Bastien Vivès

LOS MELONES DE LA IRA, de Bastien Vivès

Artículo publicado en Faro de Vigo el 6 de abril

Erotismo d’auteur.


Bastien Vivès sigue en la cresta de su particular ola, la del novísimo autor (bueno, ya no tan novísimo, pero sí joven, muy joven) que trabaja sin descanso entregando nuevas obras cada poco tiempo. Una al año, al menos. Y en cada nuevo libro, un paso adelante, un cambio de aires y de estilo que solo merece el aplauso.
Dicho lo cual, hay que reconocer que “Los melones de la ira” es un trabajo fallido por sus resultados, aunque con unos cuantos asideros de consolación (o que serán, en último caso, los que argumente el fan para justificar el dispendio y la lectura).
Vivès parece sentir que ha tocado un techo con “Polina”, su análisis del mundo de la danza clásica a través de la vida de una niña que crece hasta alcanzar la fama. Fue un trabajo donde posiblemente entregó su mejor dibujo y pretendió su obra más densa y compacta. Por eso sorprende en el buen sentido que tras un trabajo sensible y “de qualité” como aquel, se haya desmarcado con un cómic pornográfico (o de erotismo abrupto, si prefieren) sobre una moza de desproporcionado pecho que es violada (ante su desconcierto inocentón) por todo médico y político local que la recibe. Hacer un cómic porno es un acto travieso y quizá valiente, que se beneficia de un dibujo siempre exquisito, ahora reducido a rasgos básicos y expresivos, líneas nerviosas y abocetadas. Y es un golpe de timón desconcertante, en un artista hasta ayer preocupado por los sentimientos, la sensibilidad y el misterio femenil.

melones soft

Pero el ánimo provocador o las ganas de divertirse no han venido acompañados en esta novela gráfica de la inspiración. Más allá del portento como ilustrador, poco hay aquí del mejor Vivès. De trama simplona y moralizante, de osadía erótica más bien escasa (mucho tópico) y dejando una sensación de poca imaginación (demasiado lugar común y poco renovar el género), sólo resta insistir en la perfección sublime de su nivel como ilustrador

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BASTIEN VIVÈS: «HOLLYWOOD JAN»

[artículo breve publicado en Faro de Vigo el 9 de Diciembre]

Tránsito a la adolescencia.

Continúa la editorial Diábolo amortizando el éxtido de Bastien Vivès recuperando obras inéditas del autor francés. En “Hollywood Jan” comparte autoría con Michaël Sanlaville sin que ello repercuta en su estilo más personal, en una novela gráfica sobre del delicado salto de la infancia a la adolescencia en la vida de un niño tímido y dotado de gran imaginación. La capacidad para fantasear es el soporte emocional para un niño inseguro y solitario, claramente inadaptaodo a ese entorno a menudo hostil que es la escuela. Y Vivès capta ese punto crítico en que el chaval muda a algo más próximo al adulto: el joven Jan va a descubrir el amor (o el deseo, y en todo caso, la fascinacion) por las chicas, va a encontrar la seguridad de “el grupo” y las nuevas amistades, va, en fin, a aprender a crecer solo, y a desprenderse de sus fantasías infantiles, unas encarnaciones “bizarre” de musculados goliats cinematográficos bien conocidos y que, como aquel Bogart/Rick en “Sueños de un seductor” (Woody Allen) están ahí siempre, para apoyar al niño frente a las adversidades del mundo real. Pero los problemas llegarán cuando el niño gane experiencias y comienza a aceptar (y a ser aceptado por) ese mundo real, algo incompatible con fantasías y ensoñaciones para la autoayuda.

Este cómic se situa cronológicamente justo antes de “El gusto del cloro”, primera obra realmente virtuosa del autor, y hay más de tanteos que de logros plenos. El truco fácil pesa demasiado, pero por otro lado Vivès ya demuestra sus dotes prodigiosas como dibujante (hasta nos hace imaginarnos cómo sería un “Hulk” en sus manos, después de ver su representación abrumadora de Arnold Schwarzenegger). Y pese a lo sencillo de la propuesta consigue la empatía con el lector gracias, sobre todo, a su facilidad para captar con gestos y silencios lo que otros autores sólo logran con desarrollos argumentales. Es sencillo de entender; basta mirar con detenimiento la imagen de la portada, la expresión del niño, su gesto, para darnos cuenta de cuán fácilmente logra el autor dotar de contenido a su trazo

 

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El retorno del genio francés

Artículo publicado en ‘Faro de Vigo’ el 19 de Agosto (al que cambiaron el título por «Elogio de un genio francés»… elijan el que prefieran, en fin)

Prolífico y aparentemente incansable, Bastien Vivès se ha labrado una carrera corta e intensa de la que este verano hemos conocido en España varias obras, buenos ejemplos de su capacidad.

