un cómic que rompe ciertos muros y se convierte en tendencia en los patios de colegio (sustituyendo a gogos, cartas de Invizimals y neo-trompos de plástico con luces de colores) será porque algo extraño, circunstancial y muy puntual rompe alguna barrera. Del mismo modo que en su día lo hizo, en el mercado adulto, Arrugas de Paco Roca, puede pasar con una portada infantil. Pero frente a la revolución de la novela gráfica (temática, de estilo, de puntos de venta, de formato, de percepción socio mediática) veo muy difícil que, de darse el caso (de tener, en fin, un Hora de aventuras, el cómic de éxito multiplicado por diez), esta circunstancia singular se convierta en tendencia de mercado y de percepción social o preferencia de ocio generalizado entre los niños hoy.

Así que a ser realistas, sin renunciar a soñar con el infinito y más allá pero sin nostalgias ni naftalinas excesivas, que empañan el cristal de la nave y no dejan ver el exterior.

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RORK, de Andreas

Este texto amplía lo que publiqué en Faro de Vigo, donde por espacio hube de podar un buen párrafo o dos.

El enigma Andreas.

Se edita por primera vez una integral en castellano de uno de los títulos históricos del cómic europeo, la serie Rork del alemán Andreas.

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Andreas Martens (Düsseldorf, República Federal Alemana, 1951) cursó estudios en la Academia de Artes de Düsseldorf y más tarde, en Bruselas, ingresará uno de los más reconocidos centros de estudio de la historieta en Europa, el Instituto Saint Luc. En 1978 inicia en el seno de la revista belga Tintín la serialización de su obra más famosa, Rork, cuyos primeros episodios irán apareciendo de forma muy espaciada.
Rork es un título atípico pero al tiempo importante del cómic europeo de los años ochenta (pese a que su trayectoria exceda esta década). Es atípico por su renovadora construcción formal y por una trayectoria errática. La serie se divide en dos etapas o ciclos, motivados antes por las contingencias editoriales que por intereses creativos de Andreas. Sus inicios, historias cortas de misterios digamos paranormales, protagonizadas por un enigmático albino (Rork), se publicaban en la revista Tintín. Crearon un cómic en progreso, por así decir, cercano al espíritu de la literatura folletinesca, pero el descontento tanto del autor con la editorial como de esta con los resultados de la obra (alejada de los patrones conservadores de la revista) llevan a Andreas a cancelar el proyecto en 1982.
Prosigue la carrera del dibujante con otros títulos, y al tiempo la editorial Lombard recopila aquella primera etapa en dos álbumes: “Fragmentos” y “Pasajes”. El éxito de ventas inesperado es el estímulo para el nuevo acuerdo: en 1988 comienza la segunda etapa de la serie, que se inicia con el álbum “El cementerio de catedrales” y prosigue cuatro títulos más, el último de 1991. En 2001 añadirá una precuela a la saga (que es, en versión blanco y negro, la historia que inicia el volumen ahora editado en España).
ECC Cómics ha editado un primer volumen de dos, que reunirán todo el material de la serie, siendo la primera etapa inédita en castellano. El primer libro adolece de una reducción de tamaño que no beneficia al meticuloso dibujo de Andreas, pero por otro lado aporta todas las portadas, información extra en un prólogo, y busca un precio menos gravoso que una edición en tamaño álbum europeo y un formato, el libro de tapa dura, afín al mercado de la novela gráfica.
Sin embargo Rork es un producto de su tiempo, no una novela gráfica contemporánea, y como tal hay que leerlo. Andreas fue un autor completo que se revela un eslabón importante en la tradición del álbum tradicional francobelga, en su evolución y superación de los signos clásicos del cómic europeo de los ochenta. Afín a las historias de acción y misterio, con referencias casi pop (lo mistérico, la aventura decimonónica a lo Conan Doyle, el terror clásico norteamericano ―especialmente, H.P. Lovecraft―), y si bien resulta esquemático en tramas, desarrollos de personajes y sobre todo en unos diálogos almibarados, resulta jugoso por su apuesta formal de ruptura (insisto, en el marco de la Bd francobelga clásica).

