Pablo Ríos

Presidente Trump. Dios perdone a América, de Pablo Ríos

Trump is in da house y que dios nos coja confesados.

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A través de ¡Sapristi!, Pablo Ríos ha entregado un cómic de precio irrisorio (esto es, muy barato) que dialoga directamente con el tema social y político que tiene ocupadas, hoy, a todas las cabezas de occidente (y de oriente también): la incógnita temible y las certezas aterradoras que nos asaltan ante la presidencia de una criatura como Donald Trump, individuo absolutamente tolkiano pero sito en nuestra realidad y nuestro tiempo. Un Saruman recién llegado de veranear en Benidom con ganas de entrar cual elefante en cristalería, sin vara pero con chequera, y al mando del estado más poderoso de la tierra. Madrecita querida.
En Presidente Trump. Dios perdone a América, Pablo Ríos plantea las primeras horas del nuevo presidente de EE UU, publica por primera vez un trabajo netamente humorístico para reír y no llorar ante la figura de Trump (ni Fútbol con Santiago García ni Azul y pálido lo eran, si bien escondían ambos generosas dosis de ironía guasona). Ya sabíamos de su vena puramente cómica por sus goteos en línea (tiras de continuidad con El Hematocrítico, páginas y gags desperdigados por sus redes sociales…), pero creo que podemos decir que este cómic es su primer tebeo de humor editado en papel.
El ejercicio es modesto por su propia génesis (gestación veloz es poco) y de consumo frugal, pero muy bien templado: a partir de una serie de chistes que ya había publicado por redes sociales (y que dieron la voz de alarma a ¡Sapristi!) Ríos desarrolla un mecanismo clásico de gag por acumulación, con un excelente empleo del tempo narrativo en cuatro viñetas (lo que dura cada gag) y con unos magníficos monólogos (o diálogos telefónicos como mucho).
El dibujo está en consonancia con el tono casi casual de la obra, y curiosamente eso le sienta genial al trazo del autor: vivo, expresivo pese a lo elemental, acentúa la pequeñez del monstruo dentro de su despacho, significando ni más ni menos el enorme y temible poder que tiene ese pequeño humano naranja con tupé amarillo pollo.

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Que Dios perdone a América, sí, y a los restantes continentes. Me río, por no llorar, así que lo hago con este librito. Una muy recomendable serie de viñetas.

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FÚTBOL, LA NOVELA GRÁFICA, de Santiago García y Pablo Ríos

Tiempo, tiempo, ese es el problema. Su falta. Me hubiera gustado pillar este texto que he escrito para prensa, y añadirle para el blog consideraciones al respecto del trabajo de Pablo Ríos. Por ejemplo, sobre cómo, me parece, está creando su propia forma, donde la narración no depende tanto de la secuencia narrativa de viñetas consecutivas que narran acciones, a la clásica maniera, como del diálogo interno que provoca cada viñeta, entre lo gráfico y lo escrito. La elección de planos, colores, nivel de detalle del dibujo…

Pero, lo dicho, tiempo.

De modo que zasca, aquí tienes para leer mi crítica del Faro de Vigo en bonito escaneado (clic y se agranda mucho, para leer como un pachá).

: Visado : Página 6 Bagge

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TOBY CONTINUED, de Pablo Ríos y El hematocrítico

Entre proyecto y proyecto parece que El Hematocrítico y Pablo Ríos han encontrado la chispa de la verdadera diversión, esa que te hace meterte en algo de cabeza, y juntos han creado (están creando, más bien: «work in progress») una obra serial que no debería pasar inadvertida. La idea usa (no abusa) de la teatralización del asunto. Porque «Toby Continued» es un hallazgo de esos que hacen temblar la historia de un medio, el descubrimiento y recuperación casi fortuitas de un tesoro del cómic, de su época «dorada», las tiras de prensa norteamericanas de los años treinta y cuarenta, antes del advenimiento del comic book. Un tebeo de un autor a reivindicar, míster Cliff Hanger.

Bien, ¿hace falta advertir «spoiler», cuidadín, no sigas leyendo si no quieres conocer algo que podría traumatizarte en relación a este tebeo? Pues quede dicho.