"Por el imperio"

 

Si hoy se puede hablar de un autor del país vecino a quien llamar al tiempo joven descubrimiento y autor consagrado, ese es Bastien Vivès. Con apenas 25 años, su obra ya es generosa en producción y resultados, y en los medios especializados se lo cita sin complejos como uno de los paradigmas del nuevo cómic contemporáneo, referente en la creciente ola de la llamada novela gráfica o cómic de autor. Una suerte de “nouvelle vague” que no se restringe al  país galo. De hecho, el epicentro de la historieta adulta, de autor y no sujeta a unos corsés estilísticos, genéricos o editoriales, no está en Europa, sino mayormente en estados Unidos. Pero más allá de etiquetas polémicas (la novela gráfica) o de realidades evidentes (hoy existe una generación de nuevos autores personales, de aspiraciones artísticas, haciendo cómics para adultos en total libertad, en comunión con editoriales que apoyan esta tendencia), la figura de Vivès hay que considerarla una de las más importantes del nuevo siglo, en lo que a cómic se refiere.

Editorial Diábolo ha editado en España muy recientemente tres trabajos del dibujante y guionista, anuncia uno más para este mes (“Hollywood Jan”), y suponemos que continuará muy de cerca la carrera de Vivès. Sea como fuere, la realidad de estos tres álbumes nos permite acercarnos al autor y hacernos con tres ejemplos de su heterogeneidad dentro de un estilo tan potente como reconocible. “Ella(s)”, el primero de ellos, es una recuperación de uno de sus primeros cómics (y ojo, data de2007, cuatro días y, se comprobará, una evolución meteórica). Aquí ya se reconocen las fijaciones de toda su obra posterior: el amor, la juventud, lo femenil casi como un misterio, la vida urbana como algo que nos aísla… un trabajo de dibujo desmesurado y ya impactante, y aunque lejos de obras posteriores, resulta ya talentoso pese a ser igualmente titubeante (sobre todo a la luz de obras posteriores). Tampoco es redondo este cómic (en comparación con obras posteriores como “El gusto del cloro”) en lo que se percibe como vacilaciones y búsquedas, cierta ansia de epatar desde su enorme talento, innecesarios birlibirloques que, no obstante, se perdonan ante la innata capacidad y talento de Vivès para transmitir a través de una planificación de las escenas muy cuidada, y una maestría para captar el gesto y transmitir los sentimientos de sus personajes sin necesidad de textos o redundancias.

"Ella(s)"

 

Aquí hay material más que prometedor, en fin, y es evidente, al comprobar la potencia gráfica de “Por el Imperio” (cuyo tercer y último álbum sale al mismo tiempo que “Ella(s)”, que en tres, cuatro años, la capacidad gráfica y narrativa de Bastien ha aumentado hasta convertirlo en uno de los autores más impactantes. Las páginas de esta saga de corte histórico son verdaderos alardes de diagramación, composición y virtuosismo (potenciado por el coloreado expresivo y potente de Sandra Desmazières, en una obra de autoría compartida con Merwan). Lástima que lo que comenzó como una aventura de descubrimiento pesadillesco cercana al “Aguirre, la cólera de Dios” de Werner Herzog, derive en su conclusión por derroteros indefendibles, salidas de tono sin orden ni concierto que permiten, eso sí, un lucimiento al dibujante (que no al narrador eficaz o al autor de gusto exquisito).

No importa demasiado el bache, porque “Polina” no solo es la última obra del galo, sino que contrasta perfectamente con las anteriores. Si “Ella(s)” es el aprendizaje (ya virtuoso) y una búsqueda de estilo, y “Por el Imperio” el juguete, un trabajo que en el fondo solo pretende hacer “una de Romanos” con un cruce de cables digno de un Jorodowsky pasado de rosca, “Polina” es la absoluta madurez dentro de su mundo más personal, el que tanteado en “Ella(s)” aquí se muestra ya recorrido. Porque en esta historia de la vida de una bailarina clásica vuelve su mundo de pequeños gestos, silencios descriptivos, sensibilidad, escenas impregnadas de una sutil evanescencia muy acorde con ese mundo de tules y gestos ante la barra, de maestros que esconden pasiones y alumnos obcecados con su arte. Pese a obviedades argumentales, la realidad que se instala en el lector al concluir esta novela gráfica de más de doscientas páginas, es la de una lectura compleja bajo su aparente sencillez (el estudio de elipsis continuas, que articulan la obra, está al alcance de muy pocos), y que emociona profundamente incluso cuando sentimos la sensación de relato escuchado mil veces antes. Posiblemente la magia de su dibujo (aquí en blanco, negro y grises, llevado el trazo a una esencia donde no cabe nada superfluo), la habilidad de un dibujante que figura entre los más impactantes del presente, esconda su secreto mejor guardado: la  capacidad para hacernos transitar por la pura emoción.