Andreas, en fin, es un autor que cabalga entre influencias europeas y americanas. Su dibujo evoca el trabajo minucioso de la técnica del grabado, se impregna de romanticismo gótico y evoca al modelo detallista de autores de cómic galos (ese gusto por el acabado virtuoso tan Bd-80’s, que por ejemplo le acerca en cierto grado a la obra de su contemporáneo Schuiten). Pero sus modelos más directos son norteamericanos. La viveza de su diagramación de la página, sus encuadres vehementes y su estilo dinámico beben directamente de nombres como Mike Kaluta, Barry Smith, Neal Adams o Bernie Wrightson. En sus primeras aventuras todo ello tiene más de artificio, de ensayo en probeta, que de natural combinación en pos de un estilo propio.

"El cementerio de catedrales"

«El cementerio de catedrales»

Con todo es de justicia entender que ya en esta recopilación vamos a enfrentarnos a dos Andreas separados por aquello de la evolución y el aprendizaje. El primer ciclo de las aventuras de Rork es titubeante, animoso (quiere experimentar y se lanza a ello, con sus influencias, las ya marcadas, muy claras), pero es un producto lastrado por las tradiciones, antes que liberado de ellas. Sin embargo la relectura de “El cementerio de las catedrales”, que cierra el tomo, es mucho más satisfactoria . Y claro, también la de “Los fantasmas”, que aunque inaugura el libro es la última incursión de Andreas en su personaje, pero a mi juicio el resultado es mucho más amanerado que en el cómic “catedralicio”.
En “El cementerio de catedrales” Andreas ya muestra un dominio de su lenguaje sin caer en barroquismos. Basado en composiciones de página dinámicas (que juegan con lo vertical y lo horizontal para expresar un dominio del tiempo y del lapso, de lo que duran los momentos que en ellas se describen), maneja con soltura las yuxtaposiciones, el estilo gráfico (magnífica esa parte en que adopta maneras del miniaturismo medieval), y como narrador domina ya o por fin, el sentido del misterio, en un batiburrillo que se sirve tanto de El mundo prohibido como de Lovecraft, la literatura pulp o la tradición narrativa del cómic de misterio europeo (el primer Tardí, las historias de Comés… ese sentido casi victoriano del relato clásico franco belga se percibe en cierto grado en Andreas).
Así lo más destacable hoy en Rork es su condición de cruce (entre Europa y EEU) y de puente (entre el cómic más clásico y cierto nivel de ruptura), un documento de un tiempo y también de un autor único.

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MANDINGO de vvaa.

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Mandingo tiene algo de circunstancial, al tratarse de un fanzine creado casi ex proceso para el festival No Tengo Mamá, en el que se vendía como parte del merchandishing del evento (esto es, una fuente de recursos económicos que revertirá en los gastos, o de la finiquitada edición, o para la que viene, no sé).

El artefacto es un cómic donde cada autor aporta tres viñetas (unos pocos alguna página entera) y cede el bastón del mando a un colega. ¿Resultado? Bueno, cuando en estas cosas concursa la categoría de autores que participó en el nº 2 de ¡Caramba! el artefacto se convierte en algo mágico. Pero Mandingo es otro tema, y ejerce más bien de presentación de una posible nueva escena del cómic más «artie» (muchos nombres gallegos, claro, e invitados del resto de España). catálogo de sangre joven.

Variedad de estilos, ganas de hacer un poco el ganso sobre una premisa ya bastante gansa, y lo dicho, un pequeño cuaderno que merece la pena conservar, porque ahí dentro hay muchos de los nombres que podrían sonarnos mañana.

La edición, como siempre en Fosfatina (coeditan, en este caso, con la productora musical Seara records que organiza el festival Mamá), muy correcta. En su web puedes pillarlo: http://fosfatina.tictail.com/

En esta página: Begoña García-Alén, Julia Huete y Jorge Parras

En esta página: Begoña García-Alén, Julia Huete y Jorge Parras

Participan en el experimento 36 autores: Óscar Raña, Alicia Muñiz, Carlota Juncosa, Jose Jajaja, Nuria Figueiredo, Begoña García-Alén, Julia Huete, Jorge Parras, Sandro Kevin, Pelucas, Juarma, Josemi te lo pinta, Tabaré Santellán, Roberto Massó, Los Bravú, Guillermo Mayo, Roberta Vázquez, Marc M. Gustá, Lois Costas, Irene Vidal, Tayone, Arturo Mosquera, Alejandro Gaudino, Inés Casarejos, Miguel Noguera, Néstor F., Teresa Ferreiro, Natalia Umpiérrez, Martín López, Cynthia Alfonso, Bernal Prieto, Mirena Ossorno, Luis Romero, Berto Fojo, Andrés Magán y Santi Z.

