RORK, de Andreas

Este texto amplía lo que publiqué en Faro de Vigo, donde por espacio hube de podar un buen párrafo o dos.

El enigma Andreas.

Se edita por primera vez una integral en castellano de uno de los títulos históricos del cómic europeo, la serie Rork del alemán Andreas.

rork ecc
Andreas Martens (Düsseldorf, República Federal Alemana, 1951) cursó estudios en la Academia de Artes de Düsseldorf y más tarde, en Bruselas, ingresará uno de los más reconocidos centros de estudio de la historieta en Europa, el Instituto Saint Luc. En 1978 inicia en el seno de la revista belga Tintín la serialización de su obra más famosa, Rork, cuyos primeros episodios irán apareciendo de forma muy espaciada.
Rork es un título atípico pero al tiempo importante del cómic europeo de los años ochenta (pese a que su trayectoria exceda esta década). Es atípico por su renovadora construcción formal y por una trayectoria errática. La serie se divide en dos etapas o ciclos, motivados antes por las contingencias editoriales que por intereses creativos de Andreas. Sus inicios, historias cortas de misterios digamos paranormales, protagonizadas por un enigmático albino (Rork), se publicaban en la revista Tintín. Crearon un cómic en progreso, por así decir, cercano al espíritu de la literatura folletinesca, pero el descontento tanto del autor con la editorial como de esta con los resultados de la obra (alejada de los patrones conservadores de la revista) llevan a Andreas a cancelar el proyecto en 1982.
Prosigue la carrera del dibujante con otros títulos, y al tiempo la editorial Lombard recopila aquella primera etapa en dos álbumes: “Fragmentos” y “Pasajes”. El éxito de ventas inesperado es el estímulo para el nuevo acuerdo: en 1988 comienza la segunda etapa de la serie, que se inicia con el álbum “El cementerio de catedrales” y prosigue cuatro títulos más, el último de 1991. En 2001 añadirá una precuela a la saga (que es, en versión blanco y negro, la historia que inicia el volumen ahora editado en España).
ECC Cómics ha editado un primer volumen de dos, que reunirán todo el material de la serie, siendo la primera etapa inédita en castellano. El primer libro adolece de una reducción de tamaño que no beneficia al meticuloso dibujo de Andreas, pero por otro lado aporta todas las portadas, información extra en un prólogo, y busca un precio menos gravoso que una edición en tamaño álbum europeo y un formato, el libro de tapa dura, afín al mercado de la novela gráfica.
Sin embargo Rork es un producto de su tiempo, no una novela gráfica contemporánea, y como tal hay que leerlo. Andreas fue un autor completo que se revela un eslabón importante en la tradición del álbum tradicional francobelga, en su evolución y superación de los signos clásicos del cómic europeo de los ochenta. Afín a las historias de acción y misterio, con referencias casi pop (lo mistérico, la aventura decimonónica a lo Conan Doyle, el terror clásico norteamericano ―especialmente, H.P. Lovecraft―), y si bien resulta esquemático en tramas, desarrollos de personajes y sobre todo en unos diálogos almibarados, resulta jugoso por su apuesta formal de ruptura (insisto, en el marco de la Bd francobelga clásica).

Andreas, en fin, es un autor que cabalga entre influencias europeas y americanas. Su dibujo evoca el trabajo minucioso de la técnica del grabado, se impregna de romanticismo gótico y evoca al modelo detallista de autores de cómic galos (ese gusto por el acabado virtuoso tan Bd-80’s, que por ejemplo le acerca en cierto grado a la obra de su contemporáneo Schuiten). Pero sus modelos más directos son norteamericanos. La viveza de su diagramación de la página, sus encuadres vehementes y su estilo dinámico beben directamente de nombres como Mike Kaluta, Barry Smith, Neal Adams o Bernie Wrightson. En sus primeras aventuras todo ello tiene más de artificio, de ensayo en probeta, que de natural combinación en pos de un estilo propio.

"El cementerio de catedrales"

«El cementerio de catedrales»

Con todo es de justicia entender que ya en esta recopilación vamos a enfrentarnos a dos Andreas separados por aquello de la evolución y el aprendizaje. El primer ciclo de las aventuras de Rork es titubeante, animoso (quiere experimentar y se lanza a ello, con sus influencias, las ya marcadas, muy claras), pero es un producto lastrado por las tradiciones, antes que liberado de ellas. Sin embargo la relectura de “El cementerio de las catedrales”, que cierra el tomo, es mucho más satisfactoria . Y claro, también la de “Los fantasmas”, que aunque inaugura el libro es la última incursión de Andreas en su personaje, pero a mi juicio el resultado es mucho más amanerado que en el cómic “catedralicio”.
En “El cementerio de catedrales” Andreas ya muestra un dominio de su lenguaje sin caer en barroquismos. Basado en composiciones de página dinámicas (que juegan con lo vertical y lo horizontal para expresar un dominio del tiempo y del lapso, de lo que duran los momentos que en ellas se describen), maneja con soltura las yuxtaposiciones, el estilo gráfico (magnífica esa parte en que adopta maneras del miniaturismo medieval), y como narrador domina ya o por fin, el sentido del misterio, en un batiburrillo que se sirve tanto de El mundo prohibido como de Lovecraft, la literatura pulp o la tradición narrativa del cómic de misterio europeo (el primer Tardí, las historias de Comés… ese sentido casi victoriano del relato clásico franco belga se percibe en cierto grado en Andreas).
Así lo más destacable hoy en Rork es su condición de cruce (entre Europa y EEU) y de puente (entre el cómic más clásico y cierto nivel de ruptura), un documento de un tiempo y también de un autor único.

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