"Polina"

ADENDA: a todo lo dicho, y mientras buscaba imágenes del autor para enlazar este blog desde «El Octavio Pasajero», se me ocurre ahora añadir una coda final, advirtiendo que, con sus traspiés y sus aciertos (y entendiendo que Vivés ya es uno de lo sautores más importantes del panorama europeo actual), no debemos perder la perspectiva de su ENORME juventud. es que es un crío, y eso sólo puede querer decir una cosa. autor en crecimiento, autor en formación. Si un veinteañero ya hace cosas como «Polina», ¿qué no nos deparará en el futuro? (vean una imagen de Vivés aquí)

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POLINA de Bastien Vivès

Con todo lo que ando charlando por redes sociales y blogs ajenos sobre ‘Polina’, tenía que recopilarme, retocar y transformar mis ideas en un post. Este es…

Tras el desconcierto que supone pasearse por «Por el imperio», tocaba descubrir la nueva obra en solitario, y por tanto intuíamos que más personal, autoral, del responsable de «En Mis ojos». ‘Polina‘ estaba llamada a ser la gran obra maestra del joven dibujante, aunque va a ser que no. Hay muchas torpezas argumentales en ‘Polina’… pero también mucha buena forma en su autor, lo que hace que, al menos a mí, la lectura termine resultándome emocionante. Y es una pena que muchísimas páginas abunden en tópicos que hacen la lectura generalmente previsible: pasan las hojas, acumulas páginas y páginas, y tienes la sensación de que lo contado ya lo sabías y lo que vendrá ya lo intuyes: te da lo que te puedes esperar de un relato iniciático sobre una bailarina clásica… al menos durante su primera mitad. Hay también situaciones argumentales pedestres (a veces, parece que la niña tiene encima al Ángel Custodio para sacarle las castañas del fuego, colocando en su camino la gente, la institución, la llamada que necesita en ese preciso momento para avanzar en su vida y su carrera). Y en fin, podemos seguir dando razones a la imperfección, y cuadrarían con ‘Polina’, trabajo en absoluto redondo.

Pero cómo construye las cosas Vivès a golpes de elipsis, o cómo hace hablar más allá de palabras a su ‘actriz’, o cómo dibuja el baile de los cuerpos, o cómo crea escenas brillantes (en mejor ejemplo, la de las gafas del viejo profesor). Y pocos dibujan como él. Además, poco a poco se va quitando el lastre del efectismo como leitmotiv de sus obras, y por otro lado, también es positivo que en Polina haya mirado nuevas fronteras temáticas (que esto quizá sea también parte del problema de la obra, se sale de sus márgenes de chicas monas y urbanitas y chavales tímidos enamorados -que también los hay-, nos quiere hablar de la vida de una bailarina, y no hace un pleno en el intento… pero la intención, y saber que no puede perpetuarse en tres temas eternamente, eso es importante).

Otra cosa, más una curiosidad que una valoración crítica ya; lo he dejado y ha encantado. Le vemos peros, pero un lector ocasional, no un ‘comiquero‘, apuesto que queda deslumbrado y que mi caso de proselitismo no será el único exitoso: es de esos cómics que regalas y quedas de vicio, lo que no es mala cosa tampoco, aunque este sea otro tema y alguien me dirá que lo mismo pasa para obras verdaderamente redondas y que son esas, las de mayor altura, las que debemos publicitar… que sí, pero habrá que mirar lo de «redondo», porque yo he fracasado a lo bestia con cómics en teoría redondísimos, y triunfado con otras que… para el común de los plumillas sobre tebeos (yo incluido) son tramposas y no pasan de potables.

En fin, me estoy enfangando en otros temas, así que recopilo y finiquito: «Polina» resbala mucho, pero cuando sus pasos de baile lucen, lo hacen con ese brillo que tienen los jóvenes con talento. Vivés lo es, sigue creciendo. Lo peor (y ojo, está a punto de ocurrir) sería que se creyese que ha alcanzado su meta. El síndrome Neil Gaiman. Lo peligroso será que se guste ya demasiado, que se abandone al amaneramiento en vez de a la búsqueda, porque Vivés, inclsuo con ‘peros’, es mucho autor, uno de los mejores a día de hoy, que ya ha refrescado el panorama europeo con maravillas como «El gusto del cloro» o «Amistad estrecha»

bailando (y brillando) en la cuerda floja

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POR EL IMPERIO, de Bastién Vivés, Merwan y Desmazières