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TAIGA, de varios utores

Sigo leyendo zines pillados en el No tengo mamá.

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Taiga se estrenó hace unos meses aglutinando trabajos de Alejandro Gaudino, Óscar Raña, Cynthia Alfonso y Julia Huete. Juntos amasaron un número cero de un fanzine pontevedrés que deja un poco sin palabras. Por lo del talento que destila, digo.
Tampoco vamos a ser exagerados, Taiga es un trabajo de crecimiento, aunque ojalá muchos creciesen así: pequeñas obras que desarrollan trabajos gráficos muy maduros (a veces con influencias a flor de piel, pero ya bastante bien asimiladas), universos narrativos propios (que se resuelven en anecdóticos tebeos de pocas páginas) y propuestas variopintas.

El nexo común puede ser la ciencia ficción, una aproximación a lo genérico desde la estética, que al final es el motor principal de las cuatro historias: Gaudino («Surfista kabuki») escenifica un encuentro en la tercera fase con ecos a Moebius y a Garcés. Cabe la posibilidad de que Gaudino no conozca el trabajo de Garcés, un autor semi olvidado de los ochenta (mal por el olvido) pero su barroquismo extravagante recuerda al del autor de «Ú, la grieta móvil», lo cual habla del nivel de Alejandro Gaudino.

A Cynthia Alonso la conocía como ilustradora pero no habían caído en mis manos muestras de su obra historietística. «Smoke Town» muestra a la autora más clásica del lote, una dibujante potentísima que destaca antes en la creación de atmósferas que en la diagramación de unas páginas siempre eficaces, pero también ortodoxas. Eso no es malo (aunque a mí me va la marcha, lo admito), si no su camino, que no todo tiene que ser el DK II de Miller ni Shintaro Kago. La autora da lo mejor en un apartado gráfico atmosférico, sugerente y muy virtuoso.

De Óscar Raña ya había leído un split a pachas con Julia Huete, y  me gusta más aquí. hora se aleja (algo) de lo abstracto, define una historia (una,quizá, de descubrimiento de un universo paralelo, o una puerta temporal) y estéticamente se muestra más definido. «Los incapaces», el citado split, y «Las prisas» aquí, son ediciones de junio del presente, ambas, por lo que no me atrevo a hablar de evolución si no de caminos y elecciones de estilo. «Las prisas» toma cosas del manga experimental, de Gabriel Corbera y sobre todo de los últimos Bravús. Su historia es inquietante y hay páginas muy bien pensadas en este tebeo. Bien.

Y Julia Huete nuevamente comparte aquí espacio con Raña. Ella es, también, de la escuela «lo vas a flipar y no te vas a enterar de casi nada», y está presente en Taiga con una pequeña historia de mundos oníricos irreales, de argumento anecdótico pero con resultados sugerentes.

Sumad un cuadro central a color creado por los cuatro implicados, una portada de las chulas, y en fin, creo que este es el fanzine gallego colectivo que más me interesa seguir a día de hoy.

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Puedes pedirlo a taigazine@gmail.com

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Bob y amigos 3

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Lecturas de microediciones, fanzines y autoedición. Roberta Vázquez tira millas e insiste en la solidificación de su universo particular con un tercer número autoeditado de las historias de Bob y  demás frikis antropomorfos. Lo hace en lo que parece un acto reflejo: un movimiento natural, conciso, casi despreocupado. Se posa la mosca, la espantas con la mano. Me siento y sigo haciendo mis cómics.

Lo mejor que ofrece «Bob y amigos # 3» es esa involuntaria confianza natural en un universo con, aún, reminiscencias (una historia de las aportadas aquí, «Una noche para recordar», por momentos parece protagonizada por Búho, el colega loser de Megg y Mogg) pero también con unas ganas de ser ganso desde su propio peso específico: funcionen muy bien, como hayku-paridas «Cejas de pitonisa», «La última croqueta» (como un chiste de exagerado anticlímax) o, muy especialmente, «Pimpinela», que parece algo así como una coña marinera autoconsciente, muy chiste de cubata a altas horas.

