Manel Fontdevila

TENGO HAMBRE, de Santiago García y Manel Fontdevila

hambreTengo hambe es una historia-bofetón que tiene algo de juego travieso. Tengo hambe es un pixie que encierra un mensaje pesimista y duro. Qué difícil es hablar de este tebeo, porque siendo un objeto consagrado a la concisión, todo en él es materia y «chicha». Pero es imprescindible enfrentarse a sus 28 pequeñas páginas (cuento con portada y contra) desde la inocencia del que no sabe nada.

¿Qué destacar entonces de esta obra de la que es mejor guardar los datos argumentales para la lectura? En primer lugar, la opción del guionista Santiago García. En la brevedad ya señalada, García crea un relato de denuncia (fobia racial, ruptura del estado de bienestar, deriva grotesca de las clases dominantes -el patrón-), y lo menea que da gusto: arranca con un tono de triller costumbrista, lo lleva al amaneramiento exagerado, lo acelera llevándolo al terror (psicológico, también gore), lo abduce en un ambiente pesadillesco con ribetes de una especie de Berlanga sumido en un mal viaje drogota (ese humor gruesísimo, cafre), y lo remata con aires de la añeja EC.

Es un paseo con mucho cómic, claro. Es un artilugio que evoca el costumbrismo de Carpanta (el hambre insaciable) en su cara oscura, que se mira en la obligada concisión de los relatos conclusivos de revista ochentera (El Vívora más social reverbera aquí) y que juega con su formato, comic-book, con inteligencia.

Pero creo que si bien la historia es potente y muy bien armada, donde hay que quitarse el sombrero es en lo gráfico, ante un Manel Fontdevila inmenso, tremendo y casi hasta inesperado. A ver, esto no es un pulso, evidentemente los logros de un tebeo son los de una inercia, una sinergia y un fluir de ideas y voces. Pero lo de Manel desborda.

Acostumbrados a su varita mágica de parir chistes sociopolíticos, de su mirada cómica al entorno social (La Parejita), a su, en fin, veta coñera sabrosona, ácida y aparentemente sin fin, he alucinado con este cambio tonal. El motetista nos ha entregado una fuga, y es una pieza perfecta. Fontdevila ensaya un tono seco, oscuro y cortante. Lo impregna todo de negritud, llevando sus exploraciones a nuevas cotas, muy expresionistas (de expresionismo alemán pictórico, digo). Además entrega soluciones de puesta de página tan brillantes como variadas, que van de contrapicados radicales a la irrupción pesadillesca del color gris, pasando por dobles páginas que acojonan en el momento preciso, empleo de cartografías… Un ejercicio de maestría y olé.

Ah, y por supuesto, el tebeo tiene una de las portadas del año, maliciosa, oscura y enigmática como un disco de Slint. Je, creo que alguna canción de los de  Louisville podría ser la banda sonora de este tebeo.

 

Y mañana, más Santiago García (un mañana literario… cuando lo escriba, digo, pero lo póximo por este blog), un individuo que en 2013 debió levantarse un día y se dijo, «me arremango y cierro proyectos de una vez» Y vaya si los está cerrando.

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NO OS INDIGNÉIS TANTO, de Manel Fontdevila

Publicado en Faro de Vigo

Reflexionando el presente para cambiar el futuro.

Manel Fontdevila vuelve al cómic con una obra reflexiva y enojada, un análisis de nuestra sociedad y del momento actual necesario y lúcido.
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Manel Fontdevila es bien conocido por su papel en la renovación de la revista satírica “El Jueves”. Además de haber dirigido la cabecera entre 2000 y 2004, en su seno desarrolla las historias de “La Parejita”, y, con Albert Monteys, “Para tí que eres joven”. Además se cuenta como uno de los mejores humoristas gráficos merced a sus dardos para el diario Público y “Eldiario.es”.
Pero hacía mucho que Fontdevila no presentaba obra nueva que no procediese de sus entregas periódicas (carne de recopilación), por lo que “No os indignéis tanto” (Astiberri editorial) ya tenía, a priori, puntos de interés. Con la lectura el apriorismo se convierte en certeza absoluta: Fontdevila es un equilibrista del lenguaje historietístico y uno de nuestros autores más importantes. Además, enormemente lúcido.
A partir del “Indignaos” de Stéphane Hessel, “No os indignéis tanto” vertebra un discurso brillante, ponderado y hasta autocrítico. No es Manel dado a erigirse en tótem de La Verdad, pero sí es indudable, a la luz de su obra reciente, que tiene las ideas claras y un modelo de sociedad definido. Su nueva novela gráfica es la cristalización diamantina de esta mirada al mundo. Como decía, autocrítico, uno de sus puntos fuertes. Porque comenzar un discurso sobre cambio social con la indignación anecdótica, mundana, de un retraso aéreo en la pista de despegue, nos da la medida de la ironía finísima del autor.
Es un punto de partida anecdótico para desarrollar un discurso perfectamente construido: la clase política, la sociedad bipolarizada, el movimiento 15-M, son los temas que a partir del “Momento avión atascado” desarrolla Fontdevila con retranca aguda. Y si, en cierto grado, hasta aquí el tebeo trata un poco los temas más “globales”, llegados al ecuador de la obra aparecen cuestiones que, desde lo específico, van a discursar sobre lo global. Me explico. A medio viaje el autor cuenta la anécdota de “Le gorille”, una canción de Georges Brassens de 1952, escándalo de su tiempo. Aquí entra en la disertación “fontdeviliana” el humor, y la obra se expande. A partir de Brassens aparecen los límites del humor, la censura, el papel catártico del bufón, los Monty Pyton o El Jueves (y el tema del secuestro de la portada de los Príncipes de Asturias). Humor a través de casos concretos para analizar sus términos, sus objetivos reales o, enorme aquí Fontdevila, ese concepto pernicioso que es el “humor inteligente”. Y finalmente, el tema de la desobediencia legítima, casi cerrando círculos.
Un texto, en fin, lúcido e incendiario que además se enriquece con su construcción. Manel Fontdevila es un autor de cómics, domina los recursos, conoce a los autores punteros, abreva como una esponja y crea. Crea con la forma, experimenta con la diagramación, innova aplicando recursos casi inauditos y que lo acercan a autores del calibre de Seth o Chris Ware. Porque “No os indignéis tanto” experimenta sin perder el norte y demuestra que en el cómic hay un universo de maneras de contar historias aún inexplorado. El noveno arte se enriquecerá mediante la osadía que demuestra aquí Fontdevila. O mejor dicho: Fontdevila enriquece al noveno arte.