Porque evidentemente ni Hanger, ni Continued, ni encuentro miracoloso y redescubrimiento de nada. Esto es un webcomic creado a dos traviesas manos por Ríos y el Hemato, un par de mediums de eso que se conoce como Twitter (esa puerta a una realidad tangente pero mucho más bonita y divertida) y autores cada cual de sus cosas. Ríos de un tebeazo, Hemato, de extravagancias varias y geniales como este tumblr (con versión impresa).

El invento no deja de ser una recreación, eso sí, de aquellos tebeos de tira diaria en prensa norteamericana. Una parodia y homenaje de Dick Tracy y similares, cruzada por el absurdo de la época trasportado a una caja de Pandora de posmodernismo, donde todo se diluye en risas y mucha retranca. ¿De qué va «Toby Continued»? es lo de menos. Los personajes mutan como artefactos de la nueva carne (les aparecen gemelos que han muerto y que realmente eran clones, les caen encima, como aguaceros, planes maléficos con nombres rimbombantes y secos completamente inanes, se estiran los momentos fatales en tiras locas que alargan imprudentemente medio segundo…), no hay profundidades psicológicas, claro, ni nada más que acción pura, transmutada en delirante gamberrada.

Lo que hay es mucho estilo, aquí. Hanger era un clásico (definitivamente reivindicado: ¡sale en este blog!) y su dibujo es clásico, de ese clasicismo expresionista deudor de Chester Gould, pero que también se mira en las tiras de Roy Crane y toda una escuela, la de las aventuras de continuidad que se suspenden en últimas viñetas que nos invitan al desenlace al día siguiente en el mismo diario. Ahora, merced a la nueva era, todo se lleva al «posteado» digital, y hay que atender pues nunca se sabe cuándo decidirán Ríos y Hemato dar luz a otra joya de su baúl del tesoro.

¡UNA BOMBA! no dejen de ver la conclusión de esta trepidante escena … en la próxima tira de ¡¡¡TOBYYYY… CONTINUED!!!

Bien, pero además, este tebeo por entregas es muy serio: forma y fondo, travesura y discurso, «Toby Continued» es un todo que nos habla de lo que era y ya no es la historieta, de un modelo de tebeo serial huérfano de formatos propios que sin embargo alcanzó la gloria (comercial, artesanal, artística) en su alojo por las pulpas de los periódicos. Un formato, unas necesidades perentorias (comerciales) y un «target» bien definido (el comprador de dicho diario y por extensión su núcleo familiar) que hizo que la historieta fuera así y no de otro modo durante lustros. Que entendió la suspensión de la acción como mecanismo ideal para anclar a la cabecera a los seguidores de las peripecias de su héroe, que provocó historias trepidantes con personajes más iconos que profundos, entretenimiento (con más o menos chicha, pero vitalmente entretenimiento puro), un aperitivo frugal y festivo en medio de las duras noticias (crisis, guerra mundial, el peligro rojo…).  «Toby Continued» habla con cariño de ese modelo y lo describe a la perfección desde el delirio menos situacionista, transportando los paradigmas de aquello a un contexto radicalmente distinto. La red, la gratuidad, el trabajo por amor al arte, la ausencia total de necesidad comercial (siempre, claro, la reverberación, la consolidación de una carrera, pero esto casi es un murmullo de fondo aquí), el post humor, incluso…

Luego están las virtudes propias de la obra: su estilo gráfico es brillante, y conociendo las capacidades mutantes de Pablo Ríos quién sabe a dónde nos llevará (¿Kirby, Eisner?), el ritmo de la narración está siendo magnífico, con estiramientos temporales brutales, cambios de tercio despiporrantes y diálogos punzantes.

Y además con el formato (la daily, ya dije) homenajean, sí, pero también se ríen de sus debilidades (¿inconscientemente?). En un tiempo de obligacines y acotaciones el autor es artesano y, sometido a los parámetros más inamovibles (tema, estilo, plantilla de unas pocas viñetas horizontales,blanco y negro, continuidad de un día a otro), sacaba oro. Pero también manierismos en la narración, un hilo argumental incongruente en su desarrollo a largo plazo y una falta de diapasón, ya que todo, en la tira diaria, obedece al más, y mañana más aún. Parámetros impuestos por una industria que, hoy superada, y reflejada en cruel distorsión on-line, se ven reflejados en un cómic, éste, que se mofa de los peros que provocaban en obras sin duda maravillosas, clásicos del noveno arte. Se mofa con cariño y admiración, claro.