Cuando se es tan joven como autor (muy poco editado fuera del circuito do it yourshelf) pero ya manejas un concepto, personajes y una capacidad de desarrollo como el de Roberta Vázquez solo cabe felicitarnos del momento presente, donde de la nada, con trabajo y ganas, puedes forjar un mundillo propio en un puñado de papeles.

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Cultura e instituciones

Hace unos día participé en una mesa redonda sobre autoedición en la que saltó un tema sin duda interesante: las relaciones entre los estamentos oficiales culturales y la acción cultural independiente (¿independiente de qué? Fácil: sobre todo, de esponsorizaciones estamentales o comerciales). Cuestión planteada en el marco de No Tengo Mamá,  festival de artes visuales, un evento independiente ubicado en las calles que circundan un museo de arte contemporáneo vigués. Un museo que ha vencido la crisis de algún eventual cierre y que de cobrar entrada ha pasado, para “permeabilizarse” con la ciudadanía viguesa, a permitir el acceso gratuito a sus exposiciones. Nuevas crisis han dependido, claro, del apoyo institucional, que en algún momento también han casi-precipitado el cierre del centro. Su supervivencia durante años, entiendo, ha dependido por tanto hasta ahora del Ayuntamiento de Vigo dado que Diputación Provincial no gastaba un colín en dicho museo . Insisto en el tiempo verbal, pues el cambio de gobierno en Diputación en las últimas elecciones (antes, PP, ahora, BNG en acuerdo con el PSOE) ha traído este agosto nuevas al respecto.
Ved que no he hablado de contenidos del museo, ¡parece que son lo de menos!.
El MARCO de Vigo supone un paradigma de cultura dirigida por el estamento político clásico, una telaraña de tejemanejes donde su sostenimiento (apoyo institucional a un organismo cultural) depende de la visibilidad que proporciona el organismo y la renta a corto plazo, esto es, entendido como arma de debate en la próxima campaña electoral. También depende de las batallas por el desgaste político: si quien debe derivar pasta es del partido A pero el centro se ubica en un ayuntamiento gobernado por B, pues ya te imaginas… La realidad de un museo semejante en pleno centro de la ciudad convierte a este edificio (y tantos otros por toda España, claro) en un poderoso argumento político.
Por otro lado es indiscutible la necesidad de centros de esta índole, más o menos estamentales (como organismos externos mejor). Vamos, que no estoy en contra de una cultura sostenida políticamente, porque ello, bien entendido, supone que la sostenemos todos nosotros. Y la cultura es muy importante en una sociedad, es evidente. El problema es que no es así, si no “asá”. Y que además el hecho de que un centro de arte sea “gubernamental”, en la práctica puede separarlo de la acción popular. “Todo para el pueblo pero sin en pueblo”, decía el despotismo ilustrado. Y sí, en ocasiones parece que la cultura institucionalizada vive al margen de los movimientos culturales de base, los que se mueven sin ataduras (y mucho menos, ataduras políticas), y que solemos identificar con la autogestión cultural. Cualquier paseante por el festival de autoedición y artes visuales No tengo Mamá, en unas jornadas al aire libre y amenazadas por la lluvia, podía preguntarse de un modo natural porqué el museo de arte contemporáneo que la feria circunda no abría sus puertas y cedía espacios a un evento que podría ser hermano (muy pequeño, pero hermano) del propio museo, en tanto que evento artístico y contemporáneo. Tengo la impresión de que el espíritu de colaboración del MARCO con el «Mamá» se resume en un permiso para apostarse en sus alrededores y poco más. El año pasado asistí a Graf Madrid. Un evento autogestionado también, de creación, cómic de autor y fanzines, que se celebró en el marco del Museo ABC, donde además exponían Javier Olivares y Santiago García su trabajo para la novela gráfica Las meninas. Exposición que se combinó como parte de la programación de Graf al contar con el propio Olivares para hacer una visita guiada, durante las jornadas del festival. El ABC este 2015 vuelve a repetir colaboración con la organización de Graf, que volverá a celebrarse dentro de los muros del museo. De esto, y su importancia, ya hablé aquí. Es verdad que el Museo ABC es una institución no pública, una iniciativa del diario ABC, pero tiene un peso cultural claro. En Barcelona Graf se celebró el pasado mes de mayo en la Fàbrica de Creació de la Fabra i Coats, con una cesión de espacios a la organización de Graf. La Fabra es una vieja fábrica de los años 10 del siglo pasado, reconvertida en el siglo XXI en un espacio de creación artística gracias al Programa Fábricas de Creación impulsado por el ICUB (Institut de Cultura de Barcelona). Y pienso que aunque la colaboración fuese solo una simple cesión de espacios o un alquiler de los mismos es suficiente, tanto en el caso barcelonés como en el ABC. Porque tiene una significación social y política clave.

