Los niños no leen tebeos

Las historias de papá: os voy a contar una. Ayer «Punchito» (vamos, mi hijo, cuarto de primaria, que viene siendo como mi cuarto de EGB) discutía en el cole con amigos. Ellos le decían que Iron Man (no, ya no es El Hombre de Hierro, claro) puede levantar el martillo de Thor porque lo vieron en una de las pelis (por cierto, que me busquen el fotograma, por favor). Mi hijo mantenía que imposible, y apelaba a los cómics (por charlas con servidor, no por leerlos), donde el asunto quedaba meridianamente claro: imposible, por la magia de Odín, salvo un caso en toda la historia Marvel (Bill Rayos Beta). Pero los contertulios (aka, mocosos de la clase) le contestaron rápidamente que los tebeos son malos (TODOS, desde el nº 1 de 1963, bendita infancia) y que lo que vale son las pelis, que son las buenas.

El papel defitidor de las características del universo Marvel, en fin, se ha trasladado, socialmente, del papel al celuloide. La peli es la que marca, describe y dice la verdad. Los tebeos son Tierra-2.
Al mismo tiempo mi hijo ha recibido un regalo, un jugoso billete a gastar en lo que quiera. Y quiso un vídeo juego de Vengadores Lego.

wiiiiiiiiii

Mi hijo en su tiempo de ocio

Pues bien. El chaval lo flipa con ese (y otros del palo) juego de superhéroes. El chaval flipa con la franquicia vengadora de Disney en el cine, y flipa con la serie de animación de 2010 (y seguramente con la nueva de 2013, y lo que le echen). Pero apenas ha leído los tebeos  de Los Vengadores que le he comprado (los pensados para su edad, de formato álbum y estética cartoon). Y esto es general, no solo cosa de esta casa. El producto cómic no atrae ya a los niños. Quizá, no sé, a los más talludos, adolescentes, a algunos al menos, pero hoy me temo con base en mi experiencia empírica (por tanto es un temor, no una aseveración) que la batalla está perdida y es difícil.
Porque el cómic ya no es un producto mass media si no un regalo digamos de élite, la curiosa aportación de un invitado al cumpleaños, el simpático y curioso tío hipster, que se saldrá del esquema general (arramblar con lo que tengas en la cadena comercial adecuando el regalo, cualquiera, a tu presupuesto). Porque ya no es un producto de masas para infantes, porque se ha descolgado la venta de cómics de el auge de determinadas series televisivas. Aunque hay esperanzas como el éxito de Hora de Aventuras de Norma, pero es la excepción, me parece.
Ojo: hay una generosísima oferta de cómic infantil, olvidemos los tópicos y rastreemos los catálogos de manga, los específicos de editores y sellos como ¡Bang!, Barbara Fiore, Ediciones B, Dibuks o directamente acudiendo a la reedición de clásicos incontestables como Astérix y Spirou. El tema no es de oferta, es la penetrabilidad del cómic en el (amplio) espacio cerebral que los niños tienen para su ocio.
Pero ¿he hablado antes de «batalla perdida»?¿Batalla? No lo veo, no compro el concepto «batalla», el «deber», la necesidad de promover lectores infantiles. No veo tampoco la pertinencia de vincular el lector niño al futuro lector de cómics adulto o, como rezaba aquel, futuro lector a secas. Ni que la España surgida de la tradición del tebeo (la generación lectora masiva de brugueras y cuadernillos de aventuras a mediados del siglo XX) haya revertido en el país más lector de occidente y una comunidad protectora de su cómic como arte, industria y lo que sea… no, que se lean tebeos o no en cierto rango de edad solo tiene una consecuencia: que se leen tebeos en cierto rango de edad. Y eso, claro, me parece fantástico y una oportunidad de diversificación para los editores. Pero las cosas vienen y van, y lo importante es aceptar el momento (malo para la expansión del medio como mass media, y más si hablamos de los niños).

Y el momento es el que es: lo que ahora está «penetrando» es, por moda si quieres, la novela gráfica adulta con formato libro. Es visible y es lo que, en fin, toca en nuestro tiempo. Si un editor quiere apostar por el lector infante me alegro, y le deseo suerte, aunque lo tiene duro. Los tebeos no van a ser objeto de culto infantil, no pueden competir con la consola, punto, fin de la tesis. Si por designios del destino surgiese un cómic que rompe ciertos muros y se convierte en tendencia en los patios de colegio (sustituyendo a gogos, cartas de Invizimals y neo-trompos de plástico con luces de colores) será porque algo extraño, circunstancial y muy puntual rompe alguna barrera. Del mismo modo que en su día lo hizo, en el mercado adulto, Arrugas de Paco Roca, puede pasar con una portada infantil. Pero frente a la revolución de la novela gráfica (temática, de estilo, de puntos de venta, de formato, de percepción socio mediática) veo muy difícil que, de darse el caso (de tener, en fin, un Hora de aventuras, el cómic de éxito multiplicado por diez), esta circunstancia singular se convierta en tendencia de mercado y de percepción social o preferencia de ocio generalizado entre los niños hoy.

Así que a ser realistas, sin renunciar a soñar con el infinito y más allá pero sin nostalgias ni naftalinas excesivas, que empañan el cristal de la nave y no dejan ver el exterior.

Be Sociable, Share!

Escribir un comentario