En ese equilibrio es donde más me estoy recreando en las aventuras de Hanger, su hermano clon, un Serafín que pasaba por allí y toda una cohorte de malvados que permanecen en la sombra urdiendo planes catastrofistas que no llegan (aún).

Venga, es gratis y está a tu alcance a un clik (fíjate en las fechas, empieza pro el principio, ¿eh? no me seas torpe)

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AZUL Y PÁLIDO, de Pablo Ríos

Están entre nosotros.

Pablo Ríos debuta con una novela gráfica donde pone en primer plano el contradictorio y sugerente tema de los contactos OVNI.

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La ufología es un tema que va y viene, cíclico en la sociedad de las comunicaciones y los mass-media. En el recuerdo más castizo permanecen los programas de Jiménez del Oso, los libros de Benítez, los programas de Íker Jiménez o teleficciones como “Proyecto Libro Azul” y, más reciente, “Expediente X”. La existencia de vida extraplanetaria tecnológicamente avanzada y que nos visita es una idea evidentemente no demostrada, pero fascinante, que nos pone ante el infinito y frente a la trascendencia.

En este sentido, no en el de la apología o la crítica hacia los casos documentados de encuentros en la tercera fase, aborda Ríos “Azul y pálido” (Entrecomics Comics), su primera novela gráfica. A modo de cómic-documental, el rastreo de los casos más llamativos (o los que más interesan al autor) deviene una obra cercana a la historieta periodística, donde antes que contarnos una trama se exponen con orden los casos investigados. Pero el retruécano definitivo es la forma. El autor no nos cuenta nada ni recrea supuestos casos (contactados, abducidos, sectas místicas, conspiranoia), sino que hace que los protagonistas de las historias las relaten en primera persona , mirando al lector. La ficción como trampantojo de la realidad, el “Esto no es una pipa” de Magritte llevado al lenguaje de la historieta, ya que evidentemente ni estamos viendo ni conociendo testimonios en primera persona, ni leyendo un informe detallado con pruebas históricas, documentos de primera mano o declaraciones personales, sino la recreación de todo ese acervo por parte de un creador.

Ahí radica el mayor logro de “Azul y pálido”, en la capacidad de Pablo Ríos para hacer verosimil la narración, y “vivos” a sus personajes de tinta. Tinta mutante, estilo que se moldea al tono que requiere cada momento. Del alternativo más moderno a un homenaje bestial a Jack Kirby, Ríos demuestra su talento, primerizo pero patente, a la hora de dibujar. También lo vemos (talento, digo) en unos textos brillantes, y en unas soluciones para la narración que se sobreponen al peligro de plantarnos ochenta y seis páginas de bustos parlantes, destacando ahí su último trecho, donde la imaginación en la forma de construir la secuencia  genera un tono casi poético: el capítulo «Ummo», por ejemplo, es un alarde de buen hacer.

También cabe destacar el capítulo final («Cosmos», se titula) a niveles argumentales, pues lo redondea todo con lirismo y sensibilidad. Un final y un principio, por cierto, que son muy necesarios para entender la obra, que asumen en la figura de Carl Sagan a alguien visionario, dueño de una idea poderosa y, posiblemente, la única que el lector siente como asumida por Pablo.

La verdad esta ahí dentro

Un apunte final: no sabría decir si este cómic puede interesar a quien no interesa el tema OVNI, aunque presiento que debería hacerlo. Pero si no fuese así, también es interesante y normalizador pensar que el cómic, aquí y hoy, busca y encuentra «targets» especializados. Es bueno que una obra puede buscar a fans de lo ufológico como pudiera buscar a los de la alta cocina, la historia de España o el olimpismo, no solo a los consabidos freaks que habitan en las librerías especializadas, ocultos de la luz solar y habitando ecosistemas de tebeos endogámicos (mmm, parecen extraterrestres, así descritos). Aunque ojito: en realidad «Azul y Pálido» toca temas universales, trascendentes y muy reales que pueden interesar a cualquier lector, hasta al más descreído de lo ET. Pero lo dicho, como signo de un tiempo de apertura del cómic al mundo real, es una propuesta interesante sea su lector el que sea.

La edición, mimosa y esforzada (precio de risa), y la portada, una belleza de Rosana Bazaga, redondean el libro.

 

Es una obra maestra, no se la pierdan. ¡Excepcional! (chiste para don Tebeobien)

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