Entiendo también que algunos responsables de eventos culturales autogestionados (o personas involucradas en ellos) manifiesten posturas contrarias a la colaboración con este tipo de organismos desde posiciones, digamos, de radical autonomía: no quieren relacionarse más que con entes privados para organizarse (centros culturales alternativos con los que negociar el espacio de las actividades, cafés culturales que ceden su local…). Bien, me parece perfecto. Pero cuando la organización sí cree que una colaboración con un centro público puede convenirle, debería encontrarse una colaboración sincera (se materialice finalmente o no, hablo de actitud) y no reticencias y exigencias o llanamente un cortafuegos del tamaño de El Muro de Poniente.
A veces pienso que Galicia sigue un pasito por detrás, que aún pervive una concepción instrumental del poder que impide la sincera colaboración de órganos estamentales con iniciativas populares, aunque ambos remen teóricamente en pro de la actividad cultural. El utilitarismo es la raíz del mal, claro. Si un estamento político no advierte como rentable políticamente su apertura social más allá de autogestionar en sus instalaciones exposiciones populistas, el estamento no solo no colaborará, si no que obrará “sin el pueblo” (ya no hablamos de la concesión a empresas de servicios y tal).
Pero estas inercias pueden, deben romperse. Y es prioritario que sea cuanto antes. Me llamó la atención saber que durante el Viñetas desde o Atlántico/Autoban, el nuevo alcalde de A Coruña, Xulio Ferreiro, se paseó e interesó (creo que hasta compró cómics en las librerías del Viñetas) por el salón dirigido por Miguelanxo Prado (ni idea de si se acercó a Autobán). Y en la charla en que tuve el gusto de participar en el Autobán estaba en el público Jose Manuel Sande, concejal de cultura coruñés que en twitter alabó públicamente el evento (“Actividade na Semana do Cómic por vía autoxestionaria (…) Parabéns pola iniciativa e a calidade da programación.”, escribió)
Supongo que estamos comenzando el camino de inversión en que nuestros representantes (singulares, órganos) terminen siendo eso, la visibilización del pulso de la calle. Pero mientras ese momento no llega (y si llega) hay que empecinarse en decirlo en todas partes: si la cultura estamental no colabora y sirve (gustosa, además) a la cultura privada seguiremos en una democracia de segunda: “El despotismo ilustrado es un concepto político que surge en la segunda mitad del siglo XVIII, que se enmarca dentro de las monarquías absolutas y que pertenece a los sistemas de gobierno del Antiguo Régimen Europeo (…) Los monarcas de esta doctrina contribuyeron al enriquecimiento de la cultura de sus países y adoptaron un discurso paternalista. También se le suele llamar despotismo benevolente o absolutismo ilustrado; y a quienes lo ejercen, dictador benevolente.” Lo dice la Wikipedia, no yo, ¿eh?. Pues no caigamos en eso.

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Los 5 de SdV: septiembre de 2015 (y parte 2)

Y si ayer comentaba títulos cuanto menos sugerentes, hoy sí, cinco indispensables a mi juicio (o al menos, aquellas novedades del més que más me apetecen, con locura, ansia, dolor)

Los 5 de SdV: septiembre de 2015

    • La formidable invasión mongola, Shintaro Kago. ECC. Pues si se trata de dolor, nada mejor que empezar con Kago, el extremo del extemo.08 kago
    • ¡García! Tomo 1, Santiago García y Luis Bustos (colaboración especial: Manel Fontdevila). Astiberri. Tenemos a un guionista cuya curva ascendente en calidad arroja una última obra que se puede contar ya como una de las más importantes de España en los últimos lustros. Tenemos a un dibujante que ha exprimido toda su potencia en su último tebeo. Los juntamos y la pirueta resultante parece un triple mortal que no queremos perdernos. Y Fontdevila por ahí, aportando.04 garcia-pagina
  • Zanardi
, Pazienza. Fulgencio Pimentel. Clásico y underground, Fulgencio Pimentel empieza a disponer de una línea editorial que podríamos llamar «reivindicables» en la que Pazienza debe estar (con Lauzier, Doucet…)13 pazienza_andrea_vibora
  • Sangre Americana (título provisional) Benjamin Marra. Autsaider. El ruido y la mugre, era, ¿no? Espero que este ruido mugriento pueda estar en mi estantería codo con codo junto a J. Ryan.14 marra
  • Por sus obras le conoceréis, Jesse Jacobs. Dehavilland. Simplemente, este es el cómic que más me interesa de un septiembre saturado de cómics que me interesan demasiado.10 jacobs

