Sergi Puyol
UNA BLANDA OSCURIDAD, de Sergi Puyol
Hay que vigilar la carrera de Sergi Puyol porque cada nueva cosa que hace (o que le leo) parece un paso seguro de crecimiento, y afianza un mundo interior absolutamente desbordante.
Las 16 páginas impresas en risografía que son su nuevo cómic, «Una blanda oscuridad», son un suspiro de lectura pero encierran una profundidad inquietante.
Un monólogo (¿o un discurso a la cuarta pared?) sobre el tiempo, el presente, que culmina en una muda disolución de fronteras que me apetece describir como lynchiana, pero con un apego casi ecologista a la tierra como dadora de símbolos y sugerencias muy lejano a las fijaciones post industriales del autor de «Carretera Perdida».
Puyol se hermana más, entonces, con el primerísimo Julio Medem si queremos buscar parientes cinematográficos (no habría porqué, pero bueno, jugamos), pero al tiempo desafía los formatos de qualitè y se regodea en el fancine (si siguiéramos cinéfilos diríamos que rechaza hacer un nuevo largo, vamos). No se reconvierte para buscar el aplauso generalizado. Y borda un tebeo de acabado pulcro, de estética minimal pero honda, con chicha, y con un empleo del color tan calculado como la medida planificación de sus páginas, que componen casi una sensación rítmica en la lectura.
Tebeos-experiencia, parece que ese es el camino que ha tomado Puyol, autor que ante este tebeazo breve creo que debemos reconocer como imprescindible ya, nada de «promesa».
«LOS CAPULLOS NO REGALAN FLORES» vs. «DICTADORES: LEOPOLDO Y FRANCISCO»
Dos lecturas casi paralelas para hablar del estado de la cosa sin pasar por alto la divagación respecto a esas dos lecturas. De esto va est epost. hace poco he leído dos tebeos hechos en españa que resultan interesantes de cotrastar y comparar. Por antitéticos.
Por un lado tenemos un libro de «Moderna de pueblo«, Raquel Córcoles, y por otro un comic book grapado, «Dictadores«, donde dos autores (Sergi Puyol e Irkus E. Zeberio) divagan sobre sendos sátrapas. Reconozco que «Los capullos no regalan flores» no lo he terminado, al menos de momento, pero con lo leído tengo suficiente para esta mandanga, que diría El Fary. El libro de Moderna de pueblo lo edita un gigante, Mondadori. Es pequeñito, bonito, cuidado, de precio muy asequible (ronda los 15 €). El de los dictadores es uno de esos objetos guapetones que saca Apa-Apa, un tebeo grapado pero con papel de jugoso gramaje, cubierta con solapas, y mucho mimo. 9 €, otro precio asequible para un tebeo pequeño pero detallista como objeto.
«Leopoldo/Francisco» es un divertimento travieso, donde dos autores fabulan alrededor de las figuras de Franco (un Franco del futuro ¿?) y Leopoldo II, un par de gamberradas que confluyen en la página doble central. Más allá de lo sencillo del planteamiento (aunque hay mala uva soterrada y siempre hay sustrato por debajo, cuando se habla de Franco, por muy cafremente que se haga, o de cualquier dictador, sea el Leopoldo que nos ocupe, Castro o el que sea) lo que interesa aquí es la forma, el gusto por experimentar con el diseño, desde planteamientos que me recuerdan al expresionismo y el art brut, en el caso de Zebeiro y a, bueno, al «Viaje» de Yokoyama en el delirio de Puyol.
Por su parte «Los capullos no regalan flores» es un producto del hoy, de este neo cómic para todos los públicos que parte de la red de redes como lugar de distensión de normas y preconceptos. Hace muchos años alguno dudaría de que este tebeo fuese exactamente un cómic, quizá hablase de mezcla entre historieta, relato ilustrado y yo qué sé. Pero no, esto es un cómic que quiere hacer las cosas como le de la gana y lo hace. Y además, resulta que de experimental, poco o nada. Desde la libertad de la novela gráfica y la búsqueda de lo necesario para sus intenciones, Moderna de pueblo hace verdaderos best sellers. No me atrapó demasiado, personalmente su chiste me hace gracia en primera instancia pero se me agota por repetición. Quizá mucha alforja, demasiada. Quizá el blog es más su lugar, de momento. Pero la realidad es que «Moderna» cala, es Trending Topic incluso fuera de los cercos de la tebeo-esfera, y gusta.