Ayer mismo acabé la lectura de esa rara avis dentro de la carrera de Bastien Vivés que es «Por el Imperio«, trilogía, en principio de corte histórico, que narra las aventuras de un batallón, digamos que romano (aunque la naturaleza de este Imperio nunca es explícita), enviado a descubrir y conquistar tierras vírgenes.
La obra se desmarca de la carrera general del joven dibujante galo, de esos retratos de la juventud y su intimidad de corte nouvelle-vage que lo han revelado como autor exquisito, observador del gesto y virtuoso ilustrador de las emociones menos epidérmicas. Al mismo tiempo, para abordar este relato de género entre la aventura y la Historia, se ha amancebado (artísticamente) con Merwan, con quien obra a cuatro manos sin que ello afecte a su dibujo. Bien, ya puestos zanjemos el asunto gráfico diciendo que «Por el Imperio» es absorbende por su imaginería, impactante por el coloreado (de Sandra Desmazières, tercera en discordia en esta obra y elemento nada, pero nada menor), por la planificación tanto de las secuencias como de las páginas o de las propias viñetas (meritotio candidato al apartado de este blog «viñetas aisladas»). Vivés es de esos autores que son gráficamente admirables, que por el apartado gráfico ya amortizas el dinero de la compra. Aunque es verdad que el primer tomo de esta trilogía lo muestra algo envarado, el roce hace el cariño, y el segundo es prodigioso, y el tercero sublime.
El tercero, «La Fortuna«, sí.. vamos al trapo.

 

civilicaciones perdidas... o pesadillas encontradas

Debería existrir un You Tube donde rastrear as caras que se le ha quedado a todos y cada uno de los lectores de este tercer volumen. La mía fue de premio. ¿Qué es esto?¿Qué moto me ha vendido Vivés?. Este es el primer pensamiento, seamos sinceros, que nos inunda a medida que avanzamos en la pesadila de estos soldados buscadores de fortuna. Si el primer número, «El honor», apenas supuso el planteamiento», el segundo, «Las mujeres», convierte la aventura en una fantasía exótica de regusto a Peplum, bizarra en el sentido sajón, delirante y feroz. Lope de Aguirre, la pesadilla del deseo (de gloria, de riqueza, de sexo) convierten este capítulo en un logro poderoso, y nos ponía en la pista de aterrizaje de una conclusión (se sabía que «Por el Imperio» sería trilogía), a la luz del crecimiento entre sus dos primeros pasos, excepcional.
Bueno, «La fortuna» no lo es. La curva ascendente queda irremisiblemente quebrada. La conclusión de la saga es tan evidentemente precipitada y arrítmica que hubiera pedido dos partes. Dos partes que casi se autodefinen a gritos dentro de este libro, incluso en la calidad general de lo narrado. Es difícil hablar de algo sin querer destripar absolutamente nada, pero digamos que si en un principio Vivés, Merwan y Desmazières nos hunden metronómicamente en una pesadilla, finalmente todo se desata, ya como en un sueño malo, de esos de indigestión dura, en un aparatoso festival de fuegos de artificio. Se pierde todo sentido y toda intención, y mientras el absurdo gobierna la obra, nos vamos alejando de ella. El drama se desucida en pro del sensacionalismo.
No obstante, es evidente que hay un acierto potente en todo ello. «Por el Imperio», que inició su viaje desde la ortodoxia, se ha revelado finalmente una metáfora pesadillesca que manifiesta en imágenes ideas de fondo, como el poder autodestructivo de la avaricia (¿es impresión mía o lo que en origen era un pelotón conjuntado orgánicamente, a la romana, termina recordando a un grupo de asilvestrados guerreros tribales que marchan perdidos en su propia selva mortal como células anárquicas y casi aisladas unas de otras?) y cómo el deseo desmedido nos avoca a la locura.
Por tal osadía, y sobre todo por la capacidad de la obra de perturbarnos y noquearnos como lectores desde el sin sentido más grotesco (y fallido, repito), recomiendo muy mucho su lectura. También, claro, por los virtuosos despliegues gráficos de Vivés, dueño de un dominio de la anatomía humana, de la plasmación de ambientes, de un sentido de la escena y de la composición simplemente brutales.
Y eso sí, hablamos de un trabajo notablemente inferior a «El gusto del cloro», «En mis ojos» o esa obra maestra que es «Amistad estrecha» (magisterio desde una aparente, aquí sí, ortodoxia narrativa). Y que compite en el tiempo (Vivés es prolífico además de talentoso) con ‘Polina’, eventualmente uno de sus trabajos más destacados, si hacemos caso de voces cercanas que sólo hablan maravillas de esta incursión en el mundo del ballet, donde, espero, no suframos la violenta irrupción de derivas mitológicas que nos ha sacudido en «Por el Imperio».

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