 

No mencionar un bonus track final sería injusto porque es de lo que más me puede apetecer. Lo nuevo de Nadar: El mundo a tus pies, en Astiberri. Tras un debut sólido como un ladrillo (Papel estrujado)este tebeo es otro de esos que despierta en mí más que interés, más que las recomendaciones de ayer, solo un pasito por debajo de las barbaridades arriba seleccionadas.05 nadar

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Boldú, y «El Convoy», y la guerra civil española en el cómic

Un texto divulgativo de verano para el Faro de Vigo (clic para ampliar y leer)

 

: Visado : Página 4 Cómics Guerra Civil

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Los 5 de SdV. Septiembre (parte 1)

Tras un descanso en agosto (no, no busques «Los 5 de agosto», no hubo) volvemos para ojear septiembre.

Y septiembre es comienzo de curso, ¿cinco y solo cinco? Absolutamente imposible. Me rindo, es injusto dejarlo en cinco, así que excepcionalmente (y dada la calidad feroz de lo que viene) doblo la sección. Hoy, un paquete de títulos que me parecen curiosos, reediciones de cajón, o nombres propios que merecen la  curiosidad el lector cuando sacan material. Mañana, los cinco que considero realmente imprescindibles.

Disfrutad, y sobre todo, tomad nota de posibilidades de compra.

  1. Doble sentido, N. Asker. Sapristi. La nota de prensa y ciertas comparaciones (con Adrian Tomine) provocan mi inevitable interés por este tebeo.01 doble sentido
  2. Miracleman 3. Olimpo, Alan Moore, John Totleben, VVAA. Panini. La recta final de Alan Moore al frente del personaje (aunque la nueva edición no puede, por decisión del guionista, hacer constar su firma) es el tramo más denso y quizá también el más logrado de la serie, con un Totleben extraordinario. El tomo trae extras innecesarios, adendas de firmas varias (Morrison anda por ahí).02-miracleman
  3. Rumores sobre el Rouergue, Pierre Christin, Jacques Tardi. De Ponent. Primera obra larga de Jacques Tardi, y primer eslabón de la saga de política ficción de Christin “Leyendas de hoy”. Un clásico.03 rumores
  4. Marcel Duchamp. Una partida entre mí y yo, François Olislaeger. Turner. Enigma curioso para mí, un tebeo desplegable (me recuerda la Gran Guerra de Sacco en su formato juguetón) que fue creado con motivo de la retrospectiva de Marcel Duchamp que el pasado año acogió el Centro Pompidou de París.06 comic-duchamp
  5. Hellstar Remina, Junji Ito. ECC. Pope del terror extremo nipón, turbador y fiero, Ito pone patas arriba nuestra moral con sus cómics, siempre merece la pena atenderle.09 remina269
  6. Batman. Los padres del demonio, O’Neal y Adams. ECC. Clasicotes que merecen siempre ser revisados. Superhéroes, cuando aún tenían cosas que contar y maneras atrevidas de hacerlo.07 adams-Detective395-interior
  7. Alicia en Sussex, Nicholas Mahler, Salamandra. Me gustó mucho Maestros Antiguos, de Mahler, así que siempre tendré un ojo puesto en cada título que salga de este particularísimo autor.12 mahler
  8. Aquí, Richard McGuire. Salamandra. Un clásico de la revista RAW apadrinado (o alabado, vamos) por el mismísimo Chris Ware. Me basta para considerar muy seriamente el Aquí uno de los lanzamientos del mes. Si la sección fuese «Los 6 de SdV», este sería imprescindiblemente parte de esa lista.11 HERE-Dancers-20140720-2-40-1200

Una puntualización: ya damos por valorado Pies descalzos, que inició su publicación en julio y allí quedó citado.

Y mañana si los idus de septiembre lo permiten, la segunda parte de estas novedades de septiembre. Besos y pulsos tabernarios.

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