Si el artefacto de Apa-Apa es un delirio sobre dictadores con ganas de hacer reír, Moderna de pueblo crea un espejo de sí misma y sus relaciones sentimentales en la gran ciudad. Se ríe de lo que quiere ser, o es aquello de lo que se ríe. Y va desgranando prototipos risibles de masculinidad (y de feminidad, ¿a su pesar?) con cuya descripción quizá quien más se pone en evidencia es la retratista. Esto no es del todo malo, quizá incluso es premeditado. Un ramillete de moderniquis muy caricatura, topicazos con los que el lector sintoniza por aproximación o reconocimiento.
El hecho es que al leer ambos cómics casi a la vez, me quedé pensando que, caray, en España hay espacio para obras herméticas como «Dictadores», con su pequeña y osada tirada, y para cosas «mainstream» que, mira qué bien, se alejan en tono e intereses de todo aquello que hace años era considerado mainstream (ya sabes, pijamas voladores, bárbaros depilados, ciencia ficción con tetorras, terror… acaso el costumbrismo cheli del Vívora sea lo más parecido, y mira tú, dos gotas de agua). Moderna de pueblo habla a un lector mayoritario y generacional (veinteañero y urbano) de sí mismo, sus cosas, sus patetismos. «Dictadores» revuelve sus tripas para hacer cosas que quieren ser nuevas y tierra de nadie, o de muy pocos. Arguiñano y Adriá.
Hace décadas dudo que Moderna fuese superventas, no la concibo en la era del Cimoc o el Tótem. Ni siquiera en Cairo. Hace décadas Puyol y Zebreiro serían carne de Madriz o Medios Revueltos, apenas serían visibles salvo como montante de una revista de luxe (maravillosa) y se dedicarían mayormente a otras cosas, pero jamás lograrían la autonomía de una «grapa».
Y si tiramos del hilo… este mes se reedita un semiclásico de género fantástico como «Los reyes Elfos» (que ni leí ni leeré), y vuelven Atlas & Axis para los más jóvenes (que no leí y quiero leer algún día). De todo para todos, y hecho aquí. Qué bien, ¿no?
0CÁRCEL DE AMOR, de Sergi Puyol
Un hombre alienado y una sociedad autista. Este podría ser el texto de una publicidad bastante descriptiva para «Cárcel de Amor«, la primera novela gráfica de Sergi Puyol. Un trabajo cercano a las catacumbas mentales de, por ejemplo, un Burns filtrado por el «slice of life» agrio de Daniel Clowes.
En «Cárcel de amor», la historia de un hombre que se obsesiona por una mujer y la encierra en su casa (algo, por cierto, no demasiado irreal, y que nuestro enfermo mundo ya ha conocido varias veces), lo cotidiano se reviste de un tempo angustioso, lento, espeso. La vida vista como algo que no merece demasiado la pena. Y posiblemente en esa cualidad de retratar ese ‘tempo’ especial, que es anímico más que real, en ese diapasón oxidado y retranqueante, encuentro lo mejor de este tebeo, donde por otro lado los personajes pueden ser prototipos bastante evidentes. Aunque sean prototipos del lado oscuro, que eso no es mérito per se, y no alcanzan la categoría y complejidad de algunos seres cronenbrgianos, por ejemplo. Pero es cierto que intentar comparar a un semi-principieante con la madurez de un gigante como el autor de «Spider» es una maldad fuera de lugar… la realidad es que Puyol tiene un mundo personal (aunque con referentes) y una capacidad de hacernos sentir el «mood» de ese mundo con el lenguaje de las viñetas, con una planificación exquisita de cada página, con un dibujo perversamente naive y con una paleta cromática que es excepcional.
Primera obra de empaque, donde quizá su autor a veces resulta innecesariamente enfático por momentos, pero portador de un rosario de logros brillante y dueño de una personalidad que augura futuros trabajos a seguir.
1