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«Público» y la historieta, un adiós

Un diario de cómic

Esto es lo que pienso: la desaparición del diario Público, saludada con mezquina alegría desde medios fascistas (Intereconomía) en una actitud miserable y cruel hacia ciento cincuenta compañeros de profesión que se van a la calle, supone la pérdida de un rotativo en los quioscos, lo que daña evidentemente a la pluralidad (supongo que esa es la gran alegría de los neofranquistas con piel de demócrata que apestan la TDT, acercarse a la voz única, y que sea la suya).

Pero también, y en este sentido lo traigo a un blog sobre tebeos, es la cancelación de uno de los medios que más cariño y fe en la historieta ha demostrado en el nuevo boom del cómic en España. Si hoy por hoy es bastante habitual ver secciones dedicadas a la historieta en todos los rotativos, más infrecuente (aunque se puede rastrear) es la actitud que Públito tuvo hacia los tebeos desde su minuto cero. En un diario alérgico a suplementos y revistas de tendencias pero con una sección permanente de «Cultura» en su seno, el noveno arte fue mucho más que una curiosidad alojada en una sección circunstancial de gacetilla sabatina. Fue entendido como una manifestación más de la cultura. Así en estos años hemos podido sorprendernos gratamente cuando, sin periodicidad, y «por ser vos quien sois», en su sección cultural aparecían, al albur de la actualidad, artículos de fondo bien escritos, bien documentados y reconociendo al cómic como medio de comunicación adulto, culto y artístico. En Público hemos podido leer desde análisis globales de la situación del mercado de la historieta a miradas nada prejuiciosas a autores como Chris WareBocquet y Catel MullerPaco RocaArt Spiegelman. En este sentido, este artículo dedicado a Taniguchi está fechado al día siguiente de la publicación del primer ejemplar del diario. Desde el principio, como les digo, y tirándose al río de la historieta, sin prejuicios. También a géneros y autores más comerciales, tópicos del medio como ef frikismo salonero (los disfraces y esas cosas) o las noticias de siempre (que si Batman ha muerto y resucitado con tres piernas, que si Spiderman ahora es una chatina y ya no escala paredes, etc) pero la apuesta editorial de Público ha sido por ese otro cómic, de autor, de novela gráfica o lo que sea. Un compromiso con lo mejor que está dando la historieta en el siglo XXI. Algo que merece trascender los guetos habituales, lo que en parte se ha ido consiguiendo gracias a iniciativas como la apuesta decidida de este diario por el medio.

 

Pero además, claro, estaba la preocupación por los autores de humor gráfico en plantilla… Mauro Entrialgo, Santi Orue, Ferreres, Medina o el excelente Bernardo Vergara… Vergara habría sido el hallazgo, el fenómeno del Público si en esas mismas páginas no dibujara a diario su buen amigo y en absoluto rival, Manel Fontdevila.

Pero el autor de «Súperputa» lo hace desde el nº 1

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Primer chiste de Manel Fontdevila en Público (creo), primer ladrillo de su castillo del humor

…y lo de Manel en Público ha sido sencillamente DE TRACA. En estos pocos años se ha convertido en uno de los humoristas gráficos de referencia, alguien a ubicar, en una posible historia del género, a la altura de Forges, Chumi Chúmez, El Roto o El Perich. Vale, le falta historia (¿seguro? autor de cómics desde los noventa, responsable de El Jueves al menos una buena temporada, y creador de ese icono que es La Parejita… como autor de cómic es ya uno de los mayores que tenemos en la piel de toro), pero la fuerza de su obra en este lustro es demoledora. Vitriólico, personal, cachondo perdido, apuntando a todo lo que se mueve pero con el cariño puesto siempre en los más débiles, agudo, portentoso caricaturista (de personajes públicos, de tipos sociales -ese Obrero con el casco hasta el mentón, ese Empresario engominado…-) y obresbador ácido y certero… Manel Fontdevila ha sido, sin duda, lo mejor de Público.

No entiendo cómo desde Público on-line no le mantienen o le hacen un vía crucis hasta el portal de su vivienda para convencerle de que siga enla red. Tampoco me voy a meter en cuitas personales y laborales, tengo pudor, pero en fin, es la tristeza del admirador, déjenme este segundo de rabia púber (¡porqué, porqueéeeee!!!).

Y eso sí, para apoyar mis palabras sobre la excelencia de la sección del humorista de Manresa («Esto es importantísimo», hilarante desde su propio título, de recuerdo cinéfilo-bovino) tomad un ramillete de viñetas de Fontdevila. Para no volverme loco, he decidido repasar solo lo aportado en este 2012. Podrían haber sido otros cinco, u otros diez, o veite ejemplos distintos. Sembrado, este hombre está sembrado.

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